lunes, 24 de julio de 2017

Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso



Y aquí va la crónica del segundo round de mi semana en los Alpes: la Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso (un nombre escueto…). Se trataba de una prueba de la nueva serie que ha aparecido este año en la Copa del Mundo, la categoría Sky Extreme, que está formada por tres pruebas caracterizadas por ser más técnicas de lo normal. Esta es la primera de ellas y la segunda será dentro de un par de semanas en Tromso, donde también estaremos intentando dar el callo. Los números de esta carrera, 55km y unos 4000 metros de desnivel positivo, alrededor del Valle dell’Orco y con la peculiaridad de tener la salida y la meta en sitios distintos (Lago di Teleccio y Ceresole Reale respectivamente).
La verdad es que antes de viajar a los Alpes tenía la esperanza de que la High Trail Vanoise me fuera bien y coger moral para esta segunda prueba, de forma que se compensase el hecho de tener los 70km en las piernas. Al acabar la HTV con sensaciones bastante mejorables el panorama se planteaba un tanto incierto. Después de pasar un par de días en Lyon mezclando trabajo y visitas de viejos amigos, el miércoles crucé los Alpes en dirección a Turín y de ahí a Ceresole Reale, el núcleo más importante de la Valle dell’Orco. Un rincón la mar de bonito, si tenéis ocasión de acercaros por allí os lo podéis apuntar como una buena opción para pasar unos días. Los tres días que tenía hasta el domingo los dediqué a hacer excursiones por la zona aprovechando que el tiempo acompañaba. El jueves una tirada algo más larga (30km) cubriendo un trozo de la carrera (Colle della Porta y Colle della Terra) y apretando un poco el paso en alguna de las subidas. El viernes una subida de unos 1400m a ritmo suave de caminar, hasta el Colle de Teleccio, un paso a 3300m por el que teníamos que cruzar en una travesía que hice con unos amigos hace años, pero al que tuvimos que renunciar por mal tiempo (total que fui a ver lo que no vi en su día). Y el sábado un paseo de 1h y media del Col de Nivolet al Col de Rosset, trotando un poco a la bajada para ver que tal las piernas. Creo que fue en este momento en el que empecé a recuperar buenas vibraciones. Así que, ya más optimista, me fui para el briefing donde me encontré de nuevo con Francesc y Eli, que al final se animaron a venir a correr y aparecieron por allí con su descapotable (alquilado, y descapotable de rebote, que si no lo aclaro como llegue a leer esto Francesc me mata :-p). Últimas instrucciones, preparaciones y una cena agradable intentando hablar de todo menos de correr, con ellos y otros tres compañeros del Matxacuca, Eric, Roberto y Sílvia. Todos ellos, high level y muy buena gente.
Y así llega la mañana del domingo, tras una noche de muy poco sueño, siguiendo la tónica de los últimos tiempos. A las 4 toca coger el autobús que nos lleva desde la zona de la meta hasta la salida, en el Lago Teleccio. La salida es a las 6:30, ya con luz y con una temperatura menos fría de lo esperado. Después del control de material pasamos el rato comentando la jugada con Sílvia, Eric, Roberto, Francesc y Eli, que no ha pasado buena noche. Y mas caras conocidas, Roger Viñas y Pere Aurell, Jan el checo con quien hice buena parte de la HTV… Como la semana pasada, la salida es un tutti frutti de nacionalidades que deja entrever que el personal va a correr de lo lindo. Nos dirigimos hacia el centro de la presa y tras una cuenta atrás fugaz dejamos atrás los nervios y salimos a por los 55km.
Los primeros metros son un poco caóticos, esquivando bastones y piernas por los tres metros de ancho que tiene la presa. Por suerte enseguida salimos a una pista que sube con un fuerte repecho de esos que te pone las pulsaciones a tono en un periquete. Intento encontrar un equilibrio entre no calentarme demasiado y mantenerme en una posición relativamente buena, porque sé que tras un primer kilómetro llano alrededor del embalse entramos en un sendero estrecho que va a ser un embudo de los buenos. Me lanzo en una bajadita y consigo situarme sobre la posición 20 al llegar al cuello de botella. El sendero sube de lo lindo y es de esos formados por piedras y escalones empinados que hacen que el personal camine, a pesar de que acabamos de empezar y las piernas están frescas. Es estrecho, así que hay cierta tensión entre la gente que se ha quedado en una posición que considera que no es la suya. No es mi caso. Justo delante de mí van Roberto, Eric, Roger y Francesc, buenas ruedas.

