viernes, 3 de enero de 2014

Sant Silvestre Night Trail Mataró

Feliz Navidad y feliz 2014, antes de nada, que si lo dejo para el final corro el riesgo de que muchos no lleguéis a recibir los buenos augurios para el año próximo…

Para ser justo y no explicar sólo las buenas voy a hacer un pequeño preludio sobre este tiempo desde la última carrera, el Rogaine de Cap de Creus, con el que cerré la temporada de 2013. Prometí estar un mes sin correr, para reposar un poco las piernas y desconectar algo la cabeza… debo admitir que no lo cumplí. A las dos semanas me apunté a una carrera de orientación que hacían cerca de Lyon, la Rhône Orientation. Resultó que las dos semanas de antes estuvo nevando de lo lindo por la zona así que a pesar de estar el terreno entre 500 y 800 metros, había como medio metro de nieve por todo el recorrido. Al principio la cosa era curiosa pero después se convirtió en un coñazo considerable. Mis zapatillas tenían tacos más bien reducidos así que correr se convirtió más bien en patinaje y en tirar de riñones para intentar traccionar algo. Así que fueron 4 horas con los pies en remojo, total para un reto deportivo bastante poco motivante, ya que con toda esa nieve no hace falta ser Légolas para seguir la huella de tus predecesores y encontrar las balizas.

Más allá de esa carrera y un par de partidillos de básquet, la actividad física se redujo a los trayectos en bici para moverme por Lyon así que, a pesar de ese desliz, doy por bueno el mes de vacaciones deportivas. Empecé de nuevo el día 12 de diciembre, en plan bastante progresivo, pero en vistas a ir acumulando kilómetros para la carrera de Le Treg, acepté la invitación de Jaume (mi compañero de Rogaine) para ir a hacer un entreno de 60kms por l’Ametlla del Vallès y alrededores. Una buena manera de ganarse la cena de Nochebuena el día 24. En cuanto vi que éramos sólo nosotros dos ya me imaginé que el “ritmo trotón” prometido se convertiría para mí en una carrera a muerte. Efectivamente, probé una buena dosis del “Tío del Mazo” y es que para mí, 60 kilómetros en menos de 7 horas por terreno mayoritariamente de sendero es un ritmo verdaderamente rápido en un momento álgido de la temporada y un suicidio cuando llevo 10 días de entreno. De todas formas, dejando aparte la pájara, una salida muy chula y un entreno que seguro que agradeceré cuando toquen las grandes kilometradas.

Siguiendo la tradición de los últimos años me apunté el día 26 a la Cursa de l’Indiot, en Mollerussa, una buena manera de quemar los excesos gastronómicos de estos días. Aún con el calentón de los 60kms en las piernas y sin calentar demasiado, intenté convencerme de salir relativamente de paseo o como mucho a hacer un rodaje rápido, pero rodaje al fin y al cabo. Lo cumplí los primeros 500 metros, pero el dorsal empuja, así que al poco rato estaba ya mirando hacia delante. Es una carrera de 8kms, y el ritmo para mí es realmente asfixiante, más aún sin haber hecho ni una miserable serie. Aun así, el hecho de haber salido más lento e ir de menos a más fue una sensación reconfortante y me encontré relativamente bien. Me pasé casi toda la carrera recuperando terreno a un grupillo de unos 7 u 8 corredores donde estaba Willy, un Ironman que de vez en cuando se pasea por el blog (estás ahí?...). Los pillé cuando faltaban dos kilómetros para meta, cuando enfilábamos una recta con el viento en contra, así que me hice un poco el remolón a rueda. Al final la gente se hartó y se desataron las hostilidades y nos acabamos cascando el último kilómetro a 3’15’’, es decir bastante más rápido que la media de la carrera que estuvo sobre 3’35’’. Yo estuve un poco cobarde porque me pasaron dos tíos cuando iba bastante bien. Al final 12ª posición y 28’50’’, contento para tal como venía, pero lástima porque no sabía que estábamos tan adelante y hubiese hecho gracia hacer de los 10 primeros. En fin…

