martes, 29 de marzo de 2022

Barkley Marathons 2022


(os aviso, ha quedado larga…)

Me hubiese gustado recuperar el blog con otro tono pero una ocasión tan especial merece estar a las duras y a las maduras. Empecemos por el principio…

El 10 de junio de 1977, James Earl Ray, culpable del asesinato de Martin Luther King, se escapó de la cárcel de Brushy Mountain State, en el estado de Tennessee (EEUU). Después de buscarlo por las escarpadas montañas de los alrededores, la policía encontró a James 54 horas más tarde. Sólo había recorrido 8 millas a través del bosque… Gary Cantrell, un joven de Memphis, estaba tomándose unas cervezas con unos amigos viendo las noticias por televisión… “En ese tiempo podría haber hecho 100 millas”, dijo Gary. Este fue el origen de la Barkley 100.

En 1986 Gary, que a lo largo de los años adoptó el prseudónimo de Lazarus Lake, organizó la primera edición de la Barkley. La carrera consistía en dar tres vueltas a un recorrido sin marcar por el interior del Parque Natural de Frozen Head, donde se encuentra la cárcel de Brushy Mountain State. Cada vuelta tenía una longitud de unas 20 millas, un desnivel acumulado inusualmente elevado, unos 3000 metros positivos por vuelta, y unos tiempos de corte exigentes para las características de la carrera. Las dos primeras ediciones no dieron lugar a ningún “finisher” de entre los 30-40 corredores que se enfrentaron a la aventura. En 1988, Ed Furtaw se convirtió en el primer vencedor de la carrera al ser capaz de acabar las tres vueltas. La reacción a esta cierta “derrota” de la prueba consistió en dar una vuelta de tuerca y proponer el reto de realizar un total de cinco vueltas, llegando de esa forma a la mítica cifra de las 100 millas. A lo largo de los años, el espíritu excéntrico y original de los organizadores, liderados por Laz, fue moldeando la carrera hasta convertirse en lo que es hoy. 

Estas son sus peculiares características:

5 vueltas a un recorrido que en teoría tiene 20 millas pero que con los cambios que ha ido teniendo se estima que hoy llega a las 26 millas (42 km aproximadamente, 210 millas en total)

El desnivel total también es un misterio, aunque las estimaciones más verosímiles le asignan entre 20.000 y 22.000 metros de desnivel positivo para el total de las 5 vueltas

El tiempo límite para realizar todo el recorrido son 60 horas, y tienes una limitación también para cada vuelta (12h para empezar la 2ª vuelta, 24h para empezar la 3ª, 36h para la 4ª y 48h para empezar la 5ª)

El recorrido no está marcado. Tienes que ir con el mapa y con la brújula e ir siguiendo las indicaciones de una descripción un tanto "alternativa" que te da el organizador.

No hay avituallamientos más allá de la asistencia que puedas tener en el campamento al finalizar cada vuelta. Simplemente se instalan dos puntos de agua a lo largo del recorrido.

Para verificar que los corredores realizan el recorrido correcto, deben encontrar una serie de libros que la organización ha dejado por el camino, y arrancar la página correspondiente al número de dorsal. Al acabar la vuelta Lazarus certifica que has recogido todas las páginas y te da un nuevo número de dorsal, para que arranques la página correspondiente en la vuelta siguiente.

La hora de la salida no se sabe. Sabes que va a ser entre medianoche y mediodía de un día concreto, pero no la hora exacta. Una hora antes de la hora elegida, Lazarus hace sonar una caracola de mar (tal cual...) en el campamento y los corredores saben que han de prepararse para salir.

Las vueltas se hacen en sentido alternativo, horario y antihorario, excepto la última (aunque este año cambió y las dos primeres fueron en sentido horario y las dos siguientes en sentido antihorario). En la rara ocasión en que más de un corredor llega a la 5ª vuelta, el primero en llegar escoge sentido, el siguiente tiene que seguir el opuesto, el siguiente el mismo que el primero, etc.

No hay arco de salida, ni pistoletazo ni nada que se le parezca. Se sale de una (ya mítica) valla amarilla que cierra el paso de vehículos a una pista forestal y la carrera empieza cuando Laz se enciende un cigarrillo.

