domingo, 21 de julio de 2013

La nectarina atlètica

De los creadores de la Naranja Mecánica…

No tiene ningún sentido hacer una carrera de 10 kilómetros de asfalto en plena temporada de trail, en medio de carreras de 60, 100 o 170 kilómetros, en medio de entrenos de varias horas por la montaña… y como no tiene ningún sentido, me apunté a una carrera de 10 kilómetros por asfalto, la "Nectarina Atlètica", en Alcarrás (a 10kms de Lleida para los no autóctonos), este sábado por la tarde.

Así que sábado 20 de julio, 8 de la tarde, tiempo meteorológico cocinando una de estas granizadas de los últimos días, humedad para aburrir, y unas 250 personas en la línea de salida dispuestas a sudar un rato por la huerta de Alcarrás. Muy buen ambiente y una organización digna de una carrera de 250 personas y de 2500, vaya por delante. La carrera tiene un claro favorito, por no decir un claro ganador ya de salida, que es Iván Espílez, que nos saca un mínimo de 4 o 5 minutos a todos los demás en 10kms.

Da la salida el no se cuántas veces campeón de España de 110 metros vallas, Jackson Quiñónez y salimos al ataque, yo personalmente con el miedo de ahogarme y no poder responder al ritmo rápido de una carrera de 10kms. Para abrir boca dos tipos se cascan un sprint, que o es un farol o son unos fieras, con lo cual ni me inmuto. Primer kilómetro por las calles del pueblo, mucha gente animando, da gusto correr así!! Uno de los dos valientes dura unos 500 metros y es engullido por la manada. Iván alcanza al segundo aventurado y detrás nos quedamos un grupillo de unos 5 corredores, entre ellos Miquel Angel, un anitguo compi del equipo de la escuela (estamos hablando del siglo pasado…). Sobre el kilómetro 2 salimos del pueblo mientras el grupo de cinco se deshace y me quedo en tercera posición.

En el km2,5 primer avituallamiento de un total de tres (muy bien para ser una carrera de 10km), alcanzo al segundo de los valientes del principio, un chavalillo marroquí que me pregunta donde está el siguiente avituallamiento, se queja de que se le ha caído la botella, que si está haciendo el ramadán… vamos, que se ha pasado tres pueblos en la salida, uno menos…

Y así se estabiliza la carrera, Iván por delante dándose un paseo a unos 50 metros que van creciendo paulatinamente, yo detrás intentando coger un ritmo de crucero al que hace tiempo que no iba y detrás un dueto con el chico marroquí y un corredor del Xafatolls. Otro punto positivo de la organización son una serie de duchas que han puesto por el recorrido y que van la mar de bien para paliar la deshidratación. También se apunta algún vecino que sale con la manguera y va regando al que se lo pide. Ni idea del ritmo que llevo porque he salido en modo Óscar Pérez, es decir sin reloj, pero llego razonablemente bien al kilómetro 5. Aquí se acabó la alegría. Del km 5 al 6 aparecen un par de repechos que se me clavan en el espinazo y dinamitan mi ritmo. El cartel del km6 no aparece nunca, voy mirando de reojo a ver si vienen lejos los de detrás intentando disimular mi debilidad del momento y utilizo esa táctica ruín de esconderme en la parte interior en cuanto paso una curva para que se piensen que estoy lejos. No tengo muy claro que vaya a aguantar la segunda posición, aunque me parece que el de detrás no va muy fino tampoco porque cada vez lo veo menos.

