viernes, 29 de septiembre de 2017

UTMB 2017

Venga voy a ponerme a explicar esta batalla, a las duras y a las maduras...

El Ultratrail del Montblanc era el objetivo principal de este 2017, quizá junto con el Campeonato de Europa de rogaine que hicimos con Aurelio en el mes de abril. Después de mi retirada en 2013 tenía una cuenta pendiente con esta carrera, que es seguramente la más famosa del mundo. Siempre he tenido una relación contradictoria con ella, como un cierto reparo a que sea la más conocida cuando yo no la considero la más bonita, ni la más dura ni la más nada, pero es cierto que moviendo lo que mueve y teniendo la historia que tiene, es una carrera que si te gustan este tipo de percales has de hacer al menos una vez en la vida. Este año además tenía el atractivo de reunir un nivelazo de corredores que le había colocado la etiqueta, algo futbolera, de "la mejor carrera de la historia".
Personalmente llegaba después de una temporada con buenas sensaciones, tanto en los entrenos como en la mayoría de las carreras. Es cierto que dos semanas antes tuve un último entreno con malas sensaciones pero pensé que era cuestión de no haber descansado suficiente los días antes y no le dí más vueltas... O sí... Para allí nos fuimos con mis padres y también con Alberto (Vinagre).
Después de convivir durante dos días con la movida incomparable que pone en marcha el UTMB, llega por fin el momento de la verdad, el viernes a las 18h30. Después de la incertidumbre provocada por el tiempo al final la organización ha decidido mantener el recorrido prácticamente previsto, anulando simplemente un tramo nuevo que habían introducido para este año, y modificando la parte final ente Col des Montets y meta, manteniendo desnivel acumulado pero moviéndose a menor altura. Llegamos a la salida por la parte de delante, dado que por puntos ITRA nos habían asignado el segundo cajón de salida, justo detrás de los top. El ambiente es espectacular. La gente aplaude y pica las vallas con las manos. Qué vergüenza!
Nos metemos en segunda fila. Ahí está Francesc con las manos en la espalda y sin hacer ruido, abstraído en sus pensamientos; Cedric, a quien conocí en la carrera de Hong Kong; Jeremy, otro francés con quien llegamos arrastrándonos en la Diagonale des Fous, cada uno con sus males; y en la parte de delante una lluvia de estrellas como no había visto nunca. La legión de americanos con Sage Canaday, Jim Wansley, Tim Toleffson y compañía; la figura alta y con cara de no haber roto un plato de François d'Haene (Mr UTMB); Miguel Heras, Tofol Castanyer, Xavier Tevenard, Gediminas Grinius, Sebastien Camus, Pau Capell... Y en chicas, Nuria Picas, Caroline Chaverot, Andrea Huser,... Y como no, Kilian, con su gorra roja hacia atrás y grabando el momento con un movil. Bienvenidos a la fiesta...
La performance y la música de la salida son de piel de gallina y dan pie a unos segundos de silencio tenso hasta que suena el pistoletazo de salida. Desbandada total... Salimos como una manada de búfalos por la calle principal de Chamonix, rodeados por un pasillo de gente propio del Tourmalet, con todo el mundo gritando enfervorizadamente. Intento hacerme un huequecillo para evitar una caída que acabe con mi muerte por aplastamiento. Todo va bien, poco a poco la densidad de gente va bajando y salimos a una carretera. Saludo a Andrea (Huser, que también conozco de Hong Kong) y me acerco hasta Alberto. "Este ritmo es bueno". Es importante no quemarse en este tramo de 8km más o menos llanos que hay hasta Les Houches. La gente se pone a 4'/km y sin darte cuenta puedes salirte de punto. Nos metemos por un camino a la derecha que discurre entre bosque. Cedo unos metros respecto a Alberto y me cierro en mis pensamientos. Me apetece correr solo y centrarme únicamente en mi ritmo, sin ninguna referencia de nadie. Empiezo con mi rutina de alimentación. Esta vez el planning es más estricto y me he currado un excel y todo calculando el gasto y lo que tengo que comer en cada tramo, en base a los hidratos de carbono (contando 50g/hora). Dátiles, membrillo, alguna barrita, geles, alimento líquido para más adelante... Y estoy muy mentalizado a cumplirlo. A ver si soy capaz...
Llego a Les Houches con Toti (Bes). Alberto está unos 50 metros más adelante. Nuevo pasillo de gente. "Ara veurem si hem fet massa ràpid l'escalfament" le digo a Toti. Viene la primera subida, unos 800-900 metros de desnivel hasta el Col de Voze. Una pista empinada con algún atajo por sendero. Teniendo en cuenta que estamos a inicios de la carrera, una buena combinación de caminar-correr. Sigo a mi bola, únicamente pendiente de mi reloj, un pelín alto de pulsaciones pero dentro de lo razonable. En general creo que paso a más gente de la que me pasa. Me encuentro a las primeras chicas. Primero una chica con trenzas que creo que era australiana y más allá a mi "vieja amiga" Emilie Lecomte, que es primera en ese momento. Salgo a un tramo más abierto que da pie a una pista llana, donde me encuentro a más amigos (estos buenos), Jean Philippe y Sylvain, de aquel inolvidable viaje al Chad para correr Le Treg. La luz va cayendo mientras bajo por la rampa herbosa de una pista de esquí en dirección a St Gervais. Aquí que me pasa más gente que la que paso, pero no me preocupa demasiado. Me centro en seguir con lo marcado por el esquema de alimentación y en no desgastar demasiado als piernas. Entre los que me pasan, Madame Lecomte; entre los que paso, Leonardo, el bombero escalador de la High Trail Vanoise. Un poco antes de llegar abajo me pasan Toti, Nuria (Picas) y Pau Bartoló, a un ritmo sensiblemente más rápido que el mío. Eso me deja algo tocado. A pesar de ir controlando, llego a Saint Gervais con una sensación de cierto estrés. Empiezo a tener la sensación de que voy demasiado rápido y que aun así tengo demasiada gente delante. En fin, paciencia, según el reloj el tiempo es más que bueno.