El proceso de inscripción es secreto. No hay web, no hay información, no hay nada. Debes investigar, preguntar, suplicar, indagar... hasta descubrir la manera de solicitar la admisión en la carrera. Una vez descubres la manera, tienes que enviar una carta-redacción con el título "Why I should be allowed to run Barkleys" ("Por qué debería ser admitido para correr la Barkleys"). De entre las 1000 y pico personas que consiguen enviar la carta cada año, sólo 40 son elegidos para participar.

Si eres elegido, recibes una carta de condolencias con el pésame.

El precio de la inscripción es... 1,60$. Eso sí, tienes que llevar una matrícula de coche de tu país. Bueno, eso si eres novato, o “virgin” como dicen ellos. Si eres “veteran” tienes que llevar una camisa, unos calcetines o lo que se le antoje a Laz cada año.

Uno de los puntos singulares del recorrido es el paso por un túnel que atraviesa por debajo de la cárcel de Brushy Mountain State. Por lo demàs, aproximadamente un tercio de la ruta es por camino Bueno, un tercio por camino malo y un tercio campo a través.

Si consigues acabar tres vueltas en 40 horas no eres finisher, però se considera que has completado el llamado “Fun Run” (trote divertido).

El tiempo en Frozen Head se caracteriza por ser especialmente malo y cambiante. Puedes tenir calor y estar bajo cero en el mismo día, caer lluvia o nieve y un sol agobiante al cabo de un rato.

Con este panorama el porcentaje de éxito en la carrera es excepcionalmente baja. En las 34 ediciones de la carrera, únicamente 15 corredores han conseguido terminarla. Los corredores más destacados son Jared Campbell, que la ha terminado 3 veces (2012, 2014 y 2016) y Brett Maune, que la ha acabado en dos ocasiones y una de ellas con el actual récord de la prueba (52h03’, 2012). El problema añadido es que cada vez que ha acabado algún corredor, la carrera da una vuelta de tuerca y se añade dificultad para el año siguiente. El último corredor que acabó fue John Kelly, que en 2017 completó el recorrido en unas 59h30’. Ese año se dio uno de los episodios más dramáticos de la historia de la carrera, cuando Gary Robbins llegó a la meta en 60h… y 6 segundos. No fue finisher… El video de su llegada es desolador:

https://www.youtube.com/watch?v=c9gtMCF5hJs

Si queréis una versión más extendida de la historia de Gary Robbins en la Barkley podéis mirar el documental “Where dreams go to die”. Vale la pena… En fin, podéis encontrar un montón de videos o para los alumnos aventajados comprar la película Barkley Marathons, the Race that Eats its Young”. Yo me los he tragado todos, muchos varias veces mientras entreno en el gimnasio en la máquina de escaleras. Creo que de todos los momentos visionados me quedo con un comentario de Laz en uno de los momentos de la película:

“If you want to face a challenge, it has to be a real challenge, and there’s no real challenge without the possibility of failure”. Básicamente, no hay reto real sin la posibilidad del fracaso.

Creo que esta frase resume el atractivo que despertó en mí esta carrera cuando empecé a oír hablar de ella hace unos años. La idea de empezar una carrera, no buscando un tiempo o una posición, sino enfrentándome a la incertidumbre de si voy a ser capaz de acabarla. Un poco como cuando hace 12 años me planté en la salida del Ultratrail de Andorra (para correr la versión “Mític”).

Persiguiendo esta idea estuve años indagando hasta que en 2019, después de la Swiss Peaks, Etienne, el chico francés con el que compartí tantos kilómetros me dijo… “Espera… creo que igual puedo averiguar algo…” Y ahí apareció un hilo del que tirar, que junto con otros contactos que me permitieron contrastar la información, me desvelaron el secreto y pude enviar mi carta de motivación. O tuve suerte o supe dar con la tecla que me permitió superar el escollo de llamar la atención de Laz y eso me permitió ser admitido para la edición de 2020.