Y así llegamos al día 31. Me intenté apuntar a la Cursa dels Nassos en Barcelona, de 10kms, para darle otra oportunidad a los ritmos rápidos, pero las inscripciones estaban ya cerradas así que busqué alternativas y me apunté a una carrera nocturna de trail que se celebró el 31 a las 18h en la parte alta de Mataró. Me alegro de que las cosas fueran así y acabar corriendo esta carrera, más familiar y divertida que la primera opción. Así fue la cosa:

Al salir a las 18h la carrera fue íntegramente de noche y por tanto a la luz de los frontales. No he hecho demasiadas de este tipo, pero realmente lo recomiendo. La sensación de velocidad es mucho mayor y es super entretenido. Eso sí, hay que estar al loro porque cualquier despiste puede acabar con tus dientes encastados en alguna raíz o el tobillo mirando a Cuenca.


En la salida somos unos 225 corredores y a los 30 metros hay una “chicane” digna de Montecarlo, sí que en cuanto se da la salida hago un pequeño sprint para pasar el primero por ese punto y nos lanzamos por unos primeros 300 metros de buena bajada por una pista estrecha. Llegamos a un cruce y el recorrido toma un sendero ascendente, en lo que es la primera de las 3 subidas que, a grandes rasgos, tiene la carrera. Al arrancar la subida me pasan 3 tíos, uno de amarillo y dos de azul, y viene por detrás un tipo de verde dando unos resoplidos considerables que escucho cada vez más cerca. Parece que entre los cinco va a estar la cosa.


La subida es dura y me coge en ese tramo de las carreras en el que me cuesta coger el ritmo, así que hago un poco la goma con los de delante. Afortunadamente para mí uno de los de azul va menos fino que yo y le adelanto, aunque a cambio viene el de verde como una moto y me sigo quedando en cuarta posición. La subida se trota pero hay momentos en que tengo los gemelos asfixiados (aprovecho para comentar por si a alguien le sirve, que ir al fisio el día antes de una carrera no es la mejor decisión, aunque es este caso yo no tenía muchas más opciones…). Por fin se acaba, en un avituallamiento que los cinco que vamos en cabeza ignoramos. Nos lanzamos en una bajada en la que “el segundo de azul” me pasa bajando como un poseso, aunque en el repecho siguiente le vuelvo a adelantar y me quedo a pocos metros del “verde” y con el “amarillo” y “el primero de azul” a unos 15-20 segundos.

La bajada me devuelve el aliento y empiezo a encontrarme bien por los toboganes por los que discurre el recorrido. Además la carrera está muy bien marcada y no cuesta demasiado seguir el recorrido a pesar de ser de noche y de ir a un ritmo que por momentos debe andar sobre 3’20’’ – 3’30’’ el km. En una de estas veo que el “verde” se salta una curva en un tramo de revueltas. Me mosqueo y le grito, pero sigo por el camino que toca y me resigno a perder esos 10 segundillos que pueden haber significado el atajo. Intento no dejarme llevar por el lado oscuro y no cebarme y llego a una pista amplia donde busco un ritmo de crucero decente pero cómodo. Con todo esto me he quedado algo alejado de los de delante y el de atrás, en posición de medalla de chocolate. Bueno, aún no hemos llegado a la mitad de la carrera, no hay que desesperarse.

En el siguiente repecho importante, la segunda de las subidas, aprovecho el ir sólo para buscar mi propia marcha y coger fuerzas para la última parte de la carrera. Mis sensaciones van mejorando, llego al kilómetro 6 (de 11 que tiene la carrera, no sé si lo había dicho…) y veo que delante se han juntado el “azul” y el “verde”. Viene ahora un tramo de un kilómetro largo de bajada cómoda por pista y noto que me voy acercando. Cruzamos la autopista por un túnel y los tengo ya a escasos 15 metros, e incluso el “amarillo” que anda en cabeza no está a más de 80 metros. En plena dinámica positiva empieza la última subida y ya voy a rueda de los dos corredores que me preceden, intentando coger algo de aliento.

