domingo, 26 de abril de 2015

Lyon Urban Trail 2015



Muy buenas,

El Lyon Urban Trail probablemente sea una de las mejores carreras de esta modalidad que es el trail urbano y que surge de que muchos de los aficionados a correr arriba y abajo vivan, vivamos, en la ciudad. Lyon es una ciudad que ha crecido entre ríos y colinas y eso ha generado varios barrios de callejuelas empinadas y escalinatas retorcidas, por los que te puedes inventar una carrera de 35kms y 1600 metros de desnivel positivo. El año pasado ya me lancé a descubrir esta carrera en su versión más larga pero esta vez, en vistas de un calendario bastante cargado y conociendo lo agresivo del terreno para las rodillas, opté por la hermana mediana, de 23kms y 900m de desnivel positivo. Los entrenos previos eran bastante prometedores y en vistas de los tiempos de años anteriores (de menos nivel que los de la carrera larga), parecía factible salir en el grupo de delante y ver qué tal iba la cosa. Con esa idea estaba cuando sonó la cuenta atrás para la salida.

Salimos desde la Place de Terraux (la plaza mayor de Lyon) y como de costumbre, todo el mundo corriendo como si lo fueran a prohibir. Estrés, curva izquierda, curva derecha y en menos de un minuto ya estamos subiendo por una calle escalonada en dirección al barrio de la Croix Rousse. Estoy en el grupo de delante, pero mucho más rápido de lo que me imaginaba. Un corredor negro con pinta de Gebreselassie, dos jovencillos de Salomon (uno de ellos con un tatuaje que parece la Dama de Elche, curiosa manera de hipotecar tu brazo…) y en fin, hasta unos 12 o 15 corredores que intentamos coger el ritmo de respiración. Llego a lo alto de la subida con más pulsaciones de las que me gustaría y giramos 180 grados para lanzarnos por un túnel que nos devuelve casi a la salida. El grupo se descomprime y veo como la gente de cabeza se aleja bajando cual manada de búfalos. Bueno… cálmate, cambia el chip y coge tu ritmo porque si no esto acabará en debacle. Llego a un puente que cruza el río y que tenía como referencia. Efectivamente vamos rápido. Así que o la gente corre mucho más de lo previsto, o van a explotar, pero lo que está claro es que o me calmo o yo seguro que exploto. Echo un vistazo y veo que estoy el 14º. Venga pues a hacer mi carrera y luego ya veremos.

La cosa sigue por una cuesta que pasa sobre el barrio viejo y nos lleva a unas escaleras que bajan a la catedral. Con un corredor estamos a punto de colarnos pero corregimos la situación y seguimos zigzagueando alrededor de la catedral, pasando por unas ruinas romanas. Nuevo cruce del río y empezamos un tramo llano (bueno, interrumpido por un par de escaleras arriba y abajo) que me sirve para coger algo de velocidad de crucero. Las distancias se han estabilizado y veo que voy algo más rápido que los 5 o 6 corredores que llevo por delante. Momentáneamente recupero algo de confianza.
Un bucle por unas escaleras me deja en otro puente que cruza el río Saône, con tres o cuatro corredores delante a tiro de piedra. Se acerca una nueva subida, yo creo que les paso. Al principio de unas escaleras tengo otro punto de referencia y veo que el tiempo es bueno, a pesar de que el recorrido exacto de la carrera es algo más largo que el que había hecho entrenando. Tip, tip, tip… cojo mi ritmo con la mirada en el suelo y voy pasando uno a uno a los que me preceden. Me pongo décimo. Otro tramo llano me sirve para volver a ponerme en modo crucero, sin cebarme con otro corredor que veo allá delante. Si sigo así ya caerá… si sigo así. Llego a unas escaleras muy duras, que empiezo a subir de dos en dos pero al llegar arriba me rajo y acabo de uno en uno. Las escaleras son un dilema constante. Subir de dos en dos es lógicamente lo más rápido pero las pulsaciones se disparan. Subiendo de una en una tienes la desesperante sensación de remar en el aire, de no avanzar, pero es cierto que te mantiene en la dinámica de correr, de estar en carrera. La tercera opción es subir andando de dos en dos. Vas a la misma velocidad o más rápido que corriendo de una en una, pero cortas la dinámica y al llegar arriba arrancar es un esfuerzo físico y mental. En medio de estas cavilaciones llego a lo alto de dos tramos muy duros de escaleras, con bastantes menos fuerzas que hace un par de minutos. Dos de los corredores a los que había pasado me adelantan, pero por otro lado a menos de 50 metros tenemos un grupillo de otros tres, entre ellos los dos chavales de Salomon. Hasta el quinto o el sexto estamos en un pañuelo así que tengo la sensación de estar “en la pomada”. Nueva bajada (no es lo mío) y empalmamos con otra subida, donde veo que ya no voy mejor que los de al lado. Al llegar arriba se ha formado delante de mí un grupillo que tiene pinta de interesante pero se me escapa. Es uno de esos momentos en los que ahora piensas que deberías haber luchado, pero en el fragor de la batalla no supe o no fui capaz.