Después de 4 meses entrenando y focalizado en un objetivo como nunca antes, llegó marzo de 2020… Todos sabéis lo que pasó en marzo de 2020. Todo quedó postpuesto para 2021, pero llegado el momento y ante la imposibilidad de entrar en Estados Unidos desde muchos países, a los “overseas” se nos dio la opción de postponer otro año más nuestra participación, para 2022.

Aunque tenía dudas de poder conseguir el estado de forma de 2020, los cinco meses de preparación dieron sus frutos y sobre todo a partir de Navidad empecé a encontrarme en un estado de forma que nunca había sentido. Las sensaciones en los entrenos y en los rogaines disputados entre enero y febrero me hacían ser muy optimista. Por otro lado, más allá de algunas molestias fruto del entrenamiento las lesiones me estuvieron respetando. Todo estaba encajando y esta vez iba a poder participar.

Llegó el momento del viaje a Estados Unidos, aventura a la que me acompañó Anna, que en algunos momentos estaba tan nerviosa o más que yo. Mentalmente, familia y amigos también compartieron conmigo este viaje a Frozen Head. Llegamos al parque tres días antes, lo que nos dio un margen para hacer un par de caminatas de reconocimiento por los senderos y preparar las cosas. Así llego la ansiada noche del 7 al 8 de marzo, durante la que podía sonar la caracola en cualquier momento. Gracias a Anna, que se quedó de centinela toda la noche, puede dormir tranquilamente más de lo previsto, aproximadamente entre las 19h30 y las 3h de la mañana, y descansar relajado hasta las 6h. Todavía no había sonado la señal pero me levanté para comer algo de cara a la carrera. De repente, a las 6h55…

Ahora sí, solo queda 1 hora. Voy a buscar el reloj oficial de la carrera, sincronizado para que sean las 0h00 a la hora de la salida. Hago el último repaso, comparto esos últimos momentos con Anna y me voy para la salida. Suena “Taps” a la trompeta y da lugar a unos momentos de introspección. Tanto tiempo, tanta especulación, ha llegado a su fin y da paso a los momentos de la verdad. Las notas se apagan y unos aplausos me indican que Laz debe haber encendido su cigarrillo. En medio de la excitación ni lo veo, y simplemente bordeo la reverenciada puerta amarilla detrás de Karel Sabbe, que ya ha salido trotando pista arriba. Parece mentira que este momento haya llegado…


Enseguida me pongo en modo carrera y me centro en el primer objetivo que es enganchar el sendero de Bird Mountain no demasiado atrás para no quedarme atascado. Entro en el embudo en tercera posición, detrás de Karel y otro corredor que me recuerda mucho a Gaetan, un amigo francés de Girona. Nos desviamos para afrontar la primera subida seria de la carrera, modificación de este año que todo el mundo espera con expectación. El primer plato no defrauda y nos acoge con unas pendientes  importantes que hay que gestionar con inteligencia. “Gaetan” se destaca y yo me quedo a la altura de un primer grupo donde por el rabillo del ojo veo a Karel, John Kelly, Courtney Duwalter y Greg Hamilton, este último sin palos, un tipo duro…

Vamos tendiendo hacia un espolón que sugiere una pendiente más llevadera, aparte de suponer la línea lógica que nos tiene que encarar hacia la cima de la montaña y algo más allá, al primer libro del recorrido. Campo a través y superando algún que otro escalón complicado, acabamos llegando a la cima de este primer aperitivo. Ya solo quedan…

Aprovecho un momento de respiro para sacar un primer rollito y cumplir con el ambicioso plan de nutrición. Mientras tanto la gente se lanza al otro lado como si no hubiera un mañana. Una ligera vaguada nos lleva hacia un ligero destrepe por un escalón rocoso, aunque la gente lo pasa dando brincos. Por la derecha me pasa Greg Hamilton a zancada limpia sobre pedruscos que van rodando. Por algún misterioso capricho del azar (o seguramente gracias a la destreza de mil batallas), sus dos tobillos sobreviven y en unos segundos ya lo tengo 30 metros más abajo. En breve llegamos a una terraza donde la descripción indica que está el libro prometido, bajo un montón de piedras. Los más adelantados lo han encontrado fácilmente, y ya se ha formado una cola para ir arrancando las páginas correspondientes. Llego en 6ª o 7ª posición y espero mi turno, aprovechando para ir bebiendo algo más (LIBRO 1).

