domingo, 13 de julio de 2014

Ronda dels Cims

No sabía si esperar unos días o empezar a escribir este post así, a bocajarro, recién llegado de Andorra, en un momento en el que me hubiese gustado estar durmiendo cansado pero satisfecho después de haber acabado la carrera. Intentaré explicar lo ocurrido sobre la marcha, sin avanzar las sensaciones negativas del resultado final.

Como ya hubo un previo me sitúo el viernes a las 7 de la mañana en la línea de salida. Nos pasamos los minutos previos sacudiéndonos los nervios los unos a los otros. Saludo a Sergi, Salvador, Jordi Codina,... Me encuentro con Fabrice, a quien conocí en febrero en la carrera del Chad... Nos deseamos suerte. Por otro lado veo a la gente del Matxacuca (la Roja de verdad...) haciéndose la foto de equipo. Me acerco y comentamos la jugada con Francesc, Eli, Genís,... Estamos todos con ganas de empezar y dejar de darle vueltas al asunto. Nos vamos con Francesc hacia delante y esperamos la salida. Tras un minuto de silencio en honor a Iñaki Pérez (recordaréis que os hablé de él en la última carrera de orientación) se da la salida y salimos calle abajo.
Primera imagen curiosa de la carrera, un tipo con rastas y una mochila en la que parece que lleve atado un saco de dormir, que ha salido como un tiro. Detrás va Josep, un valenciano con el que compartimos bastantes kilómetros el año pasado, Armando Teixeira el portugués de Salomon, Julia Boettger, Nerea Martínez,... Yo he salido sobre el 15 o el 20. A mi alrededor está Francesc (por poco tiempo), Javi Puit, Ernest Ausiro, Lluis Sanvicente,... Al final nos conocemos todos. Tras una vueltecilla por el pueblo cogemos una pista hormigonada y cada uno se va yendo a su sitio. Veo como Francesc se va hacia delante. El año pasado compartimos más de 100 kilómetros y llegamos juntos a la meta (ara que et fas famòs em deixaràs presumir d'aquest honor... ;-) ). Tras el pedazo de temporada de maratones que ha hecho, tengo muy claro que su ritmo no es el mío. En el primer tramo de sendero me acabo estabilizando en un grupillo interesante en el que vamos Lluis, "Domi" (otro andorrano), Marc Llucià y Ernest Ausiro (ganador de Bastions en un carrerón).
El primer tramo de la carrera consiste en la subida a la Collada de Ferreroles, bastante traidora porque hay dos bajadas intermedias que hacen que te acaben saliendo casi 2000m de desnivel positivo al llegar allí. Yo me centro en coger mi ritmo. Las primeras subidas no son lo mío. Me noto bastante bien. No me cebo, troto en los tramos llanos y voy siguiendo a poca distancia del grupillo que os comentaba. Se hace ameno porque Lluis y Domi están de palique, aunque yo intento guardar algo de aliento mientras le busco el ritmo a la subida. Alcanzamos un chico de rojo (acabará siendo Anthony, un americano) y un poco más adelante un tipo de blanco que no reconozco pero que era Josep. Hemos pasado a varios así yo creo que somos estos, y más adelante el portugués, Francesc y poco más. Finalmente salimos al valle que da al Coll d'Arenes, la subida se acentúa, la cháchara se acaba y cada uno coge su ritmo. Yo voy con un tipo de amarillo que baja a saco pero que en la subida flojea (la falta de palos probablemente ayude). Llego al Coll d'Arenes y el sendero sigue subiendo a la izquierda para flanquear por el típico terreno sin ningún tipo de sendero que caracteriza esta carrera. La subida no ha estado mal para empezar, pero creo que la he hecho con bastante cabeza.
Al pasar por Ferreroles le pregunto al tío del control cómo voy. "Décimo!" No está nada mal, ya tenemos ubicada la carrera. Bajo intentando cuidar las piernas, flexionando rodillas y ayudándome un poco con los palos. Me zampo un quesito de membrillo y casi sin darme cuenta empiezo a oir la gente del Refugio de Sorteny, primer control. Llego ligeramente por detrás del americano, y el de amarillo.

