lunes, 7 de septiembre de 2020

Nonstop Aliments

Después de varios meses de tiempos surrealistas que nadie hubiéramos imaginado, me he decidido a sacarle el polvo a este blog. La ocasión se lo merece...

Todo empezó allá por el mes de mayo, una de las incontables tardes de confinamiento y con una de esas charlas telefónicas que significaban una agradable discontinuidad en el tiempo de aquellos que pasamos ese periodo en solitario. Al otro lado del teléfono estaba Albert Vilardell, una de esas grandes personas y compañero de aventuras que te proporciona esta afición a la montaña. Con él y con Miquel Pera teníamos que ir este año a participar en la PTL, la hermana mayor, muchas veces olvidada, del archiconocido Ultratrail del Mont Blanc. Una prueba por equipos que significaba para mí probar algo diferente dentro del abanico de modalidades y recorridos que existen dentro del mundo del trail.

"No pinta bé..." Efectivamente, no pintaba bien el futuro de la carrera, que prometía ser una carta más dentro del castillo de naipes en pleno derrumbe que constituía el calendario de la temporada. "Però mira" me dijo..."Tinc un amic de Tarragona que m'ha proposat de participar en un projecte...". Y así me vi inmerso en el proyecto Nonstop Aliments.

La idea parte, entre otras personas, de Marc Fernández, un motivado y experimentado corredor y organizador de carreras y eventos solidarios (volveremos a hablar de él en un próximo post, pero esa será otra historia). La elegante iniciativa consistía en atravesar Cataluña siguiendo dos de los principales senderos de Gran Recorrido (los clásicos de las marcas rojas y blancas). Saliendo de la Costa Brava, en Sant Martí d'Empúries, seguiríamos el GR1 pasando por Banyoles, Besalú, Ripoll, hasta Sant Llorenç de Morunys. Allí cambiaríamos al GR7, por el que bajaríamos en dirección sur cruzando Solsona, Pinós, Jorba, en dirección a las montañas de Prades, La Riba, Mont-Ral, Vandellós, Tivissa, para acabar subiendo al Mont Caro, en els Ports de Besseit, y bajar a Roquetes, que sería el destino final del recorrido. Un total de 600 kilómetros por una terreno más ondulado de lo que parece inicialmente, con unos 25000 metros de desnivel positivo. Esa es la parte geográfica o deportiva del reto, que se enmarcaba en otra componente de carácter solidario en la que se colaboró con el Banc dels Aliments, y que consistía en una campaña de recogida de alimentos realizada en paralelo en distintas poblaciones del recorrido.

El equipo completo estuvo finalmente formado por 13 corredores (entre los que me encontraba yo) y 7 asistentes. Más adelante se incorporaron a lo largo del camino varios corredores más que hicieron una parte del recorrido. El planteamiento inicial fue dividir al equipo en tres grupos, para evitar aglomeraciones y facilitar la gestión de los avituallamientos y las paradas. Cada uno de los grupos realizaría el recorrido completo a ritmo global similar pero parando a dormir donde cada uno lo necesitase. Se trataba de un objetivo ambicioso teniendo en cuenta el tiempo, dado que salíamos de Sant Martí d'Empúries el lunes 24 de agosto a las 8 de la mañana y teníamos que llegar a Roquetes el sábado 29 por la tarde. Un servidor formaba parte del primer grupo, que compartía con otro Albert (Giné), Neus y Jordi. En un segundo grupo irían "dos Joses" (la cosa iba de Alberts, de Joses y de Elenas), Calaza y Escribano, Jacinto y Fernando y el tercero lo formarían las dos Elenas (Calvillo y Ferreres), Antonio, Jose Quirós y el propio Marc.

