jueves, 2 de julio de 2015

Ronda dels Cims 2015

Requisitos para la inscripción:
- Haber finalizado una crónica de más de 5000 palabras y 500 líneas de desnivel positivo

Material obligatorio:
- Una taza de café
- Galletitas para picar
- Un WC cercano
- Un punto de libro

Ánimo campeones...

Pues estaba en la cama dándole vueltas a la carrera de ayer y me he dicho que total, para no poder dormir, voy a ponerme a escribir la crónica de esta aventura antes de que se me olviden detalles, sensaciones… La cosa fue más o menos así…
El Andorra Ultratrail es una carrera especial para mí. Fue mi primera carrera de más de 100km, allá por 2010; mi primer buen resultado con un noveno puesto en 2011 (en ambos casos en la distancia original del Ultra Mític, 113km); en 2013, ya en la distancia larga de la Ronda dels Cims, la que había sido mi mejor carrera; y en 2014, un abandono que supuso una gran decepción. Después de la de cal y la de arena, necesitaba un desempate en mi partida personal con la Ronda. A eso venía…
El viernes a las 6:30 de la mañana nos presentamos en la salida con Ruben, que después de dos experiencias en el Ultra Mític, este año se decidió a probar la Ronda. La salida de las carreras es el momento de saludar a los amigos y compartir nervios e inquietudes sobre lo que nos depararán las siguientes horas. Sanvi, Marc (probablemente el único que ha participado en todas las ediciones de esta carrera), Ivan, Sergi, Armando Teixeira (un portugués del equipo Salomon, con quien nos reímos un rato recordando las batallitas del pasado Tor des Geants),… En la parte delantera está el speaker entrevistando a Antoine Guillon y algún otro francés, unos de los favoritos para ganar la carrera. Como me imaginaba, mientras hablan las estrellas me encuentro a Francesc huyendo del protagonismo en un discreto segundo plano. Ya hablará luego en la montaña… Nos deseamos suerte, cuando empieza a sonar la ya mítica música que antecede la salida de la carrera. Tres, dos, uno… Se acabaron las especulaciones, los nervios… Sólo queda correr.

Ordino – Sorteny (km21)
La carrera empieza dando una vuelta por el pueblo para estirar el pelotón. Salimos a un barrio de la parte alta y empezamos a subir por una pista asfaltada de fuerte pendiente. Todo el mundo trota, se nota que las piernas están frescas. Ya veremos dentro de unas horas si trotamos tanto... La pista da paso a un sendero muy bonito que va subiendo por dentro del bosque. Dejo pasar a varios corredores que parecen llevar más prisa que yo. He venido decidido a no quemarme en los primeros kilómetros y por eso he salido con el pulsómetro para poder controlar si llevo realmente el ritmo que toca. La primera en la frente, parece que el aparato no tiene su mejor día y va dando unas oscilaciones bastante improbables. Pues nada, a controlar por sensaciones.

Este primer tramo de la carrera consiste en la subida hasta la Collada de Ferreroles, interrumpida por dos descensos intermedios. Me incrusto en un grupillo con Esteban Monje, Raúl (no sé más, es lo que ponía en el dorsal), un canario, y otros dos corredores que hacen un poco la goma. Unos 50 metros más adelante hay un grupo grande de unos diez corredores. Veo a Antoine Guillon, Carles Rossell, Enrico Viola (un italiano con el que coincidí en el Tor), Armando Teixeira… Tirando del grupo va Lluis con su marcheta característica (probablemente sea la persona del mundo con mayor ratio entre amplitud de paso y altura ;-). No veo a Francesc, que debe haber dicho que la compañía es grata pero ya si eso nos vemos en la meta. La situación pinta bien, voy sobre la posición 15, en un grupillo con un ritmo llevadero y casi todo el mundo a tiro de piedra.
Vamos salvando los sucesivos repechos, mientras Esteban habla con el canario sobre carreras de aquí y de allá y yo voy siguiendo los pasos de Raúl sin participar demasiado en la conversación, que hay que guardar aliento. Salimos al valle que conduce al Coll d’Arenes y el canario se va para adelante. Llegamos al collado Raúl, Esteban y yo, con unos doce corredores a la vista por delante. El camino sigue subiendo un poco más, flanquea a la izquierda y baja a media ladera por un terreno bastante guarrete. He venido muy concienciado a seguir una buena alimentación así que saco el primero de los mini bocadillos y me lo voy zampando mientras hago equilibrios por este terreno complicado. Cruzamos la Collada de Ferreroles y bajamos al otro lado en dirección a Sorteny. Raúl va un poco más fuerte, yo en medio y Esteban algo más atrás, que parece que la bajada no es su terreno favorito. El descenso dispersa el grupo y llegamos al primer avituallamiento algo más separados de los corredores de delante. No hay problema, lo importante es entrar bien en carrera.

