Feliz Navidad y feliz 2014, antes de nada, que si lo dejo
para el final corro el riesgo de que muchos no lleguéis a recibir los buenos
augurios para el año próximo…
Para ser justo y no explicar sólo las buenas voy a hacer un
pequeño preludio sobre este tiempo desde la última carrera, el Rogaine de Cap
de Creus, con el que cerré la temporada de 2013. Prometí estar un mes sin
correr, para reposar un poco las piernas y desconectar algo la cabeza… debo
admitir que no lo cumplí. A las dos semanas me apunté a una carrera de
orientación que hacían cerca de Lyon, la Rhône Orientation. Resultó que las dos
semanas de antes estuvo nevando de lo lindo por la zona así que a pesar de
estar el terreno entre 500 y 800 metros, había como medio metro de nieve por
todo el recorrido. Al principio la cosa era curiosa pero después se convirtió
en un coñazo considerable. Mis zapatillas tenían tacos más bien reducidos así
que correr se convirtió más bien en patinaje y en tirar de riñones para
intentar traccionar algo. Así que fueron 4 horas con los pies en remojo, total
para un reto deportivo bastante poco motivante, ya que con toda esa nieve no hace falta ser
Légolas para seguir la huella de tus predecesores y encontrar
las balizas.
Más allá de esa carrera y un par de partidillos de básquet,
la actividad física se redujo a los trayectos en bici para moverme por Lyon así
que, a pesar de ese desliz, doy por bueno el mes de vacaciones deportivas.
Empecé de nuevo el día 12 de diciembre, en plan bastante progresivo, pero en
vistas a ir acumulando kilómetros para la carrera de Le Treg, acepté la
invitación de Jaume (mi compañero de Rogaine) para ir a hacer un entreno de
60kms por l’Ametlla del Vallès y alrededores. Una buena manera de ganarse la
cena de Nochebuena el día 24. En cuanto vi que éramos sólo nosotros dos ya me
imaginé que el “ritmo trotón” prometido se convertiría para mí en una carrera a
muerte. Efectivamente, probé una buena dosis del “Tío del Mazo” y es que para
mí, 60 kilómetros en menos de 7 horas por terreno mayoritariamente de sendero
es un ritmo verdaderamente rápido en un momento álgido de la temporada y un
suicidio cuando llevo 10 días de entreno. De todas formas, dejando aparte la
pájara, una salida muy chula y un entreno que seguro que agradeceré cuando
toquen las grandes kilometradas.
Siguiendo la tradición de los últimos años me apunté el día
26 a la Cursa de l’Indiot, en Mollerussa, una buena manera de quemar los
excesos gastronómicos de estos días. Aún con el calentón de los 60kms en las
piernas y sin calentar demasiado, intenté convencerme de salir relativamente de
paseo o como mucho a hacer un rodaje rápido, pero rodaje al fin y al cabo. Lo
cumplí los primeros 500 metros, pero el dorsal empuja, así que al poco rato
estaba ya mirando hacia delante. Es una carrera de 8kms, y el ritmo para mí es
realmente asfixiante, más aún sin haber hecho ni una miserable serie. Aun así,
el hecho de haber salido más lento e ir de menos a más fue una sensación
reconfortante y me encontré relativamente bien. Me pasé casi toda la carrera
recuperando terreno a un grupillo de unos 7 u 8 corredores donde estaba Willy,
un Ironman que de vez en cuando se pasea por el blog (estás ahí?...). Los pillé
cuando faltaban dos kilómetros para meta, cuando enfilábamos una recta con el
viento en contra, así que me hice un poco el remolón a rueda. Al final la gente
se hartó y se desataron las hostilidades y nos acabamos cascando el último
kilómetro a 3’15’’, es decir bastante más rápido que la media de la carrera que
estuvo sobre 3’35’’. Yo estuve un poco cobarde porque me pasaron dos tíos
cuando iba bastante bien. Al final 12ª posición y 28’50’’, contento para tal
como venía, pero lástima porque no sabía que estábamos tan adelante y hubiese
hecho gracia hacer de los 10 primeros. En fin…
Y así llegamos al día 31. Me intenté apuntar a la Cursa dels
Nassos en Barcelona, de 10kms, para darle otra oportunidad a los ritmos
rápidos, pero las inscripciones estaban ya cerradas así que busqué alternativas
y me apunté a una carrera nocturna de trail que se celebró el 31 a las 18h en
la parte alta de Mataró. Me alegro de que las cosas fueran así y acabar
corriendo esta carrera, más familiar y divertida que la primera opción. Así fue
la cosa:
Al salir a las 18h la carrera fue íntegramente de noche y
por tanto a la luz de los frontales. No he hecho demasiadas de este tipo, pero
realmente lo recomiendo. La sensación de velocidad es mucho mayor y es super
entretenido. Eso sí, hay que estar al loro porque cualquier despiste puede
acabar con tus dientes encastados en alguna raíz o el tobillo mirando a Cuenca.