En lugar de eso me quedo en tierra de nadie. Tengo algo de bajón moral y creo que eso se traduce en algo de desgana en el ritmo. Afortunadamente el perfil se suaviza y vuelve a ser de piloto automático lo cual me viene bien porque últimamente he rodado a buenos ritmos entrenando. Tengo a un tipo de azul con coleta a unos 50 metros y uno de los chavales de Salomon que tiene pinta de ir hacia abajo. Excepto con él, las distancias se mantienen. Entre que le voy cogiendo y que gracias al perfil favorable voy corriendo más rápido, me vuelvo a animar. Le paso justo antes de una nueva subida bastante dura. En este tramo el recorrido coincide con la carrera de 35kms y vamos superando a toda la parte trasera del pelotón de valientes. Cruzamos por una curiosa puertecilla y una bajada nos deja en las ruinas del anfiteatro romano. Ni rastro del de Salomon pero tengo un tío de violeta que no me suelta, y el de azul delante que sigue a 50 metros. Salimos de las ruinas y vamos hacia la basílica de Fourviere, a donde llegamos por un repecho muy duro que me deja extenuado. El de azul se me va.
Tras 100 metros llanos llega una bajada por escaleras interminable. Las escaleras de bajada suponen otro dilema similar. Opción fácil, bajar de dos en dos. Es la que escojo, pero el tipo de violeta me pasa por la derecha como un avión bajando de tres en tres. Bufff… cuando las fuerzas y la cabeza empiezan a flojear es arriesgado, más cuando a veces hay algún escalón traidor que es más corto que los demás. Yo sigo con lo mío. La bajada nos deja en una calle adoquinada donde vuelvo a pasar al de violeta, que en el llano y en subida va peor. Solo me quedan tres subidas serias, pero la próxima es de las buenas, la Montée de la Sarra. Una antigua pista de esquí (¿?¿?¿?) que ahora es un muro por el que se tira la gente en BTT… Y ahora es una rampa de hierba con un reguero de esforzados subiendo cada uno como puede. Veo el de azul sorprendentemente cerca (ficticio… lógicamente en un tramo más lento estará más cerca en distancia, pero igual de lejos en tiempo) y caminando. Pues no irá tan bien! Troto un poco para acercarme algo pero me rajo y echo las manos a las rodillas para subir en modo kilómetro vertical mientras sorteo corredores de la carrera larga. La cuesta es dura de cojones. Echo la mirada al frente cuando llego arriba y veo que no le he recortado. Vaya… Además el tío a la que la cuesta afloja sale disparado y en la bajada se me escapa, a la que me doy cuenta lo tengo a más de 100 metros. Parezco irremisiblemente estabilizado en lo que creo que es la 12ª posición. Por lo menos al de violeta lo he soltado definitivamente.