Sorteny – Arcalís (km31):
Salimos Raúl, Esteban y yo por un repechillo que hay tras el avituallamiento. Yo sigo con mi obsesión por la rutina alimentaria y voy con un trozo de melón en una mano, un revuelto de pan con salchichón en la otra y los palos arrastrándolos como puedo. Entramos en el valle de Rialb y Raúl se marcha un poco por delante. Yo no voy cómodo. No sé si es que tengo que esperar a que mi cuerpo asimile lo que he comido en el avituallamiento, pero noto que me van entrando ganas de andar en tramos objetivamente corribles. El valle gira a la izquierda y la pendiente se pone más seria camino de la Portella de Rialb. Nos volvemos a juntar los tres, más otro corredor que ha llegado desde atrás (Luis, un portugués). A media subida nos encontramos con unos amigos de Esteban, que parece que va sobrado de aliento y se pone a charlar con ellos. “Aquí nos hemos juntado con Albert, el de la gorra gris que viene aquí detrás”. El de la gorra gris va mirando al suelo y con un punto de ritmo excesivo que impide grandes alardes de conversación. No es que vayamos muy rápido, pero voy con esa sensación de ir hacia una explosión irremediable. ¿Cómo puede ser? ¿El calor? Pero el calor es para todos, ¿por qué tengo la sensación de que todo el mundo va mejor que yo?
Cruzamos el collado y en la bajada se marchan Raúl y Luis. Recupero algo las pulsaciones mientras nos acercamos a la subida del Estany Esbalçat, la típica subida que casi no sale en el perfil de la carrera y que si no te la esperas te sienta como una patada en la entrepierna. Paso a Esteban justo antes de empezar, porque tengo miedo de no poder aguantar su ritmo. Las sensaciones no mejoran. Después de la subida viene un tramo llano y de bajada pero muy técnico, uno de esos trozos sin camino que tanto abundan en esta carrera. Voy torpe, y eso no ayuda a recuperar ni mis piernas ni mi cabeza. Con esa dinámica llego al avituallamiento de Arcalís. Allí está Francesc (Ferrer, perdonad porque yo voy soltando nombres como si los conocierais de toda la vida) y Jordi Codina. Jordi es probablemente la persona más positiva de la faz de la tierra. “Va que aneu moooolt be!” Bufff, ni de coña, tengo más dudas que Hamlet rellenando la Bonoloto. Las intento contrarrestar con un plato de caldo con pasta… que sean dos… por lo menos que no sea por no comer.

Arcalís – Pla de l’Estany (km44):
Salgo un poco antes que Esteban, que enseguida me alcanza. Parece que el caldo me ha recargado un poco las baterías y subo con algo más de alegría. Por delante se ven seis o siete corredores con los que vamos recuperando distancia. Pasamos a Joan Vilana, que parece que no pasa por su mejor momento y llegamos casi a la altura de Luis, el portugués, justo cuando coronamos el Coll de Cataperdís.
Viendo que el tío del mazo se está cobrando sus primeras víctimas y aprovechando que mis energías han repuntado algo y que por tanto el estómago está receptivo, me como uno de los bollos de crema que llevo en la mochila. Los corredores de delante se nos van un poco pero no me preocupa demasiado. Ahora lo importante es intentar consolidar esta buena onda que parece que asoma. Pues va a ser que no… Empieza la siguiente subida, al Pic del Clot del Cavall, y noto que esta vez no recortamos tanto a los de delante y que al llegar arriba todo el mundo tiene ganas de correr menos yo. En la bajada posterior mi agilidad brilla por su ausencia y en el tramo llano que lleva al Pla de l’Estany voy con una actitud negativa, caminando con algo de desgana y sin animarme a trotar en casi ningún tramo. Llega Joan, a quien habíamos dejado con el tío del mazo y que ahora parece totalmente recuperado. Pues vaya, así que la gente se va recuperando y yo que parecía que remontaba, sigo cayendo hacia el abismo.
No me lo explico. No hemos salido especialmente rápido (no más que el año pasado, y el año pasado me encontraba bastante mejor a estas alturas), voy comiendo bien… Pero noto las piernas sin fuerzas. Es cierto también que hace un calor de mil demonios, pero es igual para todos y aquí parece que sólo pringo yo… Con estos pensamientos llego al avituallamiento del Pla de l’Estany. Malas sensaciones y ahora viene la subida al Coma Pedrosa… Nada menos…

Pla de l’Estany – Refugi del Coma Pedrosa (km50):
Mientras estamos en el avituallamiento llega un francés, Eric Ressencourt. “Ça va?... Putain, il fait chaud…” Ya te digo… Si mis cálculos no fallan, somos las posiciones 15, 16 y 17 (pongamos la 17 para mí, que soy carne de cañón en este momento). Salgo detrás de Esteban con la sensación de que no voy a ser capaz de seguir su ritmo, cosa que confirmo no más de dos minutos después. Llega el francés por detrás y me pasa. Intento poner mi ritmo y que la distancia aumente lo más lentamente posible, pero no lo consigo. Mi negativismo va en aumento.
El año pasado abandoné en esta carrera después de hacer unos primeros 50kms con muy buenas sensaciones y tener un bajón repentino que activó mi batidora mental con consecuencias fatales. Venía preparado para no dejarme vencer por un momento puntual de bajón, pero no para esta sensación de impotencia desde el inicio de la carrera. Mientras me tambaleo de piedra en piedra por la ladera del Coma Pedrosa, la batidora mental vuelve a activarse… Habrá que aceptar que uno tiene el nivel que tiene… Estoy peor que el año pasado… Y que hace dos… Nada de ir a competir a las carreras, si no puedes ni acabarlas… Hoy te vas a retirar, como el año pasado… Ya empieza a ser una costumbre esto… Y si te retiras hoy, ¿qué pasa con la espina que te tenías que sacar?... Habrá que volver otra vez… Ni hablar… He perdido… Ronda 2, Albert 1… Final del partido…