A los 20 minutos llegamos al Refugio Pontese. Roger, Eric y Roberto pasan a Francesc y tiran para delante. Le echo un vistazo al reloj… 160-165… Bien, pero no pasemos de aquí. Saco los palos, ya que ahora viene un tramo de subida donde pueden venir bien. Me pasa un francés y un tipo de naranja, mientras yo paso a otro y me quedo detrás de Francesc. Parece que las posiciones se estabilizan. “Albert!”… “Què tal?”… “Passa eh si vols…”…”No, no, si em temo que vaig massa ràpid… Però bueno, almenys que pequem de valents avui… Com vas?”… “Bueno, anar fent!”. Sospecho que si ha dejado ir a los demás es porque no tiene las sensaciones que le gustaría. Sea como sea, el ritmo de este Francesc mermado de fuerzas parece que se adapta bastante al que puedo llevar yo ahora mismo, así que pongo piloto automático tras él y voy combinando marcha con pequeños trotes. Un poco más allá veo al grupillo del resto de catalanes. El terreno va ganando en rocas y perdiendo en hierba, con lo cual los bastones pierden en utilidad. Tras un primer tramo de bloques decido que ha llegado el momento de guardarlos. Los pliego y los meto en las gomas de la mochila, tras la nuca, pero al no estar acostumbrado a la nueva forma de la empuñadura no acierto y se me queda uno medio salido. Me voy peleando con ellos mientras atravieso un nevero y mientras yo voy haciendo el gilipollas Francesc se me aleja y me pasa un tipo de blanco que viene desde atrás. Al final resuelvo el entuerto justo al llegar a la cima del Colle de Becchi (2990m), donde se ha reunido bastante gente a animar a los corredores.
Una vez pasé por aquí con unos amigos viniendo de travesía. Recuerdo una zona con muchos bloques… Aquí la tienes. Las banderolas van serpenteando entre bloques de 2 a 5 metros entre los que toca ir saltando. Con las piernas calentitas de la subida me noto la mar de torpe. Francesc ha desaparecido y el de blanco está a punto de hacer lo propio, pero lo más grave es que siento que el ostión por mi parte es inminente. Vamos a ver… Concéntrate… Hay que ponerse las pilas porque si no aquí te va a pasar todo quisqui… Salto a un nevero que tiene la nieve bien dura. Parece que el patinaje ahora mismo se me da mejor que el ballet sobre las rocas. Voy cogiendo el ritmo, parece que ha pasado lo peor. Salgo de la zona de rocas y las banderolas remontan por una zona herbosa hasta pasar junto al Bivacco Ivrea. Aprovecho para comer algo, siguiendo con la disciplina que ya he empezado en la subida. Hoy he hecho un planteamiento serio, espero que más serio que de costumbre, y estoy decidido a comerme todo lo que llevo en la mochila. Cruzando un prado adelanto a un corredor que tiene pinta de eslovaco (no me preguntéis qué pinta tienen los eslovacos pero por algún misterioso motivo en ese momento le asigné esa etiqueta, probablemente falsa…). Le adelanto y sigo corriendo por un camino pedregoso pero poco empinado. Noto que mis piernas están bastante alegres. He enganchado bien el ritmo y no siento secuelas de la carrera de la semana pasada. El día está bien bonito y el entorno es espectacular. Empiezo a sentir ese estado de disfrute de cuando las cosas acompañan en las carreras. En esta buena dinámica voy bajando con el eslovaco y otro corredor que creo que hace la corta, y aparecemos justo encima de un prado donde está el primer avituallamiento (km14).
Veo la mochila blanca de Francesc que sale del punto de control y le echo un vistazo al reloj. Por mi parte llevo comida y me queda todavía bastante líquido, así que pillo un vaso al vuelo y paso de largo sin parar, tres minutos detrás de Francesc. Entre medio está el corredor de blanco, al que me he acercado bastante pero que sube corriendo el repecho siguiente, por lo que no acabo de darle alcance. Viene ahora una subida cortilla, de unos 400 metros de desnivel, hasta la Bochetta di Ges. Vuelvo a sacar los palos, aunque el terreno no es óptimo para usarlos, con bastantes piedras y ranuras donde pueden quedarse atascados o directamente que pueden rompértelos. Parece que me acerco al de blanco, pero el tipo lo corre absolutamente todo y no hay forma de atraparlo. La subida se acaba casi sin darme cuenta y con ella mis esperanzas de ganar esta posición. Al contrario, en las últimas revueltas me giro últimas revueltas y veo que hay un grupillo de tres corredores que se acerca, entre ellos Maite Maiora, la primera chica. Pues mira que pensaba que llevaba buen ritmo…
Al empezar la bajada vuelvo a tener el mismo problema con los palos, aunque ya le voy pillando el truco y lo resuelvo más rápido que antes. El camino permite una buena zancada así que me mantengo a una distancia razonable del trotador insaciable, a la vez que llega uno de los tres que venían por detrás. No lo había comentado pero buena parte de la carrera discurre por unos caminos muy arreglados con revueltas apuntaladas con muretes, lo cual no quita que estén llenos de piedras anti tobillos. Resulta que todo esto lo construyeron allá por el siglo XIX para que el rey de la época, creo que Amadeo de Savoya (en cualquier caso es el único rey italiano que conozco así que pongamos que era este…), viniera a cazar por la zona con todo su séquito. De ahí lo de Royal Ultra… Total que siguiendo los pasos de este hombre voy bajando hasta el siguiente avituallamiento (km20), al que llego junto al recién llegado, un tío con gorra y pinta de inglés. No sé quién es pero lleva el dorsal 4, así que no debe ser manco.
Repongo agua y pillo algún trozo de plátano, para complementar la barrita, los geles y el membrillo que he ido tomando por el camino. El siguiente tramo es un largo flanqueo hasta el inicio de la subida al Colle della Porta. Parece un tramo corredor, donde según las fuerzas se puede ganar o perder bastante tiempo. Mis sensaciones no son malas, pero las del tipo de blanco tampoco lo parecen porque no me acerco ni a palo. Por allí delante alcanzo a ver la mochila blanca de Francesc, lo cual me anima. A medio flanqueo las banderolas esquivan un nevero por debajo. Me lanzo y acabo con el culo en el suelo y resbalando hasta el fondo del barranco. Me levanto acelerado y subo por el otro lado, con un nuevo resbalón que pudo ser más grave ya que mi pie acabó colándose entre dos rocas. El inglés, como buen gentleman, se para a echarme una mano. “It’s fine, it’s fine, thanks”… A ver, a recomponerse… Coge el ritmillo… Será que no voy tan bien y me están fallando las fuerzas?... Mi acompañante se aleja unos metros. Este es uno de esos momentos en los que las dinámicas pueden torcerse. Calma, venga, comamos algo… Perfecto, parece que cerramos la vía de agua y todo vuelve a su curso. Mantengo la distancia con él y llego al siguiente avituallamiento nuevamente con buenas vibraciones (km 24).
Aquí se separa la carrera corta, que baja directamente a Ceresole. Tengo la esperanza de que haya bastantes de delante que sean de la carrera corta y con ello ganar unas cuantas posiciones gratis. Miro para abajo y no veo a nadie, así que me temo que no es así. Bueno, què hi farem… Siguiente tramo, 800m de subida hasta el Colle della Porta, y lo conozco porque viene a caminar por aquí el otro día. Empiezo la subida bebiéndome el Tailwind (alimento líquido) que tenía previsto para este punto. Estoy muy contento con la alimentación. Estoy casi a media carrera y estoy cumpliendo el plan, cosa rarísima en mí. Me lo acabo, acoplo las dragoneras de los bastones y me pongo en modo subida, a ver si hago de ella mi terreno. De momento parece que bien, porque doy alcance relativamente rápido al nº4. “Go ahead, you’re going faster”… “Thanks” Muy majo el tío. Pongo el punto de mira en el tipo de blanco, que está a un par de minutos. Sigue corriéndolo todo… Qué pesao el tío… Revueltas y más revueltas siguiendo otro de los caminos acicalados para el señor rey, para irnos metiendo debajo del Collado della Porta. En una de estas aparece de repente uno de los suecos que había salido delante. El hombre está más doblado que el balón de Oliver y Benji, caminando en modo de desconexión total. Mira qué bien, una posición que no me esperaba. Milagrosamente me acerco metro a metro al de blanco… “You run everything! It’s incredible”… El hombre se ríe… “Yes, cos’ I don’t have any poles”. No veo claro el razonamiento, pero admirable en cualquier caso. Tiene pinta de alemán, suizo o austríaco… Germánico y cuadriculado sea como sea… Ni siquiera en la última rampa ceja en su empeño. Para mí que hay francotiradores apostados dispuestos a dispararle en el momento que deje de trotar, un poco como en la peli esa del autobús… Deseseperantemente llego al collado 5 metros por detrás de él, nuevamente sin haber conseguido adelantarle.