Llego al avituallamiento de St Gervais (km21). Toca reponer los bidones, agua y sales. De comida y bebida voy siguiendo lo previsto, eso esta bien. Cojo algo de fruta y sigo adelante. Viene ahora un tramo muy traidor, de 10km que pican para arriba pero que se corren prácticamente en su totalidad y a buen ritmo. En 2013 se me cruzó de lo lindo esta parte. Esta vez sigo en mi dinámica de pasar del resto del mundo y parece que la afronto mejor. Me entretengo mirando los dorsales de la gente, nombres, nacionalidades, el número, que te da una idea de la posición dentro del ranking ITRA. Mira, el 54, no está mal, ¿quien es?... Sebastien Chaigneau, hombre! celebrities... 
En medio de la noche, la falta de referencias visuales te encierra en tu mundo interior. Pasa el tiempo y los kilómetros mientras tarareas mentalmente la canción de turno o dejas la mente en blanco con el ruido de fondo de tu propia respiración. Un trozo de membrillo, un trago de agua... Cumplir con la rutina e ir entrando en carrera, cosa que parece que consigo. En medio de esta dinámica algo positiva aparecen las luces de Les Contamines (km31), primer avituallamiento con asistencia. El quilombo dentro de la carpa es importante, con mucha gente a pesar de la limitación de un acompañante por corredor, pero la voz de Eli (que acaba de asistir a Francesc) viene al rescate y me lleva hasta donde está mi madre. Primera victoria moral, he cumplido con la alimentación y he comido todo lo que tocaba hasta aquí (excepto un membrillo, pero queda compensado con lo que he pillado del avituallamiento). Parece que las barritas no me apetecen tanto así que me tomo un plato de caldo con fideos para compensar la que me tendría que comer en el siguiente tramo. Cargo con lo previsto para el siguiente tramo y tiro a por ello. "Vinga Albert, que ara ve lo teu!" Eli, siempre optimista. Veremos a ver, que diría aquel.  Subo las escaleras y más "Vinga Albert!". Ahí está Nil. "Com vas?"... "Bueno, podria anar millor i pitjor, a veure si acabo d'entrar en cursa". Calle arriba llega alguien por detrás... "Go, go, Albert!"... Osti, Simon! Joder cuánta gente conocida, así da gusto. Charlamos un momento. "Save some power for the last three uphills". Bufff, pues no queda ni nada hasta "the last three uphills". Me despido y salgo con energía positiva después de tantos encuentros.
El recorrido sigue con la misma tónica, con alguna rampa más exigente pero bastante corredor. Me pasan algunos tíos a ritmos sorprendentemente altos, a quienes después me encuentro en la siguiente rampa. Intento evitar ese tipo de alardes y tiro de calculadora. El crono indica una velocidad media más que correcta. Paciencia. Después de Notre Dame de la Gorge empieza la subida definitiva hacia el refugio de la Balme y el Col de Bonhomme. Con la pendiente los arreones de la gente disminuyen y parece que voy mejor en relación a los que me rodean. Algún último tramo corredor me deja debajo del refugio de La Balme (km39). Relleno con agua y me pido otra sopa de fideos. La salida del avituallamiento arranca por un sendero en franca subida donde enseguida adelanto a algunos corredores. Parece que Eli tenía razón y me siento en mi elemento. Cojo el bastoneo habitual y voy marcándome objetivos en forma de frontales frente a mí. Mientras tanto la temperatura va bajando. No lo había dicho pero hace un rato que voy con el impermeable, desde un chaparrón que ha caído antes de llegar a Les Contamines. La lluvia va y viene, y el ambiente es frío y húmedo, pero con la actividad de la subida la cosa es tolerable. A unos 2000 metros la lluvia se va transformando en nieve y la niebla se cierra sobre nosotros difuminando la luz de los frontales. Una de las luces que me encuentro es la de Emilie Lecomte, que sube bastante peor que baja. Una vez más la tía no se aparta ni un centímetro para favorecer el paso, un clásico...
Por lo demás, la cosa está mejorando bastante. Voy contando a la gente que voy pasando y al llegar al collado me salen 14 desde el refugio de la Balme. A ver si soy capaz de mantener esta dinámica positiva. Las fuerzas están bastante bien y parece que he entrado definitivamente en carrera. Este sentimiento de optimismo contrasta con el panorama a mi alrededor, con una ventisca propia de "más allá del muro". Afortunadamente, más allá de algún corredor que se ha pasado de rosca al principio no aparece ningún espectro. Como, bebo y me concentro para identificar el resplandor de las banderolas. No se ve a 10 metros, el viento va lanzándome la nieve a la cara y los prometidos -9ºC de temperatura de sensación han aparecido en todo su esplendor. Aún así, y de forma algo surrealista, este tramo hasta el refugio de la Croix de Bonhomme me resulta divertido. Mira... Dos tíos ahí delante... "C'est la descente déjà?"..."Oui! Oui! Courage!". Mira qué bien, ya bajamos. A ver si salgo de la niebla que por divertido que sea corro el riesgo de perderme. La visión se abre nuevamente sobre 2000 metros, deja de nevar, y eso me permite una bajada algo más relajada hasta Les Chapieux, comiendo y bebiendo lo que toca. Sólo me pasa un tío antes de llegar al avituallamiento (km50), con lo cual el balance de este tramo ha sido muy positivo. La buena onda es aún mayor cuando oigo los gritos de Jordi y Àngela, que se han plantado allí tras 9 horas de viaje. Chapeau!