Refugi de Sorteny (km21, 2h52'):
Me paro a comer tranquilamente. Repongo agua y en lugar de las sales con las que había salido (GU con sabor a té de melocotón, sorprendentemente bueno) relleno con Powerade, que también me gusta. Melón, sandía, me llevo algún puñado de galletas, y longaniza al bolsillo y sigo adelante. Un repechillo y el sendero baja hacia el valle de Rialb. No lo conozco y además se ha metido la niebla así que nada de referencias. Pues nada, con calma. Me acerco poco a poco a Marc, Anthony y el de amarillo y además por el camino adelantamos a Josep. Me dice que ha salido muy rápido, que ha ido un poco con Francesc pero que va fortísimo y que va a intentar tomárselo con calma a partir de ahora. Tras varios repechos duros alcanzo el collado junto con el americano y nos lanzamos al descenso saliendo pronto de la niebla. En una de estas perdemos las banderas. El tío se gira... "senderow?". Me parece que es hacia la izquierda pero no está muy claro. Finalmente vemos una banderilla allí abajo. "Where are you from?" "San Diego, California". Como ya expliqué una vez en otro contexto y otro tipo de crónicas, hay dos tipos de americanos: los que te dicen que son "from the United States" y los que pasan directamente al estado, aún estando a 8000km de su casa. Por tanto a su pregunta correspondiente: "Me, from Alcover, Tarragona" (de buen rollo :-) )
Entre debates identitarios y algún repecho cabrón de esos que no salen en el perfil, nos vamos acercando a Arcalís. Por el camino, me encuentro a Ernest, que me dice que ha estado con gastroenteritis, que no va ni para atrás y que plega. Le intento animar diciéndole que en una carrera tan larga hay tiempo para recuperarse pero la decisión parece bastante tomada. Así que a todo esto me veo octavo con nuestro amigo californiano séptimo y un poco más adelante Marc y el de amarillo en quinta y sexta posición (digo el de amarillo sin más porque no llegué a averiguar nada más de él). Un repechillo nos deja en Arcalís, donde hay un nuevo avituallamiento y me encuentro por primera vez con mis padres.

Arcalís (km32, 5h1'):
"Qué tal?" "Bien, intentando controlar, comiendo bien... Creo que lo voy llevando bien". Siguiendo con esa
dinámica me pido un plato de caldo con pasta, como fruta, más galletas y longaniza al bolsillo... Tengo la sensación de que los demás no paran. Bueno, un francés que llega justo después sí que se toma su tiempo también. Con la tripa llena, buenas sensaciones y buen humor salgo por las pistas de esquí hacia arriba. Siguen Marc, Anthony y el de amarillo algo por delante y les voy recortando terreno hasta llegar casi juntos a la cima del Coll de Cataperdís. Entre que me entretengo a comer otro trozo de membrillo y que bajan mejor que yo (bueno, el californiano quizá no) pierdo algo de distancia en el descenso a los lagos de la Angonella, pero al empezar la siguiente subida volvemos a estar juntos. "Quieres pasar?" me dice Marc. "Bueno tiro un poco que en la bajada me pilláis". Me gusta cómo voy subiendo, tirando de palos y manteniendo buena respiración. Las piernas también responden bastante bien y no tengo sensación de quemarme. Por otra parte, con lo que queda, es lo que toca.
Llego a la cima del Pic del Clot del Cavall (6h30') algo por delante y recorro un tramo llano antes de bajar por un prado empinado que sólo conocía de noche a la luz de la luna llena, de mis dos participaciones en el Ultra Mític. No sin satisfaccion me doy cuenta de que esta vez no me alcanzan en la bajada. Buena señal, será que voy a mejor. El descenso se me pasa bastante rápido hasta una cabaña donde el recorrido gira a la derecha y sigue un sendero en ligero ascenso y bastante trotable hasta el rellano del Pla de l'Estany, donde se encuentra el siguiente avituallamiento. Muy contento con esta quinta posición pero sobre todo con las sensaciones de que estoy llevando bien la carrera.