Un flanqueo por la nieve nos lleva a una rampa de bajada que empalma nuevamente con el sendero. Lo que sí es cierto es que en la bajada me cuesta menos que antes seguirlo, señal de que sus fuerzas van bajando. También parece que he abierto hueco con los de detrás, así que mi ritmo debe ser bueno. Unos 300 metros de desnivel en bajada nos dejan en un avituallamiento, que da paso a un repecho de unos 200 metros para arriba hasta el Collado della Porta. Damos alcance a un corredor de naranja que por la cara con la que me mira al pasarlo no atraviesa su mejor momento. El repecho es corto pero durísimo y en algún momento tengo la anhelada visión de que el germánico cede y renuncia a su trote. De todas formas a mí la rampa también me está atizando duro, así que tampoco conseguiré adelantarle esta vez. Aprovecho unos metros llanos arriba del todo para comer y guardar los bastones antes de lanzarme a por el siguiente tramo de descenso. Mira que bien, una tarterilla de esas acolchadas para bajar esquiando. Muy divertido, pero vigila porque si no te vas a llevar media montaña dentro de la zapatilla y tendrás que pararte a vaciarlas… El tramo se acaba y las banderolas se meten por un camino que vuelve a flanquear en dirección al Colle del Nivolet. El calor aprieta por este tramo corredor, con algunos repechos que a estas alturas son menos corribles. Incluso veo a nuestro amigo cada vez con menos ganas de trotar. Un repecho y una curva del valle nos dejan en la carretera que sube al collado. Qué bajón esos 100 metros de asfalto! El alquitrán devuelve todo el calor y me deja pesado pesado. “Brava!” oigo detrás de mí… Coño, es Maite que viene como un avión… Vuelvo a mirar para delante… Bueno, ya me pasará. Voy a ver si al menos adelanto de una vez a este hombre, que hace 20 kilómetros que estamos en las mismas. Finalmente me doy el gustazo en una de las últimas revueltas antes de culminar la subida y llego al avituallamiento el primero de este recién formado grupo (km34). Alguien nos canta que vamos “diccetessimo” y “diottesimo” (que debe ser 17 y 18).
Pido que me rellenen el flasco de isotónico… No se puede, sólo beber… Joder, ya me pasó el año pasado en Madeira. No lo entiendo, no creo que sea para ahorrar. Hay un montón de carreras locales en las que te dejan rellenar el bidón de lo que te dé la gana, no puede ser que en una prueba de la Copa del Mundo vayamos con estas… Creo que es una medida que genera diferencias entre tener asistencia o no, y por tanto negativa a mi modo de ver. En fin, me tomo un par de vasos, un puñado de trozos de plátano y salgo a por Maite y el trotador, que han pasado pitando. Venga, no te dejes llevar por el lado oscuro… Fuera cabreos y a la carrera. Reacciono bien y les alcanzo en unos prados, justo cuando empieza la subida al Colle de Rocche Bianche. Intento identificar a dónde vamos porque este tramo no lo conozco… Una rampa allí… Hay gente arriba… Eso debe ser… Bueno, no parece mal. Veo que voy mejor que mis compañeros, cosa que me sorprende, sobre todo respecto de Maite, así que me pongo delante y cojo mi ritmo. Me veo con ganas de trotar, y eso que el terreno es incómodo. Me giro y veo que incluso corro en sitios donde el suizo-austríaco-alemán camina. Increible! Qué subidón! Lo que hace la comida… La última rampa es dura pero la supero bastante bien. Otro gel arriba, y guardo los palos, ya con más destreza que al principio. Tocan ahora 500 metros de descenso, básicamente por prados. Una sucesión de toboganes en los que se ha empujar y tener cierta habilidad, pero estoy en un buen momento. Pensaba que Maite me alcanzaría de nuevo pero no es así, buena señal. Salgo a la presa del Lago Serru, al otro lado está el avituallamiento (km40).
Momento de usar el segundo flasco de alimento líquido que llevo preparado. Relleno y salgo adelante para seguir con la bajada, 400 metros más que me han de dejar al pie de la última dificultad orográfica. Le voy dando sorbos tranquilamente por un tramo de pista. La verdad es que entra la mar de bien. Las banderolas me meten por un sendero y al abrirse un poco la vista veo de nuevo la mochila blanca de Francesc. Si alguna vez estáis en una guerra y necesitáis camuflaros no os compréis esa mochila… Qué me debe llevar… Cinco minutos? No está nada mal, a ver si en la próxima subida pudiese acercarme… Acaba la bajada y encuentro un nuevo avituallamiento. Me bebo un vaso de sales y otro de coca cola y sigo sin perder tiempo. El camino ahora es llano y corrible. Me encuentro por el camino al compañero de Roser Español, una corredora catalana que está participando. “Vinga! Portes al Francesc a 2 o 3 minuts”… “Merci!”… “Es dura o què?”… “Home, deu n’hi do…”. Voy de subidón. Alargo la zancada y cojo un ritmo bastante bueno que me deja en un desvío que tiene pinta de ser el inicio de la subida definitiva al Refugio Jarvis y Colle de Niel. Oigo ruido detrás y veo que viene atrapando Maite… Joder, yo que me sentía Superman… Pensaba que había acelerado! Pues nada, bastones y a ser ambicioso en esta última subida.
El primer repecho empieza duro y me corta un poco el rollo… Venga, no pasa nada. Ritmo, bastón-paso-respiración… Mi ritmo se acompasa al de Maite, que se mantiene a una distancia constante detrás de mí. La sombra de los árboles se agradece, pero se agradece más el llegar a un colladito después del cual el camino llanea. Salimos a un valle con una cabaña, a la que está llegando Francesc. Echo un vistazo al reloj… Cuatro minutos cuando llego yo a la cabaña. Vaya, no recorto… Cierto es que me ha faltado un puntillo de alegría en este primer tramo de subida, pero ahora parece que me noto algo mejor y con ganas de trotar. Curiosamente, otra vez cuando parece que me encuentro mejor es cuando me atrapa Maite. “Si quieres pasar me dices, eh!”… “Nada, tranquilo”. Por la voz parece que va apretando los dientes “Pero no sé a cuánto viene la otra y no puedo confiarme” me dice. Yo tampoco estoy para hablar mucho así que vamos tirando alternándonos en cabeza y buscando desesperadamente el Refugio Jarvis. Ahí hay unas casas, eso debe ser… Qué va, sólo ruinas, y detrás de ellas un falso llano cabrón de esos que toca correrlo porque lo pone en el guion. Superamos un repecho y ahí aparece… “Hombre, qué ilusión!” digo en voz alta recordándome a Aurelio cuando encontramos una baliza. Llegamos al avituallamiento (km48) y como buen caballero cedo el paso, al fin y al cabo ella se juega la victoria y yo el puesto 17. Maite sale pitando y yo un poco después, cruzando un prado a unos 20 metros de ella. Ir con la primera chica conlleva que todo el mundo la anima a ella y pasan bastante de tu cara, pero bueno qué le vamos a hacer. Sería lo suyo poder distanciarse de ella, ya sea por delante o por detrás, a ver si me aplaude alguien en la meta :-p.
El camino se vuelve a empinar y parece que llevo más ritmo que ella. “Paso un poquillo”, le digo, y pongo un punto más de velocidad. “Il colle é questo o quello?” Pregunto a unos que bajan, señalando… “Questo, questo, é prossimo” Mira qué bien, es esto de aquí arriba. Vuelta a mirar al suelo, supero un resalte y me acerco a la última rampa… Coño! Pero si está ahí Francesc!... Y muy cerca, empezando la última tarterilla, a menos de un minuto. Ya no me lo esperaba… A ver si puedo engancharle antes de llegar arriba e intentar bajar con él. Lo intento pero queda poco… Corono a unos 30 o 40 metros de él. Le echo un trago a una botella de agua que me ofrece un voluntario. Esta caliente pero sienta bien igual. Venga, a ver si le pillo… Intento plegar los palos… Mierda, la pestaña se ha atascado. Espérate un poco que este tramo es técnico… Bajo como puedo y vuelvo a intentarlo más allá… Nada, me lío, empiezo a mover los palos de un lado a otro. Maite debe estar pensando que qué coño hace este tío, eso si tiene tiempo de levantar la cabeza, ya que el caminito se las trae. Al final consigo plegarlos y guardarlos, pero se me ha cortado el ritmo y el rollo. Francesc se ha alejado bastante, y teniendo en cuenta que baja bastante mejor que yo, pierdo la esperanza de darle alcance. Por su parte Maite tiene pinta de que debe haber visto que no venía nadie detrás y se va a tomar la bajada en plan más conservador. Total que sin ningún objetivo aparente, voy bajando intentando mantener un ritmo digno pero sin mayor actitud. La entrada en el bosque se agradece y parece que recupero un punto de agilidad. Entre los árboles se intuye el azul del lago de Ceresole, más lejos de lo que me gustaría. Al menos parece que vamos flanqueando hacia la izquierda, así que nos vamos acercando a la zona donde tiene que estar la meta. Miro el reloj y tampoco parece factible bajar de las 8 horas, así que tampoco hay motivación por ese lado. Pues nada, a ir tirando… Coño! Otra vez la mochila blanca!... Ahí está Francesc, un par de curvas más abajo. Acelero con ánimos renovados, justo antes de salir a la carretera que nos tiene que llevar a la meta… Busco con la mirada pero el tío también ha acelerado y lo veo más lejos de lo que me esperaba. Alargo la zancada pero el asfalto se me hace pesado. Lo pierdo de vista entre las curvas… Miro la meta y me parece más lejos de lo que me gustaría. Por un lado está bien porque hay tiempo para recuperar, pero por el otro las fuerzas empiezan a estar justas… Qué hago? Le puedo pillar?... Cuando lo intuyo a lo lejos acelero, a la que no le veo renuncio… Llego a una recta donde se ve bastante… Nada, no le he recortado significativamente. Me encuentro a Eli a un lado de la carretera (que no se encontraba bien y ha bajado por el recorrido corto). “Què? L’agafaràs?”…