Me tomo un par de boles de caldo y una compota, relleno líquido y salgo de la carpa. "En Toti ha passat fa 5 minuts, i l'Alberto també". Mira qué bien, buena referencia. La verdad es que me quedaría charlando un rato, pero hay que dar continuidad al buen momento. Al poco de arrancar, más gritos de ánimo. "Vinga Albert!"... Genís y Rosa... "Eiii!"... "Què, com vas?"..."Doncs ara crec que be i el ritme és bo, però com corre la gent... En fi, vaig fent, i si després hi han 100 tios que baixen de 24 hores doncs mira, els felicitarem". Lo cierto es que encontrarte amigos en medio de la carrera y de la noche te da la vida...
Así de optimista afronto el tramo de asfalto que se interna en la Vallée des Glaciers y que da paso a un sendero que lleva hacia el flanco sur del valle. Se agradece este tramo de sendero como alternativa a la carretera. Esta parte es corredora, hasta llegar a las eses que marcan el inicio de la subida definitiva al Col de la Seigne. Un tramo de coger el ritmillo sin pensar y poner velocidad de crucero. Paso menos luces que en la subida anterior pero la tendencia sigue en positivo. El tiempo también es algo mejor, con frío pero sin nieve en el momento en el que paso por la cima, a más de 2500 metros. Empiezo la bajada junto con otros tres corredores a los que acabo de alcanzar, de los cuales solo uno me pasa de nuevo y tomas las de Villadiego. Yo sigo yendo a la mía, concentrado en las piedras y en comer lo que toca de vez en cuando. La pendiente disminuye y tras atravesar un llano llego al avituallamiento de Lac Combal (km65). Más caldo calentito y algo de fruta, pero rápido, a ver si gano alguna posición gratis. "Ei Albert"... "Osti Toti! Com va?"... "Bueno, m'ha agafat son, a veure si em foto una mica de caldo"... Estos ataques de sueño son una putada. Yo hace varios avituallamientos que le voy dando a la Coca Cola.
Me vuelvo a meter en la noche, corriendo otros dos kilómetros llanos por una pista antes de coger un sendero a la derecha. Empieza la subida a la Arête de Mont Favre. 400 metros de desnivel, que empiezan fuerte y van suavizándose después. Paso a otros dos corredores pero creo que con algo menos de fuerza que en las subidas de antes. Me llevo un trozo de membrillo a la boca y un gel un poco más allá. No conviene descuidar la comida... No conozco muy bien este trozo, porque la unica vez que pasé fue en 2013, también de noche. La cima no está muy definida, pero llega un momento en que aparecen unas luces allá abajo que deben ser Col Checrouit. Qué bien, parece que están cerca... Empiezo el descenso a un ritmo dinámico pero sin cebarme. Alcanzo una luz que va caminando. Sebastien Camus, un ilustre, que quizá haya sido víctima del ritmo rápido del frente de la carrera. A mí también me alcanza alguien por detrás. Dejo pasar y sigo buscando esas luces de antes, que ahora han desaparecido. Salen nuevamente, parece que a la misma distancia... Qué traidora es la noche... En fin, dejo de fijarme en ellas y bajo sin pensar, intentando mantener una velocidad de entre 8 y 10 por hora que garantice que me mantengo en buenos parciales. Por fin llego al Col Checrouit (km74). Vaya, no tienen caldo. Bueno, solo son 4 kms de bajada hasta Courmayeur, sigamos. Me tomo un último gel. No he comido todo lo que llevaba para este tramo, me queda algún membrillo, pero creo que lo he compensado bien con lo que he comido en los avituallamientos. Hago balance mientras bajo por un sendero empinado y entretenido. Lo cierto es que salvo algunas dudas entre el km20 y 30, creo que estoy gestionando bien la carrera. Estoy casi en la mitad y hasta diría que se me está haciendo corto. Si pienso en positivo, "sólo" queda salvar el Grand Col Ferret y después tres subidas que tampoco son tan largas... Una manera de quitarle hierro al asunto...
De repente...se fue la luz. Coño, qué pasa... Normalmente el frontal avisa antes de que se le acabe la batería... Intento encenderlo y no responde. No veo nada. Llega un corredor pero pasa de largo. Gracias... Saco la batería de repuesto pero no acierto... Plan B, el frontal de repuesto. Tanteando un poco acabo encontrándolo. Con la tontería he perdido un par de minutos y se me ha cortado un poco el rollo. Venga concentración, volvamos a meternos en el tema. El sendero acaba y se convierte en pista, y algo más allá en una carreterilla asfaltada que se desliza hacia las casas de las afueras de Courmayeur. Las marcas giran a la izquierda y me llevan al pavellón del pueblo, donde está instalado este gran avituallamiento y nuevo punto de asistencia (km78). Veo a mi padre justo antes de la puerta y a mi madre dentro esperando con todo preparado.
Es curioso el ambiente que se respira en el avituallamiento de Courmayeur a esas 4 de la mañana de la primera noche del UTMB. Silencio, mesas con material preparado, corredores sentados y ensimismados delante de un tupper de pasta, un pastelito con nueces, pensando en lo que llevan y en lo que queda... Acompañantes mirando con cara de preocupación sin saber cómo quitarle al otro kilómetros de las piernas... Zapatillas de repuesto, pomadas, ropa para cambiarse... Una atmósfera interesante... Por mi parte voy hacia donde está mi madre y me siento delante del tupper de arroz con salsa de tomate. "Vas muy mojado"... Hombre, está lloviendo cada rato, normal... Vamos a ver, centrémonos. El frontal, reponer la comida,... No acabamos de ser eficientes. Entre mi madre, yo y Eli, que aparece por allí, no somos capaces de cambiar la batería del frontal. Eli me trae el de Francesc, que parece que abandona aquí. Me voy comiendo el arroz y bebiendo Ettix pero estoy medio empanado. Entre unas cosas y otras va pasando el tiempo. Me tomo algo de compota de manzana y me levanto. Mierda, tengo ganas de ir al baño. Ya puestos a perder el tiempo... Acabo saliendo del avituallamiento después de 20 minutos (eso ponen los tiempos de paso). Lamentable...