Pla de l'Estany (km44, 7h7'):
Charlo un poco con dos chicas muy simpáticas que se encargan del avituallamiento, mientras sigo mi rutina de melón-sandía-galletas, longaniza y plátano al bolsillo. Llega Marc y el de amarillo, hombre de pocas palabras. "Aquesta pujada es guapa", me advierte... "La conec, la conec". Vamos a por ella, la temida subida al Coma Pedrosa. Realmente es a degüello. Subida sin camino por unas pendientes iniciales que quitan el hipo, algún ligero descanso mientras atraviesas a la izquierda y el terreno que se va volviendo más pedregoso a medida que subes. En medio de ese panorama una sorpresa positiva, un corredor por delante. Va de blanco, así que debe ser el portugués. No os negaré que alcanzar a un tío "del Equipo Salomon" supone una cierta satisfacción. Además el hombre parece ir justillo. Me concentro en lo mío, porque la subida entre bloques lo exige, pero me voy acercando. Realmente el hombre parece ir cocido. "A la izquierda!"... le grito en un momento en el que no ve las marcas. "Hablas español?" "Un poco"... "Mira, ahora subimos hasta esas rocas de ahi, luego a izquierda y el pico es este que tenemos aqui encima"... y lo culmino con un "Ánimo!" que visto a posteriori me parece la mar de cachondo... Un tipo muy simpático, me agradece y me desea igualmente suerte mientras sigo subiendo.
La verdad es que el último tramo de subida hasta el Forat dels Malshiverns es de escándalo. Una subida por una tartera que se aguanta con alfileres en una pendiente surrealista. Recuerdo la primera vez que pasé por aquí en un Ultra Mític, con nieve y una cuerda para ayudarse... Bastante mejor. Llego al collado y giro a izquierda para culminar el último trozo hasta la cima más alta de Andorra. Cuarto en el Pic de Comapedrosa (8h17'). La subida se ha hecho dura pero dentro de lo razonable, he hecho la subida en 1h5min (buen tiempo para la referencia que tenía) y me encuentro con muy buen ánimo. Echo un vistazo hacia delante pero ni rastro de Lluis y Domi (de Francesc no hace falta ni hablar, me lleva más de media hora). 
Agradezco a los voluntarios su trabajo (la de horas que se tienen que pasar ahí arriba...) y me voy para abajo por la tartera primero y por un agradable nevero después. Bordeo el Estany Negre y sigo bajando por el valle, que va girando a la izquierda y deja ver ya el Refugi de Coma Pedrosa, siguiente avituallamiento. Un poco antes de llegar hay un pequeño repecho en el que no encuentro las marcas (sin ser una gran crítica, creo que este año se ha descuidado un poco el marcaje con respecto a otros años en los que era perfecto). Me giro y veo a Marc que llega como un tiro. "Vas be, vas be!". Voy bien, pero yo no veo ningún sendero... Finalmente atravieso unos arbustos, lo encuentro y llego al refugio, justo delante de Marc.

Refugi de Coma Pedrosa (km50, 8h51'):
Una vez más la rutina de alimentación y pido otro caldo, mientras llega el portugués... llamémosle Armando ahora que nos hemos hecho amigos. "Cómo va?" me pregunta mientras chocamos la mano. "Ahí vamos! Bien de momento y tu?". Hace mejor cara que hace un rato, yo no daba demasiado por él. "Dura la subida, no?" "Si, si! Muy lunga!". Pero el hombre ha resucitado, que por algo es de Salomon :-p. Marc está ya para salir y el caldo que no llega. "Es igual, dejadlo, no hace falta!" les digo con algo de estrés, pero Armando, que está esperando el suyo, me hace una seña como diciendo "Espera, espera, tú no tengas prisa que esto es mano de santo...". Pues le haremos caso a los buenos, así que me quedo y me tomo mi caldo, que por otro lado me ha tocado sin un fideo, que era lo que buscaba. Con la satisfacción del caldo bebido salimos del "refu" e iniciamos la subida a la Collada de Sanfons, yo algo por delante de Armando y a unos 300 metros de Marc. 
Recorto algo durante la subida pero no le alcanzo, y aún menos en la bajada posterior, que flanquea hasta un collado y bordea un montículo después. Pierdo de vista a Marc y también las banderas, que más adelante veo bastante más arriba. Remonto, no sin cierto mosqueo, y las recupero junto a un telesilla. Bajo por una pista y giro a la derecha en otro descenso oblicuo que me acerca ya al Coll de la Botella. Entre que estamos bajando y mi despiste, Marc me ha sacado bastante ventaja cuando llego al avituallamiento, tras un tramo de unos 500 metros por carretera. 

Coll de la Botella (km57, 9h54'):
Me encuentro nuevamente con mis padres. "Qué tal?" "Bien, van cayendo los kilómetros pero bien". Sigo comiendo, aunque aquí no hay caldo, y reponiendo agua y Powerade. Llega Armando y se sienta con un par o tres de personas que le hacen la asistencia. "Qué tal?"... me dice "Ahí vamos!" Le digo mientras me despido y sigo adelante.