Una bajada traicionera con varios repechos y en la que me cruzo con Xavi, un amigo que está haciendo la de 35km me deja nuevamente en el río. El de azul se ha alejado, así que me quedo otra vez en tierra de nadie y sin objetivos claros. Cruzo por un puente y afronto la penúltima subida, también dura (a estas alturas todo cuesta… y nunca mejor dicho). Escalones bajitos y largos, manos a las rodillas y de dos en dos, y un repecho en curva durísimo, donde me separo del recorrido de 35km así que me quedo solo de verdad. Un tobogán y unas escaleras me sirven para enfriar un poco las pulsaciones y lanzar un poco el ritmo hacia la última subida. Sin mayores objetivos, ya empiezo a pensar simplemente en acabar. Antes de la subida el recorrido hace un bucle, curioso y un tanto inútil por dentro de un museo (no es el momento de ponerse a mirar cuadros), que me deja en una esquina frente a unas temibles escaleras. Subo un trecho de dos en dos aprovechando la carrerilla pero no duro mucho. Manos a las rodillas. Aun así llego arriba asfixiado. Un tramo llano por un parquecillo me lleva al segundo tramo de la subida, más favorable y corrible. No veo a nadie delante, y al de violeta sólo lo veo unos 200 metros detrás cuando llego al final de la calle. La ruta atraviesa un portal y se mete por un parquecillo haciendo unas eses que vuelven a ser duras, pero ya es lo último de la subida y después todo es favorable y sin trampas. Un grupo de gente me anima mientras salgo a las calles del barrio de la Croix Rousse.

De repente al girar una esquina veo un tío allá delante, a unos 150 metros. No es el de la coleta, es uno que no he visto desde el inicio de la carrera. Eso quiere decir que muy fino no va… Bueno, tenemos un aliciente para el final de carrera, vamos a ver qué pasa. Salgo al boulevard y paso junto al mercadillo, de nuevo con cara de lobo acechando su presa. Me lanzo a por la bajada y entre curva y curva veo que voy recuperando terreno. Se alternan tramos de escaleras y callejuelas que van girando a izquierda y derecha en un descenso muy entretenido. Me siento con fuerzas (ya las podrías haber sacado hace un rato…) y tras cada tramo de escaleras y cada esquina arranco disparado para alcanzar al corredor que me precede. Hay momentos que no le veo pero sé que me acerco. Finalmente salgo de la zona de callejuelas y lo veo a 20 metros. Ya eres mío… Doblamos a la derecha hacia la Ópera y otra vez a la derecha hacia el ayuntamiento. Quedan 300 metros. En la recta hasta el ayuntamiento le alcanzo y le paso mientras un grupo entre el público grita “Allez Nicolas! Allez!”. Así que a mí me toca animarme solo. Esprinto para ganar la puerta del ayuntamiento antes que él y otra vez para pillar bien unas escaleras bastante cabronas que hay en medio del claustro. Consigo evitar un tropezón que hubiese sido tan ridículo como definitivo y cruzo hacia el otro extremo mientras miro de reojo. Le he sacado 10 metrillos que creo que van a valer, así que cruzo el recibidor (si, si… leéis bien, la carrera acaba cruzando el recibidor del ayuntamiento) y salgo a las escaleras de la plaza. Los 10 metros de ventaja me sirven para no tener que dar un salto épico sobre los 12 escalones (que acabaría con mis dientes en el suelo sin ninguna duda) y cruzo la meta definitivamente en 11ª posición (me dijeron que había quedado 10º pero finalmente fue 11º tal como pensaba cuando llegué.

El tiempo, 1h40’58’’. Sinceramente un tiempo coherente con lo que había entrenado, ni magnífico ni catastrófico. Problema, el año pasado el primero hizo 1h41’ y este año 1h34’. El recorrido cambia algo de año en año pero la distancia era la misma y creo que soy objetivo si digo que no era más fácil. Simplemente que la gente corre. El primero fue el portugués con pinta etíope que había visto al principio. Segundo y tercero estuvieron en 1h36’, cuarto y quinto en 1h38’ y del sexto al décimo en 1h39’. Este era el grupillo interesante en el que tendría que haber luchado por entrar a mitad de carrera. Pero en fin… Hicimos lo que hicimos y luchamos lo que luchamos.

La verdad es que esto del trail urbano es divertido. Muy explosivo y el recorrido muy entretenido. Pero sinceramente no creo que vuelva a hacerlo. Las bajadas por calles empinadas y escaleras, sobre todo cuando vas cansado y los músculos no amortiguan nada, son muy agresivas para las rodillas. Ando medio mosqueado con un punto de molestia en la rótula derecha. No es un gran dolor, pero algo molesto. Esta semana he podido hacer un par de sesiones, una de ellas larga, y la cosa aguanta pero con sensación de “hay algo ahí”. En fin, reposo este fin de semana (con boda incluida en las Islas Afortunadas, así que reposo relativo…) y la semana que viene reencuentro con la larga distancia en el Montsec Ultratrail. Esa será la próxima aventura.

Besos y abrazos