Y delante de mí un muro, con Esteban y el francés cada vez más pequeños allá delante. Esteban se para un momento y me espera. “Tira, tira…” “No tengo ninguna prisa” “Tira, de verdad, que no voy ni para atrás…” Y en vistas de la evidencia tira adelante y yo sigo con mi calvario particular. Finalmente llego a los pies de la última canal que lleva al Coll dels Malshiverns. Es endiabladamente empinada, lo cual hace que la velocidad de la gente se reduzca y por tanto también las distancias. Me sorprende ver entre otros a Armando, al canario de esta mañana y a Carles Rossell. Pensaba que estarían en Cuenca ya… Todo el mundo recibe aquí, pero yo solo veo lo mío. Finalmente supero la canal y después la cresta que lleva a la cima del Coma Pedrosa, aunque a un paso ridículo. Me encuentro a Carles Rossell en la cima, en modo desconexión. El año pasado hizo un carrerón e imagino que con ese recuerdo todavía cuesta más seguir cuando las piernas o la cabeza fallan. Yo no llevo mucha mejor pinta. Me paro a respirar un poco y empiezo la bajada torpe y desganado. Veo tres corredores que ya bajan por el nevero que lleva al lago. Hasta luego, ya no os veo más…
Y así voy tirando, preguntándome por qué no tengo fuerzas, por qué entrenando tengo buenas sensaciones y en carrera no… ¿Tendré que aceptar que no soy capaz de hacer esta carrera? ¿Qué en realidad estoy peor que el año pasado y que hace dos? ¿Qué se ha acabado el pensar en mejorar, superarse, competir…? En fin, estoy a 2800 metros y aquí tampoco hago nada así que toca seguir avanzando y más adelante ya veremos si sigo, si no sigo o qué… Estado de depresión considerable, mientras bajo cansinamente por la tartera, por el nevero y por el sendero que lleva a los prados que dan acceso al refugio del Coma Pedrosa. Me encuentro por el camino a Robert Marcé, de RAC1, y le cuento medio zombi mis penas. Algunos excursionistas me animan cuando llego al final de la bajada. Bueno, al menos el refugio está aquí al lado, 500 metros y me paro a comer tranquilamente y a reflexionar…
...Y no tengo explicación para la metamorfosis posterior. No había comido ningún membrillo ni bollo milagroso, ni hidratado particularmente bien durante la bajada, ningún motivo objetivo para que en esos 500 metros empezase a alargar el paso, subiese con un punto renovado de alegría el repecho hacia el refugio, saludase con una sonrisa a un par de franceses que me animaban… Nunca entenderé qué pasó en esos cinco minutos para que llegase al refugio de buen humor…



Refugio del Coma Pedrosa – Coll de la Botella:
"Como vas?" "Bueno... he tenido momentos mejores" bromeo con las chicas que se encargan del avituallamiento. Pido un caldo y una coca-cola, pico algo de fruta y me siento tranquilamente. Parece que se me han olvidado momentáneamente los síntomas de abandono. Me centro únicamente en comer para ver si así mi estado mejora (aunque no creo que haya pecado de mala alimentación o hidratación hasta el momento). A falta de cuchara, sorbo el caldo y empujo los fideos con los dedos... En fin, ahora mismo tengo problemas peores que la falta de higiene... Llega otro corredor, un tal César, que me pregunta qué tal. "Ahora no sé, pero hace un rato muy mal... A ver si me recupero porque si no..."
Con el estómago lleno salgo del refugio, justo cuando llega Carles Rossell con cara de no querer saber nada más de esta carrera. Encaro la subida a la Collada de Sanfonts. Empieza con un tramo bastante tendido que viene bien para bajar la comida. Veo que César viene detrás de mí a unos 50 metros. Bueno, supongo que me pasará en breve... Con eso si no me equivoco iré el 17º... De todas formas yo sigo centrado en mi carrera y sin mirar atrás. Llega el primer repecho duro y no me alcanza. El camino gira y no le veo... Vaya, pero si voy más rápido que él y todo... Adopto un ritmo de paso-respiración que descubrí en el Tor des Geants el año pasado. Me siento como en la rítmica monotonía de cuando nadas en las piscina y me ayuda a no pensar y a hacer un esfuerzo constante sin movimientos bruscos. Parece que la marcheta resulta y se me hace corta la subida al Collado de Sanfonts. No me lo puedo creer, me encuentro bien!
Ahora es cuando hay que abrazarse al momento y no soltarlo... Y eso quiere decir comer. Quesito de membrillo para dentro. Empieza la bajada y tengo ganas de correr. El sendero es fácil y bajo ágil y a buen ritmo. Me voy creciendo. Llego a un collado junto a las pistas de esquí de Arinsal y sigo corriendo, sigo flanqueando a la derecha... El camino se pone plano e incluso con pequeños repechos pero sigo al trote. Estoy atónito ante este cambio. Paso ahora al tramo nuevo de este año, que tiene pinta de ser cabrón, pero ahora me siento preparado para cualquier cosa. Efectivamente, una sucesión de repechos que si vas mal te pueden destrozar la moral y hace un rato hubieran acabado conmigo, pero ahora los encajo perfectamente. Tal como voy, cuantos más repechos más me acercaré a los de delante. En esta dinámica de marcha-trote entre subidas y bajadas complementada con algún membrillo y un mini-bocadillo, llego al Port de Cabús. Me encuentro a Francesc (Ferrer) que está esperando a Olga. "Vinga Albert, qué tal vas?" "Doncs ho he passat molt malament però sembla que m'estic recuperant". Los ánimos me vienen de perlas para lanzarme por un prado incómodo de hierba alta, uno de esos tramos característicos de esta carrera, que no te regala nada, ni medio kilómetro, ni en subida ni en bajada. Campo a través, vigilando los hoyos destrozatobillos, y acabando con un talud empinadísimo que me deja en una pista. 200-300 metros de relax y a subir por una pista de esquí. Venga, volvamos al modo natación... tip, tap, tip, tap... y mirada al suelo. Se ve el avituallamiento, donde si todo va bien estará mi hermano Kike. A media rampa me decido a levantar la cabeza para ver lo que me queda y le veo allá arriba. Eso ya equivale a las fuerzas para llegar al avituallamiento. Llego a su lado y le cuento como ha ido la cosa hasta el momento. De haber seguido la cosa como hace 10 kilómetros muy probablemente me hubiera retirado aquí con el rabo entre las piernas... Pero hoy no es ese día...