Llenos de ilusión partimos de Sant Martí d'Empúries el lunes 24, cruzando el bonito casco viejo al trote y sin saber muy bien qué ritmo llevar. Los primeros kilómetros son mayoritariamente planos y el calor todavía no castiga como previsiblemente hará más adelante. En mi grupo Jordi lleva el GPS, que pronto demuestra ser más que necesario dada la escasez de marcas en este primer tramo. Aprovechamos para charlar un poco y presentarnos, sobre todo yo que soy el más "outsider" y sólo conozco un poco a Neus del mundial de rogaine del año pasado. Albert, que está curtido en bastantes batallas, va marcando el ritmo y tirando de la correa para que en las subidas caminemos y guardemos fuerzas. Tras un primer avituallamiento nos encontramos con los primeros problemas de orientación. Lógicamente, para que un track de 600 kilómetros sea manejable la frecuencia de los puntos ha de ser algo más baja de lo normal y eso hace que en algún punto sea difícil de seguir. A la segunda pérdida decido coger el móvil y cambiar de táctica. Abro la web de senderos GR de Cataluña (https://senders.feec.cat/) y conecto el mapa donde puedes ver el recorrido del GR sobre la cartografía, prácticamente con todo el detalle que quieras. El punto complicado es que no aparece tu posición con lo cual tienes que ir orientando constantemente pero bueno, se supone que eso lo debería saber hacer... Con algo más de seguridad vamos cruzando el Empordà, entre campos y bosquecillos, por tramos de pista y algo de asfalto. Así llegamos a Banyoles (km47), más o menos a la hora de comer. Tras repostar gasolina y a la vista del buen ritmo que hemos llevado optamos por tumbarnos 20 minutos extra. Creo que podemos echar en falta este tiempo más adelante pero al fin y al cabo hay que adaptarse al ritmo conjunto del grupo y todos tenemos que sentirnos a gusto con el ritmo.

Después de comer hacemos un tramo andando a buen ritmo pero sin trotar, para hacer la digestión. Por el camino nos encontramos a Albert Roca, un crack de los raids (campeón del mundo nada menos) y a quien también conozco del mundo de los rogaines. Justo antes de llegar a Besalú aparece el primer problema serio de la ruta. Neus ha empezado a notar molestias en la rodilla que le impiden correr en plano o bajada. Aunque falte un montón si pensamos en la totalidad del recorrido, llevamos ya 65 kilómetros mayoritariamente al trote, así que es normal que pueda salir algún problema físico. En Besalú nos deja provisionalmente Mònica, que finalmente ha venido a acompañarme y acompañarnos y se ausentará un par de días para cumplir con el trabajo. Afrontamos el siguiente tramo hasta Oix caminando, aunque lo hacemos prácticamente a 7 por hora. El atardecer nos coge por unos bonitos caminos de la Garrotxa por los que llegamos con las últimas luces al pueblecito de Oix (km85). Ahí paramos a cenar. Desafortunadamente la última bajada no ha sido positiva y las malas sensaciones de Neus se confirman y va a tener que subir a la furgoneta algún tramo esperando que, quizá con la ayuda del fisio mañana, las molestias mejoren. Cenamos y decidimos descansar un par de horas más. Yo no tengo sueño así que me tumbo pero estoy simplemente relajado sin dormir.

A medianoche nuestro reducido grupo de tres sale a por el siguiente tramo, de otros 20 kilómetros hasta Sant Pau de Segúries. Por la noche la cosa se vuelve más exigente, sobre todo a nivel de orientación, y además el tramo presenta más desnivel que los anteriores, con lo cual nos lleva prácticamente 4 horas el llegar hasta el siguiente control. Comemos en un parque y afrontamos el siguiente tramo, más corto, hasta Sant Joan de les Abadesses. Aquí son ya casi las 6 de la mañana y se plantea un nuevo alto para dormir dos horas más. Esta vez si consigo dormir algo, aunque al paso del segundo grupo (que sigue adelante) me despierto y ya no vuelvo a pegar ojo. El siguiente tramo hasta Ripoll nos trae otra mala noticia, y es que a Jordi le aparecen también unos dolores en la rodilla que son especialmente molestas en los tramos de asfalto. Este es el caso de la entrada de Ripoll. Paramos un buen rato aquí y finalmente salimos los tres juntos para cubrir un nuevo tramo que se prevé duro, por los 21 kilómetros y por el calor del mediodía. La situación no mejora y Jordi no puede trotar en bajada. Nos comenta que vayamos tirando y finalmente Albert y yo tiramos para delante con vistas a reevaluar la situación en el avituallamiento siguiente. Afortunadamente por el camino encontramos un par de casas donde poder rellenar los bidones. También por suerte, el último tramo tiene algo más de sombras, entre el bosque, aunque el precio es cruzar senderos llenos de telarañas de las que cuelgan unos gusanos que se te meten por todos lados. Por fin llegamos a Alpens, donde encontramos al segundo grupo (nos habían pasado en Sant Joan de les Abadesses) en medio de una pequeña crisis.

