lunes, 24 de junio de 2013

Ronda dels Cims

En honor a la carrera a la que se refiere, coged un poco de aire y nunca penséis en lo que os queda para llegar al final…

En la crónica pre-carrera ya os conté sobre las características de esta aventura y le puse un cierto toque de vídeo guardiolesco, así que me ahorro cualquier introducción adicional y nos situamos directamente en la mañana del viernes…

Después de una noche de nervios en la que me costó dormirme a pesar del tostón del España-Tahití, me despierto a las 5.30 para desayunar en la habitación del hotel en ese estado mitad concentración y mitad empanamiento que me invade las horas antes de las carreras. Repaso el material de la mochila, atiendo las llamadas de la naturaleza, vuelvo a repasar el material, redistribuyo las cosas entre los bolsillos para volver a dejarlas como al principio, me tumbo "relajado" 10 minutos y a las 6.35 me voy ya de una vez a la salida.


400 zumbaos y sus respectiv@s acompañantes están en la calle central de Ordino dispuestos a lanzarse a la aventura. Me encuentro con Albert, Joel, Jordi y varios más del grupillo preparados para el "paseo". El ambiente es una mezcla de tensión, concentración y risas inciertas que intentan disipar las dudas sobre el futuro de las próximas horas. Aprovecho para hacerme una foto con Salva Calvo, una referencia del ultrafondo de montaña a nivel español (probablemente también de la demencia que caracteriza a buena parte de los que nos encontramos allí).


Me voy hacia la parte delantera para poder ver a los cracks y compartir con ellos almenos la salida. Está Julien Chorier, con cara de nula preocupación, Matt Cooper, un australiano rapado al cero con una precisión de relojero, Kenichi Yamamoto, un japonés que va pidiendo paso con la amabilidad propia del país del sol naciente, Armando Teixeira, Pablo Criado,... en fin, y toda una serie de gente con pinta de guiris que digo yo que si vienen de tan lejos a hacer esto, buenos tienen que ser. 

En particular me llama la atención un tipo corpulento que lleva una simple riñonera con dos bidones extremadamente acoplados a la cintura y un bolsillito de donde sobresale un impermeable. Vamos que este tío no lleva todo el material obligatorio ni de coña (pantalones impermeables, frontal, frontal de recambio, pilas, manta térmica, venda elástica,...). No contento con eso, este gurú del minimalismo, "Baywatch" a partir de ahora (en realidad Dave James, un americano), treinta segundos antes de la salida coge y se quita la camiseta, se la da a su novia y se queda con unos simples pantalones cortos en medio del fresquillo de la mañana.

Música que pone la piel de gallina, cuenta atrás, petardos, mirada al cielo y... salida! Por fin, después de tanta preparación, tantos nervios, ya solo queda correr. Salimos por la carretera del Coll d'Ordino mientras se van formando grupillos. Veo a Julien Chorier, Baywatch y alguna camiseta de Salomon en un grupillo delantero. Mi idea es salir entre la posición 20 y 30 y ver qué tal es el ritmo. El hecho de que pronto haya un tramo "de caminar" me favorece. Me encuentro al lado al japonés con un tipo con una cámara que lo va filmando mientras corre de lado. Me pregunto si le va a seguir toda la carrera... Salgo del pueblo junto con Pablo Criado y Jose Vicente Benito y me propongo coger su ritmo como referencia, aunque al cabo de un poco veo que se quedan atrás y decido fijarme únicamente en lo mío.

El primer tramo discurre por bosque bordeando el valle subiendo en diagonal hacia el norte. La pendiente no es muy exigente así que viene bien para entrar en calor pero sin asfixiarse. Al cabo de poco llega Joel (compañero de aventuras en Bastions) por detrás y vamos charlando con lo que el recorrido se va haciendo más ameno. Oigo corredores que se acercan por detrás.

- Bon dia! -dice una voz con acento meritorio pero incalificable.

Se trata del japonés, Kenichi Yamamoto, y un americano, Ty, de Wyoming, un tipo duro. Monte Fuji + Wyoming + Lleida + Bonmatí (Girona), grupo variopinto. Con una sonrisa de oreja a oreja Kenichi se dirige a nosotros:

-Com atà'? Com atà'?

En unos segundos entiendo que está mostrándonos orgulloso los progresos que ha llevado a cabo con el catalán durante la última semana y ante un tan loable como divertido interés por su parte, los siguientes kilómetros se convierten en una clase particular de catalán.

- Mo bé! I'm fine!, Mo bé! I'm fine!...
- Mo macu, beuatiful! Mo macu, beautiful!

El japonés sigue lanzando exclamaciones emocionado y ríe divertido cada vez que pasa por encima de una mierda de caballo.

- Woooooo! Caca, caca!

Increible. Un auténtico crack. Preocupado por no estar a la altura de las circunstancias le digo:

- Kenichi, if you want to pass, just say so, right?
- Noooo, good pace, good pace. I am a slowly starter! -me responde.
- Joel, si veus que vol passar diga'm-ho que jo crec que potser li fa vergonya -le digo al otro representante de "la terra".

Unos minutos después y a medio camino de convertirse en Pompeu Fabra, Kenichi suelta un breve "Sorry", que yo interpreto como un "Bueno, un placer pero ya si eso vamos a dejarnos de tonterías". Le cedo el paso y SonGoku se converte en "superguerrer" y en cinco minutos lo perdemos de vista. Nos quedamos Joel y yo y aún emocionados por el entrañable episodio nos perdemos un momento en medio del bosque. Con el despiste, llega por detrás un grupo de tres o cuatro con la primera chica, Emilie Lacomte, una tía con caché (ganadora de la Diagonal des Fous y la prueba de 113km del Ultra de Andorra en 2011). Con caché, pero una borde y una estresada de la vida. Le suelta un comentario a Joel sobre su forma de llevar los palos, y con 160kms por delante, a la que hay 100 metros de bajada te empieza a pedir paso, total para que un poco más adelante te quedes encallado detrás suyo en cualquier subida, viendo la punta de su bastón a tres dedos de tu nariz porque los lleva de cualquier manera. Vamos, que me cayó mal.

En esta dinámica llegamos al primer avituallamiento, con un montón de público animando.

Aparcamiento de Sorteny (km19, 2h56')
Importante comer y beber bien, reponer líquido, plátano al bolsillo y adelante. En el primer repecho fuerte paso por última vez a la francesa. Este tramo discurre entre prados, bosque poco espeso y algúna clapa de nieve que va contribuyendo a la creciente humedad en los pies, que será una constante a lo largo de la carrera. Llegamos a 2200 metros aproximadamente y bajamos hacia la carretera de Arcalís, para seguir por una bonita pista en medio del bosque. Joel y Ty van juntos más adelante y yo ahora coincido con dos ingleses, uno de los cuales me suena (Terry Conway, creo). El tramo favorable da para poner a prueba mi comprensión del complicado (para mí) acento británico, hasta que se paran a quitarse barro de las zapatillas y coger agua de una fuente mientras yo sigo mi trote, todavía relativamente ágil, hasta el siguiente avituallamiento.