Del km7 al 8 hay un par de bajaditas que me vienen de perlas. Último remojón con las botellas del tercer avituallamiento, mirada atrás y no viene nadie. Parece que lo tengo! Por delante hace rato que he dejado de ver a Iván, el coche y la sirena que lo preceden como cabeza de carrera. Última subida a la entrada del pueblo que me cuesta horrores, pero tiene como premio el cartel del kilómetro 9. Llega una bajadita y una recta interminable que debe cruzar el pueblo entero. No sé dónde narices está la meta pero voy justillo, justillo. Afortunadamente al girar la curva me encuentro el arco de meta a 100 metros y el reloj por debajo de los 35 minutos. Consigo llegar en 34:58. El recorrido eran unos 9,900 según el reloj de Iván, así que super contento de haber estado alrededor del ritmo de mi marca en 10kms, en un momento que no era el óptimo y corriendo sólo prácticamente toda la carrera. Muy contento de haberme encontrado con Miquel Àngel en el mismo ambiente que nos vimos la última vez (no diré hace cuántos años que me siento viejo). Al final lo que más llena de estas carreras es encontrarse a los viejos amigos.  Los ganadores de la carrera, Iván Espílez con 33:15 sin sudar siquiera y Berta Gasol, que viene apretando fuerte durante esta temporada, con 38:04.


Ahí va una foto en el podio, que siempre hace ilusión!

Besos y abrazos

lunes, 15 de julio de 2013

Ice Trail Tarentaise: "La lluita contra el gel"

Bueno, hay que estar a las duras y a las maduras…

Este fin de semana he venido a los Alpes a hacer una de mis carreras. Nunca había ido tan lejos a correr pero por diferentes motivos que no vienen al caso el viaje cuadraba, la carrera era atractiva y tenía ganas así que dicho y hecho.

La carrera en cuestión era la Ice Trail Tarentaise, en los alrededores de Val d’Isére. Características: 65 kilómetros, 5000 metros de desnivel positivo y una altitud media por encima de los 2500 metros, lo que dan lugar a la frase que explota con orgullo la organización: El trail más alto de Europa. Por el camino se suben dos picos de más de 3000 metros, la Pointe Pers (3325m) y la Grande Motte (3653m), que es el punto estrella. Este año además ha sido prueba puntuable para la Copa del Mundo, con lo cual se presentaba aquí todo un elenco de estrellas que también le daban atractivo a la prueba. A la cabeza del grupo, Emelie Forsberg en chicas y como no, Kilian en chicos.

Dadas las condiciones de la carrera y que tenía tiempo, decidí venir un par de días antes para ver con tranquilidad el recorrido y adaptarme un poco a la altura. Las fotos que añado en la crónica son de los días de reconocimiento.

Y en estas nos plantamos la madrugada del domingo a las 4 de la mañana, unos quinientos corredores dispuestos a tomar la salida. Los “pros” delante, Kilian, François D’Haene, Rickey Gates, Emelie Forsberg, Anna Frost, Francesca Canepa,… Se da la salida y el personal sale a machete. Sé que a alguno le sonará extraño y hasta con un toque de prepotencia calificar de “corta” a una carrera de 65kms, pero realmente el ritmo de una carrera como esta, sobretodo en la salida, no tiene nada que ver con el de, por ejemplo, la Ronda dels Cims de hace tres semanas. Allí, ante 30 horas mínimo de carrera, hasta los de delante salen con un rodar tranquilo y relajado. En la de hoy, la salida es una estampida por un primer kilómetro de asfalto donde el personal busca colocarse en las primeras posiciones corriendo tranquilamente a menos de 4 minutos el kilómetro lo cual, con alrededor de 10 horas o más de carrera por delante, a mí me saca de punto fácilmente.

Pasado ese primer kilómetro de asfalto por dentro de Val d’Isére, empezamos a subir por un sendero que no esperaba tan empinado. He cogido como referencia, de una manera quizá demasiado atrevida, a Arnau Julià, un tipo muy conocido dentro de este mundillo a nivel catalán y español. Cruzamos un primer collado (primeros 400m de subida) a buen ritmo y bajamos unos 200m de desnivel hasta la pista de esquí de Tignes. Aquí empieza la parte más dura de la carrera, la subida a la Grand Motte, con más de 1600m de desnivel. Era consciente de que a mí me cuesta coger el ritmo en las carreras y que normalmente la segunda y tercera subidas es en las que voy mejor. Tenía la esperanza de hacer la primera relativamente tranquilo y que me sirviese para calentar, pero más que eso me ha supuesto un calentón importante.