Salimos del libro por lo que la descripción de la carrera llamaba “la sección más llana de la historia de la Barkley”. Efectivamente, es una terraza que en su día debió ser una pista, no sé si para sacar madera, que es llana pero que dista bastante de ser un paseo porque han crecido árboles por todos lados y tienes que ir todo el rato saltando troncos y esquivando ramas. Y mojándote los pies en los charcos… Se acabaron los pies secos. Poco a poco bordeamos la montaña y llegamos a un punto donde toca lanzarse en un nuevo descenso. John Kelly señala algo que parece ser una referencia para identificar el lugar, pero no presto suficiente atención, cosa de la que luego me arrepentiré. El personal vuelve a tirarse sin paracaídas e intento hacer lo propio mientras saco un par de dátiles para cumplir con lo previsto. Haciendo malabares me los llevo a la boca y descubro con desilusión que los dátiles medjoul de Estados Unidos son bastante más secos que los que venden debajo de mi casa… No obstante me los zampo como un buen chico y sigo bajando entre resbalones y trompazos hasta el fondo del valle. Entre todos hemos acabado saliendo un pelín a la izquierda, pero la referencia es fácil porque justo en el libro tiene que haber un sendero, así que corregimos a la derecha y en un minuto estamos descubriendo el libro bajo otro montón de piedras (LIBRO 2).

Salimos por el camino, un tramo de los que Laz llama “candy-ass Trail”. Llevamos 1h ahora me toca un smoothie, otro gran descubrimiento de la temporada. Con el desorden de abajo me he quedado en 2ª posición, siguiendo a un chico que no conozco (después sabré que es Harvey, que si no me equivoco ha ganado alguna Backyard de estas que también organiza Lazarus… para los que no la conozcáis, una carrera que consiste en dar vueltas hasta que sólo queda un@... siempre hay algo peor…). Vamos describiendo revueltas de manera algo más relajada. Por detrás viene Karel y algo más atrás veo a Courtney Dauwalter que sube al trote, con John Kelly haciendo lo mismo detrás. La verdad es que en ese momento tenía la firme sensación de que Courtney era la más fuerte de todos los que estábamos ahí (no veía a nadie del pelotón haciendo 22h30 en el UTMB). Los dos me pasan y yo intento trotar un poco para animar el paso, pero sin cebarme. La verdad es que me encuentro bien, no noto la mochila especialmente pesada y las sensaciones pintan seguir la tónica de los últimos entrenos. Llegamos a lo alto de una arista y nos desviamos por un nuevo tramo campo a través pero relativamente sencillo. Miro hacia atrás y veo que poco a poco la gente se va espaciando. Llegamos a lo alto de la montaña y cogemos un nuevo camino favorable por el que afrontamos un leve descenso y una breve subida campo a través que nos deja en una cima, donde está un nuevo libro. Nos hemos quedado un grupo de 6, formado por “Gaetan”, Courtney, John, Karel, un chico que no tengo identificado (resultó llamarse Michael, aunque no intercambiamos grandes reflexiones), y un servidor. Llevamos 1h30 para 3 libros. Echo cuentas y me parece que vamos bastante rápidos (LIBRO 3).

John adopta definitivamente el papel de guía turístico y se lanza en otro descenso sin cuartel. La verdad es que el tío baja bien… Yo me encuentro bien físicamente pero tengo menos destreza y no quiero partir ni los bastones ni mis tobillos, así que pongo un puntillo más de precaución y me mantengo con Karel, Courtney y Michael. Tendemos hacia una vaguada que sirve de referencia y vamos bajando valle abajo. Una intersección entre valles importantes nos tiene que servir de referencia para encontrar el libro. Se hace más largo de lo previsto pero ese criterio de parada nos debe servir para ir avanzando con tranquilidad. Cuando llegamos al libro, John y “Gaetan” ya lo han encontrado, lo cual nos sirve para recuperar el minutillo que nos han sacado bajando (LIBRO 4).