Han hecho números y no vamos a tiempo de llegar a Roquetes el sábado. A mí me lo parecía, aunque lo cierto es que no había hecho números precisos. Era más una impresión fruto de la experiencia de carreras similares, en las que el ritmo en la segunda mitad se reduce mucho a consecuencia del sueño. Comentamos la situación con Dani, un auténtico crack que forma parte de nuestro grupo de apoyo y uno de los pilares de la organización del evento. Albert y yo vamos bastante bien, así que decidimos seguir con el plan previsto mientras el segundo grupo espera a que llegue el tercero y se estudia alguna posible alternativa. Empieza a coger forma la posibilidad de seguir adelante en formato relevos, opción que personalmente me parece muy buena idea. De momento se decide que Albert y yo sigamos adelante mientras estemos en tiempo, así que tras un breve pero bien aprovechado avituallamiento, salimos adelante. Se nos une Isabel, la otra componente de nuestro equipo de apoyo, que inicialmente venía a asistir a Neus y Jordi.

Salimos de Alpens escopeteados, demasiado, porque no me da tiempo de mirar el mapa y tenemos un par de patinazos. Ya más calmados cogemos un tramo de pista corredor bastante rápido y después un tramo algo más exigente hasta Lluçà. Nuevo avituallamiento donde nos encontramos con Dani, Neus y Jordi, que en vistas de cómo seguía la rodilla se ha subido a la furgoneta a la espera de cómo evolucione la ruta. El siguiente tramo nos lleva hasta la ermita de la Mare de Déu de Sagàs, mientras el calor va aflojando y el avance se hace más llevadero. Aquí cogemos los frontales y salimos en dirección a Gironella. A medio camino se acaba la luz del día, en un mal momento porque atravesamos un tramo en que el camino está poco definido. En un momento dado atravesamos una zona de afloramientos rocosos donde las marcas indican la dirección a seguir, pero no acertamos a encontrar la siguiente señal. Perdemos 5 minutos buscando el camino, hasta que hallamos la salida y nos dirigimos hacia unas casas. Decidimos asegurar el tiro y hasta llegar a Gironella evitar los senderos y coger pistas que sean claras, aunque vayan en paralelo al GR. Poco antes de llegar Albert me hace una propuesta. "He pensado que no tiene mucho sentido que unos hagamos una cosa y otros otra. Si te parece vamos todos en formato relevos". Me parece buena idea. Se trata de una iniciativa en equipo y mejor compartir todos lo mismo. No sé si estamos en condiciones de recuperar el tiempo y llegar a Roquetes en el formato original, pero en cualquier caso creo que vamos a disfrutar más de la experiencia de esta manera. Decidimos descansar en Gironella y volver a salir cuando llegue el tercer equipo, iniciando así la tanda de relevos. Visto a posteriori, creo que fue una buena decisión, que hizo que todo el grupo estuviera más cohesionado, pudiéramos interaccionar más entre todos y la experiencia fuese mucho más gratificante.

Con un punto más de relajación y tras dos horas de sueño, esta vez sí profundo y necesario, salimos a cubrir el siguiente tramo. Nos acompaña Marc, que ha decidido hacer este trozo con nosotros. Con la cabeza más despejada voy orientando mejor por un primer trecho algo confuso, hasta coger una serie de pistas que ya lo hacen todo más claro. Pasamos por zonas que recorrimos en el último rogaine pre-COVID, el de Avià en el mes de enero. Únicamente nos confundimos algo a la llegada a l'Espunyola, siguiente punto de control. Pasamos la baliza al segundo grupo y volvemos a descansar un rato.

Se hace raro coger el coche hasta Sant Llorenç de Morunys, punto donde nos toca volver a arrancar. Por el camino nos damos el lujo de un pequeño baño en el Embalse de Sant Ponç, y un buen desayuno de cuchillo y tenedor en un bar de Sant Llorenç. Sobre las 14h llega el grupo de Marc y salimos calle arriba cruzando el pueblo. Nos acompaña Antonio, de Bellvís, que nos va a acompañar un trecho. A pesar del calor, las fuerzas renovadas por el descanso se notan y subimos al trote por un bonito sendero que nos deja en la carretera que baja del Coll de Jou hasta Solsona. Ahí nos esperan Dani, Jordi y Neus, para reponer líquido. Por terreno corredor recorremos un sendero paralelo a la carretera hasta Hostal del Cap del Pla. De ahí nos vamos en coche hasta Solsona, donde entramos los tres grupos juntos y hacemos una foto de grupo junto a una delegación del Banc dels Aliments.