Llorts (km30, 4h26')
Aquí me encuentro con Joel, Ty y, ante mi sorpresa, al gran Salva Calvo, que creo que no está teniendo un buen día. Me tomo un plato de sopa con fideos calentito que sienta la mar de bien porque el dia se está empezando a poner feo y fresco. Intento ser riguroso con la alimentación y tomarme el tiempo necesario. Sé que después se agradecerá. Cargo líquido, plátanos y para arriba. Salgo un poco detrás de Salva, lo alcanzo y le pregunto qué tal. Me dice que cascado, que ha tenido que andar en la bajada anterior y que viene medio lesionado. Le animo a seguir adelante, porque no debe ser fácil seguir insistiendo en una carrera como esta cuando sales con aspiraciones de estar con los de delante, pero no te encuentras como te gustaría. Yo en cambio estoy pasando por ese momento que suelo tener en la 2ª o 3ª subida de cada carrera en la que voy como un tiro. Alcanzo a Joel y Ty y formamos de nuevo un grupillo de tres. Bajamos hasta Arans y vuelta a subir por el GR-11 hasta el Coll de les Cases. Esta subida me va genial, pendiente moderada, ritmo y "tipi tapa" con los bastones. Me separo algo de mis compañeros y llego al control del collado (km34, 5h 26'), justo por detrás de Marc, el andorrano con quien coincidí en Apuko y en Bastions. Le paso en el siguiente repecho fuerte mientras oigo a Joel y Ty por detrás emulando a algún ave rapaz no identificada mientras llegan al collado. Creo que empieza a faltar el oxígeno.

La pendiente flojea y entro en un tramo ondulado que conozco de otros años y que viene bien ahora para trotar. Me voy acercando al valle que da acceso al Pic de Coma Pedrosa, punto más alto de Andorra, que este año no se subirá debido a la nieve acumulada. Incluso a 2000 metros, llegando al siguiente avituallamiento, el recorrido pasa por un rellano nevado donde voy corriendo por la nieve con una habilidad más bien limitada, hasta que decido que para parecer un borracho por la nieve vale más caminar.

Pla de l'Estany (km37, 6h18')
Sigo llevando bien la alimentación y la hidratación y me dicen que voy el 14, lo cual me anima. El recorrido vuelve sobre el mismo camino durante 200 metros, donde me cruzo con Joel y Ty primero y Salva y la francesa un poco más allá. Viene ahora un tramo de bajada que con la ligera llovizna que empieza a caer pone las rocas de lo más divertido. Después de algún amago, al pasar delante de un grupo de franceses describo mi primera pirueta del día. Como no he venido a ganar la medalla de oro de salto de trampolín, me incito a mantener los cinco sentidos al máximo y concentrarme para evitar un caida peligrosa que diese al traste con la carrera, que hasta ahora está yendo tan bien. A pesar de disminuir el ritmo nadie me coge por detrás y llego a un tramo de unos 300 metros de desnivel de subida por unas revueltas de la pista de esquí de Arinsal. Vuelvo a estar en mi terreno, tipi-tapa tipi tapa, bastones, riñones y arriba. Dos curvas más adelante veo a Baywatch delante de mí. Está más tieso que la mojama, brazos en jarra y con un andar cansino que no le augura un futuro muy prometedor. Ha tenido el detalle de ponerse el impermeable, lo cual no le salvará de tenerse que retirar unos kilómetros más tarde con una hipotermia de caballo.

Nos saludamos y poco más. Sigo hacia arriba y voy a por otro corredor que tengo delante, Francesc, que resultará ser mi principal compañero de fatigas de esta carrera. Después de unas 487 revueltas (eso me pareció) llegamos a el rellano donde se encuentra el siguiente avituallamiento.

Arinsal (km 41, 6h59')
Más caldo, más pasta con tomate, más plátanos y Powerade que viene a aliviar mi cansancio ante el gusto del Isostar, que ya me está empezando a trastocar la barriga. Viene ahora un desagradable tramo de un kilómetro y medio en bajada por carretera donde pongo el piloto automático hasta llegar a una curva donde se coge un camino que flanquea hasta un colladito. Aquí empieza una subida sin cuartel hasta el Pic Alt de la Capa, que está cubierto por la niebla. Todavía mantengo un buen ritmo y me voy acercando al siguiente corredor, al que alcanzo en un tramo de fuerte pendiente. Es Pep Ballester, tercer clasificado el año pasado, y corredor con un buen palmarés en este tipo de carreras. No os negaré que llegar a su altura supuso una buena inyección de moral. De todas formas, morales aparte, la conjunción entre las matemáticas, la física y la biología siguen un curso implacable y la acumulación de kilómetros, subidas y bajadas con el pertinente consumo energético hacen que mis músculos no entiendan de vibraciones positivas y mi andar cada vez es menos alegre. Afortunadamente Pep no va muy fuerte, probablemente conservando ante lo que queda, y dos tipos más adelante tampoco así que dentro de lo que cabe mantengo el tipo bastante bien.

Después de tres o cuatro falsas cimas llegamos a la de verdad, donde nos espera el gaitero que cada año pone la organización en algún punto señalado del recorrido. Hace un frío que pela así que no nos quedamos a disfrutar del concierto y nos lanzamos en dirección al Coll de la Botella. Voy bajando por una pista de esquí, a un ritmo no demasiado vivo, lo que hace que nos alcance Francesc por detrás. Me adelanta primero él y después Pep, que se marcha detrás suyo, así que me quedo yo bajando a mi ritmo, que en parte ya me va bien. Llego al avituallamiento del Coll de la Botella donde me encuentro por primera vez con mis padres, que han subido de Lleida en autobús.


Coll de la Botella (km50, 8h32')
La misma tónica de siempre: comer, beber, rellenar. Salgo solo, me viene bien porque estoy entrando en ese fase dura psicológica y físicamente en la que llevas mucho y te falta muchísimo, así que necesito ponerme una velocidad de crucero sin seguir a nadie. El tramo siguiente es ondulado hasta la Collada de Montaners, pero los repechillos hacen daño y tengo que ponerme a andar en casi todos. En el collado (km60) nos desvían hacia el fondo del valle. Ya nos habían avisado por la mañana, ante el riesgo de tormenta eléctrica por la tarde, evitan el tramo del Bony de la Pica y la bajada posterior a la Margineda. Con esto se evitan 300 metros de desnivel pero se añaden 7 u 8 kilómetros más a la carrera. Yo tengo la sensación de que prefería lo otro.

En cualquier caso me lanzo por un conjunto de senderos y pistas, manteniendo un ritmo bastante bueno hasta el pueblo de Sispony. Aquí el recorrido entra en la ultracongestionada zona del fondo de los valles andorranos, hecho que se resuelve por una bonita (dentro de lo que cabe) pasarela que discurre entre el río y el muro que sostiene la carretera de Andorra a La Massana. Esta pasarela conecta con otro caminillo flanqueado por un canal, que bordea Andorra la Vella por la parte superior se dirige hacia el sur. Todo este tramo es favorable para correr, con una buena velocidad media.

En una recta alcanzo a dos corredores a los que había vislumbrado subiendo al Pic Alt de la Capa pero que no había llegado a alcanzar nunca. Se trata de dos americanos de Salt Lake City, Jared Campbell y Benjamin Lewis. "Nice job!" me dicen... bueno, ahí vamos. Compartimos un rato de trote por la zona menos agradable de la carrera, entre obras y acumulaciones de casas altas de la parte más baja de Andorra, hasta llegar al avituallamiento de la Margineda.