Siguiendo con la alternancia, después de un bajadote viene un subidote. “Cómo ves el ritmo?” le digo a Karel… “Pretty fast”. OK, es un consuelo, me lo parecía. “Probablemente se va a calmar dentro de un rato”, me dice… Ya imagino, si no en 7 horas nos ventilamos la vuelta… Cambio de modo y vuelvo al bastoneo, no sin antes seguir con el ritmo de papeo, ahora con algo de patata y un poco más allá con un gel (la verdad es que no recuerdo exactamente el orden, pero qué más da, la idea es que me pasé el rato comiendo…). En el rato que llevamos ya tengo un poco evaluado al personal. “Gaetan” baja muy bien y sube aceptablemente, John baja como un salvaje y se defiende bien subiendo aunque se aguanta bien su ritmo, Courtney va muy bien por los senderos, tanto para arriba como para abajo, y le cuesta algo más el campo a través, Michael me da la sensación que va de farol (sensación equivocada porque se va a cascar toda la vuelta con nosotros) y a Karel ahora lo empiezo a ver el más sólido. El tío baja con un punto conservador pero a buen ritmo y con seguridad, y en las subidas tiene un ritmo muy bueno de caminar. Y lo veo cómo gira la cabeza, se queda con las referencias… Tiene el objetivo inyectado en la mirada… Con estas reflexiones se acaba esta nueva subida, que nos lleva a un nuevo “candy-ass Trail”, una bajadita y otro repecho para encontrar el quinto libro en otra cima señalada de la zona (LIBRO 5).

Ya se ha establecido una dinámica oficial de grupo en la que cada uno arranca las páginas en un libro y seguimos delante de manera conjunta. John y Courtney sobretodo, y Karel un poco, van teniendo charlas sobre temas diversas. La verdad es que el acento me cuesta horrores, así que aprovecho para guardar el aliento, que aunque voy bien nunca está de más. Algo más de sendero nos deja en un lugar que la descripción llama “Son of a bitch ditch” y ahora entiendo por qué. Una zona de aguas muertas situada en el fondo de una vaguada. Salimos del camino en un tramo algo confuso y cruzamos algo campo a través, antes de recuperar otro camino. Un par de quiebros más nos dejan en una meseta donde aparece el sexto libro, antes de lo que esperaba. Me quedo con la sensación de que me tendría que haber fijado mejor, porque previsiblemente este tramo será de noche en la segunda vuelta y no me ha cuadrado demasiado… (LIBRO 6).

Salimos del libro por una pista que nos deja en un primer punto de agua. Reponemos, aunque a mí me sobra agua, así que bebo un poco, sigo comiendo y voy tirando andando tranquilo. El grupo llega por detrás al trote, con Courtney en su terreno tirando del personal. El sol está apretando y bajo un puntillo para no salirme de la buena dinámica. Llegamos a otro punto de referencia donde hay que desviarse a la derecha. John y Karel tienen versiones diferentes. Acabamos adoptando la del primero. Recuerda este punto, me digo… Acabamos en una nueva pista que pica para arriba hasta una roca que recuerdo de la descripción… OK, se ve claramente. Aquí toca bajar a saco a la derecha, hasta el fondo del valle. John coge el mando de las operaciones y se lanza de nuevo a saco. No me da tiempo de mirar el mapa, así que confío en la experiencia, confianza que acaba siendo plenamente justificada ya que clavamos, clava, el libro perfectamente en medio de una explanada (LIBRO 7).

Toca dar media vuelta y subir por donde hemos bajado. Parece mentira que se pueda subir por ahí, pero tirando de palos recuperamos la pista, cruzamos por un agujero la roca y seguimos por la loma hacia arriba. El relieve es claro y no deja lugar a dudas. Antes del nuevo libro hay una pequeña balsa (creo que la descripción le llama Hiram Pool & Spa) con un sofá abandonado al lado. Justo después superamos un escalón de tierra y cuando asomo arriba veo a John a la derecha que ya está en el libro. Todo va sobre ruedas (LIBRO 8).