Coll de la Botella -  Margineda (km73):
Dentro del avituallamiento me encuentro a Armando con cara de poca batería. "Muito calor..." "Vente conmigo que voy despacio..." No quiere saber nada, dice que ha llegado mareado y que ya ha entregado el dorsal. Una vez mas me lo tomo con calma (quiza demasiada), para estar seguro de que no se me escapa el buen momento por falta de alimentación. Lástima que aquí no pude disponer del consabido plato de caldo con pasta. La cabeza vuelve a estar lúcida y aprovecho para planificar con Kike el próximo en Margineda, que no se nos olvide nada. Bien todo listo, sigamos!

Salgo animado por un montón de gente y después de un breve repecho alargo el paso por un tramo favorable. Favorable pero fue aquí donde el año pasado se me cayó el mundo encima sin previo aviso. Paso por la vaguada donde de repente me alcanzó Armando y me dejó preguntándome por qué yo no iba como él... Esta vez la paso con un trote alegre y el contraste con mis recuerdos me sube aún más la moral. Cruzo las pistas de esquí de Pal y atravieso un bosquecillo hacia la Collada de Montaners. Aquí el año pasado la llegada de Nick Hollon como un cohete remató mi estado de ánimo. Esta vez en cambio yo soy el que corre y me encuentro a Joan Vilana que pasa por un momento más bajo. "Qué tal vas?" le digo... "Tengo el estómago cerrado" "Quieres memebrillo, que pasa bien?" "No, no, tranqui..." Le animo a comer porque es la clave para superar esos momentos. El recuerdo de mi estado hace dos horas saca mi lado solidario en esta montaña rusa en que los estados buenos y malos de unos y otros se entrecruzan en un torbellino sin sentido aparente.
Y llega la subida al Bony de la Pica y vuelvo a poner la marcheta, sin mirar atrás y sin mirar arriba. Desde lo alto las luces del atardecer son impresionantes. Las disfruto mientras me llevo algo al estómago que me dé lucidez para la siguiente bajada, la temible bajada a la Margineda. Me viene a la cabeza la pasada edición bajando a trompicones en estado de depresión total. Ahora bajo con relativa agilidad por terreno muy técnico, con algunos tramos con cadenas. Me rindo un pequeño homenaje y disfruto de la bajada. El único problema que empieza a aparecer es una molestia en las plantas de los pies. Se me han abierto las zapatillas (Cascadia, parte delantera interior, en las dos, una brecha de 3-4cm de largo y buenos 5-6mm de ancho) y me han ido entrando piedrecillas. Eso más la consecuencia de tener los pies húmedos mucho rato por la cantidad de agua en la montaña, hace que empiece a notar molestias al bajar, pero bueno, de momento tampoco es un drama.
Llego al pueblo de Aixàs, echo un trago de agua y afronto el repecho hacia el Coll Jovell. Pequeño percance (si no queréis imagenes desagradables podéis pasar al párrafo siguiente)... A media subida echo un trago de Powerade (combiné agua y Powerade, una botella de cada, durante toda la carrera excepto Isostar en un tramo, más un vaso o dos de coca-cola en los avituallamientos) y noto que se me mezcla con la mucosidad que llevo en la garganta. Intento arrancarlo carraspeando a fondo, pero me paso de frenada y del esfuerzo se me revuelve todo y me viene una arcada. Y otra ya definitiva... Afortunadamente solo sale líquido así que con la satisfacción de haber mantenido proteinas e hidratos de carbono unidos a la causa de mover mis músculos, sigo caminando tranquilamente intentando reacomodar mi sistema digestivo.
Sin mayores problemas, supero el repecho y bajo el último tramo hasta Margineda, donde me espera la sorpresa de encontrar a Dani, compañero del instituto, cerveza en mano. Camino con él hasta el pabellón, comentando la jugada. "He pasado un rato muy malo pero estoy recuperando". Y entre ánimos de la gente entro a esta base de vida de la Margineda, punto clave de esta carrera, donde puedes descansar, comer y acumular energías para la noche; o hundirte completamente ante la visión de lo que te queda.

Lo primero que hago al llegar es pedir un plato de pasta con mucho tomate y coger algo de fruta y el vaso de cocacola de rigor. Están por ahí Esteban con el canario de la mañana, ya con ganas de marcharse, otro corredor que ya se va y Raúl, que no lo veía desde antes de Arcalís y que hace cara de hasta aquí hemos llegado. Después me voy a un banco y, con la ayuda de Kike, mientras me como el plato de pasta vamos tachando tareas. Cambiar camiseta, lavarse los pies, cambiar calcetines, cambiar zapatillas, sacar frontal, sacar el MP3 (mierda, se ha encendido solo y no hay batería), fuera el pulsómetro que no chuta... Pasamos un buen rato, bromeando con Kike, Dani y Jordi Codina. El plato de macarrones fue acompañado por un zumo de limón casero que trajo mi hermano y que era canela en rama. A regañadientes dejé un trago para Coma Bella, pero me hubiese bebido litros y litros sin problemas. Bueno, después de las risas, los macarrones y el zumo toca seguir adelante. La compañía ha mejorado aún más mi moral y los diversos abandonos me han dejado en la posición 11. Vamos a ver que tal se nos da la noche, que no decaiga la fiesta...