La Margineda (km73, 10h51')
Cambio de camiseta y calcetines, más caldo, más pasta, más melón, sandía, plátanos para el camino... Los dos de Utah están un momento y toman las de Villadiego. No han parado ni cinco minutos y se supone que este es uno de los avituallamientos fuertes. Francesc está todavía ahí tomándoselo con más calma. Percibo con cierta solidaridad que en su cara se empiezan a notar los kilómetros. Yo también empiezo a ir cascado, seriamente cascado, en ese punto crítico en el que todavía no estás en la mitad y la cabeza está al borde del abismo que te separa de un estado de depresión que acabaría en un inevitable abandono (similar al que debéis sentir vosotros en este momento al daros cuenta de que no habéis llegado a la mitad de la crónica... es un buen momento para ir a buscar un zumo a la cocina, cambiar el blog por la página del Marca, o simplemente dejar de leer e ir a hacer un sudoku).


Salgo un par de minutos más tarde que Francesc. Viene un repecho de esos que no salen en el perfil y que representa un jodido aperitivo de la subida al Coll de la Gallina, que a su vez es un aperitivo de la subida más larga de la carrera que vendrá después. Estoy en la fase clave de la carrera. Después de un tramo de carretera empieza el sendero que sube a la ermita de Canolich. La subida es tremenda, no conozco este trozo y me sienta como una patada en el trasero. Alcanzo a Francesc, al que parece que no le está pareciendo mucho mejor y cogemos un ritmillo juntos, cansino pero constante. Por si faltaba algo, se pone a llover, cada vez más fuerte. Mirado por el lado positivo, una excusa para parar a ponerse el impermeable. No quiero ni pensar en la idea de pasarme calado las siguientes horas, que se acerca la noche. El camino desemboca en una pista tendida por la que caminamos-trotamos a buen ritmo hasta llegar al Coll de la Gallina. Estos últimos 1000 metros de desnivel han sido duros y solo es la antesala de lo que tenemos enfrente.

Nos lanzamos a la bajada y enseguida pierdo algo de terreno con Francesc. Ha dejado de llover pero la hierba está mojada, hay barro y el cansancio hace que mi ya originalmente escasa habilidad en el descenso, disminuya aún más. Paso por el pueblecito de Fontaneda, donde están mis padres de nuevo, y sigo bajando por bonitos senderos entre campos hasta la zona de Sant Julià de Lòria.
Después de unos 500m por la acera de la carretera principal, empieza el festival. Desde los 800m de altura a los que estoy, me espera una subida de más de 1800m hasta el Pic Negre. Afortunadamente hay un avituallamiento a media subida pero aún quedan 5kms. Intento coger un ritmo asequible pero se me hacen muy duros. Son 20kms de separación entre la Margineda y Coma Bella y llego con la reserva, decidido a parar lo que haga falta para reponer fuerzas. Llego con las últimas luces del día y me encuentro a Francesc, parece que en un estado similar.

Coma Bella (km 93, 14h44')
No sé cuánto tiempo estuve pero unos buenos 10 o 15 minutos. Caldo, pasta, fruta,... en fin, lo de siempre. Mientras tanto llega por detrás Ty, Josep (un valenciano que vive en Barcelona) y la primera chica, que ya no es la francesa sino la italiana Francesca Canepa. Fue la ganadora del Tor des Geants del año pasado (330kms y 24000 metros de desnivel positivo en el valle de Aosta). Tiene pinta de que viene como un avión y nos va a quitar las pegatinas.

Salgo del avituallamiento con fuerzas renovadas seguido de Josep. Vuelvo a ir mejor y gano algo de distancia. Mantengo un buen ritmo entre el bosque hasta la Rabassa y el control de Roca de Pimés. A partir de aquí la pendiente se incrementa y la pista por la que voy, y en la que no consigo imaginar como sube un todo terreno, se dirige directa hacia la cima del Pic Negre. La comida de Coma Bella ya ha dado para lo que daba y vuelve a encenderse la luz de la reserva. Afortunadamente llego a la cima y sigo el camino al trote, en ligero descenso y con las luces de Andorra a un lado y la luna llena iluminando la Serra del Cadí al otro.

El descenso se acentúa y desemboca en una ladera mixta de hierba y tartera bastante técnica que a mis pies no les gusta nada. El recorrido baja hasta la cota 2100, en un collado donde está Salvador haciendo de control. Mi humor ha decaído bastante desde esta mañana, así que me anima ante lo que viene. Lo que viene es un tramo de llaneo hasta el refugio de Prat Primer y después un repecho durísimo de unos 300 metros de desnivel hasta la Collada de Boumort. Afortunadamente (o no) lo conozco de otros años y sé lo que me espera. En el lado negativo está que me está empezando a coger el sueño, que junto con la falta de energías puede convertirse en un enemigo terrible. Tal como esperaba la subida se me hace durísima, el paso es agónico y llego arriba extenuado. Suerte que el refugio de Claror (próximo avituallamiento) se ve a poco más de un kilómetro.

Para combatir la falta de fuerzas y el sueño decido tomarme un gel con doble de cafeína. Hasta ahora he seguido el ritmo previsto de alimentación, juntando geles (debo llevar unos 8) y avituallamientos y los he asimilado bien. En este caso no va a ser así. Puede que sea por el momento de cansancio que atravieso pero tal como abro el gel ya me viene un amago de arcada. Decido meterme el gel en la boca sin pensarlo más... craso error. Inmediatamente lo tengo que escupir y detrás suyo sale toda la... llamémosle cena, que había tomado en Coma Bella. Dicho proceso se ve acompañado de unos alaridos  de esos que emite tu cuerpo cuando quiere desalojar la sala cual portero de discoteca a las 6 de la mañana. Eso sí pude comprobar que la acústica del circo de Claror es perfecta. Creo que desperté a todas las marmotas del lugar, por mucho que duerman las marmotas.

Paradójicamente me encuentro mejor de manera automática y puedo bajar bien hasta el refugio, eso sí, siendo consciente de que si no repongo lo que he dejado por la montaña, no voy a llegar muy lejos. En Claror, me encuentro a los dos de Utah, que ya se largan, y a Francesc y algo después llegan Ty y Josep. De la italiana ni rastro, contra todo pronóstico.

Refugi de Claror (km111, 18h51')
Más sopas y más plátanos, aunque cómo con miedo a la reacción de mi estómago. Lo bueno es que el próximo avituallamiento no está tan lejos (14kms) y el camino no es muy duro. El primer tramo es bastante llano hasta llegar al refugio de Perafita y a partir de ahí empieza una subida bastante tendida hasta el Coll de la Maiana. Aquí me alcanza Ty y pasamos un ratillo contándonos las vidas, que a las 2 o 3 de la mañana en medio del monte siempre ameniza un poco el tiempo. Bajada hasta el valle del Madriu, muy bonito cuando es de día, y subida muy progresiva (y por tanto interminable) hasta el Refugi de l’Estany de l’Illa. Como en los tramos anteriores, los últimos kilómetros hasta el avituallamiento los hago con un vacío en el estómago y sensación de hambre considerable, pero no me atrevo a hacer otro intento con los geles. Solo de pensarlo se me revuelven las entrañas.