 (si esto fuese una peli ahora pondrían la canción de Gladiator, yo aceleraría con cara de poseso y mientras la imagen de gente jaleándome pasa a cámara lenta adelantaría a Francesc y entraría en meta levantando los brazos... pero lo siento, esto no es una peli...)

“No”… Es mi escueta respuesta, y creo que en ese momento renuncio definitivamente. No sé si sería capaz de sacar el cambio que necesito para alcanzarle pero en el dudoso caso de que así fuera, creo que montaría un espectáculo en la meta, así que quizá es pecar de conformista pero bueno, me quedo aquí, la carrera ha estado bien, disfruta de los últimos metros y fuera. Así que ya más tranquilo recorro el último trozo de carretera y un pequeño bucle que han limpiado para entrar en meta, por donde cruzo en 8h4’ y en 17ª posición.
A pesar de este final algo conformista, sobre todo visto ahora desde el sofá, muy contento con la carrera y eso es algo que no digo a menudo. Acabar a un minuto de Francesc (16º), aunque no estuviera en uno de sus mejores días, o a 4 de Roger (15º), indica que he gestionado bien la carrera y que no he notado demasiado los kilómetros de la semana pasada. Y sobre todo, me he demostrado que puedo llevar una buena alimentación del principio al final y que si es así, el rendimiento lo nota. Por lo que respecta al resto de resultados, la carrera la ganó el nepalí de Salomon, Gurung Bhim Bahadur, con 6h41'. Quien sabe si el día que empiecen a llegar sherpas en masa pasará como cuando irrumpieron los africanos en las pistas de atletismo... Gran 3ª posición de Pere Aurell y 11ª de Eric, el resto de la representación catalana. Y en chicas, victoria de Maite Maiora, que llegó un minutillo detrás de mí, y muy buena 6ª posición de Sílvia, superando las dificultades. Ya os dije que me había juntado con la crême de la crême. Lástima que a Eli y a Roberto la cena les jugó una mala pasada. En cualquier caso muy buen final a la semana de vacaciones, con una buena carrera, rodeado de buenos paisajes y sobre todo de buena gente.