La Margineda - Coma Bella (km86):
Salgo por una bajadita empedrada y sigo las flechas que dirigen por un rodeo que evita cruzar directamente la carretera principal antes de afrontar la subida a Costa Seda. Vuelvo a poner el ritmo acompasado de nadador y la música mental de fondo de todo el día (esta vez fue "Culpable", un bonito pastel de Lagarto Amarillo, si no lo conocéis, El Canto del Loco bis...). Y así voy superando una a una las 587 revueltas (por ahí debe andar...) de esta subida, mientras se apaga la luz del día y se enciende la de mi frontal. Por fin asomo al colladito final y me zambullo hacia las luces de Sant Julià. Viene ahora un trozo que no conozco y que tiene pinta de cabroncete. Gerard Martínez, el organizador, dijo que en este tramo "se podía correr"... me lo veo venir. Empiezo por una bajada también repleta de curvas, hasta un pueblo (Certés, Llumeneres,... no sé, pasé varios) que ya duerme. Me encuentro un control y me dicen que 6kms al avituallamiento. Ok, perfecto. Tramo de carretera, pista que pica para arriba, bajada, subida,... Un rato más tarde llego a otro control. "5 kilómetros". Jops, juraría que había hecho entre dos y tres desde el último. Quinientos metros más allá encuentro otro tío y le pregunto para asegurar... "Seis o siete"... ya empezamos..."Si, si, un kilómetro y medio y llegas a otro control en una carretera" Troto a buen ritmo en bajada, a ver si se pasa más rápido, paso por el control (aquí creo que me dijeron cinco) y sigo por una sucesión de subidas y bajadas que en la noche solo me dejaron un recuerdo confuso. Al cabo de un rato me cruzo con un coche que me dice que a "un km o un km y medio hay un río, y otro tanto hasta el avituallamiento". El río lo encuentro en su sitio y cuando llevo otro tanto por el otro lado llego a un control. "Dos kilómetros"... Joder, aparecen kilómetros por todos lados... Hago un enésimo llamamiento a todo aquel que participe en un control o avituallamiento a que, a pesar de la buena voluntad que hay detrás de los ánimos, se de especial importancia a dar información precisa sobre lo que queda (o no darla, mejor NS/NC que una mentira). La moral del personal es muy frágil a esas alturas y un avituallamiento más lejos de lo esperado puede dar al traste con una carrera innecesariamente. En fin, me lo tomé con filosofía y finalmente llegué a Coma Bella, creo que pasada la media noche (ya no llevaba reloj).

Llegando me cruzo con Esteban y el canario (perdonad pero no llegué a saber su nombre), que salen para arriba. Yo entro y me vuelvo a encontrar con mi hermano. También está Karel, y entre los dos me ayudan un montón y eso me deja descansar un poco en una silla. Me como otro plato de macarrones, fruta, coca-cola y el trago de zumo de limón. Al lado mío está Enrico, un italiano con quien coincidí en la Ronda del año pasado y en el Tor. No tiene buena pinta... "Troppo caldo" le digo... "Troppo caldo, non mangio benne,..." Y se tumba... Llega también un portugués que también tengo visto del Tor. Apareció allá por el kilómetro 200 y ya no le vi más. Hizo de los 10 primeros y tiene pinta de que hoy también ha seguido una estrategia de menos a más. Bueno, ya me cogerá, yo de momento me las piro para arriba.


Coma Bella - Claror (km105):
Porque toca para arriba, subida hasta los 2600 metros del Pic Negre. Casi lo prefiero, las cosas claras, para arriba, y no el sube baja interminable del tramo anterior. Pongo el piloto automático en medio de la noche, entre el bosque, iluminando con el frontal ramas que parecen serpientes. El sueño no aparece y casi diría que la sensación de caminar a esta hora de la noche es hasta placentera. Creo que llevo buen ritmo, y ademas sostenible, así que no le doy más vueltas a los que vienen por delante o por detrás. Ya se verá...
Llego a Naturlandia, a cota 2000, y un poco más allá al Refugio de Roca de Pimes. Me tomo un par de rodajas de melon, un vaso de cocacola y sigo adelante. Me dicen que Esteban y el canario han pasado hace diez minutos. Voy a ver si les veo ahora que se abre el terreno. La pista hace una pequeña bajadita y se enfila hacia la montaña de enfrente. Allá veo los dos frontales, bastante lejos y llevan buen ritmo. Pues nada, a seguir a lo mío. Durante el resto de la subida poco a poco me acerco, pero al llegar a la zona llana de la cima sigo caminando para poder comer y parece que se me escapan. Este tramo se hace largo, siempre hay montículos más allá y nunca acabas de llegar a la bajada hacia la Collada de la Caulla. Al final parece que el terreno se va curvando hacia abajo y tras un momento de duda en el que casi pierdo las marcas, desciendo hasta una cruz y después por terreno incómodo hasta el collado. Me siguen molestando las plantas de los pies. Lástima porque lo que es muscularmente parece que la cosa va bien...
En el collado me desvían a la derecha y el camino sube suavemente. Recuerdo el pajarón que cogí aquí la primera vez que hice el Ultra Mític, en el 2010. Ha llovido desde entonces y ahora paso con bastante mejores sensaciones. Una bajadita y un repecho me dejan en Prat Primer, donde me encuentro a otro corredor que sale. Qué raro... Casi no le veo la cara, no se si es el canario o el portugués que ha subido con nosotros a la Portella de Rialb. Bueno, qué más da... Echo un trago de la fuente (qué rica el agua...), me como un quesito de membrillo y para arriba, que ahora viene el regalito del Coll de Bou Mort.
Pongo otra vez el chip de subida y poco a poco alcanzo a mi predecesor. Más arriba veo una luz... e incluso otra más allá!... Bien, parece que nos estamos juntando. De momento me encuentro al primero, que resulta ser el canario, sentado en una piedra. Me pregunta por el avituallamiento. Le ha cogido un ataque de sueño. Le digo que 500 metros para arriba y un kilómetro para abajo y le animo. Llego a la cima un poco antes que él y me tiro para el otro lado, siguiendo en la distancia una luz que me imagino que será Esteban. Sin mayor problema llego al refugio de Claror, donde me encuentro a Esteban y a Luis, el portugués. Así que tengo la séptima posición a tiro...