Bajamos por una loma por un terreno que me parece bastante confuso. John se mete un pelín a la derecha y vamos cruzando pistas (definiendo pista de manera generosa) que no aparecen en el mapa. En un momento dado hemos de torcer a la derecha y seguir bajando por un sistema de vaguadas. No veo exactamente por cual estamos bajando y la verdad es que la descripción tampoco es muy explícita en este aspecto, pero confío en que John conoce bien el camino. En cualquier caso, el rumbo es bueno y simplemente hemos de llegar al fondo del valle. Acabamos saliendo al río principal de nuevo, y giramos a la derecha. Una cascada debe servir de referencia. Llegamos a ella antes de lo que esperaba y algo más allá encontramos unas ruinas de hormigón, con una sartén abandonada bajo la que está el nuevo libro (LIBRO 9).

Acabamos de bajar, así que, oh sorpresa, ahora viene una subida. Esta es de las gordas, y nos tiene que llevar hasta la famosa “Lookout Tower”, punto de paso obligado de todos los años. A nivel de orientación no tiene mayor historia, se trata de seguir un espolón con un rumbo que parece claro, así que todos los esfuerzos se dirigen a superar la pendiente, que no está nada mal. No sé si es por el calor, pero esta subida se me está haciendo un poco bola. “Gaetan”, que en realidad se llama Thomas y es holandés, se ha quedado atrás, y yo sigo el ritmo del grupo pero ya no voy tan cómodo como antes. En un momento dado el desnivel suaviza, cosa que agradezco, y lo identifico como un punto donde había un libro en años anteriores. Ahora este tramo ha cambiado y el décimo libro es diferente que otras veces. Tras un nuevo repecho salimos a una pista donde hay fotógrafos capturando imágenes del evento. Nos queda un último tramo para llegar a una antecima donde está el libro. Karel y John han llegado y están buscando pero no lo encuentran. Ha de estar bajo una “overhanging rock at the very top of the false summit”. Vamos mirando en todas las rocas, mientras recupero algo el aliento. Si está “at the very top”, la roca tiene que ser esta… Courtney ha mirado ya pero no se… Quito una piedra de debajo y ahí está la bolsa de plástico. Contento de mi contribución, comunico el hallazgo al grupo y voy arrancando las páginas del personal. (LIBRO 10).


Salimos del libro recorriendo escasos metros hasta la torre, a la que llegamos con un tiempo magnifico, tanto en lo meteorológico como en el cronómetro (creo que algo más de 5 horas para 2/3 de vuelta). Nuevo punto de agua, en el que aprovecho para acabarme la patata con el agua de las garrafas. Pongo algo de agua en el flask pero sin pasarme, porque ya veo que me sobra. Salimos por la pista unos metros antes de lanzarnos por otro de los tramos míticos de la carrera: Rat Jaw. Un cortafuegos lleno de zarzas, en el que afortunadamente con los años se ha formado algo de traza, a pesar de que está prohibido pasar fuera de la carrera. Courtney ha salido antes del avituallamiento y ya está negociando con las zarzas. Creo que está perdiendo… Se ha desviado de la traza hacia la derecha y se ha metido en una tela de araña. Conozco esa sensación de tantos rogaines y no le envidio para nada. John también va algo más adelante y va por la traza pero jurando en arameo (con acento de Tennessee) por los arañazos que se está llevando en los 20 centímetros de pierna que tiene al descubierto. Yo la verdad es que con mis mallas (de Aligots) y perneras de orientación, voy bastante bien (creo que con unas perneras de orientación blandas ya tiras, no hace falta las que son duras por delante). Karel tampoco se queja, no sé si porque las mallas le protegen o porque es un tipo duro del norte. Michael va detrás y la verdad es que no le tengo calibrado, no sé si siente o padece… En medio de un sol que añoraré más adelante bajamos todo el tramo, con algunas rampas que prometen diversión en caso de lluvia, y nos aproximamos a la mítica prisión. Vamos en busca del mítico túnel, con el mítico agua y el mítico borde de hormigón por el que la gente hace equilibrios para no mojarse los pies. Salimos a la luz del otro lado. John tira los palos y trepa un muro para no mojarse los pies. Los demás nos metemos hasta la rodilla. La verdad es que con el tiempo que hace se van a secar rápido así que… Por cualquiera de las opciones salimos a un rellano junto al muro donde está el nuevo libro (LIBRO 11).