La subida empieza por una pista de estas empinadas que utilizan las máquinas de la pista de esquí. Se va a mantener sin nieve hasta los 2700m. Consigo trotar bastante rato y cuando no, mantener un ritmo interesante de paso amplio, con lo cual gano algunas posiciones (calculo que debo estar sobre el puesto 25). Llegamos a la nieve en forma de pala (pista roja bien bien) que hace subir la temperatura de los gemelos y llego de esta forma al primer avituallamiento (km15 y a 3000m de altura) con las fuerzas que ya no sobran. Aquí nos obligan a ponernos los Yatrax. Ezo ke é lo ke é?... diréis… pues unos accesorios que se acoplan a las zapatillas con una goma y que llevan en la suela una especie de anillas que facilitan el agarre al hielo. Vamos como los crampones de mierda que llevé la semana pasada pero con menos agarre y menos peligroso y al menos estos no se han roto. La organización no permitía el uso de crampones por ser peligroso al correr, según la versión oficial. La realidad: porque no sé qué tienda de allí patrocinaba la carrera y así te obligaban a comprarlos. Yo para tocar las narices me los compré en el Barrabés de Benasque.

Como de costumbre estoy bastante poco ágil en el avituallamiento y me pasan 3 o 4 tíos. Salgo por una pequeña bajadita y miro lo que se avecina. Una rampa tremenda por una pista de esquí donde veo 10 o 15 corredores subiendo a un ritmo bastante cansino. Señal de que la cuesta se las trae… efectivamente…la pala se hace interminable y me obligo a mantener la mirada en el suelo para no ver lo que queda. A más de 3000 metros este trozo me deja tocado. Llego a lo alto de un telesilla a 3400m justo cuando bajan los tres primeros, Rickey Gates, François d’Haene y como no, Kilian, que parece que va de paseo. La ruta de subida se mete por un flanqueo a la derecha antes de subir a la cima por una pequeña trepada, fácil pero que se me hace dura. Llego a la cima bastante extenuado y me tomo unos segundos de respiro para admirar el paisaje, que es espectacular. Debo ir entre la posición 25 y 30.

El primer tramo de bajada tiene un par de trozos técnicos donde hago gala de toda mi torpeza. Por lo demás, deshacer el camino por la pala interminable mientras te apiadas de los que están subiendo. Llego al avituallamiento a 3000m y me vuelven a pasar 3 o 4 tipos por "empanao". Llega también Francesca Canepa, la italiana que ganó en Andorra, que hoy va tercera. Bajo con ella todo el siguiente trozo, entre nieve irregular por donde se hace difícil correr y prados que se agradecen, hasta que llegamos al siguiente avituallamiento en el Col de Fresse (km25, 2550m).

Empiezo a encontrar mi ritmillo. Salgo justo detrás de un grupo de 5, entre ellos la italiana, a los que alcanzo rápido en un trozo de subida poco exigente. Vamos llaneando entre nieve y prado hasta otro collado y bajamos al fondo de un valle. En este tramo he ganado 6 posiciones y sigo viendo objetivos potenciales por delante así que me voy animando mientras subo hacia el siguiente punto de control, en el Col de la Rocheure. Después de un falso llano empiezo a notar un vacío en el estómago y decido que es momento de tomarse otro gel y coger fuerzas para los 7 u 8 kilómetros que quedan hasta el siguiente avituallamiento. Decisión catastrófica.
Era el tercero del día. El primero me supo mal, el segundo me dio una arcada controlable y el tercero dinamita mi estómago y sale despedido junto con lo ingerido en el avituallamiento anterior. Fantástico. Llega un tipo por detrás mientras estoy en pleno apogeo y en lugar de preocuparse por mi estado me suelta un “C’est dur, eh?”, con ese típico “eh?” que le meten a todo los franceses. Qué cabrón… Después de medio minuto el ascensor de mi tráquea deja de funcionar y parece que la cosa se estabiliza. Me pongo a caminar y parece que el tema se calma y me encuentro mejor. Son esos 15-20 minutos de sosiego que siguen al desalojo del estómago, pero que soy consciente que preceden a la debacle por falta de alimento. De todas formas en el subidón transitorio consigo llegar al collado, pasando a un corredor al que no le veo mucho futuro y dándome el gustazo de alcanzar a Monsieur C’est Dur, que parece sorprendido al verme.