Refugi de l’Estany de l’Illa (km125, 21h29')
Llegar a un avituallamiento es un oasis dentro de la soledad que hay ahí fuera en medio de la noche. Los voluntarios te animan, te preguntan qué quieres comer, te ayudan a reponer líquido, te aguantan los bastones… A veces incluso te quieren ayudar demasiado y te dicen que queda menos de lo que queda en realidad, o que el siguiente trozo es menos duro de lo que al final te vas a encontrar.

Pero toca abandonar ese ambiente amistoso de nuevo. Nos hemos juntado bastante los dos de Utah, Francesc, Ty y yo. Salimos los cinco con poca diferencia, yo cerrando el grupo. Mientras salgo oigo cómo llega Josep al refugio. Un corto tramo de subida al lado de un lago que no llego a ver y cruzamos el Coll de Vall Civera para bajar hacia la Cabana dels Esparvers.

Poco antes de llegar a la cabaña veo a Francesc subido en una roca a un lado del camino. Me dice que tiene sueño y que va a dormir 5 minutos. Me suena a desvarío total, si yo me tumbo 5 minutos me recogen al mediodía. Le digo que venga conmigo hasta Pas de la Casa, que vamos hablando. El insiste que no, yo insisto que sí, y tras varias iteraciones tiro la toalla no sin cierta preocupación. El camino gira ahora al norte por un valle en dirección a la Portella Blanca, unión de las fronteras de Francia, España y Andorra.

En un cierto punto de la subida a este collado el itinerario cruza un río. Llevamos una tónica constante de pies mojados desde el inicio de la carrera, pero aun así la idea de meter el pie en el río hasta el fondo no me atrae en absoluto, a las 5 de la mañana y con el fresquillo que pega. Hay una banderola en una isleta en medio del río, sugiriendo la posibilidad de cruzar el torrente en dos saltos. El problema es que la isleta está formada por una hierba resbaladiza que me genera confianza cero. Busco algo más arriba y encuentro una roca desde la que debería poder saltar los 2-3 metros que separan del otro lado. El terreno da para coger dos pasos de carrerilla. Miro por última vez buscando una mejor opción, veo dos luces que se acercan por detrás, y paso de perder más tiempo. Salto intentando recordar la técnica de salto de longitud que me enseñaban en la escuela de atletismo. Vuelo describiendo una parábola en el aire, junto los pies hacia delante inclinando también el tronco en esta dirección… y me quedo corto por 15 centímetros. En lugar de la caída triunfal y plástica en el foso de longitud, oigo un chapoteo sin paliativos seguido de una sensación gélida causada por el agua que me ha salpicado por las piernas y el pecho. Genial, estoy empapado. Ahora no solo tengo los pies sino todo el cuerpo congelado.

Llorando mis penas y lamiéndome las heridas afronto el último repecho hasta la Portella Blanca, donde advierto a los voluntarios de que Francesc se ha quedado durmiendo en una piedra y que vigilen si viene o no. La cara de perplejidad del tipo me indica que tampoco le convencía la idea. Las banderolas indican el recorrido hacia el Coll dels Isards, un flanqueo entre 2500 y 2600 metros donde aún queda bastante nieve, que a esta hora de la mañana está traicioneramente dura.

Ante mi sorpresa me alcanza por detrás Francesc, al que los 5 minutos de sueño le han sentado de maravilla. Empezamos la bajada hacia Pas de la Casa, con tramos de nieve, donde la organización ha trazado una trinchera a modo de camino y ha instalado cuerdas para asegurar. La verdad es que a mí no me ayudan demasiado y me pego un pego un par de morrazos importantes que acaban con una contusión en el codo y el dedo meñique hinchado y morado. Cabreado con el mundo por mi cansancio, mi torpeza y por todo en general, bajo trotando hacia Pas de la Casa mientras el sol empieza a aparecer en lo que parece que será un bonito y caluroso día.

Pas de la Casa (km 137, 24h 32’)
Avituallamiento importante. Mis padres vuelven a estar por aquí después del periplo nocturno. Coincidimos de nuevo los tres americanos, Francesc, yo y Josep. Los demás parecen estar lejos, tanto por delante como por detrás. Teniendo en cuenta los abandonos que se han producido somos del 7º al 12º de la carrera, lo cual supera con mucho mis expectativas. Ahora lo que hay que hacer es acabar de cualquier manera, quedan 41 kilómetros y la cuenta atrás ya ha empezado.

Decido cambiarme de zapatillas. La decisión es complicada porque la alternativa a las que llevo son unas que todavía no he estrenado, pero las Cascadia han demostrado que sus mejores días han pasado y que la adherencia deja bastante que desear a estas alturas, lo que puede ser peligroso en el estado de cansancio que se avecina. No se hable más, cambio de ropa. Salgo con Francesc y Josep, con los americanos 10 minutos por delante.

Llega ahora la subida al Port Dret, con una primera parte bastante tendida y una segunda que hace honor al nombre del lugar. Llegamos arriba Josep y yo cagándonos en la ley de la gravedad, con Francesc un poco por detrás. Toca tramo llano por lo alto de la loma y bajada hacia el oeste en dirección a Bordes d’Envalira. Este es tramo ejemplifica bien lo que es esta carrera y lo que la hace especialmente dura. Una gran parte de las subidas y las bajadas discurren absolutamente fuera de camino y las banderolas te llevan a saco y de frente hacia la pendiente, sea hacia arriba o hacia abajo. El resultado es que tienes que estar constantemente al cien por cien mirando dónde pones el pie, lo que reduce bastante la velocidad. La bajada empieza por prados y acaba metiéndose por un vallecito que desemboca en las Bordes d’Envalira, donde está el siguiente avituallamiento.

Bordes d’Envalira (km 148, 27h23')
Aquí ya ha quedado definido el tándem de los tres americanos por delante y Josep, Francesc y yo por otra. Las caras de los tres son una mezcla de solidaridad y compasión mutua. A ver si la compañía acelera el paso de los kilómetros. Vienen ahora tres kilómetros de trote llevadero hasta Soldeu y un nuevo repecho por un camino que conduce al extremo de la Vall d’Incles.

En Soldeu, nuevas caras conocidas, Jordi y Àngela que han subido a ver la carrera. Me cogen justo después de comer, en un buen momento y crecido por los ánimos, así que les ofrezco una cara mínimamente aceptable. Realmente se agradecen y son claves esas muestras de ánimo. Con una desgana creciente y palabras cada vez más escasas, el grupo de los tres mosqueteros llega al avituallamiento de la Vall d’Incles.

Vall d’Incles (km 155, 28h41')
Sigo a base de caldo y plátanos. Cuando estamos a punto de salir llegan Óscar Pérez y Sebastien Buffard, primeros clasificados del Ultra Mític, la prueba de 113kms. A pesar de que vienen rápido parece que van de paseo. Nosotros a lo nuestro, nos quedan dos tramos, éste de 9,5kms.

Yo ya me lo temía cuando vi el perfil. Este tramo de 20kms entre las dos últimas subidas importantes, donde aparecían cuatro ligeros “dientes de sierra”, metía un tufo tremendo a trampa mortal.