Besos y abrazos


P.D: rincón del freak:
- Zapatillas: las S-Wings Softgrund de Salomon. Encantado con ellas. Respondieron muy bien a un terreno bastante complicado. Prácticamente en ningun momento tuve problemas con el agarre. Además la molestia de la planta del pie que había tenido en la High Trail Vanoise no se me reprodujo y me sentí muy cómodo durante toda la carrera. Y de momento siguen aguantando sin vías de agua (deben andar por los 200km aunque 200km de carreras sin cuartel).
- Comida: me llevé 6 geles de los Powergel de naranja, 5 quesitos de membrillo, dos barritas y dos flascos con Tailwind. Me sobraron dos membrillos y una barrita, a cambio de lo que pillé de los avituallamientos. Por una vez me parece que llevé una buena alimentación.
- Y lo demás, mochila, bastones, etc. no me repito que ya he sido suficientemente pesado ;-)

jueves, 20 de julio de 2017

High Trail Vanoise

Buenas!

Después de dos años y medio en Lyon catando los Alpes cada fin de semana, sobre todo en verano, en 2016 no tuve la ocasión (o quizá no la busqué) de seguir descubriendo rincones de esta increíble cordillera. Me encantan los Pirineos, también los Picos de Europa que he descubierto un poco más este año con mi visita al Cainejo, pero cuando rodeas Chambery y te encuentras con ese Macizo de la Belledonne en todo su esplendor... O cuando subes hacia el Col des Montets desde Chamonix y giras la cabeza hacia el Mont Blanc en un día de sol... Estas montañas tienen otra escala que te despierta algo más en tus sentidos.
Así que al planificar la temporada decidí dotar al calendario de unas buenas dosis de Alpes. El plato fuerte y definitivo de la temporada vendrá el primer fin de semana de septiembre con el Ultratrail del Montblanc, una cita en la que tengo cuentas pendientes tras mi abandono de 2013. Pero un primer plato que no desmerece en absoluto lo viví la semana pasada, y por partida doble. La primera cita, el sábado 8 de julio, con motivo de la High Trail Vanoise. La segunda el domingo siguiente, la Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso (podrían poner nombres más cortos...). Dos pruebas de Copa del Mundo (la primera de la serie Ultra y también Campeonato de Europa, la segunda de la serie Alpin), a las que me apunté siguiendo ese dicho de que vale más ser cola de león que cabeza de ratón.
La High Trail Vanoise es una especie de relevo o segunda versión de lo que en su día era la Ice Trail Tarentaise. Vine a correr la ITT en 2013, mal recuperado de ultras físicos y psicológicos. Un pajarón de magnitudes cósmicas estuvo a punto de acabar en abandono, que solo fue evitado por la perspectiva de 10 horas de viaje de vuelta con otra decepción que añadir a la mochila. Tenía ganas de volver a Val d'Isère y gozar de buenas sensaciones en este entorno espectacular. La HTV es una carrera muy particular, si no me equivoco la carrera de montaña más alta de Europa, llegando a los 3650 metros de la cima de la Grande Motte. Con un punto más bajo a más de 1700m y una altura media de 2500, se añade un componente diferente a los ya habituales. Los números: 70km con 5400m de desnivel positivo (mi reloj marcó más, casi 6000). Tres bloques diferenciados, unos primeros 34km en los que básicamente se sube y se baja la Grande Motte, 15km siguientes con una doble subida en la zona de Picheru y Sassière, y unos últimos 21 en la zona del mítico Col de l'Iseran, en los que se vuelve a subir hasta los 3400 de la Aiguille Pers. Otra particularidad, derivada de la altura y el paso por el glaciar de la Grande Motte, es la obligatoriedad de llevar crampones como material necesario.
Y con esa perspectiva me uní a un equipo de amigos, viejos compañeros de batallas, Francesc, Eli y Xavi, con los que pasé todo el fin de semana. El primero en romper las hostilidades fue Xavi, que con 55 minutos en el kilómetro vertical quedó tercero de la categoría de 60 años, y os aseguro que aqui en Francia hay mucho nivel en las categorías de veteranos, ahí es nada. A nosotros nos tocaba el turno el sábado a las 4 de la mañana.
Tras aparcar en un sitio de dudosa legalidad, llego con cierto estrés a la salida y empiezo a ver a diversas celebridades del trail. Bonito elenco de corredores, encabezado por el flamante campeón del mundo, Luis Alberto Hernando, y el subcampeón, Nicolas Martin. Mucha gente equipada de arriba a abajo con sus respectivos sponsors. Aquí el más tonto hace relojes, mejor mirar al suelo y pasar de todo. Llega la cuenta atrás y salimos hacia la noche por las afueras de Val d´Isère, con Luis Alberto encabezando a la manada desde el primer metro. La desbandada de búfalos inicial se ve interrumpida por una confusión por la falta de marcas en el primer kilómetro. Nos agolpamos unos segundos hasta que Nicolas Martin, toma las riendas y tira recto hacia una pista por la que tenemos que salir del pueblo. A partir de ahí la carrera sigue las típicas pautas del inicio de un ultra, al menos para mí, que es mirar el reloj e intentar que el exceso de pulsaciones sea minimamente razonable. Cuento frontales y veo que me estabilizo con unas 18 o 20 luces delante de mí. No es mala situación. Detecto a un portugués, Nuno Silva, que me suena de los primeros lugares el año pasado en Madeira. Jan, un checo con el que también coincidí en esa carrera. También las primeras chicas, Megan Kimmel (EEUU) y la segunda, que en la oscuridad pensaba que era Hillary Allen pero que después resultó ser Ragna Debats, holandesa pero afincada en Cataluña. Buenas referencias, buena posición, vamos a ver si entro bien en carrera.
La subida es bastante progresiva y trotable en su mayor parte. Noto que puedo hacerlo en zonas donde otros caminan y sin que se disparen las pulsaciones, lo cual me anima. Se me pasa relativamente rápido y aparecemos en unos prados sobre 2500m mientras se intuyen las primeras luces del día. El horizonte se abre y aparece enfrente el Mont Blanc, aislado y majestuoso con el color anaranjado del amanecer. Son de esas vistas que uno no se encuentra cuando no le han obligado a echarse a correr a horas intempestivas. Un tramo llano deja paso a una bajada hacia el Col de Fresse. Es una primera muestra de que respecto de mis compañeros y compañeras de ritmo, subo mejor que bajo. De todas formas no me estreso y saco una barrita para intentar entrar bien en la dinámica de alimentación. Afortunadamente la bajada no es larga y enseguida vuelve mi terreno y me vuelvo a acercar a mis predecesores. Entre uno y dos minutos delante de mí hay un grupo de unos 10 corredores que representa un caramelo muy interesante. Más cerca están "Hillary", Nuno Silva y Jan. Los voy alcanzando, así como también a los más maduros del grupo, que se va desmembrando. Buenas sensaciones, mientras superamos los primeros neveros antes de llegar al primer avituallamiento en la estación Panoramic (3050m, km14).