Saliendo del avituallamiento me encuentro a Tere, otra amiga que ha venido a ver la carrera. Charlamos un poquillo al trote y me deja en dirección al centro de Courmayeur. Mierda, no veo marcas. Pregunto a unos tíos, vuelvo atrás. Ahí hay una, vale. Bajo una rampa, subo al otro lado... Vuelvo a perderlas... Joder... Vuelvo un poco atrás, nada. Sigo otra vez... Vale, allá al fondo. Madre mía... Por fin encaro la carreterilla que baja del Refugio Bertone. Se me ha caído el ánimo bastante. El asfalto se transforma en pista y más adelante en camino. Intento espantar la mala dinámica y pillar el ritmo. Me cuesta. He salido del avituallamiento mucho peor de lo que he llegado, al menos anímicamente. A ver si cuando se procese el arroz la energía contribuye también psicológicamente. Bueno... Una luz ahí delante. Al menos paso a alguien... Sebastien Buffard, hombre, otro que no es manco. Me mira con cara de poker... La rutina de subida sigue y alcanzo otra luz. Un canadiense. Le paso justo al salir a la terraza sobre la que está el Refugio Bertone. Llego justo cuando sale otro corredor (km83). Parece que el ganar alguna posición me ha devuelto un poco a la buena dinámica. Consigo deshechar el lado oscuro. Llegan las primeras luces del día y con ellas un paisaje espectacular. El lado italiano está un poco más despejado y deja ver casi en su totalidad la cara sur del macizo del Mont Blanc y les Grandes Jorasses. De las mejores vistas de los Alpes. Tras un repechillo empieza el sendero predominantemente llano que lleva en dirección al refugio Bonatti. Qué recuerdos... Qué largo se me hizo en sentido contrario en aquella última madrugada del Tor des Geants... Ahora en cambio cojo un trote de crucero y avanzo bastante rápido. He vuelto a la buena onda y las vaguadas van pasando una tras otra. Paso al corredor que he visto antes, que resulta ser canario, y algo más allá veo a un corredor de azul que tiene pinta de ser Cedric. Le alcanzo... "Salut Albert... Putain je suis crampé". No hace buena cara. "J'ai pas du raisin aujourd'hui" bromeo, recordando la última nochevieja, surrealista, comiéndome las uvas en una avituallamiento en aquella carrera de Hong Kong. El pobre está en modo desconexión así que tiro adelante y llego al Refugio Bonatti (km90).
Sigo con la dinámica de caldos como complemento de membrillos y geles. De los dátiles me estoy empezando a cansar. El camino sigue parecido en el tramo siguiente. Llano, algún repechillo, algún tobogán, hasta llegar a la bajada definitiva hacia Arnouva (km95). "Vamoooooos!" Osti, ahí están otra vez Jordi y Àngela, que se lo han currado un huevo para poder estar aquí. Llego a la carpa del avituallamiento con el ánimo por las nubes y el mal rollo totalmente olvidado. Más caldo, más coca cola y más sales. Me acompañan unos metros tras el avituallamiento. "Què, com vas?"... "Crec que bastant be... Menjant be i crec que he portat el ritme que toca... Aviam..." Bromeamos un poco y me despido de ellos haciendo de Mo Farah (no me preguntéis por qué, las neuronas fallan...). Así que inicio la subida al Grand Col Ferret la mar de contento. A ver si puedo hacer bien esta subida y llego bien a la larguísima bajada siguiente, que es un tramo clave. Voy siguiendo en dirección al fondo del valle, que con esas nubes grises parece Mordor. Me encuentro gente que baja en sentido opuesto, entre ellos Robert Marcé, de UltraEsports en Rac1. Salgo a un replano donde está el refugio Elisabetta. Ahí tengo otros dos corredores. Venga a ver si los paso... Al primero lo alcanzo justo tras el refugio, porque se ha parado a ponerse la manga larga. Venga a por el otro, este es mi terreno... Echo la mirada al suelo... Ritmo... Miro... Osti, parece que me cuesta... Ritmo, paciencia... De repente parece que no recorto, o si lo hago cada metro me cuesta. La pendiente se acentúa y el chino (parece chino o japonés) pierde ritmo, pero a mi me pasa lo mismo. Joder, qué pasa, ya no tiro?... Le recupero pero muuuuy lentamente. Lo acabo alcanzando ya en medio de la niebla, casi en lo alto del collado. El tipo va gimiendo, pero yo no voy mucho mejor. No noto vacío en el estómago. He venido comiendo y he comido en el avituallamiento. Será que no lo he asimilado todavía?
Empiezo la bajada y me cuesta mantener el trote. Me duelen las piernas, hace frío y el sendero está embarrado. He perdido la alegría en las piernas y con ella la agilidad que me vendría bien para bajar por el barro resbaladizo. Me alcanza el chino y me pasa de forma incontestable. La bajada es de las de empujar y de repente me he quedado sin fuerzas. Me alcanza también el canadiense y otro tío de naranja que he visto que venía con fuerzas en Bonatti. Y otro de azul. Y yo cada vez con más dolor de piernas y menos energías físicas y mentales para correr a un ritmo digno. Llego al avituallamiento de La Fouly ya "oficialmente" instaurado en el estado de crisis (km109). El problema es que a estas alturas este declive puede ser irreversible.