-  En este tramo si llegáis con fuerzas podéis ir bastante rápido –dijo Gerard Martínez, organizador de la carrera, durante la sesión de “brieffing”. Sí, los coj… 

Empezamos con un kilómetro de asfalto para bajar al río, subir al otro lado para dar una vuelta totalmente gratuita por detrás de una casa, volver a bajar el río, y subir una tremenda cuesta hormigonada y un sendero posterior, que parece no acabar nunca y no deja de alejarse de la dirección final en la que tenemos que ir. Al final se acaba la subida pero en los tramos llanos cada vez cuesta más correr. Bordeamos la montaña hasta llegar a Ransol, donde nos dicen que todavía son 5kms al siguiente avituallamiento. ¿¿¿Sólo hemos hecho 4,5??? Buffff, nos están cayendo los minutos por todos lados. Otra vez subida corta pero dura y más terreno rompepiernas.

Hace un rato Josep iba un pelín más justo pero ahora se han girado las tornas y es el que tiene bastante más fuerzas para trotar en el llano y en las bajadas. Resultado: hasta luego Lucas… Nos quedamos Francesc y yo con nuestro calvario particular hasta llegar al último avituallamiento, la Armiana.

La Armiana (km 163, 31h09)
Última taza de caldo, fideos y queso que hecho por ahí en la sopa sin demasiado criterio. La cara ya no disimula nada, el último tramo ha sido terrible, creo que una hora más lento de lo que había previsto. Con un sol de justicia salimos por un repecho que sube, como todas las subidas de esta carrera, sin ningún ánimo de facilitarle las cosas al caminante. A saco, recto para arriba.

Pongo mi marcheta rítmica, el tipi-tapa del principio, que ahora es tipi…….. tapa……… tipi……….. tapa…….. Superamos un primer repecho, y recorremos un flanqueo en ligero descenso que lleva hasta el pie de la última subida hasta el Coll d’Arenes. Este sí que es el último objetivo. Está allá arriba, a tomar por culo, pero es el último objetivo. Empieza marcando el ritmo Francesc y a media subida le relevo. Intento describir unas mínimas eses que faciliten un poco la subida. La última rampa es tremenda, el sol cae a plomo y voy mentalmente haciendo al cuenta atrás de las banderolas que faltan hasta arriba. Los controladores del collado nos miran con cara de pena. Imagino, al menos, yo la verdad es que solo miro al suelo.

Coll d’Arenes (km168, 32h47')
Llegar arriba supone una primera dosis de alivio. Me tomo un vaso de agua pero ni recargo los bidones. Sólo quiero llegar. Josep nos ha sacado bastante ventaja así que ni siquiera tenemos la tentación de luchar por el top 10, lo cual en ese momento supone básicamente más alivio y descarga de responsabilidades. De hecho yo casi no tengo ganas ni de apretar en la bajada siguiendo a Francesc. Las zapatillas me hacen daño en el tobillo, tengo arena dentro, las plantas de los pies hechas polvo… Le digo que tire que me quedo a hacer una foto, pero me dice que no, que lleguemos juntos.

Me animo y tiro detrás de él, debatiéndome entre el dolor de pies y la satisfacción de que el objetivo ahora sí que está cerca. Prados, nieve, más prados y bosque, que esconde una última trampa en forma de repecho de unos 100 metros de desnivel, donde aguanto como puedo. Seguimos bajando, el bosque no deja ver el fondo del valle, así que no puedo ver cuánto falta. De todas formas el camino baja a saco y el lado opuesto del valle se acerca, así que no podemos estar lejos.

En una de estas oigo gritos delante. Son Jordi y Àngela que me animan en una curva del camino.

-          Vamoooosssss!!!! Tres quilòmetres!!

Joder, todo me parece demasiado. Ya paso del dolor de pies, me apoyo como puedo en los palos. Finalmente llegamos al pueblo de Sornàs y salimos a la carretera principal. De aquí solo queda un kilómetro de carretera y Ordino está allí delante. Chocamos las manos.

-          Aquest quilómetre és per disfrutar-lo –me dice Francesc.

Buff, menos mal… Iba ya con el gancho.

Realmente las emociones de este último kilómetro son extrañas. Hay una componente importante de alivio, de que en breve uno no va a tener que seguir avanzando adelante, arriba y abajo. Hay otra parte de satisfacción personal, una especie de orgullo por el deber cumplido. Otra pieza del pastel sería de cierto vacío, de tener una idea en la cabeza durante buena parte de tu tiempo y de repente sentir como desaparece esa obsesión. Y por último una gran felicidad, una sensación de haberte propuesto un objetivo y haber sido capaz de cumplirlo. Porque al fin y al cabo, ¿qué es la vida sin objetivos?...

Llegamos a meta cogidos con las manos en alto entre los aplausos del público. Estoy tan contento como desorientado. El momento es indescriptible. Finalmente han sido 34 horas 24 minutos y 23 segundos, 11ª posición ex aequo para los dos. Por delante, Julien Chorier, que ha dado un auténtico repaso a todo el personal (28h40’), el simpático Kenichi Yamamoto (31h12’) y el austaliano Matt Cooper (31h24’) cerrando el pódium. Después Pep Ballester, el vasco Imanol Alesón, Armando Teixeira (portugués de Salomon), los tres americanos y Josep, que finalmente nos ha sacado 20 minutos.
Aquí tenéis una imagen del podium de la Ronda dels Cims:
Una fot con Kenichi Yamamoto y Matt Cooper (2º y 3º clasificados)...
...y otra con Óscar Pérez, ganador del Ultra Mític y un auténtico crack.

Muchas veces la gente te pregunta por qué haces estas cosas y muchas veces me lo pregunto yo mismo cuando estoy en medio de estas aventuras. Al llegar a esos últimos metros cada vez estoy tan convencido de que entiendo ese por qué como de que soy incapaz de explicarlo.

Besos y abrazos

P.D: quiero felicitar a la organización porque, en mi opinión, han sabido adaptarse bien a las dificultades generadas por la abundante nieve. Y han sabido crear un itinerario alternativo que ha mantenido, si no al cien por cien sí en buena medida, las características y dificultades del recorrido original.

P.P.D: Por supuesto también dar las gracias a mis padres que me acompañan a pesar del sufrimiento e inquietud en estos proyectos y están ahí, tanto para ayudar en la logística como para compartir estos momentos. También a Jordi y Àngela que estuvieron empujando.

P.P.P.D: Y por último agradecer también las muestras de ánimo que he leído después en el seguimiento por Facebook y el montón de whatsapps de apoyo. Os aseguro que me los he imaginado en muchos momentos y son un pilar básico para seguir adelante.

miércoles, 19 de junio de 2013

Preparativos y reflexiones antes de un gran objetivo

Hace días que no escribo, así que me voy a tomar la libertad (por algo es mi blog ;-)) de colgar un post “pre-carrera” con los nervios y gusanillo propios de la semana previa a un objetivo que llevas varios meses preparando.

Este fin de semana se corre el Ultratrail de Andorra, que como su nombre indica, es una carrera de montaña que no se celebra en Badajoz. Hay toda una gama de carreras: el Solidaritrail (10kms y 750m de desnivel positivo); el Trail (35km y 2500m D+); Celestrail (83km y 5000m D+); Ultra Mític (112km y 9700m D+); y la Ronda dels Cims (170kms y 13000m D+).