Viene ahora un tramo llano que conozco bien, porque también lo hicimos el año pasado. Sube un poco al principio pero después es bastante llevadero. Troto pero me noto cansino. De repente a la que el terreno pica para arriba tengo ganas de caminar. Intento empujar con los palos mientras troto, pero parece que la alegría que tenía hace poco rato se me va escapando a borbotones. Me giro y llega Armando corriendo a buen ritmo. Mierda, ¿por qué no puedo ir como él?... ¡Si estaba hundido! Me aparto para dejarle pasar... "¿Estás bien? ¿Necesitas algo?" "No, no... pero... poco a poco". La falta de sujeto y predicado me indica que mis neuronas flojean. Me hace una seña para que me enganche pero no es momento para cebarme siguiendo una rueda. Me concentro en mi trote y le sigo a cierta distancia. Llegamos a un repecho y me paro a mear, medio para coger un poco de aliento, medio para perderle de vista y coger definitivamente mi ritmo. Un ligero descenso me ayuda y parece que me recupero un poco pero justo antes de llegar a la Collada de Montaner oigo unos pasos que llegan por detrás. El americano me pasa como una exhalación mientras me aparto. "Grasias"... De nada... Ahora lo pienso y quizá este fue el punto de inflexión definitivo. De repente tengo la sensación de que todo el mundo tira menos yo. Un sentimiento negativo me invade y la visión de la subida al Bony de la Pica, que tengo enfrente, no me ayuda para nada. 
Paso junto a un control casi sin saludar (mal indicador también) y afronto la subida mirando al suelo. La verdad es que Armando y Anthony no van mucho más rápido que yo, la distancia se mantiene, no debería desanimarme, pero mi rallada va aumentando por momentos. Llegando a la cima (11h3') veo que otro corredor se acerca por detrás. Tampoco me ayuda. No puedo evitar fijarme en los demás. Camino a grandes pasos por la parte alta de la montaña, tampoco estoy perdiendo terreno con los de delante ni me alcanza el de detrás (el francés de hace un rato), ¿por qué no soy capaz de tranquilizarme? Quizá porque sé que ahora viene un descenso que es peor que las subidas.
Llego al inicio de la bajada, donde hay un control. "Joder, llego al peor sitio en el peor momento"...murmuro para mis adentros. "Ojo que resbala"... empiezo a bajar y, efectivamente, resbala. Y yo voy torpe. Y me fallan los pies. Y me cabreo... Llego a un tramo con cadenas mientras el francés me alcanza por detrás. "Vas y, vas y..." Sigo a la mía, esto es la anti-bajada... Qué tensión... Algo más adelante llega otro corredor por detrás, Carles Rossell. "Abajo, abajo!" me dice... "Lo se, lo se, si es para dejarte pasar"... "Ojo, que esta bajada es dura"..."No hace falta que me lo digas...".
El terreno complicado va acabando de minar mi moral. Y empiezo a darle vueltas a todo, deportivo, no deportivo... cualquier cosa. Llego a una aldea que hay a mitad de bajada y que da acceso a una subida de unos 100 metros de desnivel. Este repecho me acaba de hundir. Ya no es que sufra o que vaya cansado, es que siento que no disfruto, que no me gusta lo que estoy haciendo. La desconexión va en aumento y la decisión de abandonar va cogiendo cada vez más forma. En medio de esta dinámica llega por detrás el hombre de amarillo, que ya nos habíamos olvidado de él, con lo que paso a ir décimo, aunque ahora mismo eso me importa un pimiento. Con el ánimo por los suelos veo como se acerca el techo del pabellón de Margineda y un par de minutos más tarde veo cómo termina el sendero y mi madre me espera. Me saltan las lágrimas mientras digo que no con la cabeza. Me intenta animar mientras nos acercamos a la puerta del pabellón. La gente ve mi estado y me intenta apoyar pero mi respuesta no pasa de una mueca torcida.