Pero la alegría dura poco. Viene ahora un trozo llano donde te hundes en la nieve hasta las rodillas, lo cual no le va nada bien a mis fuerzas en declive. Falta una bajada y un tramo llano hasta el refugio donde está el siguiente avituallamiento. Tengo que llegar allí como sea y comer. Pero al empezar la bajada me empiezo a notar torpe y mareado. Llega por detrás Monsieur C’est Dur y otro corredor. Me aparto para que pasen sin la más mínima resistencia. Necesito hacer el tramo que falta hasta el refugio sin ningún estrés. Este tramo se me hace muy duro pero al final llego al avituallamiento (km40).

Paro decidido a estar el tiempo que haga falta. Bebo agua, te y cojo un plátano, pero me da ganas de vomitar otra vez. Genial, si no puedo comer ni comida “normal” estoy arreglado. Al final me entra pero se me quitan las ganas de comer y la moral. Algo cojo pero me voy hundiendo en la miseria y estoy al borde de la desconexión. Visito al Señor Roca para ver si eso ayuda. Me planteo seriamente la retirada. Desde aquí sería bajar al fondo del valle y en una hora y poco estoy en Val d’Isere, una ducha y a las 2 de la tarde puedo estar saliendo de vuelta para casa pasando de la carrera y la madre que la p… Pero pienso en un viaje de vuelta, sólo, 8 horas de coche, con la comida de tarro de la retirada y puede ser para cortarse las venas. Intento comer algo más mientras miro a uno de los voluntarios con una cara que debía ser indescriptible. Supongo que busco alguna palabra de ánimo, algo que me empuje hacia delante… Nada, el tipo me mira con una expresión de incomprensión. Nadie va a hacer nada por mí y nada podría hacerse así que, en un momento de distracción de mi cerebro, empiezo a caminar hacia el siguiente collado con un ritmo de paseo agónico.

Vamos a ver qué pasa. No tengo sensación de haber recuperado fuerzas, pero he hecho un cambio de chip en el que automáticamente la posición no importa (me deben haber pasado 15 o 20 tíos en todo este rato) y ver cómo va el siguiente tramo e intentar acabar la carrera. Vienen ahora 400m de desnivel de subida hasta el Col de Fours. Mi ritmo es lento pero constante y me sorprendo al llegar arriba sin que me haya pasado nadie más, pero sigo extenuado y el tipo de la organización que hay arriba me anima pero me dice que vaya con cabeza. Le digo que sí, que “doucement” y sigo para abajo. Me dejo llevar por la gravedad en un tramo de nieve profunda. Aquí se ha juntado el recorrido de la carrera de 30kms que se hace paralelamente, con lo cual ya ha pasado un montón de gente y hay huellas por todos lados y el terreno está muy irregular e incómodo. Me pasan 3 tíos antes de llegar a la carretera donde empiezan 2 kilómetros de subida hasta el siguiente avituallamiento. Ni me planteo correr. Aprovecho para coger un ritmo de andar más o menos digno y recuperar la respiración. Llego al oasis con un humor algo más positivo (km48, 2720m).