Mi primera experiencia en esta carrera fue en 2010, en el Mític, con una preparación más bien deficiente y con el único objetivo de acabar en el tiempo que fuese. Efectivamente, la aventura se fue a más de 34 horas, saliendo un viernes por la noche y llegando el domingo a las 10 de la mañana. En 2011, ya con algo más de experiencia en estas lides, volví a intentarlo en un plan algo más valiente y a base de meterme en el grupillo de delante y de sufrir como un cosaco, conseguí llegar en poco más de 23h, 9ª posición y una vez se me pasó el calentón, más contento que un perro con dos colas.

Así que dos años después, con la sensación de que tiendo a ir mejor en distancias largas y con el atractivo de que este año es una prueba de la Copa del Mundo, decidí ir a por la Ronda. Mi experiencia más similar es el Grand Rayd des Pyrenees de 2012 (160km, 10000m D+), que me costó poco menos de 30h. De todas formas, la Ronda tiene fama de ser una carrera lenta por lo técnico de su recorrido y el mucho desnivel acumulado. Para que os hagáis una idea, los dos mejores tiempos están por encima de 30horas (30h8’ y 30h31’, creo), hechos por dos gallos como Miguel Heras y Oscar Pérez, lo que supone una media de unos 5,6 km/h. En una carrera como el Ultratrail del Mont Blanc se sacan medias de casi 8km/h. En resumen: que el recorrido es muy duro.

Este año, con el invierno que se ha plantado casi en principios de junio, la organización se ha visto obligada a modificar el recorrido de todas las pruebas, debido a la nieve que hay en las cotas más altas. Con esto la ronda ha bajado algo su desnivel acumulado (a 12100m D+). Reconozco que al principio estaba algo decepcionado, porque ya que te apuntas quieres hacer el recorrido estándar, pero una vez analizado el recorrido nuevo, que nadie se imagine que es ningún regalo. Es algo más rápido, eso es verdad, pero tiene pinta de tener un montón de subidas trampa, de esas que en el perfil casi no salen, pero que cuando te las encuentras te dan por saco cosa fina.

Con el nuevo recorrido y con los gallos que vienen por el hecho de ser prueba puntuable para la Copa del Mundo, es prácticamente seguro que alguien bajará de 30h. No los tengo a todos en mente, pero hay franceses muy rápidos encabezados por Julien Chorier, varios japoneses, de aquí están cracks como Salva Calvo, Pablo Criado, Jose Vicente Benito, no sé si finalmente Óscar Pérez, algún australiano,… En fin, gran parte de la flor y nata. Estaría bien ver volar a Kilian por este recorrido pero que le vamos a hacer, es cierto que esta carrera te hipoteca el calendario considerablemente.

Y por detrás estamos los mortales. Como vale más ser dueño de tu silencio que esclavo de tus palabras, evitaré concretar ningún objetivo a nivel de tiempo, más con la incertidumbre del cambio de recorrido. Dejémoslo en que la intención es acabar sin lesiones graves y con la sensación de que se ha hecho lo que se ha podido, aprendiendo y gestionando bien el esfuerzo, la alimentación y la cabeza.

Aquí está todo el material preparado. Tanto el que uno lleva de salida, como el que dejaré en las dos bolsas que la organización te lleva a los puntos intermedios del km70 y el km125, como el que cojo “por si acaso” no sé muy bien para qué…


La cita es a las 7am del viernes. Los primeros llegarán sobre la 13h o 14h del sábado. Los demás tenemos tiempo hasta el domingo a las 21h. Yo espero llegar a una hora en la que haya gente en la calle, por lo menos que te aplauda alguien después del palizón. Veremos, eso lo dirán las fuerzas. Si alguien se aburre durante el fin de semana puede seguir las evoluciones de la carrera y de paso las mías en la web (www.andorraultratrail.org) y en principio por Facebook (parece ser que cuelgan los resultados en el muro de cada uno).

Hace días que tengo la carrera en la cabeza, y cada vez que salgo a correr visualizo el recorrido y me imagino llegando a meta con sensación triunfal, se me pone la piel de gallina y un nudo en la garganta. Eso es fácil mientras vas rodando por el paseo marítimo de Barcelona. Ahora llega la hora de la verdad, la hora de concentrarse, sufrir, disfrutar, ser consciente de que se va a pasar por momentos buenos y malos sin ningún orden lógico y de luchar por conseguir un objetivo, que al fin y al cabo de eso se trata. Llegado este momento, me imagino como Mel Gibson a caballo frente a sus tropas y una frase me viene a la cabeza: EL DOLOR ES PASAJERO, EL ORGULLO ES PARA SIEMPRE.

Besos y abrazos


P.D: si la crónica pre-carrera me sale larga, no quiero pensar la de después… Sé que me he flipao, pero  es que tengo la adrenalina a tope…

domingo, 2 de junio de 2013

Trail Vall d'Àger

Creo que estaba escribiendo la crónica de ayer cuando les envié un whatsapp a unos amigos, Jordi y Àngela, deseándoles suerte para la Trail d'Àger que se celebraba hoy y explicándoles la odisea vivida en Bastions. Al poco me contesta Jordi y me dice "encara et veurem demà per Àger, jejeje..." Bufff, la verdad es que ni lo había pensado. Tenía la inscripción gratuita para esta carrera a raíz de la liguilla de las Trail Running Series pero ni me había planteado participar por ser incompatible con los 90kms de Bastions del día anterior, a los que ya estaba apuntado. Pero con el recorte de la carrera, llegar a Lleida por la tarde... Mierda, ya me han enganchado...
Le mando un mensaje a Iván, uno de los organizadores, preguntándole si estoy a tiempo. Me dice que ningún problema. Ya no hay vuelta atrás.
Esta ha sido pues, la primera edición del Trail d'Àger, una carrera de 35 kms y 2500 metros de desnivel positivo, que discurre por ambos lados del valle de Àger y tiene como número estrella la subida al Montsec d'Ares, de 1650m de altura. Es una carrera organizada por la gente del Ekke, gimnasio de Lleida del que ya os he hablado alguna otra vez y que montaban también las tres carreras de las Trail Series Lleida.
Después de una noche en la que, francamente, hubiese podido dormir bastante más, me levanto a las 6:15 para ir hacia la carrera, en el mismo centro del pueblo. Recogida de dorsal y sin mucho tiempo de darle vueltas ahí nos vamos.

Para empezar, un clásico de las carreras trail del Ekke. A los 50 metros un repecho por una calle hormigonada que quita el hipo. Vamos callejeando por el pueblo en un inicio muy bonito y entretenido hasta que salimos del núcleo urbano por una pista que cruza unos campos. Nadie ha salido muy fuerte y después de un primer kilómetro de tanteo empieza la subida hacia el Coll d'Àger. Veo que me voy quedando en cabeza y parece que gano algo de distancia. Intento coger un ritmo ágil pero llevadero porque temo bastante pagar el calentón de ayer. De todas maneras me encuentro bastante bien todo este trozo y llego al primer avituallamiento con algo de ventaja sobre el segundo (km5, Coll d'Àger). 