Qué diferencia con respecto al avituallamiento anterior, la "depre" es inminente, si es que no ha llegado ya. Pido caldo, un par de boles, fruta, y relleno la bolsa de hidratación que tenía preparada con polvos Tailwind para este punto. Todo ello sin energía mental para darme prisa. Antes de salir, otra vez ganas de ir al baño. La dinámica está totalmente rota. Una vez soltado lastre salgo, ahora sí, con un trote bastante lastimero a lo largo de la calle y detrás de un tipo de naranja que es español. Un tal Ginés. Creo que ninguno de los dos tiene ganas de hablar. Al salir de este avituallamiento fue donde empezó gestarse mi abandono de 2013, en forma de un dolor cada vez más insoportable en la rodilla. Hoy me duelen las piernas, pero no es ninguna lesión. Creo que simplemente falta de fuerzas. Un atajo de 200 metros por sendero me vuelve a dejar en la carretera. En su día íbamos por el otro lado del valle, pero ahora parece que seguimos por la carretera. El asfalto no ayuda a mis dolores de piernas, pero ahí sigue... Y pasan los kilómetros y seguimos por la carretera, en leve descenso. Miro al fondo e intento identificar dónde está Champex... Aquello debe ser... Y está todavía a tomar por culo... Y tiene pinta que no salimos de esta carretera... Qué coñazo... Al final acaban siendo 10 kilómetros hasta que cruzamos el río y empieza el camino que sube en diagonal hacia Champex. Ponerme a caminar representa un alivio para las piernas, pero mi invulnerabilidad de las subidas anteriores ha pasado a la historia. Un francés llega por detrás y me pasa. Veo a Ginés que no tiene pinta de tener muchas fuerzas pero aún así no le recorto, con lo cual intuyo que debo tener el mismo aspecto. Voy echándole vistazos al reloj para ver cómo avanza la distancia... Lento...Mierda, qué es esto? Me acaba de picar un tábano, o una avispa, o no se que narices era pero me ha dejado el gemelo fino. A perro flaco todo son pulgas... (la foto es de otro momento, os aseguro que aquí no sonreía...)
Finalmente llegamos a la carpa de Champex (km123) con Ginés, que va gimiendo en un idioma ininteligible. Ahí está mi padre haciendo fotos. Con la cara le explico com va la cosa. Dentro mi madre... "Que tal?"... "Mal... Sin fuerzas desde hace 20 kilómetros y hasta las narices del asfalto". Me centro en el tupper de arroz, la botella de Ettix y en reponer algo de la comida, aunque ahora nos vamos a ver más a menudo y además voy a tirar de los avituallamientos principalmente. Opto también por cambiarme las zapatillas, me pongo las Tecnica que son más acolchadas, a ver si me alivian un poco estos dolores generales que tengo en las piernas. Al menos lo que sí tengo claro es que el abandono no es opción, aunque sólo sea para no tener que volver. Una segunda retirada en esta carrera sería un dramón. Evitar la noche se plantea como el objetivo a perseguir. Veremos... Salgo de la carpa... Llueve... Fantástico. Cuando he llegado hasta asomaba un poco el sol así que me había dejado de preocupar por el tiempo. Al cabo de 100 metros me doy cuenta de que si sigo así me quedaré calado, así que me paro bajo un porche y me pongo la chaqueta y pantalón impermeables. Vuelta a arrancar, trote cochinero, carretera alrededor de un lago, más allá pista, y más pista, y más pista... Y correr y correr y correr, sin paisaje y sin nada. Realmente este tramo me está pareciendo infumable. Por fin llego al fondo de un valle y las marcas se meten por un sendero. Venga, subida a La Giète.
Aunque las fuerzas siguen en otra órbita, almenos caminando me duelen menos las piernas y soy capaz de poner un ritmo aceptable. Adelanto a un corredor que me ha pasado en el llano e incluso hasta otros tres antes de llegar a la cima, más porque ellos van mal que porque yo vaya bien. Como en toda la carrera, la lluvia va y viene, y el sendero está bastante embarrado, lo cual hace aparecer un nuevo problema. Mis zapatillas no traccionan nada. Las Tecnica que me he puesto en Champex podrán ser cómodas, pero el taco en barro no sirve para nada. Mientras subo aún tira que te va, pero al llegar arriba y tenerme que poner a trotar, mi avance es un auténtico drama. Si ya me dolían las piernas, la inestabilidad de cada pisada conlleva pinchazos a cada paso, lo que se traduce en lentitud y torpeza máxima. Todos los que he pasado en la subida me vuelven a adelantar sin ninguna respuesta por mi parte. Busco con la mirada el Col de Forclaz, al que llego en un estado bastante depresivo. "Vamooos!"... Osti, ahí están Jordi y Àngela. "Voy fundido y el barro me está matando". Si la última vez que me han visto estaba haciendo el Mo Farah, ahora estoy más bien como el típico atleta invitado de las Islas Turkus & Kaikos, al que doblan cuatro veces. "Acaba de passar el Sage Canaday"... Pues si Sage Canaday acaba de pasar y tal como voy yo, debe ser para verle al pobre hombre, de lo crujido que debe ir. En todo caso viene muy bien un momento de distensión antes del descenso definitivo a Trient (km140). Entro a la carpa y me siento delante del tupper de arroz, sin ninguna prisa. "Cambio otra vez a las zapatillas de antes, que esto no agarra nada". Me siento hacia delante con la cabeza entre los brazos... Lo único positivo es que se va acercando el final... Abandonar no es opción, total "sólo" estoy cansado y sin fuerzas. Ya llegaré, aunque lo de evitar la noche se va poniendo más incierto... "Albeert!!".. Hombre, ahí están Nil, Eli y Francesc. De algún sitio sale un esbozo de sonrisa lastimera. "Estic mort"... "Vinga però s'ha d'acabar això"... "Si, encara que sigui per no haver de tornar, acabar acabaré".