Relleno agua y como algo de fruta. Por lo demás, de momento voy comiendo de lo que llevo al ritmo que toca, veremos cuánto dura. Salgo por una breve bajada hasta poner los pies en la nieve. Unos cuantos corredores están parados poniéndose los crampones. En el briefing nos dijeron que se tenían que llevar pero que sólo serían obligatorios en la bajada y en caso de que así lo dijeran los del control del punto más alto. "C'est obligatoire?" pregunto... "Non, mais ils les ont tous mis"... Todos se los han puesto, pues nada, como todos... Me pongo los crampones, YakTrax en mi caso, y me ato la mochila como puedo con las manos que se me están quedando frías. No hace mal día, pero estamos a más de 3000 y son las 6 de la mañana, así que no se pueden pedir milagros. Con los neumáticos de nieve echo a andar pala arriba y me acerco a Jan y Ragna (ya la he reconocido). Les paso, pero en un tramo de bajada me devuelven la moneda. No sé cómo lo hacen, yo voy chafando huevos hundiéndome en la nieve y ellos parece que leviten. Por suerte vuelve la subida y vuelvo a recuperar terreno. "Qué com vas?"..."Beee"... me responde Ragna extrañada de oir catalán por esos lares... Para poco más da la conversación. Hay que guardar todo el oxígeno que por aquí no lo regalan. Empiezo a ver algún corredor que baja. La verdad es que no me parece que haya tantos, y bastantes están cerca, no está mal la cosa. Empezando a subir la última pala oigo un "Vinga Albert!". Es Francesc que baja. "Vinga, vinga anims!". Calculo que me debe llevar unos 5-6 minutos, lo cual me parece un buen resultado por mi parte. Cerca de Ragna y Jan acabo llegando al punto más alto. No lo había dicho pero quitaron los últimos 150 metros hasta la cima a causa de unas grietas. 
Venga, buen balance de la subida (llegué a lo alto en el puesto 22, aunque no lo sabía entonces), vamos a ver qué tal la bajada. Va, lánzate con un poco de gracia... Concentración... Bueno, mejor, consigo mantener más o menos con Jan, y no perder demasiado con Ragna. Aunque son las 7 de la mañana, la nieve está sopa después de que hayan pasado los primeros. Más o menos dignamente llego de nuevo al Panoramic. Cojo otro plátano y le pido a una de la organización que me meta los YakTrax en la mochila. Duda... "Ça va tout salir..." (lo va a ensuciar todo) ... Vaya, no me digas...pues qué pena... Pensando en problemas más importantes intento ubicar el camino de bajada, que bordea el edificio. Salgo detrás de dos tipos, uno de los cuales parece que esté regando el jardín con la manguera mientras corre. Joder tío, 70km dan para que te pares a mear un momento. Eso sí, dos cosas son ciertas, una que el tío tiene habilidad y dos, que deshidratado no está, en vistas del tiro parabólico que es capaz de generar. Sorprendentemente bajan peor que yo, así que les paso (olvidé expresarle mi admiración). La nieve sopa acaba dando paso a una pista de tierra que baja por terreno desértico en dirección a Tignes. El terreno es fácil y mi velocidad de crucero aceptable, con lo que consigo mantenerme a un minuto de Jan y Ragna, acercarme a un tipo de azul e incluso dejar atrás a otro corredor que ha aparecido por allí. Se me pasa rápido el tramo hasta Tignes, pero me entra mal el cambio de ritmo que supone el pasar al plano. Como algo, pero de hecho el problema es que la madre naturaleza me está llamando de forma cada vez más insistente. Intento hacerme el despistado a ver si se me pasa, pero mientras rodeo el lago de Tignes veo que la situación se vuelve irreversible y empiezo a preparar la operación. Me viene a la cabeza el "Qué austeros somos, Albert" de Aurelio cuando hacemos el salvaje en los rogaines, pero hay cosas para las que yo necesito un mínimo de higiene. La primera medida desesperada es arrancar una de las cintas del marcaje (no era estrictamente necesaria). Afortunadamente aparece una señora que se está comiendo un croissant. Su envoltorio de papel supone una mejora sustancial. 100 metros más allá hay un tipo de la organización con unas hojas grapadas. Definitivo. Armado con mi kit de supervivencia ya estoy en condiciones de aprovechar el primer rincón mínimamente discreto y de resolver este contratiempo que con la tontería me ha costado perder de vista a mis predecesores. Liberado del mal que me poseía, ya estoy en condiciones de seguir adelante y recuperar mi ritmo.
En primer lugar, recuperar posiciones, porque mientras practicaba el exorcismo me han pasado cuatro corredores, entre ellos el que mea en marcha (me pregunto qué hubiese hecho él en mi lugar) y la tercera chica, Mimmi Kotka (o algo así, una sueca que ganó los 80km del Mont Blanc el mes pasado). En seguida alcanzo a uno de ellos, y en la bajada hacia la Daille (avituallamiento del km34) doy prácticamente alcance al que mea en marcha, a su acompañante y a Mimmi. Con el ritmo recuperado pero con tiempo perdido, llego al avituallamiento, donde me espera Xavi. Me tiene todo el arsenal preparado pero me doy cuenta de que en la bajada he descuidado la alimentación (vaya! qué raro...). Así que sólo me hace falta reponer algunos geles y coger la bolsa de hidratación donde había preparado los polvos Tailwind (alimento líquido). Salgo adelante bebiéndomelo con calma y a los 100 metros me doy cuenta de que no he dejado los YakTrax. Le pego un grito a Xavi y se los dejo por ahí tirados en un puente. Empiezo a subir detrás de Mimmi, mientras voy saboreando la bebida-comida.
Esta subida la hice una vez en sentido opuesto y tenía una pinta bastante amenazadora. Mil metros de desnivel que van cayendo sin cuartel y con una pendiente que aprieta de lo lindo, sobre todo al principio. Mimmi va delante de mí tirando de los bastones de una forma un poco rara. A veces trota, pero francamente creo que no vale la pena. Creo que vale más pillar un ritmo constante. Una vez finiquitado el flasco de Tailwind engancho las dragoneras de los bastones…