En la salida somos unos 225 corredores y a los 30 metros hay
una “chicane” digna de Montecarlo, sí que en cuanto se da la salida hago un
pequeño sprint para pasar el primero por ese punto y nos lanzamos por unos
primeros 300 metros de buena bajada por una pista estrecha. Llegamos a un cruce
y el recorrido toma un sendero ascendente, en lo que es la primera de las 3
subidas que, a grandes rasgos, tiene la carrera. Al arrancar la subida me pasan
3 tíos, uno de amarillo y dos de azul, y viene por detrás un tipo de verde
dando unos resoplidos considerables que escucho cada vez más cerca. Parece que
entre los cinco va a estar la cosa.
La subida es dura y me coge en ese tramo de las carreras en
el que me cuesta coger el ritmo, así que hago un poco la goma con los de
delante. Afortunadamente para mí uno de los de azul va menos fino que yo y le
adelanto, aunque a cambio viene el de verde como una moto y me sigo quedando en
cuarta posición. La subida se trota pero hay momentos en que tengo los gemelos
asfixiados (aprovecho para comentar por si a alguien le sirve, que ir al fisio
el día antes de una carrera no es la mejor decisión, aunque es este caso yo no
tenía muchas más opciones…). Por fin se acaba, en un avituallamiento que los
cinco que vamos en cabeza ignoramos. Nos lanzamos en una bajada en la que “el
segundo de azul” me pasa bajando como un poseso, aunque en el repecho siguiente
le vuelvo a adelantar y me quedo a pocos metros del “verde” y con el “amarillo”
y “el primero de azul” a unos 15-20 segundos.
La bajada me devuelve el aliento y empiezo a encontrarme
bien por los toboganes por los que discurre el recorrido. Además la carrera está
muy bien marcada y no cuesta demasiado seguir el recorrido a pesar de ser de
noche y de ir a un ritmo que por momentos debe andar sobre 3’20’’ – 3’30’’ el
km. En una de estas veo que el “verde” se salta una curva en un tramo de
revueltas. Me mosqueo y le grito, pero sigo por el camino que toca y me resigno
a perder esos 10 segundillos que pueden haber significado el atajo. Intento no
dejarme llevar por el lado oscuro y no cebarme y llego a una pista amplia donde
busco un ritmo de crucero decente pero cómodo. Con todo esto me he quedado algo
alejado de los de delante y el de atrás, en posición de medalla de chocolate.
Bueno, aún no hemos llegado a la mitad de la carrera, no hay que desesperarse.
En el siguiente repecho importante, la segunda de las subidas,
aprovecho el ir sólo para buscar mi propia marcha y coger fuerzas para la
última parte de la carrera. Mis sensaciones van mejorando, llego al kilómetro 6
(de 11 que tiene la carrera, no sé si lo había dicho…) y veo que delante se han
juntado el “azul” y el “verde”. Viene ahora un tramo de un kilómetro largo de
bajada cómoda por pista y noto que me voy acercando. Cruzamos la autopista por
un túnel y los tengo ya a escasos 15 metros, e incluso el “amarillo” que anda
en cabeza no está a más de 80 metros. En plena dinámica positiva empieza la
última subida y ya voy a rueda de los dos corredores que me preceden,
intentando coger algo de aliento.