Como algo más y sigo adelante. Creo que voy a conseguir acabar. Me queda una subida seria y otra cortita. No sé cuánto tardaré pero he pasado mis peores momentos. Sigo sin muchas fuerzas pero algo de efecto hace lo que he comido y el hecho de que la meta se acerque, lentamente, pero se acerque, ayuda a ver las cosas de otro color. La ruta sube por un repecho de piedras al borde de una pista de esquí. La pendiente es demoledora. Vuelvo a forzarme a no mirar arriba y avanzar paso a paso al ritmo de la canción “Je te donne” (Jean Jaques Goldman, creo), que había escuchado hace mil años y ayer se me metió en la cabeza al oirla por la radio. Me lleva a lo alto del repecho, donde la ruta hace una travesía absurda a la izquierda perdiendo unos desesperantes metros de altura que habrá que recuperar. Llego a un repecho nevado donde una chica de la carrera de 30kms las está pasando canutas porque se ha resbalado por la pendiente y está con un estrés que no veas. Llego a una zona de roca por donde el itinerario sube a la Pointe Pers, 3325m, prácticamente la última dificultad (o de eso me intento convencer). Es la típica montaña traidora en la que nunca se ve la cima, pero al final consigo llegar justo al mismo tiempo que alcanzo a otro corredor que parece aún más desesperado que yo. Pido un poco de agua fresca y me lanzo hacia abajo con la moral bastante recuperada. Hay que acabar con esto ya.

Qué importante es el coco en este deporte… Me lanzo a por la bajada sin rastro de la depresión de hace un par de horas. Hago cálculos y veo factible bajar de las 12 horas si salgo del siguiente avituallamiento antes de las 14:30 (me quedarán 10kms para hacer en 1h y media). No es lo que quería pero en fin, visto el panorama es una forma bastante satisfactoria de salvar los muebles. He recuperado mi agilidad habitual (que tampoco es mucha) y aprovecho los tramos de nieve para avanzar todo lo rápido que puedo. Este tramo coincide un rato con el de subida y después se dirige directo hacia el Col d’Iseran (mítico del Tour de Francia) donde está el último punto de comida y bebida. Consigo llegar casi sin tener que caminar en ningún momento. Repongo algo de té de melocotón (ha sido la bebida estrella del día, visto que mi estómago no aceptaba bebidas con gas y que estaba harto de Isostar y agua con sabor a plástico), me como un plátano y salgo. Son las 14:23, lo tengo bien.


Viene ahora un repecho de 200m de desnivel, con un último tramo duro pero que me coge con la moral alta. La subida acaba en un curioso túnel de unos 100m que atraviesa la montaña (os dejo el vídeo que hice el día antes de la carrera). Paso a gente de la carrera corta y me lanzo como un poseso a por el descenso definitivo. La nieve está en un estado lamentable con el solazo y la cantidad de gente que ha pasado. Quizá por eso mi cerebro cambia de pista y se pasa a la de “Sopa Fría” de M-Clan. Solo me sé 7 segundos que se van repitiendo recurrentemente. Una rallada. Aprovecho los laterales donde la nieve está más pasable y bajo a piñón. Intento no parar a caminar en ningún momento, me voy encendiendo por momentos. Un pequeño repecho trampa y se acabó la nieve, bordeo un lago que incita a un bañito pero yo solo miro adelante. De repente aparece Val d’Isére al fondo del valle. Ya lo tengo. Bajo como un poseso por un sendero de descenso en BTT, hasta que la ruta se mete por una huella que baja recto por la pendiente y sigo a saco por ahí. Paso a dos chicas de la carrera corta en un tramo especialmente empinado donde acabo por los suelos resbalando pendiente abajo. Pierdo un palo y una pernera que llevaba en la mochila, ambos recuperados amablemente por las chicas. “Merci beaucoup” y para abajo, unas cuantas eses y el camino sale del bosque a escasos 100 metros del pueblo. Pequeño rodeo y enfilo la recta de meta tomándome unos momentos de tranquilidad para saborear el momento después de un día con momentos duros.

El público no es especialmente entusiasta, pero hay un speaker que va entrevistando al personal. No entiendo y le digo que me hable “doucement, s’il vous plait”. Me repite igual así que le digo que “je n’ai pas compris” pero que “je vais dir quelque chose” y que quiero “expresser mes felicitations a l’organization”, que todo “tres joli” y que ha valido la pena “venir de Barcelone jusqu’ici pour courrir la course”. Parece que le mola que un matao se haya cascado semejante viaje para venir a correr la carrera, con lo que consigue arrancar un aplauso del público. Tiempo final, 11h32 y posición 44.