Paro a beber un vaso de agua y voy tirando por una pista amplia. Al poco la ruta se mete a la izquierda por una bajada rápida y no demasiado técnica en la que me lanzo a buen ritmo. El camino inicial se va desdibujando y el recorrido va combinando campos, bosquecillos y hasta un tunel bastante pintoresco entre unas casas. Parece que he cogido más distancia a los perseguidores y estoy disfrutando como un enano. Voy bien de fuerzas, hace buen día, todavía no demasiado calor y en esta tónica tan positiva llego al segundo avituallamiento en La Règola (km10).
Salgo del pueblo por una pista de tractor que va desdibujándose a lo largo de una subida de un kilómetro que pica bastante, pero aún voy bien y creo que me sirve para sacar algo más de distancia. Todo sigue por buen camino hasta que de repente en una recta llana de una pista en buenas condiciones dejo de ver las marcas del recorrido. Me giro y veo dos cintas en la última curva así que decido seguir recto pero al cabo de unos 80 metros sigo sin ver nada. Vuelvo atrás, hasta unos 20 metros de las cintas y miro a los lados. Ni rastro de ningún camino, pero encuentro un papel tirado con una flecha, que evidentemente ya no apunta para el lugar hacia el que le pertoca... Vuelvo a tirar por la pista, esta vez unos 150 metros, y ni rastro de cintas. Vuelvo atrás cabreado con el mundo entero, hasta que veo a Àngela (hoy sin langostinos en la barriga) que aparece por la curva de las cintas y se mete a su izquierda. Voy hacia allí y efectivamente, de al lado de las dos cintas sale un sendero hacia abajo. Lección del día: si te pierdes, vuelve hasta la última marca, NO hasta 20 metros de la última marca...
Me lanzo estresado por la bajada, me han pasado Àngela y otros dos corredores. Por suerte estamos bastante juntos, pero la verdad es que me he quedado bastante rallado. Nos destacamos algo junto con otro corredor y al poco nos encontramos a Àngela que viene de frente. Esta vez se ha colado ella en un pequeño bucle. Después de todo este tramo algo confuso cruzamos la carretera principal y nos dirigimos por unas pistas amplias pero bastante duras hacia el pueblo de La Ametlla del Montsec. En este tramo vuelvo a distanciarme algo, pero justo antes de llegar al pueblo vuelvo a perder las marcas... Es igual, el pueblo está ahí delante, no se si daré más vuelta o menos pero no puedo estar todo el rato dando vueltas atrás y adelante. Finalmente entro al pueblo por la parte de arriba y bajo hasta el avituallamiento algo cabreado, no se si conmigo mismo o con el mundo en general. (km17)
Con el estrés creo que paro aquí algo menos de lo debido. Ahora viene el tramo más duro de la carrera. El recorrido se aproxima al paredón que constituye la cara sur del Montsec por una sucesión de senderos y campos, al principio bastante corribles. Después el camino lleva a una canal muy bonita que se va estrechando y el camino se va poniendo cada vez más derecho y con un terreno pedregoso en el que de cada paso que das retrocedes la mitad. Poco a poco voy entrando en un ritmo torpe que dista mucho de la alegría de hace un rato. El calor va apretando cada vez más y noto la falta de hidratación (visto a posteriori creo que una riñonera portabidón hubiese sido lo suyo). Por fin llego al siguiente avituallamiento en el punto en el que el sendero llega a una pista (km22).
Como, bebo, pregunto por el futuro... todavía 400m de desnivel hasta arriba. Bufff... Salgo por un senderillo todavía más duro que el anterior, por una tarterilla en la que casi apoyo las manos para arrastrarme. Llego a un tramo boscoso en el que mis riñones agradecen poder usar los árboles en lugar del suelo como punto de apoyo. Salgo a la parte alta, pero la cima todavía queda muy arriba a la izquierda. Sigo por terreno duro, cada vez más cansado y cada vez con más calor. Llego a una primera cima, pero más allá hay otra, y cuando llego a la otra todavía otra más allá. Todo este tramo se me va haciendo agónico. El terreno es muy pedregoso, sin camino, muy difícil para correr y lleno de arbustos te van firmando autógrafos en las piernas. Dos pajarracos revolotean encima mío emulando al que se está instalando en mi interior. El sol está cayendo a plomo y 24 horas después de estar a cero grados y con vientos de 150km/h estoy aquí achicharrado dentro de mi camiseta de un desafortunado color negro. Para colmo de males me giro y veo al segundo clasificado llegando al pie del repecho en el que me encuentro...Pintan bastos. Tiene pinta de ir bastante mejor que yo, y no preveo que mi bajada sea muy digna. Afortunadamente se acaban los repecho y en el siguiente collado el recorrido se mete a la izquierda por una canaleta muy técnica que me lleva hasta la pista de antes donde encuentro el quinto avituallamiento (km26).
Espero oir en cualquier momento como llega el siguiente corredor, pero necesito para a comer y beber, si no no voy a ningún lado. Estoy un minutillo o dos comiendo y bebiendo compulsivamente y me largo con la agradable sorpresa de que no ha aparecido nadie más por allí. Cien metros de pista en ligero pero agónico ascenso y descenso por un sendero a la izquierda. No voy bien de fuerzas pero el sendero tiene bastante pendiente y me dejo caer literalmente por él. Intento activar la cabeza en lo posible para poder mantener un ritmo vivo. Creo que lo consigo, pero a media bajada llego a un brevísimo repecho que me pone las pulsaciones a mil. Me tengo que parar a andar y me doy cuenta de que como haya varios de estos las voy a pasar canutas. Me encuentro a Jordi, que está haciendo de supporter de lujo para Àngela. Me hace una foto  para certificar mi calvario y le digo que voy muy cascado, buscando no se exactamente qué. Me dice que ha tardado 45 minutos subiendo desde abajo, lo cual me anima. No aparecen más repechos traicioneros, aunque sí otro desvío dudoso en el que dudo otro medio minuto alante y atrás... Sigue sin aparecer nadie por detrás y empiezo a ser más optimista. Llego al último avituallamiento (km31) donde me bebo otros dos vasos de agua y les suplico que me digan que solo queda bajada.
Eso parece, el recorrido se mete ahora por una serie de pistas amplias y cómodas con el pueblo que se va acercando soprendentemente rápido. Hecho un vistazo atrás en un par de rectas y no veo a nadie por detrás así que almenos llevo un minuto de ventaja, con lo que por mal que se presenten las cosas debería bastar. Llego a la entrada del pueblo con la agradable sorpresa de encontrarme que la meta no esta, como me temía, en el centro del pueblo sino allí mismo, a 100 metros. Atravieso lo que algún día debió ser un campo de fútbol y disfruto de los últimos metros hasta la línea de meta. Entro en meta realmente contento en 3h45' aproximadamente.

Al cabo de 5 minutos llega David Jordàn, 4 minutos más tarde Àngela, y otros 10 más tarde Norbert Llobera en los primeros puestos. Ahí tenéis la foto del podium con el Montsec al fondo.
Ahora toca ya bajar de ritmo en los entrenos e ir mentalizándonos para la primera gran cita de la temporada dentro de tres semanas, la Ronda dels Cims, en Andorra. Espero que el calor aprete estos días se vaya buena parte de la nieve que hay ahora, porque si no la cosa va a estar complicada. No se si va a haber algo digno de ser contado durante estos días.

Besos y abrazos

sábado, 1 de junio de 2013

Bastions: Lo que el viento se llevó

A estas horas debería estar acabando la carrera. En cambio estoy sentado delante del ordenador escribiendo la crónica... Qué habrá pasado?