Todo parece ir bien pero en un momento dado veo que en el sendero no hay marcas, lo cual me extraña porque llevamos toda la carrera con marcas cada 10 metros (en serio, genial el marcaje). Al ir mirando el suelo nos hemos colado y las marcas están 10 metros más arriba. Les grito para avisarles y cruzamos campo a través para recuperar el camino. Esta gilipollez me rompe totalmente el ritmo. Noto que esos metros a toda pendiente me dejan asfixiado y pierdo 5-10 metros con los otros dos, distancia que se va ampliando en lo que queda de subida. Vaya… con lo que me había costado pillarlos y mira que estaba convencido de que los pasaba…

Afortunadamente para mis revoluciones llega al bajada, pero es un tramo técnico entre plantas en el que, en plena asfixia, no acabo de coger un ritmo especialmente ágil. El terreno se abre de nuevo y me meto por un sendero fácil y descendente, perfecto para recuperar ritmo y respiración. Por delante veo que el “azul” se ha destacado del “verde” y que a éste aún le puedo pillar. Efectivamente le voy recortando poco a poco y llego al túnel a unos 30 metros del verde y unos 80 del “azul”.

Queda un kilómetro y medio, que vuelve a ser en subida casi constante hasta la meta. Con la dinámica positiva de venir de atrás, acabo pillando al de verde. Le paso para intentar aprovechar el golpe moral pero mis piernas tampoco dan para mucho y él se da cuenta y me vuelve a pasar. En una de estas le grita al de delante “Roger, tira! Que me han cazao!...”. Me siento en territorio comanche, pero mientras pierda aliento pegando gritos, puntos para mí. El terreno es duro, una rampa con bastantes tramos entre el 10 y el 15% que a esas alturas duelen. Andamos en un tira y afloja en el que ahora te paso y te saco 5 metros, ahora me pasas y me los sacas tú… Sumidos en esa lucha de repente el compi me pregunta que cómo me llamo… La verdad es que si nos tenemos que explicar la vida casi mejor esperar 3 minutos pero por no pecar de falta de caballerosidad le respondo con un gemido no demasiado inteligible. Afortunadamente la conversación se acaba ahí. Entramos en el tramo por el que ha empezado la carrera e intento hacer memoria para ver cuánto queda. No puede ser mucho, así que en un pequeño descansillo pego un pequeño acelerón y gano 10 metros. Creo que esta vez son buenos. Intento no girarme para no dar síntomas de flaqueza pero escucho la respiración cada vez más lejos. Por delante el “azul” está a unos 30-40 metros pero me falta determinación, ambición y sobre todo fuerzas para ir a por él. Me conformo con el tercer puesto y entro en meta a un ritmo trotón no demasiado heroico. Han sido 51 minutos, un ritmo de 4’15’’/km en los 11kms y pico de carrera, contento por haberlo disfrutado, por haber luchado la tercera plaza y por haberme encontrado razonablemente bien. El primero y el segundo me han sacado 50 y 20 segundos (aprox.) respectivamente.

Ya recuperados del esfuerzo de la carrera comentamos la jugada con los compañeros de fatigas. La cosa ha estado entretenida con los tira y afloja entre todos y cuando acaba la carrera el ambiente es deportivo y agradable. Por mi parte, la verdad es que siempre hace ilusión subir al podio así que me marcho de buen humor, rumbo a los siguientes objetivos del día, bastante menos deportivos.

Me ahorraré la crónica de la noche… Sólo algunas keywords como “cena a reventar”, “vino blanco”, “Singstar”, “Gangam Style”, “bachata”…


Besos y abrazos

2 comentarios:

  1. Grande! Como siempre. Me apunto la de mataro para el año que viene. No tenia ni idea de su existencia y mola una san silvestre diferente.

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