En cuanto a los resultados generales de la carrera, en chicas ha ganado Emelie Forsberg (9h11’) y en chicos “sorpresón”, victoria y récord para Kilian (7h35’). Queda claro que la mafia de las apuestas no ha llegado al mundo del Skyrunning.

Así que nada, visto fríamente, la verdad es que después de la moral que había cogido en Andorra esta carrera ha sido un poco de bajón. Se puede vestir de cualquier manera y buscar excusas, en el estómago, el descanso deficiente en la tienda de campaña… Pero sea por lo que sea la cuestión es que el resultado no ha sido el que yo quería. Además me voy preocupado con la poca tolerancia de mi estómago ante los geles de cara a las próximas carreras. En el punto positivo, estoy contento al menos de haber sabido pelear y cambiar de objetivo aún cuando las cosas no estaban saliendo como a mí me gustaría.


Besos y abrazos

lunes, 8 de julio de 2013

Aneto - Perdiguero - Posets: Segundo nulo

Hace unos años, estando de excursión en algún rincón del valle de Benasque alguien me dijo que se había encontrado a unos vascos (cuando se habla de cosas de este estilo los protagonistas siempre son vascos...) que estaban intentando hacer Aneto, Perdiguero y Posets en menos de 24 horas.

La idea se me quedó pululando por la cabeza y en 2007 encontré un hueco para intentarlo por primera vez. Por aquel entonces, ni estaba en la forma que estoy ahora ni tenía la experiencia que tengo ahora sobre alimentación, gestión del esfuerzo y demás. Total que me planté un día de julio en el Plan de Senarta (1400m) y salí a la 1 de la mañana camino del Aneto con tres geles en la mochila como todo alimento, uno para cada una de las tres cimas. Subí al Aneto de noche, con unas vistas del glaciar increibles con las primeras luces del día, bajé hacia Renclusa, subí hacia el Perdiguero por el valle de Remuñe y cuando estaba subiendo el último repecho hacia este segundo pico me cogió un pajarón de escándalo. Llegué a la cima medio mareado, me senté, me comí el segundo gel y decidí abandonar la historia. Bajada por el Valle de Estós, al coche y para casa.


Con ganas de quitarme la espina y después de haber recuperado bastante bien de la Ronda dels Cims, decidí probarlo otra vez este fin de semana. Además el tiempo pintaba bien y además me acompañaba mi amigo Ruben, que se había motivado también con este proyecto. Por darle un poco más de elegancia al recorrido decidimos que el principio y el final debería ser en Benasque. La idea (para los que lo conozcais, para los que no, os podéis saltar este trozo) es subir al Aneto por el valle de Coronas, bajar por la Renclusa, seguir al Hospital de Benasque, subir al Perdiguero por el valle de Remuñe, bajar hacia el Valle de Estós, subir al Posets por el valle de la Paul y bajar hacia el refugio de Angel Orús, Eriste y Benasque.


Subimos con la furgo el viernes por la tarde, cenamos pronto y nos tumbamos a descansar un par de horillas en las que prácticamente ni duermo. A las 12 Ruben hace un rato que prepara las cosas. Me levanto, "desayuno" y a las 12:40 salimos desde la calle principal de Benasque.
Trotamos por la carretera y antes del primer kilómetro nos encontramos con la primera sorpresa. Las riadas que hubo hace tres semanas se han comido parte de la carretera. Los destrozos son impresionantes, piedras como pianos esparcidas por todos lados. Mi idea era hacer este primer tramo por una pista que acorta algo hasta llegar al Plan de Senarta, pero en vista del panorama parece más seguro ir por la carretera. Llegamos a Senarta en algo menos de una hora y enfilamos la pista de Vallhivierna. Llegamos al refugio del Puente de Coronas (2000m) poco antes de las 3 de la mañana.