Un poco de intro: el Ultratrail Bastions es una carrera de 90kms y 6000 metros de desnivel positivo que discurre por la zona de la Vall de Núria. Sale de Ribes de Freser, sube por la Serra de Montgrony, baja a Planoles y después de cruzar el Coll de Barraques va bordeando la montaña hasta Núria. De ahí se sube al Puigmal y se recorre toda la Olla por Finestrelles, Noufonts, Noucreus, hasta el Coll de la Marrana, todo por encima de 2500 metros. De ahí bajada por el valle de Coma de Vaca, subida al Balandrau, bajada a Pardines, subida al Taga y bajada final a Ribes. La verdad es que un recorrido muy bonito... si se puede hacer.
La dinámica meteorológica loca que llevamos esta ¿primavera? hizo que la semana pasada la organización del Ultratrail Bastions plantease un itinerario alternativo al original, quitando la parte alta de la Olla de Núria, que está a reventar de nieve, y añadiendo recorrido por la parte baja del valle. Ayer por la tarde quitaban también la subida al Balandrau (2535m).
Con este panorama nos plantamos esta mañana a las 6:30 en la salida, con un tiempo nublado, no demasiado frío pero con un poco de viento. Estas últimas semanas he estado por aquí un par de veces entrenando y me he encontrado bastante bien, así que tengo intención de salir con los de alante y a ver qué tal. Dicho y hecho, salimos y me pongo detrás de Carles Rossell, un andorrano que ganó el año pasado. A los 200 metros de carrera ya estamos saliendo del pueblo por un senderillo que pica fuerte para arriba. No ha pasado ni un minuto y nos colamos metiéndonos por un huerto... cagada... vuelta para atrás y de repente tenemos 10 corredores delante. Me quedo ahí medio encallado mientras por delante se van definiendo un poco las posiciones. Voy pasando un poco estresado y al final llego a Campelles (primer control) tercero, con Rossell y otro corredor a unos 30 metros y que parece que van de paseo.
Intento no cebarme y me acabo juntando con otros dos corredores, Edu, de Torelló y otro que bautizaremos como "Mr Gemelos" (llevaba un melón en cada pierna). El siguiente trozo es una sucesión de pistas hasta llegar al refugio del Covil (1800m). Mr Gemelos se va distanciando hasta contactar con los dos de delante y yo me quedo con Edu después del primer avituallamiento con los primeros a un minuto por delante. Coronamos el primer pico donde tenemos el primer contacto con el compañero del día, el viento. La ruta baja por el lado sur y va bordeando la sierra por este lado, alternando trozos protegidos con zonas de auténtico vendaval. Paso el último repecho a unos dos minutos del grupo de cabeza y nos lanzamos a la bajada, que no es precisamente mi terreno. Efectivamente, no vuelvo a ver a los de delante y en cambio se me junta Edu que se había quedado un poco. Decido tomármelo con calma y guardar piernas para lo que se supone que ha de ser una larga jornada. Pasamos por el pueblo de Nevà y llegamos a Planoles en poco más de 2h30 de carrera, es decir muy rápido para lo previsto.

Avituallamiento, asistencia paterna, y los de delante a 7'. Salimos del pueblo Edu y yo y en un desvío nos confundimos (eso lo vimos después) con unas cintas que no eran de la carrera (nosotros pensábamos que sí). Resultado, 5 minutos liados por caminos y campos hasta que recuperamos la ruta, descubriendo que nos han pasado 3 corredores, Marc (un andorrano que conocí en Apuko), Ivan (coincidí con el el año pasado en Cavalls del Vent) y Joel (un fiera de las carreras largas... pero largas de verdad, que conocí en un entreno que montó cerca de Girona en abril). Cabreado por el error me pongo a recuperar y cojo a tope la subida. Nos acabamos quedando Joel y yo y llegamos de esta forma al Coll de Barraques.
Aqui nos dice un tipo de la organización que nos pongamos piedras en los bolsillos... pronto descubriremos por qué. Cambiamos de vertiente y vamos bordeando la montaña hasta el fondo del valle donde hay un avituallamiento. Primer contacto con el infierno, se cuela por el fondo del valle un vendaval tremendo que hace que salgamos pitando de allí. Me pongo el paravientos como puedo mientras Joel va tirando. El siguiente tramo se va convirtiendo progresivamente en una odisea. Voy encorvado hacia delante con el paravientos dando golpes por todos lados. Cada 10 metros el viento me saca del camino. Voy levantando la vista periódicamente y según el grado de inclinación de Joel, que está 30 metros por delante, tengo una idea de lo que me espera. Realmente tremendo, ya nos han advertido en el avituallamiento que no saben que va a pasar con la carrera, que en Núria ya veremos... En una de estas a Joel le sale volando un palo y eso me permite llegar hasta el mientras lo recupera. Vamos tirando como podemos y cuando llegamos cerca de Fontalba (siguiente control) nos encontramos a un tipo que nos dice gritando que la carrera está anulada y que en Fontalba bajemos hacia abajo. La primera sensación es de frustración... hasta que asomamos a lo alto de la loma.
Todas las moléculas de aire de la atmósfera terrestre están pasando en ese momento por ese punto, más o menos como las Ramblas el dia de Sant Jordi. Un tipo que para nosotros es como un astronauta venido de otro mundo nos hace señas para que nos tiremos al suelo. Le hacemos caso, o el viento le hace caso por nosotros y nos vamos arrastrando cual Rambo acorralado para establecer comunicación con el extraterrestre. Resulta ser de la organización, supongo que el que controlaba el paso por ahí hasta que el huracán se ha llevado el control a tomar por el saco. Nos grita algo a 20 centímetros de la cara pero no entiendo nada de nada. Finalmente hace un movimiento horizontal con las manos que interpreto como un "la carrera se ha acabado" y un movimiento hacia delante que asocio a "salid de aquí cagando ostias". Dicho y hecho, después de un breve momento para inmortalizar la epopeya me levanto dispuesto a ir hacia la pista de tierra que baja hacia el valle. Craso error, al primer leve salto el viento me levanta y estoy cerca de desbancar a Mike Powell del puesto de recordman de salto de longitud. Me giro y veo a Joel y el de la organización que me miran con cara de susto. Realmente he volado más de 5 metros... Me levanto con cuidado y ahora sí conseguimos avanzar, aunque la imagen es cómica. Joel va delante mío con el cuerpo inclinado a su izquierda unos 45 grados. Parece Marc Márquez en el tirabuzón de Laguna Seca.

Finalmente llegamos a la pista y un poco más refugiados la cosa se calma. Realmente no había nada que hacer, no había forma de pasar ninguna carrera por ese panorama. Una vez abajo nos dicen que ha habido vientos de 150km por hora. Yo no recuerdo haber vivido nada así, al menos en condiciones tan precarias. Vamos bajando tranquilamente por la pista, mis padres nos recogen encima de Queralbs y vamos para Ribes. Allí, opiniones para todos los gustos, pero todo el que había pasado por Fontalba creo que coincidía en lo correcto de la decisión.

Y eso es todo, el resultado es que a media tarde ya estoy en casa. Una pena porque estábamos bien, habíamos formado ahí un buen grupo y quien sabe, en una carrera tan larga estábamos acechando el podium, pero no había nada que hacer. La montaña manda y se ha de escuchar.

Besos y abrazos