Todo parece ir bien pero en un momento dado veo que en el
sendero no hay marcas, lo cual me extraña porque llevamos toda la carrera con
marcas cada 10 metros (en serio, genial el marcaje). Al ir mirando el suelo nos
hemos colado y las marcas están 10 metros más arriba. Les grito para avisarles
y cruzamos campo a través para recuperar el camino. Esta gilipollez me rompe totalmente
el ritmo. Noto que esos metros a toda pendiente me dejan asfixiado y pierdo
5-10 metros con los otros dos, distancia que se va ampliando en lo que queda de
subida. Vaya… con lo que me había costado pillarlos y mira que estaba
convencido de que los pasaba…
Afortunadamente para mis revoluciones llega al bajada, pero
es un tramo técnico entre plantas en el que, en plena asfixia, no acabo de
coger un ritmo especialmente ágil. El terreno se abre de nuevo y me meto por un
sendero fácil y descendente, perfecto para recuperar ritmo y respiración. Por
delante veo que el “azul” se ha destacado del “verde” y que a éste aún le puedo
pillar. Efectivamente le voy recortando poco a poco y llego al túnel a unos 30
metros del verde y unos 80 del “azul”.
Queda un kilómetro y medio, que vuelve a ser en subida casi
constante hasta la meta. Con la dinámica positiva de venir de atrás, acabo
pillando al de verde. Le paso para intentar aprovechar el golpe moral pero mis
piernas tampoco dan para mucho y él se da cuenta y me vuelve a pasar. En una de
estas le grita al de delante “Roger, tira! Que me han cazao!...”. Me siento en
territorio comanche, pero mientras pierda aliento pegando gritos, puntos para
mí. El terreno es duro, una rampa con bastantes tramos entre el 10 y el 15% que
a esas alturas duelen. Andamos en un tira y afloja en el que ahora te paso y te
saco 5 metros, ahora me pasas y me los sacas tú… Sumidos en esa lucha de
repente el compi me pregunta que cómo me llamo… La verdad es que si nos tenemos
que explicar la vida casi mejor esperar 3 minutos pero por no pecar de falta de
caballerosidad le respondo con un gemido no demasiado inteligible.
Afortunadamente la conversación se acaba ahí. Entramos en el tramo por el que
ha empezado la carrera e intento hacer memoria para ver cuánto queda. No puede
ser mucho, así que en un pequeño descansillo pego un pequeño acelerón y gano 10
metros. Creo que esta vez son buenos. Intento no girarme para no dar síntomas
de flaqueza pero escucho la respiración cada vez más lejos. Por delante el
“azul” está a unos 30-40 metros pero me falta determinación, ambición y sobre
todo fuerzas para ir a por él. Me conformo con el tercer puesto y entro en meta
a un ritmo trotón no demasiado heroico. Han sido 51 minutos, un ritmo de
4’15’’/km en los 11kms y pico de carrera, contento por haberlo disfrutado, por
haber luchado la tercera plaza y por haberme encontrado razonablemente bien. El
primero y el segundo me han sacado 50 y 20 segundos (aprox.) respectivamente.
Ya recuperados del esfuerzo de la carrera comentamos la
jugada con los compañeros de fatigas. La cosa ha estado entretenida con los
tira y afloja entre todos y cuando acaba la carrera el ambiente es deportivo y
agradable. Por mi parte, la verdad es que siempre hace ilusión subir al podio
así que me marcho de buen humor, rumbo a los siguientes objetivos del día,
bastante menos deportivos.
Me ahorraré la crónica de la noche… Sólo algunas keywords
como “cena a reventar”, “vino blanco”, “Singstar”, “Gangam Style”, “bachata”…
Besos y abrazos
Grande! Como siempre. Me apunto la de mataro para el año que viene. No tenia ni idea de su existencia y mola una san silvestre diferente.
ResponderEliminarque grande eres!!!
ResponderEliminar