Aquí se acaba la pista y 5 minutos más allá cogemos el sendero que se mete por el valle de Coronas en dirección al Aneto. A pesar de los montones de gente que pasa por aquí el camino es difícil de seguir y tiene cambios de dirección que por la noche despistan bastante. Aún así llegamos bien al Ibonet de Cornoas (2200m) y afrontamos la segunda parte del valle. Aquí la ruta gira a la derecha y se mete en una zona de prados y rocas por donde el camino es aún más perdedor. Además toda esta ladera es un mar de fitas que pone la gente de manera anárquica, sin que se establezca un itinerario preferente. Como condimento, en estos días todavía quedan algunos neveros en esta zona que son incómodos de cruzar, más con la nieve dura que hay a estas horas de la madrugada. Con todas estas dudas llegamos al primer lago de Coronas (2635m) bastante más altos de la cuenta, lo que nos obliga a bajar de nuevo dando un poco de vuelta.

De aquí terreno fácil hasta el segundo lago (2725m), donde nos ponemos los crampones porque tiene pinta que a partir de aquí va a ser casi todo nieve hasta arriba. Efectivamente, salvo algunas rocas sueltas, cogemos ya la ruta por el glaciar en dirección al collado de Coronas. Con nieve, esta subida está formada por 3 rampas bastante empinadas con dos rellanos intermedios, por las que puedes subir recto tirando de gemelos. En un principio los crampones me van bastante bien, sobretodo cuando sigues la huella por donde ha pasado la gente del día anterior, pero en el último repecho me desvío un poco a la izquierda y me veo metido en un trozo de nieve dura que es demasiado para mis crampones de trail. Flanqueo a la derecha para recuperar las huellas pero cada paso hay que clavar bien el piolet y me voy rallando por momentos. Me pongo un poco tenso y le grito a Ruben que me espere. Al final recupero las huellas, llegamos a la roca y trepamos los últimos metros hasta el collado de Coronas (3198m).

La vista desde aquí cambia rápidamente mi humor. Las primeras luces de la mañana iluminan el Glaciar del Aneto y las rocas del Pico de Coronas y una línea roja ilumina todo el horizonte. Flanqueamos a la derecha y llegamos a la huella que viene de la ruta normal desde la Renclusa. Se nota que a esta altura no se sube con la misma alegría que más abajo, pero de todas formas este último repecho transcurre sin mayores sobresaltos. Llegamos a la antecima, nos quitamos los crampones, dejamos la mochila y cruzamos el famoso Paso de Mahoma para llegar al pico más alto de los Pirineos. Son las 6 de la mañana, esta es la única manera de estar solo en la cima del Aneto.
Hacemos fotos, damos señales de vida con el movil y disfrutamos de la salida del sol desde este mirador privilegiado. Volvemos a cruzar el Paso de Mahoma, comemos algo y nos disponemos a seguir con la ruta. Volvemos a bajar la pala de nieve hasta las inmediaciones del Collado de Coronas y seguimos por la marcadísima huella del Glaciar del Aneto. En estas que Ruben empieza a tener problemas con sus crampones. Él va también con unas zapatillas de trail y eso facilita que los crampones se vayan aflojando. De todas maneras el terreno es fácil y avanzamos rápido.

Poco antes de llegar al Portillón Superior los problemas me vienen a mí. Noto algo raro y me doy cuenta de que la parte trasera de uno de mis crampones se ha salido de sitio. La recoloco, pero 100 metros más allá me vuelve a pasar lo mismo. Miro que pasa y me doy cuenta que una cadenita que une la pieza metálica a la goma que sujeta el crampon al pie se ha salido de sitio. El motivo, que se ha roto la goma... Mierda, no parece tener solución. Lo coloco como puedo y llego a la brecha del Portillón Superior con un mal humor creciente. El siguiente tramo de flanqueo a la izquierda no mejora las cosas por que al dar pasos de lado mi crampón se sale cada dos por tres. Eso hace que al pisar de talon lo que toque con la nieve sea directamente la zapatilla, cuya suela tampoco está para muchas alegrías después de tantas batallas. Total, que cuando piso algún trozo un poco duro me voy resbalando. Incómodo, inseguro, un desastre.