Claror - Estany de l'Illa (km117):
Luis se va, y yo me quedo comiendo otro plato de caldo más, pero con ganas de seguir. El canario se queda a dormir y yo salgo con Esteban, pero ahora llevo un punto más que él y me dice que tire, que puedo intentar hacer top 5. Ufff, no se, sería tremendo después de las que he pasado en el inicio de la carrera, pero la verdad es que ahora mismo me siento pletórico. Paso por el refugio de Perafita y empiezo la subida al Coll de la Maiana. Esteban se queda atrás lo cual me anima, no por el hecho de que él se quede atrás, sino porque él sube muy bien y eso quiere decir que mi ritmo es bueno. Salgo a los prados de arriba y veo al luz de Luis. Bueno, paciencia, no te estreses, este es buen sitio para comer. Llego arriba un par de minutos detrás. Sé que no le voy a coger en la bajada, porque él va muy bien en descenso, pero intento bajar ágil para poder alcanzarle después. Se hace de día mientras bajo hacia la Vall del Madriu. Cruzo el río y encaro el camino que sube progresivamente por el valle. Camino con paso amplio. Calculo que de esta manera voy a unos 5 o 6 por hora, ritmo que garantiza una buena media. En un prado alcanzo a Luis, que me pregunta por el próximo avituallamiento. No tiene buena pinta, y la verdad es que este tramo es bastante cabrón. No se acaba nunca. "Está detrás de aquél escalón de allá arriba", no le miento. Le animo, pero me parece que está bastante tocado. Yo sigo a mi ritmo por este terreno que sube pero que me va muy bien. Vamos a intentar consolidar esta séptima posición. Con esa dinámica llego al Refugio de l'Illa. "Qué tal?" me gritan "Bueno, creo que razonablemente bien".
Mientras como (sí, otro plato de caldo con pasta) y bebo pregunto por los de delante. Un francés (imagino que Eric Ressencourt, el que nos ha pasado subiendo al Coma Pedrosa) va a 50 minutos y Lluis a 1h15. La verdad es que es bastante, tenía la esperanza de que estuvieran más cerca, pero bueno, seguiré a la mía y si consigo mantener esta dinámica todo puede pasar, que todavía queda mucho.





Estany de l'Illa - Pas de la Casa (km130):
Salgo del refu mientras llegan Esteban y Luis. Me saco las zapatillas intentando vaciar las piedras, pero no hay piedras. El problema está en las plantas de mis pies. Lástima, si además no me hiciesen daño los pies y pudiese correr bien en las bajadas... Pero bueno, algún problema tenía que haber... Efectivamente en el primer tramo de bajada, que es empinado, voy bastante torpe pero cuando la cosa se suaviza y hay más hierba puedo incrementar el ritmo y me vuelvo a sentir muy bien. Paso junto a la roca donde hace un par de años me encontré a Francesc listo para echarse a dormir. Hoy no está allí. Está mucho más adelante volando hacia la victoria y dando otro recital como el del año pasado. Después de la Cabana dels Esparvers el camino vuelve a subir. A empezado la cuenta atrás, menos de 50 kilómetros y sólo cuatro subidas hasta la meta. Salgo al valle que va hacia la Portella Blanca. Las banderolas llevan primero por una subida progresiva y después giran a saco hacia la cresta. El terreno es complicado y le quita a mi paso algo de la alegría que llevaba. Llego al collado y con ello al sol y a unos voluntarios muy simpáticos que me dan un zumo de piña (me dijeron que no lo dijera pero me supo genial y tengo que agradecérselo).

El camino gira a la izquierda y va hacia el Coll dels Isards. Jops, lo veo más lejos de lo que recordaba... Aprovecho el trozo llano para beberme el zumo y subo varios repechos que me llevan al collado. En el último me giro y veo que viene Esteban detrás. La verdad es que la última subida he notado que bajaba algo mi ritmo pero creo que seguía siendo bastante digno, así que eso quiere decir que Esteban se ha recuperado respecto a hace un rato. De todas formas en la bajada llevo algo más de ritmo y vuelvo a ganar distancia. El sendero me deja en una pista de esquí, que sigo de frente. De repente no veo marcas... Será porque es evidente que es recto?... Al cabo de un rato me doy cuenta de que no, pero bueno, Pas de la Casa está ahí en frente, así que imagino que volveré a encontrarlas al llegar al pueblo... Pues no... Llego a las casas y ni rastro. No me acuerdo de dónde era el avituallamiento, así que acabo dando más vueltas que un manco en una piragua. Subo por la calle principal, pregunto en una tienda, no saben de qué les hablo, en otra, mismo resultado, a unos franceses que vienen de compras, ni te cuento... Al final, caigo en la cuenta de que llevo el teléfono de la organización en el dorsal... "Estoy en Pas de la Casa y he perdido las marcas, no encuentro el avituallamiento, nadie sabe nada..." "Pregunta por la Sala de Fiestas y si no me vuelves a llamar y te vendrán a buscar"... Pregunto por la sala de fiestas en una tienda y ahora sí que hay respuesta. Ufff, menos mal... Llego al avituallamiento algo estresado, donde me encuentro a Kike y a Esteban que ya ha llegado.

Bueno, centrémonos, plato de macarrones con tomate, cambio de calcetines, cambio de camiseta, no hay zumo de limón, lástima!... "Albert, vinga que vas molt be!", dosis de optimismo de Jordi Codina que viene la mar de bien para seguir adelante.