Con algo de energía positiva salgo trotando de Trient. Venga va, penúltima subida. Agradezco que venga la subida. Los kilómetros pasan más lentos pero visto mi estado en las bajadas tampoco hay tanta diferencia. Velocidad de crucero... adelanto algún corredor que previsiblemente me devolverá la jugada en la bajada... Así hasta la cima de Catogne, donde el tiempo ha mejorado algo y permite una de las pocas vistas bonitas en toda la carrera. La bajada vuelve a ser un desastre pero ya lo tengo más asumido y voy haciendo lo que puedo. Paso a un chico vasco que está en modo "ya llegaré". Una ultima bajada "anti cuádriceps" me deja en Vallorcine, donde me encuentro a Xavi, un amigo de Lyon que ayer (bueno antesdeayer ya) hizo la OCC. Estos encuentros ayudan a enterrar un poco el mal estado físico. Tengo dudas sobre el recorrido que han modificado en la parte final. Me dice que los voluntarios le han dicho que no se ha de bajar a Argentière, lo cual es una buena noticia. Será subir al Col des Montets, de ahi subida directa a la Flegère y bajada final... Al llegar a la carpa la pregunto yo mismo y me lo confirman. Perfecto...
El avituallamiento de Vallorcine (km150) es una enfermería de guerra. Un tipo tumbado en un banco bajo una manta (después me enteré que era Diego Pazos, uno de los punteros) al que su novia le mima y no se si le anima a que siga, a que abandone la carrera o a que abandone las carreras... Otro corredor por ahí sentado con la mirada perdida... Yo pego un último tanto al tupper de arroz e intento no empanarme demasiado. Empiezo a ver la luz al final del tunel y no estoy tan desanimado como en Trient. Tengo ganas de salir a por el último tramo y acabar ya con el tema. Me despido por última vez de mis padres y enfilo la subida a Montets. Esto podría correrse con un mínimo de fuerzas pero ahora mismo ni me lo planteo. Eso sí, camino a un ritmo relativamente bueno y llego al collado bastante bien, justo cuando me pasa una chica (la tercera). Ahí vuelve estar Xavi con quien bromeamos un momento y me despido agradeciéndole que haya venido a verme y darme ánimos. También hay un grupo de vascos muy majos. Venga que parece que al menos me animo un poco para acabar. Mis padres también están justo pasado el Col des Montets. Un cruce de la carretera da paso a la última subida. Venga va, a por ello...
Este sendero vuelve a ser más empinado y sólo siento las fuerzas que da el hecho de que ya es el último esfuerzo. Llevo a la chica que me ha adelantado a unos 60-80 metros y mientras el tramo es de caminar la distancia se mantiene constante, pero a la que aparece algún trecho trotable la pierdo definitivamente. No tengo energía mental para superar la pesadez de las piernas y ponerme a trotar. Camino adelante echándole un pulso moral al altímetro, intentando aguantar sin mirarlo para evitar darme cuenta de lo lento que avanza. 1500m... 1600m... 1700m... Me parece que la Flegère está a 1800 y pico, ya no me debe quedar mucho por subir. De pronto aparece un cartel. "La Flegère, 2h"... De todas formas la flecha apunta a la derecha que no es hacia donde está la Flegère... Debe ser una ruta que da un rodeo por otro lado, creo que estaba por ahí el Lac Blanc... Sí, eso debe ser... De todas formas las marcas se van a la izquierda por un sendero que empieza a bajar. Empieza a bajar y sigue bajando... Qué raro... 1700m... 1600m... Será que ya se baja a Chamonix? Igual con el cambio de itinerario se subía solo hasta "casi" La Flegère... Pero no había un último avituallamiento allí?... 1500m... No puede ser, tengo que estar bajando hacia el valle ya. O eso o se han dejado las marcas de la OCC o de la CCC o de vete a saber qué carrera... Pero no puede ser, no pueden meter esta cagada y además ya hubiera encontrado algún otro corredor confundido... No, tiene que estar bien. Por otro lado el camino es una auténtica putada para mis piernas. Un sendero de roca mojada que con lo torpe que voy me sienta como una patada en el culo. Voy lentísimo, pero almenos estoy bajando ya hacia el valle... Un momento, ahí hay un cartel. Miro el altímetro, 1460m... Las marcas giran a la derecha... Y suben...
Qué putada... La subida anterior no era más que un añadido para compensar el desnivel que no hemos hecho para subir a la Tête aux Vents... Vuelvo a tener 400m de subida ante mí... Al bajón moral se le añade la llegada de la noche. Todo se pone oscuro... Vuelvo a empezar la lucha con el altímetro pero esta subida es más cabrona. Hay largos tramos llanos que en situación normal los debería trotar y pasarían rápido pero en mi estado los camino enteros y se hacen más largos que un domingo sin dinero. De vez en cuando intento trotar pero aguanto 15 o 20 metros. Qué desastre... Se van apagando el día y mis fuerzas... Vuelvo a alcanzar los 1700 metros y el terreno se abre algo. Salgo a una pista de esquí. Allí arriba está La Flegère, por lo menos ahora no hay trampa ni cartón. Echo la mirada al suelo y subo con la mente en blanco, ya prácticamente sin luz. Un poco antes de llegar a la altura de los telesillas pierdo las marcas. Saquemos el frontal, no vayamos a perdernos ahora... Pruebo de alcanzarlo, no llego... Mochila fuera... Dónde está?... El mío no lo veo... A ver, el de Francesc, aquí... Coño, no hace luz casi... No debo estar haciéndolo bien...Avanzo un poco... No, así no voy a ningún lado... Me vuelvo a sacar la mochila, el impermeable... Aquí está el otro... Madre mía, qué torpeza. Llevo 5 minutos haciendo el canelo... Resuelto el entuerto llego al avituallamiento de la Flegère (km161). Le comento al voluntario que me ha "encantado" la subida sorpresa pero en fín, qué culpa tendrá él...