La noche siguiente nos depara un par de tramos, el primero bastante plácido y corredor, entre el Santuari del Miracle y el de Pinòs, y otro entre el Refugi del Mas del Tronc y Jorba. Entre medio, un par de horas de sueño en una caseta para niños junto al refugio, que sientan la mar de bien. En el trozo hasta Jorba nos acompaña Albert Vilardell, que no participó de inicio debido a una lesión. Nos acompaña un tramo con la bici y más adelante y en vistas de que el ritmo en general es llevadero, se incorporará al reto formando parte del segundo grupo. En Jorba, y a la vista de que hemos recuperado el tiempo perdido, nos espera una primera parada conjunta de todos los equipos, con un buen desayuno, duchas y hasta masajistas. Para comer nos traen una olla de macarrones de donde podrían comer 100 personas. Debemos hacer cara de hambrientos... La ducha es un auténtico placer...

El siguiente tramo que nos toca es entre Cabra del Camp y la Riba. Aquí se vuelven a unir Jordi y Neus, que parecen estar mejor de las molestias en la rodilla y Mònica también ha vuelto para incorporarse al equipo de asistencia. Después de un día de calor, nuestras tres horas de ruta ya caen en un horario más favorable. Hacemos el tramo mayoritariamente caminando, a buen ritmo, entre charlas y buen ambiente. Con Neus empezamos a repasar la geografía mundial y nuestras respectivas listas de potenciales destinos viajeros. El positivismo de los viajes mentales se acaba cuando a Neus le aparecen nuevas molestias, esta vez en el psoas. La cosa va en aumento y parece que le va a tocar volver a descansar. La verdad es que tuvo que ser muy frustrante. A medio camino pasamos por Lilla, donde nos espera un cálido recibimiento y la familia de Jordi. Momentos emotivos. Quizá pecando de optimismo, renunciamos a coger el frontal, cosa que hace que acabemos el tramo pidiendo la hora. Para más inri, yo me he olvidado de coger las gafas normales y voy con las de sol, así que todavía veo menos. Qué desastre... Por poco nos salvamos y llegamos a la carretera de acceso a La Riba. El control está arriba del todo del pueblo, y se llega por toda una ristra de escaleras. A medida que subimos Albert y yo nos vamos calentando y acabamos esprintando como si nos fuera la vida en ello. Vaya par de picados...

Cenamos un gazpacho y unos garbanzos con bacalao espectaculares, y nos desplazamos hasta Arbolí, donde podemos disfrutar de otro par de horillas de sueño. Sobre las cuatro de la mañana aparece el tercer grupo y nos toca ponernos en marcha, esta vez el Coll de la Teixeta, siguiendo primero un tramo de sendero que se intuye bonito si no fuera porque es de noche, y después una larga pista bajo el sonido de las aspas del parque eólico. Llegamos al control entre las brumas y las primeras luces de la mañana. Toca desplazamiento hasta la Ermita de Santa Marina, para hacer otro tramo conjunto de los tres grupos hasta Vandellós. Después de la parada de rigor nos toca hacer el siguiente tramo hasta Tivissa. Todo discurre con calor pero bien, hasta que poco antes de entrar en el pueblo Isa tiene un tropezón y se da de morros contra el suelo. Tiene una herida en el labio bastante fea, que seguro que va a necesitar puntos. Apañamos unos primeros auxilios como podemos y afortunadamente al cabo de pocos metros nos está esperando Conrad, del equipo de apoyo. Después del percance entramos algo alicaídos en Tivissa, donde nos espera el segundo grupo.