Pas de la Casa - Incles (km142):
Me despido de mi hermano, que se ha portado genial en la asistencia, pero tiene que irse para trabajar por la tarde. Salgo con Esteban en dirección a Francia, por uno de los pocos tramos feotes de la carrera. El sendero va bajando por el valle, con la desesperación que provoca saber que todo eso se ha de subir después. Pasan de las 10, hace sol, y la temperatura está subiendo claramente. Enseguida veo que eso no va a ser nada bueno. Finalmente, muy abajo, llegamos a la curva que da acceso al valle que lleva al Port Dret. Empezamos a subir... El terreno es muy guarro, no hay camino, las banderas suben dando escalones empinadísimos y hace calor. Bueno, parece que el ritmo de la noche se ha acabado. Bienvenidos a la agonía final...
Aprovecho que Esteban se para a atender una llamada de la naturaleza para poner mi ritmo (que ahora quiere decir, evitar quedarme de mi compañero). Sigue siendo el ritmo paso-respiración rollo natación, pero hemos pasado de las calles centrales de la psicina a ese abuelo que te encuentras nadando en la calle del fondo apoyado al borde de la piscina. El sol cae a plomo y mirar hacia arriba es descorazonador. El valle tiene escalones y más escalones y la subida se me hace eterna. Un repecho durísimo nos deja en una pista, con 100 metros llanos que me hacen recuperar el aliento aliviado. Venga, último repecho, un prado y una última pala entre un nevero y unas rocas, tarterilla deshecha que hace que la eficacia de cada paso sea del 10%. Finalmente aparecemos en lo alto, junto a un control con gente que parece que solo espera a los del Ultra Mític. "162" susurro mi dorsal mientras sigo adelante e intento recuperar el paso. Pasa una chica corriendo a un ritmo espectacular. O está entrenando y viene de ahí al lado, o es una super crack, o nosotros estamos hechos polvo... Probablemente un mix de las tres.
Qué bien viene este trozo llano hasta el Pas de les Vaques... Ahí empieza la bajada hasta Incles. En el descenso parece que Esteban va algo más lento. Yo me debato entre quedarme con él y de paso ahorrarme algo el dolor de pies, o tirar más rápido con un puntito de fuerza que parece que he recuperado. Al final acaba siendo un intermedio, y bajamos juntos hasta los lagos de Siscaró (tremenda tormenta pasé aquí en una travesía en 2003) y me separo en la última bajada hasta Incles. Allí me encuentro a mi prima Patri, que toma el relevo de mi hermano en la asistencia.
"Que tal va?" "Bufff, la noche muy bien pero ahora mucho calor... Y la subida que viene ahora... En fin, ahora ya a acabar como sea". Aquí no hay pasta pero si caldo con arroz. Pues bien, cambiamos. Eso, un trozo de melón y otro vaso de coca-cola. Me embadurnan de crema solar, cosa que tendría que haber hecho ayer. En fin, ahora ya... A ver qué tal se nos da esta subida... La recuerdo muy dura, y son las horas de más calor. Pánico...

Incles - Coms de Jan (km150):
Salimos nuevamente con Esteban y me pongo delante a marcar el ritmo. Quizá fuese egoista, pero me asustaba el hecho de seguir a alguien y no poder... Pensé que si no le iba bien el ritmo ya me pasaría. Y con esas salimos por un primer repecho duro, que lleva a un descansillo que entra por un valle, hasta un desvío a la izquierda. Y ahí a ir subiendo progresivamente, bordeando la montaña, hasta el refugio de Cabana Sorda. Pues no ha estado tan mal... Ya hemos hecho la mitad de la subida... Venga pues... Cruzamos un río y otro repecho muy duro que va girando a la izquierda y vuelve a bordear la montaña subiendo en diagonal... Tip...tap...tip...tap... lo bueno de que suba fuerte es que el desnivel se salva más rápido y la subida se acaba antes (hay que ser optimista...). Giramos otro lomo de la montaña y ahí está la temida última pala. La primera vez que pasé por aquí haciendo el Ultra Mític era de noche, y cuando vi la lucecita del control allá arriba pensé que no podía ser. Ahora la verdad es que me parece menos malo de lo que esperaba. Quizá cuando estaba bajando hacia Incles le tenía tanto miedo a esta subida que ahora no me ha parecido tan mal. "Venga va, que sólo es hasta ahí" le digo a Esteban, y sigo con el ritmillo de subida.
Llegamos a los dos chavales que se encargan del control de arriba. La verdad es que yo estoy para poca cháchara, les saludo, gracias y empiezo la bajada. Otra vez las plantas de los pies... El primer tramo empinado es un suplicio. A ver si llego a esa hierba de ahí abajo... Se repite la tónica de la bajada anterior y llega un punto que me separo de Esteban. La verdad es que tengo ganas de llegar ya. De momento a donde llego es al avituallamiento de Coms de Jan, el penúltimo. Me siento y me tomo el último plato de caldo con pasta, fuerzas para la última subida que nos espera. En Incles nos han dicho que el siguiente había salido de Pas de la Casa a 50 minutos. Yo tengo la sensación de que nuestro ritmo en Port Dret es como para que nos hayan recortado y si el de detrás viene fuerte, el ultimo desde Cabana Sorda también. Haremos lo que podamos...