Nos encontramos con la avanzadilla de la riada de gente que va hacia el Aneto desde la Renclusa. Este es un punto delicado en el que es fácil tirar recto y salirse del camino y alguno va más perdido que un pingüino en el desierto. Nos preguntan que por dónde se va al Aneto. Le indico pero no parecen convencidos porque hay unos tipos que han tirado recto en dirección a la Maladeta. Le digo que es por ahí, que venimos del Aneto. "Seguro?". Con la rallada que llevo con mi crampón me dan ganas de decirle que haga lo que quiera, que suba a la Maladeta, al Posets o al Nanga Parbat. Sigo la bajada mientras ellos parece que finalmente entran en razón.

Toda la bajada siguiente sigue la tónica de crampón fuera, recoloco, crampón fuera, recoloco... Intento coger la parte de nieve más reblandecida por el sol para poder bajar corriendo clavando talones. El problema es que la parte averiada de mi crampón apunta peligrosamente al otro tobillo. La nieve se acaba a los 2300m y afrontamos la última bajada hasta la Renclusa en medio de un debate interior.

Está bastante claro que mi crampón no se puede arreglar de manera sencilla y que voy a tener los mismos problemas todo el dia. En las subidas no es demasiado problema porque traccionas básicamente de punta, pero en bajadas y flanqueos puede dar lugar a situaciones peligrosas. Repaso mentalmente el itinerario para identificar posibles zonas complicadas. Me preocupa especialmente una bajada que hay antes de enfliar el último tramo al Perdiguero. Es cierto que con el calor y la nieve blanda, los crampones cumplen menos su función, pero en ese sentido el desgaste que lleva la suela de mis zapatillas no ayuda demasiado. Le cuento mis preocupaciones a Ruben y poco a poco me voy dando cuenta de que así no voy a ningún lado. Se va decantando la balanza hasta que llegamos a un punto de no retorno en el que desconectamos mentalmente del reto. No ha podido ser.
 

Una lástima porque llevábamos un ritmo bastante bueno y estoy convencido de que el objetivo entraba dentro de nuestras posibilidades. Mala suerte. Por otra parte, como comprenderéis, quedé muy decepcionado con los crampones. No es por hacer mala propaganda pero es lo que hay, eran unos Ice Traction de Climbing Technology y era la primera vez que los usaba. Salvo el tramo anterior al Collado de Coronas el resto del recorrido es sencillo y sin grandes pendientes, o al menos, nada que no deba superar algo que te tiene que permitir ir por la montaña. Cuando llegué a casa me dí cuenta que el otro crampón también estaba roto por otro punto. En fin, un desastre. No se si alguien que llegue a leer esto a tenido un problema semejante.

Total, que ya con calma y con la satisfacción, por lo menos, de haber subido el Aneto y disfrutado de la salida del sol en la cima, bajamos hacia la carretera de la Besurta y el Hospital de Benasque mientras ruben y yo, sumidos ya en otros temas, discutimos sobre pasos de salsa y bachata... Bajamos a Benasque en autostop con un auténtico personaje, furgo y partimos al encuentro de los 40 grados que nos esperan en Lleida. El reto Aneto - Perdiguero - Posets tendrá que esperar a un tercer intento que espero que sea el definitivo.

De todas maneras y a pesar de no haber conseguido el objetivo, me alegro de haber planteado un reto como éste con un amigo como Ruben, de haber compartido horas de camino por la montaña, esfuerzo, reflexiones... Normalmente nos embarcamos en estos proyectos en forma de retos solitarios y de puesta a prueba de la propia fuerza de voluntad. Pero es bonito compartir objetivos y muchas veces tiendo a estar de acuerdo con Alex Supertramp en su última frase de "Into the Wild": LA FELICIDAD SÓLO ES REAL SI ES COMPARTIDA.

Besos y abrazos