Me tomo un último caldo y salgo justo en el momento en que llegan dos corredores españoles. Estaría bien poderme enganchar a ellos y que se me pase más rápido el tramo hasta meta. Me alcanzan al pie de la primera rampa de descenso, justo al meternos por un sendero. Acelero un poco para engancharme pero desconecto enseguida. Más de lo mismo... Nada, a seguir a lo mío. La niebla se cierra y hace difícil distinguir el resplandor de las marcas en medio del bosque. El sonido de mis dos predecesores se va perdiendo y me quedo definitivamente sólo, intentando concentrarme en no perder las marcas. Sólo faltaría eso... Afortunadamente salgo por debajo de la nube y la orientación se hace más fácil. Aparecen las luces del fondo del valle, más lejos de lo que me gustaría. Las hay por todos lados, cuáles serán las de Chamonix? La bajada alterna tramos llanos que alivian algo las piernas pero que no me sirven para nada porque no me acercan al objetivo de que el altímetro marque los ansiados 1000 metros a los que está la meta, de que se acerquen esas malditas luces... Otro tramo de descenso me acaba dejando en una casa y una pista. Debo estar cerca, pero el bosque se ha cerrado y en la noche no consigo hacerme una idea de lo cerca o lejos que están las luces del valle. Intento trotar... Nada. Camino rápido... Marcas y más marcas... Ahí hay unas casas... Las paso... nada, aún no es Chamonix. Venga trota un poco, avanza más rápido... Nada, otra vez andando... Llega una luz por detrás... "Courage"... Gracias, ni me inmuto. Una nueva curva me da una pequeña alegría. Esas casas sí son. Empieza el asfalto y ahí está la rotonda por la que estuve paseando ayer. Hay gente animando, ya es el último kilómetro. Ahora sí, por lo menos conozco exactamente lo que queda. Me pasan otros dos corredores. No les hago ni caso pero al menos me pongo a trotar mínimamente. Calle en bajada, 20 metros a la izquierda... Me paro a andar... Venga no, almenos llega corriendo. Giro a la derecha, hasta el río, otra vez a la derecha, las casetas de la feria de marcas... Otro giro a la derecha y ligera subida. Cada vez hay más gente animando pero no me hace efecto. Se me ha hecho eterna esta bajada, estoy exhausto física y sobretodo psicológicamente. Ese giro a la izquierda me deja en la última calle. "Vengaaaaa!!!" son Jordi y Àngela... Levanto la mirada... "Estic mort" me sale, con una mezcla de sinceridad y desesperación. Enfilo a la izquierda, 200 metros... Detrás de un callejón se ve la recta de meta. Me dan ganas de cruzar por ahí pero me toca dar la vuelta a un edificio en una larga curva a derecha que me deja, ahora sí en esos últimos 50 metros. Son las 10 de la noche y el pueblo está lleno de gente. Todo el mundo pica con las manos haciendo un ruido tremendo contra las vallas. Gritos, ánimos, manos de niños esperando que se las choques... Ni con esas. No recuerdo ni sentir una especial emoción, más allá del alivio. Por fin... Cruzo la meta.
Tiro los palos a un lado, me meto entre los fotógrafos y la gente que está detrás de la meta. No tengo ganas de hablar. Me voy a una valla y me quedo apoyado contra ella, dándole vueltas al coco. No he tenido las sensaciones que esperaba. Todo el año acabando con buen feeling en las carreras, con sensación de ir de menos a más, de estar en la buena dirección para este día D, y cuando ha llegado, en el momento de la verdad las cosas no han salido como pensaba que podían salir. Ya sé que podría ser peor, podría haber abandonado, podría haberme lesionado, que 27h y pico no está tan mal... No se puede pensar en términos absolutos. Mirado en términos relativos, en relación a cómo me he encontrado otros días durante este año y mirando a gente con la que me he movido otros días, no puedo decir que haya sido una buena actuación. Lo más positivo, haber sido capaz de hacer el esfuerzo de acabar, aunque tengo que reconocer que buena parte del motor mental se basaba en la idea de no tener que volver. No creo que haya sido un fallo de alimentación, calculé lo que tenía que comer en cada tramo y creo que lo he cumplido bien (de hecho cuando me pesé al llegar a Girona no había perdido nada de peso). Hidratacion, lo mismo, he bebido bien y prueba de ello es que he parado a mear más que nunca. Simplemente no he tenido fuerzas. Quizá me han sobrado esos dos entrenos largos después de la carrera de Noruega. No se...
Bueno una pena, pero una vez digerido el tema tampoco es cuestión de dramatizar. Ha salido como ha salido. Sólo queda aceptar el nivel que se ha dado, intentar aprender de ello, aceptar lo que somos y volver a disfrutar la próxima vez. Eso y valorar la experiencia, que como todas estas, nos ayuda a formarnos como personas. Y para valorar la experiencia sólo hace falta pensar en toda la gente que estuvo siguéndome durante la aventura, todos los mensajes de whatsapp que encontré a la llegada, y en Facebook... Y especialmente todas esas caras, esos ánimos y esos breaks mentales, incluso en los momentos más difíciles. Empezando por mis padres que corren su ultra en paralelo, Jordi y Àngela, Francesc, Eli, Nil, Tere, Xavi, Genís, Rosa, Simon... Al final si ponemos a las personas por delante del deporte o la política, siempre salimos ganando.