(al final haré un inciso sobre los bastones…)

… y me pongo manos a la obra. Doy alcance a Mimmi y empiezo a poner el intermitente… “You want to pass?”… “Mmmm, yes, thanks!”… Y venga, el ritmo clásico de paso-bastón-respiración y avanti. El camino va describiendo revueltas que me permiten ver que por detrás Mimmi va perdiendo terreno, que algo más atrás suben el de la manguera y su compañero, y que por delante tengo a un corredor a tiro. Vuelvo la mirada al suelo y sigo a lo mío. En un momento dado aparece un trípode con un flash junto al camino. Levanto la vista extrañado y unos metros más arriba, tras unas rocas, está escondido Ian Corless como si fuera Gollum camino de Mordor (Ian Corless es un fotógrafo que está en muchas de las carreras de montaña de renombre, de hecho mi foto de perfil del Facebook es de Madeira y diría que es suya). Superado el resalte doy caza al corredor que me precedía, que no hace buena cara. Busco un nuevo objetivo, una camiseta azul, Jan. Lentamente pero le voy recuperando, al mismo tiempo que por detrás se acercan el bombero y su compañero. El compañero tiene pinta de ir con el gancho pero nuestro amigo del cañón de agua sube de una forma envidiable. Me adelanta de manera inapelable y un poco más adelante hago lo propio con Jan. El uno por el otro, me quedo igual. Un trecho más adelante veo una camiseta naranja que debe ser Ragna, pero la subida se acaba y ya no hay tiempo de darle alcance.
Supero el collado y cambio a modo descenso. A pesar de no notarme mal enseguida oigo los pasos de Jan, que me devuelve la moneda cruzando un prado. Por otro lado me acerco al que mea en marcha y a otro corredor de azul que no tenía controlado. Todos nos juntamos en el avituallamiento. El de azul es Dani García, si no me equivoco reciente campeón de España, que hoy no parece tener su mejor día. Pregunto posición y me dicen que han pasado 15. Vaya, yo pensaba que iba peor (de hecho iba peor, por aquí pasé el 20). Salgo primero junto con Jan, ganando por tanto dos posiciones. Mi nuevo compañero habla un muy buen castellano, así que vamos charlando un poco cuando la pendiente lo permite. Trotamos un poco hasta que las marcas se meten por un sendero. Veo a Ragna a unos 4-5 minutos, pero parece trotar con fuerza. Está intratable. Los tramos de caminar me permiten ganar algo de distancia algo antes de llegar al siguiente collado. Me noto bien. Ahora viene una bajada y después el tramo definitivo, en el que si tengo las fuerzas que intuyo podría optar a una buena posición final.