Margineda (km70, 12h31'):
Pido un plato de macarrones y tiro la mochila al lado de un banco. Me siento en él, abatido, con la cabeza entre las manos. No estoy especialmente cansado más allá de lo normal tras 70kms y unos 6000m de subida, no me duele nada, pero he entrado en una dinámica mental totalmente negativa que quita cualquier motivación. ¿Qué hago? Mañana voy a estar rallado si me retiro... Pero es que tengo la sensación de que no me gusta lo que estoy haciendo... Hablo con mis padres sobre qué hacer... Finalmente, una vez acabado el plato de macarrones y tras 20 minutos de desconexión, decido intentar el siguiente trozo.
Salgo del pabellón y la gente me anima, en un momento sinceramente emotivo. Momentáneamente recupero la fuerza y la rabia mental y me digo que vale la pena esta segunda oportunidad. Me pongo a trotar y me siento bien, no me duele nada, no me noto especialmente cansado.Tras un trozo por la carretera cojo un sendero a la derecha y me encuentro a otro corredor, un chico de castellón. Comentamos un poco la jugada camino de la subida al Coll de la Gallina, que empieza con unas revueltas francamente duras. Empiezo la subida justo por delante y veo que sin forzar me separo algo. De todas maneras el aire triste de hace un rato no me ha abandonado del todo y mantengo un ritmo constante sin demasiada alegría. Aún así la velocidad no es mala, y el tramo se me hace relativamente corto hasta un merendero donde alcanzo a otro corredor. Le pregunto a un chico del control de paso, por curiosidad, que cuántos van delante y me dice que diez. Tiro por un tramo de pista ascendente y amplio la ventaja con mis perseguidores, pero después llego a un tramo llano que debería trotar perfectamente y me da pereza, así que me conformo con alargar el paso. Total, que el valenciano se acerca y tras una última subida más fuerte llegamos a la cima del Coll de la Gallina casi juntos.
Me lo tomo con calma y le pido a un chico del control que me saque de la mochila el frontal y un bollo. Creo que aún dentro de la mala dinámica he mantenido bien la alimentación. En ningún momento he tenido sensación de agujero en el estómago. Pero empiezo la bajada y las sensaciones vuelven a empeorar. Me intento comer el bollo torpemente mientras bajo por una pista, más que trotando dejándome caer. Vuelve la desgana. El valenciano ha ido tirando y el otro corredor al que había adelantado me pasa también. Me acabo el bollo justo antes de llegar a Fontaneda, donde me esperan mis padres. "Qué tal?" "No mucho mejor, en Coma Bella vemos a ver que hago...".
El resto de la bajada al fondo del valle no tiene mucha historia. Tramos de sendero, algún repecho por carretera y aire triste. La decisión del abandono vuelve a tomar forma en mi cabeza mientras empiezo la subida siguiente, que me tiene que llevar hasta el avituallamiento de Coma Bella en cinco kilómetros y seguiría hasta el Pic Negre siete u ocho más allá. Cojo un ritmo constante, que no es malo a nivel de velocidad, pero aún así la dinámica mental sigue en caída. Es raro, porque no se me hizo muy largo el tramo hasta Coma Bella (menos que el año pasado), pero llego otra vez desconectado. Voy a parar. Paro, desconecto una semana o dos, me dedico el resto del verano a ir a caminar a la montaña, reencontrarle el gusto al tema, reenfocar aspectos deportivos y no deportivos... Paro y que me sirva de punto de inflexión para plantearme las cosas de otra manera.

Coma Bella (km92, 14h30'):
Aparece una luz por delante, un hombre de la organización. "Venga que ya estás en el avituallamiento"... "Lo dejo, la cabeza no va y así no voy a ningún lado". Lo mismo les digo a mis padres mientras entro en el hotel de Coma Bella y me siento a comerme un plato de sopa. Me paso media hora entre los lamentos y los fideos, mientras van entrando corredores. Vámonos de aquí que no hacemos nada. Comunico mi decisión a los de la organización, me quitan el chip del dorsal y dejo la baliza que me habían colocado en el Coll de la Botella por ir de los primeros. Cogemos el coche y nos vamos hacia el Serrat, donde estamos instalados. Ahí se acabó mi historia en esta Ronda dels Cims 2014.


¿Cómo acabó la carrera para los demás? Pues algunos de mis compañeros de carrera durante los primeros kilómetros, como Marc y Lluis, también abandonaron por diferentes motivos. En el lado positivo, la segunda plaza fue compartida por Carles Rossell, Armando Teixeira y Anthony Hollon. Y victoria, después de 170 kilómetros en solitario, en 30h18', a sólo 14 minutos del récord nada menos que de Miguel Heras, para Francesc Solé. El año pasado compartimos más de 100 kilómetros de carrera y llegamos juntos a la meta en uno de los mejores recuerdos que tengo de las carreras que he corrido. Me hizo especial ilusión poder compartir de nuevo ese último kilómetro, aunque no fuese de la forma que más me hubiera gustado. En algún momento de la carrera me atreví a pensar que podía compartir el pódium... no fui capaz. Cualquier frase que ponga para acabar esta crónica se quedará corta para expresar mi admiración por lo que has hecho.

Besos y abrazos

P.D: Felicidades también al resto de "finishers", Eli, Jordi Codina, Salvador,... Espero poder compartir esta alegría en otras carreras

1 comentario:

  1. Albert!!! M'he emocionat al llegir les teves sensacions a Margineda... Com sempre diem, per molta il·lusió que posem en un ultra sempre hi ha factors imprevists que sen's escapen de les mans i ens fan trontollar... Jo també vaig trontollar de valent aquest cop... Una abraçada crack!!!!!!!!!

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