Besos y abrazos

P.D: tanto hablar de mí mismo, vamos a hablar un poco de los demás. Primero de todo mi compañero de viaje y de bastantes entrenos, Alberto. No tenía dudas de ello, un carrerón con 23h50' y 29ª posición. Un valor seguro. Y si miramos aún más adelante, el elenco de estrellas que venía a esta carrera se tradujo en unos tiempos espectaculares, con tres corredores por debajo de las 20 horas y los dos primeros muy cerca de las 19h. Todo lo que no sea una victoria de Kilian puede calificarse de sorpresa, pero francamente su segundo puesto con 19h14' es para sacarse el sombrero. No hace falta hablar ya de esas 19h01' de François d'Haene, que le dieron la victoria en esta "carrera del siglo".

P.P.D: Sobre el tema del material. Algunos pequeños cambios respecto a lo habitual. En el UTMB la lista de material obligatorio es algo más extensa que en otras carreras. Elementos un poco particulares en este caso son un segundo frontal con sus respectivas baterías, unos pantalones impermeables y unos guantes impermeables (aparte de todo lo típico). Sinceramente creo que se puede pasar con una mochila como al Skin-5 de Salomon, pero unos días antes de la carrera me compré el cinturón este de Salomon donde se pueden llevar los palos y que utilicé también para llevar la comida. De forma que la tenía más controlada. Sobre el cinturón, decir que cuando no llevas los palos detrás haciendo contrapeso se mueve un pelín demasiado cuando corres a un ritmo moderado-alto. De todas formas si te bajas un poco el cinturón hasta que te pille el hueso de la cadera, el problema se soluciona bastante. Evidentemente todo depende de cinturas y tallas.
Zapatillas: Las Sense Ultra. Muy bien, como en el resto de carreras que las he llevado. Hice toda la carrera con ellas excepto los 17kms entre Champex y Trient. Buen agarre en general, razonable en el barro y buena comodidad. Van camino de los 400km y siguen sin agujeros, lo cual visto el panorama no está mal. Las Tecnica (Inferno 3) que usé entre Champex y Trient no pueden decir lo mismo y eso que llevan menos. Buena amortiguación pero el agarre flojo, y en el barro un drama.

P.P.P.D: ya que me lo curré añado por aquí la tabla con el planning de alimentación que llevaba preparado. El criterio que usé era en base a los hidratos de carbono e intentando ingerir 50g por hora de esfuerzo. La comida a base de membrillo (una unidad es un quesito), dátiles, geles (de los líquidos Power Gel) y barritas (Trek, de chocolate o coco). También alimento líquido (Tailwind y Ettix del recuperador), un tupper de arroz con salsa de tomate y compota de manzana. Para beber y pasar el arroz en los avituallamientos grandes, una botella grande de Ettix (1,5l). Además, de los avituallamientos cogí caldo con pasta y fruta y alguna compota de manzana adicional (que recuerde en Chapieux)



Tiempo

Alimentación






Aporte
Puntos Paso km para 24h
Hora paso Membrillo Datiles Gel Barra Pasta Arroz Tailwind Ettix Avituall. HC Gasto
Les Houches 8 1:00 1.00 19:00 1 1
0.5




36.5 50
St Gervais 21 3:00 3.00 21:00 2 2 1 0.5



30 151 150
Les Contamines 31 4:30 4.50 22:30 1 1
0.5



15 202.5 225
La Balme 39 5:30 5.50 23:30
1
0.5

1

301 275
Les Chapieux 50 7:00 7.00 1:00 1 1 1





349 350
Lac Combal 65 9:15 9.25 3:15 1 2 1 1


1
471 462.5
Col Checrouit 74 10:30 10.50 4:30 1 1 1





519 525
Courmayeur 78 11:00 11.00 5:00 1 1






542 550
Ref Bertone 83 11:45 11.75 5:45




1


612 587.5
Ref Bonatti 90 12:45 12.75 6:45





1

687 637.5
Arnouvaz 95 13:30 13.50 7:30 1







700 675
La Fouly 109 15:30 15.50 9:30 1 1 1 1



15 790 775
Champex 123 17:30 17.50 11:30 1 2 1



1
885 875
Trient 140 20:00 20.00 14:00 1 1 1

1


1003 1000
Vallorcine 150 21:30 21.50 15:30 1 1 1

0.5
1
1123 1075
La Flegère 161 23:00 23.00 17:00 1 1 1

0.5


1206 1150
Chamonix 171 24:30:00 24.50 18:30 1 1 1





1254 1225





15 17 10 4







Increíble, he copiado directo del excel y no ha explotado el post...

P.P.P.P.D: Ya no hay más P's, lo prometo... Cuatro semanas después de la carrera lo cierto es que hay tornillos que no sé si están bien apretados. Tengo el Aquiles izquierdo dando un poco por saco. Si hay suerte y la cosa evoluciona bien, a finales de octubre haré el Ultra Terres de Lleida, una carrera nueva y cerca de casa. Por lo demás, nuevamente paso a los rogaines, uno mañana en la Granja d'Escarp, Campeonato de Cataluña la semana que viene en Pardines y varios de liga española entre noviembre y diciembre, aunque todo con un ritmo de entreno y competición algo más bajo, intentando que el cuerpo y la mente se recuperen