Coms de Jan - Sorteny (km159) - Ordino (km170, Meta):
Salimos juntos nuevamente dispuestos a acabar con esto. Más marcheta y subida fuerte al principio, remontando hacia la derecha para llanear e incluso bajar un poco después. Sin demasiada historia... Evito mirar hacia atrás para evitar estresarme con posibles llegadas y porque es la mejor manera de llevar el mejor ritmo posible. El collado no se ve en toda la subida, sólo cuando rodeas un espolón rocoso y subes una última pala que te deja en la Cabana de Meners, donde hay otro control. Por fin, ya sólo unos últimos metros hasta el collado y se habrá acabado... la subida.
Resoplo de alivio al ver el valle de Sorteny. Empezamos el descenso, con un sol que empieza a bajar y una temperatura que ya es algo más tolerable. Yo voy pensando en eventuales corredores llegando de atrás y animo a Esteban para que no nos durmamos. La verdad es que después de cómo ha ido la carrera me gustaría que mantuviéramos este séptimo puesto. Ni me pasa por la cabeza que tengamos a tiro a alguien por delante. Con el piloto automático y haciendo una marcha-trote lo más digna posible llegamos al avituallamiento de Sorteny. Aquí ya pasamos con algo de fruta y seguimos para delante.
Salimos a una pista y cogemos un trotecillo intentando que los kilómetros pasen más rápido. Yo con la bajada de la temperatura he recuperado la energía y quitando los tramos empinados de bajada donde veo las estrellas a cada paso, el resto del tiempo me veo con fuerzas de trotar con un ritmo relativamente bueno. Salimos al Serrat y de ahí al camino final que baja por el valle. Últimos 8 o 9 kilómetros...Caminamos en los repechos, que cada vez son menos, y trotamos en llano y bajada. Pasamos por Llorts, por Cortinada y vemos como el valle va girando a la izquierda pero nunca aparece Ordino. Finalmente veo al fondo la ladera del Coll d'Ordino y al pie el ansiado pueblo de igual nombre. Un último repecho y la valla naranja del camping que está justo antes de Sornás. Esto ya lo conozco, ahora sí que estamos... Salimos a la carretera y viene ese último kilómetro tan esperado...
No sé si es cierta esa última frase de Into the Wild, "la felicidad sólo es real si es compartida"... Las dos veces que he acabado la Ronda lo he hecho compartiendo esos instantes finales, esa satisfacción por el objetivo cumplido, después de compartir también momentos de esfuerzo, fuerza de voluntad y superación. Mientras subo esa última rampa hacia la meta, mientras un amigo de Esteban abre una botella de cava y me empapa de arriba a abajo, mientras el speaker anuncia nuestra llegada, mientras la gente aplaude solidarizada con nuestro esfuerzo... esas sensaciones no tienen precio. La vida se llena con sensaciones y eso es lo que hacemos, vivir la vida.

Besos y abrazos

Gracias a tod@s por esos ánimos durante la carrera y por el seguimiento que uno se imagina y que le empuja a seguir adelante. Gracias a Jordi, Karel y Patri por la ayuda en los avituallamientos y sobretodo a mi hermano Kike que estuvo siguiendome tarde, noche y mañana. Y también a mis padres, que aunque no pudieron venir esta vez estuvieron siguiendo y empujando full time.





P.D: cómo fue la carrera por delante... Pues delante nuestro llegó Antoine Guillón, un tipo con buen palmarés (Diagonale des Fous entre otras) que fue de más a menos y que ahora sentado en el sofá me pregunto si no hubiese estado a nuestro alcance. Me alegra mucho la quinta posición de un viejo compañero de batallas, Lluis Sanvicente, que se merece este éxito por la pasión con que corre y vive las carreras (a veces yo creo que hasta tiene que luchar contra ella ;-), según cómo sale más a cuenta ser un poco Ice Man...). Cuarto Eric Ressencourt, el francés que nos pasó subiendo al Coma Pedrosa y que realizó una progresión impecable. Tercera y segunda posición para otros dos franceses, Nahuel Passerat y Jerome Lucas. Y victoria con otra exhibición sin adjetivos para Francesc Solé. Hay tres tipos de alumnos aventajados: el empollón superdotado que vive alejado de la realidad que le rodea a causa de su coeficiente intelectual; el crack afortunado que chafa a los demás con su sobreexhibida falta de necesidad de estudiar; y el genio sencillo que vive, trabaja y disfruta como uno más pero que llegado el día del examen saca la matrícula de honor. Estos son los mejores.

P.P.D: ya puestos a prolongar la biblia, un par de detalles técnicos. Tema zapatillas, empecé la carrera con las Cascadia 10. Muy bien, cómodo y con la roca mayoritariamente seca, buena seguridad. Eso sí, una de ellas tenía un amago de grieta en el upper, parte interna, que se consolidó y se hizo enorme (4cm x 5mm). En la otra salió otro simétrico y en la parte exterior del upper ha aparecido un punto débil en una de las zapas. Llevan entre 200 y 250km... Soy un enamorado de las Cascadia y vengo usando desde la 7, pero una zapatilla de ultras no puede durar 250km...(no me pasó con las 7 y las 9). Las cambié en Margineda por las Adidas Riot 6. Cómodas también, no creo que tengan nada que ver con mis problemas en las plantas de los pies, era bastante inevitable (en todo caso, llevando más calcetines de repuesto). Tema mochila, estrené la Ultimate Direction SJ Ultra Vest, de 11litros. La verdad es que con el material obligatorio final, se podía hacer la carrera bien con una mochila de 5 litros, pero no tengo una buena de 5 litros, solo la Salomon que tiene las cremalleras ya destrozadas de tantas batallas. Es cómoda, muchos bolsillos accesibles, buena sujeción... Quizá al final algo de molestia en el pecho por los bidones, pero por decir algo, la verdad es que no se me movían nada, y eso que erán de 600ml. Hablando de bidones, llevaba dos y con tubo para beber directo (para mí fundamental para una hidratación correcta). Combiné agua en uno y sales en otro (casi siempre powerade de los avituallamientos)

P.P.P.D: balance final, positivo. Siempre puede caer uno en preguntarse si podría haber hecho algo para mantener la dinámica positiva de la noche... No lo sé. Si fui demasiado conformista en no ir a por los de delante... Fácil de pensar ahora sentado... En cualquier caso lo cierto es que en el kilómetro 40 tenía una depresión de caballo y estaba medio retirado (por sensaciones, de la carrera y de las carreras...) y estoy contento porque supe tener sangre fría, paciencia, seguir adelante y esperar un momento bueno que afortunadamente llegó. Y entonces abrazarme a él para disfrutar como pocas veces he hecho. Ahora a descansar y cambio de chip, si todo va bien haré un par de carreras de sobre 30km a final de julio y principios de agosto y después el 22-23 de agosto al campeonato del mundo de rogaining, a ver si sabemos aplicar las lecciones del maestro Tommi...

3 comentarios:

  1. Alberto, y tu que eres: el superdotado, el crack o el genio?

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  2. Yo el que estudia un huevo para aprobar ;-)

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  3. Yo siempre me refiero a tí como a crack, es más corto que ¨el que estudia mucho para aprobar¨ igualmente.

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