Llegando al collado saco algo para comer, cosa que hace que me pase de nuevo Jan. A ver si me concentro y no pierdo demasiada distancia en la bajada. El sendero va serpenteando hacia el fondo del valle, con un paisaje espectacular mires a donde mires. Un giro a la derecha lleva a una diagonal al final de la cual se ve la aldea de Le Fornet, donde hay un avituallamiento líquido. Tengo preparada una bolsa de hidratación con polvos para este punto. Coincido con Jan en el avituallamiento pero él sale mientras yo relleno líquido. El calor aprieta y al perder altura todavía más. Salgo al trote mientras voy bebiendo-comiendo. Empieza la subida, bosque, sombra… Perfecto. De repente noto que me cuesta beberme el Tailwind. A ver, poco a poco, pequeños sorbos que no te siente mal… Nada, no me está entrando bien este inicio de subida. Me acabo el flasco pero la alegría no vuelve a mis piernas. Esperaba poder pillar a Jan enseguida pero con este ritmo no voy a ningún lado… Paciencia… Nada… Salgo a un tramo abierto y veo a Jan, pero también veo a un corredor que viene por detrás. Creo que es Dani, que se debe estar recuperando. El sol no me ayuda a recuperarme. Girarme y ver que no solo viene Dani, sino también el bombero escalador y otro corredor de azul, tampoco. Me pongo en modo “burro que mira adelante” y me concentro en pasar de todo y fijarme en mis pasos. Que me pasen pero que les cueste. El sendero cruza la carretera del Col de l’Iseran, donde hay unos franceses que animan al corredor de azul que llega por detrás como un avión. Me pasa justo después del cruce, y algo más allá hace lo propio nuestro amigo. Miro el dorsal y se llama Leonardo, así que vamos a llamarle ya por su nombre. Por lo menos les ha costado algo pillarme. No voy todo lo bien que esperaba, pero sí menos mal que al inicio de la subida. Un rellano me permite trotar algo y me deja ver el final de la subida, que me resulta sorprendentemente cerca (otra buena señal de que recupero la moral). Paso a un corredor que va claramente a menos y me acerco a Jan, al que alcanzo al llegar al avituallamiento que está justo encima del collado. Ahí está Xavi nuevamente con el material de asistencia.
Me sirve para darme cuenta otra vez de mi desastre de alimentación. No me hace falta nada, sólo el tercer flasco con Tailwind, que me ventilo aquí mismo. “Què com vas?”… “Bueno, cascadet pero he anat pitjor fa una estona”. Está también por ahí Pere Aurell, que va asistiendo a Ragna, su compañera. “Vinga una horeta fins dalt i després tot baixada” me dice. Tras agradecer nuevamente la asistencia me lanzo a por la última subida. Noto que voy mejor y troto bien por un flanqueo pedregoso. Viene ahora la subida a la Aiguille Pers, por una loma de rocas bastante incómodas pero que ahora casi que las prefiero, a ver si puedo recuperar alguna posición. Al primero que pillo es a un corredor de azul oscuro que parece en caída libre. También me acerco definitivamente a Jan, que me deja pasar. Mentalmente me cito con él para la bajada, es la tónica de toda la carrera… Hasta recorto distancia con Leonardo. Parece que la comida está haciendo su efecto. Desgraciadamente la subida simple se acaba pronto y da paso a un tramo de cresta en el que me noto algo torpe. Un último repecho en el que noto que vuelvo a perder algo de alegría en las piernas me deja en la cima de la Aiguille Pers.
Venga a ver cuánto aguanto hasta que me pille Jan. Un tramo de tartera me lleva a un nevero y éste a un tramo de cuerda que me deja en una pista de esquí. Otra bajada nevada en la que me voy acercando a Leonardo. Realmente el hombre sube como un tiro pero bajando va bastante más justo. De repente aparece un tipo a mi lado. Coño, no es Jan… Y este de dónde sale?... Me pasa como un avión, un tío de Hoka. Vamos, ni olerlo. Sigo a por Leonardo, que es un objetivo factible, pero antes de llegar a él me alcanza Jan. “Oye y este que ha pasado?” … “Es de la corta”… Aaaahhh… Más tranquilo acabo saliendo a los caminos que dan acceso al Col de l’Iseran, donde nos juntamos los tres mosqueteros.
Pillo algo de té al limón (no lo he dicho antes, pero hace como tres avituallamientos que lo que me apetece es té al limón) y salgo del avituallamiento del Iseran charlando con el ya convertido en mito Leonardo, que parece que lleva las energías por las nubes. "Franshesh?"... "No, no, español", respondo, con bastante menos volumen. "Ah! Español! Yo, portuguesh... De Madeira!"... "Muy bonito, estuve corriendo el año pasado"... "Muy bonito!"... Y me sigue contando en portuñol "Yo, hoy ya cumplido objetivo!"... "Másh de 50!"... "Bajadash" ... "difísil"... "rodillashh"... "muy difísil"... "Los joveneshh muy rápidoshh"... Pero el hombre ha puesto su marcheta para arriba y me quedo atrás mientras él y su discurso se alejan hacia adelante. El repecho se me hace una montaña enorme. Hay una primera diagonal que tira que te va, pero los últimos 50 metros de desnivel son por un terreno roto por el que subo en plan himalayista llegando a la cima del Everest (Kilians aparte). Un fotógrafo cabrón está justo en un escalón que cuesta horrores de subir. Pongo un pie encima pero me resbala. Pruebo de poner las manos pero no veo como subir. Tiro de riñones por otro lado. Joder, estoy encallado… Y mientras tanto el tipo ametrallándome con fotos. Casi que me da la risa… No se cómo pero al final acabo superando el repecho y cruzo el anhelado túnel.
El repecho me ha dejado cocido. Afortunadamente sólo queda bajar, con alguna pequeña trampilla que ya me conozco de la otra vez. Me dejo caer por una tartera hasta un telesilla y continuo corriendo por un tramo llano. Voy desganado, otra vez medio de bajón. Allá delante están Leonardo y Jan, pero no llevo actitud de caza. A Jan doy por sentado que no le pillo, y a Leonardo casi espero que caiga él sólo. Y claro, así no voy a ningún lado. En algún repecho me acerco a ellos, pero en la bajada siguiente la distancia se amplía. Van mirando atrás para ver si me acerco, pero yo estoy conformista así que no supongo ningún peligro. En esta dinámica discurre esta última bajada, sin más contratiempo que la llegada de una chica de la carrera corta. La dejo pasar en las últimas eses antes de llegar a Val d'Isère y recorro los últimos 500 metros hasta entrar en la meta con una sensación de ni fu ni fa.
No estoy descontento, la prueba tenía nivel y quedar el 18º no es un mal resultado, pero así como en las últimas carreras tenía la sensación de haber gestionado bien, aquí no. En la fase en la que había que tener fuerzas para ganar posiciones, he tenido las justas para no perderlas. Mirando la mochila se puede ver parte de la respuesta. Me ha sobrado comida y eso que no he pillado casi nada de lo que tenía Xavi de respuesto. El tema de la comida me tiene desmoralizado. Es como una batalla perdida porque además no sé ni explicarlo. Simplemente no soy capaz de ser estricto y disciplinado. Es un poco como cuando tienes que estudiar pero no tienes ganas y lo vas dejando para más tarde. En fin...
La semana que viene ... (esto a día de hoy ya ha quedado desfasado y "spoileado"... hay que ver menudo lío, que diría Jordi Hurtado...) ... hay otra opción para resarcirse, aunque es de esperar que los 70km de hoy pasen factura. Pero algo hay que hacer porque se acerca el UTMB y allí si no como bien el via crucis está asegurado.
Pero bueno, tampoco quiero acabar tan negativo. Un buen fin de semana, con buena compañía y el sabor agridulce de la carrera es más por no haber tenido la progresión que me gustaría que porque el resultado sea malo, que no lo es. Al final si uno viene a hacer estas carreras tiene que asumir que habrá más gente delante.


Besos y abrazos

P.D: Rincón del freak:
Vamos con el material: mochila la Skin 5 de siempre
Zapatillas: Las Sense Ultra de Salomon. Son muy cómodas pero he tenido un problema que ya me pasó en Carlac, y es que en las subidas empinadas donde tiras de metatarso me sale una molestia que se transmite hacia un dedo... Y no me gustan nada los problemas de planta del pie. Son complicados. Tampoco sé si es de las zapas... Juraría que el año pasado en la Buff Epic me pasó algo parecido y ahí iba con otras. Lo "bueno" también es que en Carlac y aquí ha sido en diferente pie.
Bastones: Ieps! Cambio... Los Black Diamond que tenía, y que ya eran uno más largo que otro porque cuando se me rompió uno el año pasado, Francesc me dejó uno que tenía suelto... total, que cuando los fui a desplegar el día antes de la carrera estaban encallados. Aparte, la pestaña que hay que apretar para plegarlos está completamente oxidada. Total, que pareció momento de jubilarlos, así que bajé a Bourg Saint Maurice a toda prisa para comprarme unos nuevos. En principio iba a por unos iguales pero nuevos, pero el de la tienda me empezó a comer la oreja y al final opté por unos Leki. La verdad es que son un pepino. Más ligeros, en principio más robustos, y el número estrella, la dragonera extraible. La dragonera (una especie de guante donde metes la mano para transmitir mejor el esfuerzo) se puede separar del bastón apretando un botón en la parte superior del mismo. De esta forma no tienes que sacar la mano de la dragonera cada vez que tienes que hacer algo con las manos (beber, comer, sacar algo de la mochila...). Eso para mí es sinónimo de comer y beber más frecuentemente. Ahora bien, el precio no se pregunta...

P.P.D: resultados de la carrera: pues ganó el que pagaba menos en las apuestas, Luis Alberto, con casi dos horas menos que yo (8h15 por 10h13), ahí es nada... Y me alegro mucho del gran 7º puesto de Francesc, que demuestra que vuelve a estar fino. Eli, pese a las adversidades, también hizo una gran carrera llegando al Iseran cantando en medio del granizo y a meta en 15ª posición, todo ello a pesar del tiempo que le hicieron perder dos ingenieros intentando montar unos "pantalones" en el avituallamiento del Col de l'Iseran :-p