Mientras Jordi y Neus acompañan a Isa a urgencias, el resto del grupo nos vamos para Benifallet, donde haremos la última parada para descansar. Albert nos consigue pase para la piscina, donde podemos disfrutar de otra ducha reponedora. A partir de aquí la idea es que nosotros hagamos el tramo hasta Paüls y ahí ya nos unamos todos para hacer los últimos 45 kilómetros, que consisten en subir al Caro y bajar a Roquetes. Una tormenta bastante hardcore retrasa el avance del grupo anterior, así que nuestra salida acaba siendo ya sobre las 21h de la noche del viernes al sábado. Finalmente se une Isa, que tras su paso por urgencias sigue con el plan previsto y hará todo el tramo que queda. El primer tramo resulta ser bastante emboscada. Seguimos el recorrido oficial del GR que sale en la web, pero en la práctica hace tiempo que dejó de serlo (ahora recorta por al lado del río). El bucle nos lleva por una serie de pistas que se van degradando hasta degenerar en un camino entre juncos donde avanzamos en plan rogaine. Finalmente salimos a unos campos donde podemos ubicarnos e ir a buscar la comodidad de la Via Verda. El resto del camino discurre por una serie de pistas, una de las cuales atraviesa una granja de gallinas en la que nos salta una especie de alarma nuclear. Pobres gallinas... Tras una subida caminadora ponemos rumbo a Paüls por una pista asfaltada por la que avanzamos a muy buen ritmo, quizá demasiado para mis rodillas. Como hemos llegado al pueblo antes de los previsto, nos da tiempo de comer y descansar antes de salir a las 2 de la mañana, hora convenida con el resto de grupos.

La dinámica cambia en este último tramo y lo hacemos a un ritmo bastante más pausado. Hay tiempo de sobras para legar al refugio del Caro, donde desayunaremos por la mañana, subir al pico y bajar a Roquetes mañana por la tarde. La subida es larga pero cómoda, bastante más que el tramo sube-baja de después, donde el viento nos azota de mala manera. Después de estos días de calor, ha llegado una prometida bajada de temperaturas que avivada por el aire nos deja bastante pajaritos. En el lado positivo, nos quita el sueño durante un rato. A la que el camino nos deja a resguardo, el último tramo se convierte en un desfile de zombies en el que nadie habla y pequeños tropezones aquí y allá demuestran que cada uno está luchando contra su sueño. Hay que buscar recursos, y sobre las 6 de la mañana nos enzarzamos en una discusión de crudiveganismo con Albert Vilardell. Después de llegar a un compromiso y tragarnos un par de kilómetros de pista, afrontamos el último kilómetro de subida hasta el refugio. Podemos disfrutar de un par de horas de descanso hasta el desayuno de las 9 de la mañana.

Durante el desayuno arrasamos con todas las existencias que se nos ponen por delante y sobre las 12h nos disponemos a salir rumbo al Caro. Aquí se unen también muchos de los miembros del equipo de asistencia, incluida Neus que vuelve a darle una oportunidad a su psoas, con lo cual podemos seguir arreglando el mundo un rato durante la bajada. El descenso es realmente espectacular, casi tanto como el jamón con el que nos esperan los miembros del equipo Trail Roquetes. Un escándalo. El resto del camino se hace algo pesado bajo el sol de la tarde, pero finalmente llegamos al pueblo, donde disfrutamos de un gran recibimiento, con charanga y baile incluidos. La fiesta acaba con un nuevo banquete del que recuerdo con especial cariño la tortilla de patatas, y una serie de parlamentos en los que, tras momentos iniciales de duda, la gente se fue soltando y cuyo momento álgido fue sin duda una espectacular poesía de Mossen Cinto Verdaguer recitada por Albert Vilardell... IM-PRE-SIO-NAN-TE.

Este es el relato resumido de una semana muy intensa, en la que el reto deportivo quedó en segundo plano en comparación con el objetivo conseguido y la experiencia personal compartida con nuevos compañeros y compañeras de aventuras. 11000 kg de alimentos recogidos en las diferentes campañas. Quiero acabar felicitando a tod@s l@s que han empujado este proyecto para que saliera adelante, y espero que en próximas ocasiones las circunstancias hagan que mi colaboración pueda ser mayor. Dar las gracias a tod@s l@s compañer@s por hacer tan agradable esta semana, en especial a Neus, Jordi, Albert, Isa y Dani, que son con quienes he compartido más momentos. Y por supuesto agradecer a Mònica la compañía y la ayuda estos días, en un plan algo improvisado pero que ha acabado siendo una bonita experiencia.

Besos y abrazos