Quedan dos subidas, voy a ver si me entra mejor esta que la de antes… Pasamos junto a un depósito de agua y echamos mano a la brújula para adoptar el rumbo adecuado. Observo con satisfacción que el ritmo ha bajado un punto. De los cinco que ahora quedamos, me pongo en cabeza con John e incluso me da para charlar un poco. O ellos se han calmado o yo voy a mejor. Surfear la buena ola… Come y bebe… Queda poco para acabar la vuelta y me queda un montón de comida (llevaba para 12 horas). Nos vamos aproximando a lo alto de la montaña y derivamos un poco a la derecha para ir a buscar unas rocas donde debería estar el libro, en una especie de túnel. No es en las primeras, pero sí en las segundas. Llego la mar de contento, con sensaciones mejores tras las ligeras dudas de la subida anterior. Me sorprende ver que Courtney se ha quedado un poco rezagada, aunque llega justo cuando nosotros vamos a salir (LIBRO 12).

Nueva bajada que ya es un poco más de lo mismo, pendiente abajo sin cuartel. Ya que las piernas pintan bien, preocúpate de no caerte, o al menos hacerlo de manera que no tenga consecuencias graves. Las buenas sensaciones se prolongan a la bajada y voy relativamente relajado, sin cebarme detrás de John, y tomando más la referencia de Karel y Michael, con quienes nos vamos alternando. A medida que nos aproximamos al fondo del valle aparece un antiguo camino (muy antiguo) que facilita las cosas y me aproxima de nuevo a John. Una confluencia de valles nos tiene que servir de referencia. La encontramos, y al otro lado aparece un pequeño espolón “prometido” en la descripción, sobre el que aparece el nuevo libro (LIBRO 13).

Aquí Courtney ya se ha quedado definitivamente atrás, así que el grupo de cuatro subimos rumbo a la última cima de la vuelta, Chimney Top (aquí sí que pongo el nombre porque es vox populi…). Cojo yo la cabeza y voy subiendo a ritmo constante, intentando que me resulte cómodo. Voy manteniendo el rumbo siguiendo un leve espolón, sin mayores dificultades a la luz del día. Las montañas de los alrededores me sirven de referencia sobre lo que queda, así como unas rocas que aparecen allá en lo alto y que prometen ser la cima. No resulta ser el primer escalón pero sí un segundo, donde un cortado debe ser el lugar donde está el libro. Efectivamente, encuentro el libro dentro de una grieta y me dispongo a arrancar las páginas correspondientes (LIBRO 14).

El resto de la vuelta lo conozco del otro día cuando vinimos a caminar por aquí y es fácil. Nos dejamos caer por un cómodo sendero, corriendo de manera relajada pero a buen paso. Cada vez me encuentro mejor. Miro el reloj y veo que vamos a completar la vuelta en poco mas de 8 horas, mucho mejor de lo que esperaba y también con unas sensaciones mejores de las que esperaba. Me hace ilusión llegar abajo y decirle a Anna que me encuentro bien y que todo va genial, que las buenas sensaciones de estos últimos dos meses se están confirmando y que mis perspectivas sobre la carrera son muy optimistas. Que espero la lluvia de la noche con los brazos abiertos y que me siento preparado para cualquier cosa… Surfear la buena ola… Come y bebe… Come y bebe… Celebro las buenas vibraciones con otro smoothie y un gel. Llegamos a las proximidades del centro de visitantes y nos desviamos por una variante que añade algo de complejidad a este final. Salimos a una pista y completamos la vuelta por un camino paralelo a la carretera. Subimos la última rampa de asfalto y tocamos la ansiada “yellow gate”.

VUELTA 2:

Había notado un ligero incremento de ritmo en la última rampa y ahora entiendo por qué. Karel ya ha sacado el sobre con hojas y se lo da a Laz y John hace lo propio. OK, veo que esto es importante así que me pongo el tercero de la cola. Veo además que ambos tienen las hojas bien dobladas dentro de la bolsa zip, de manera que Laz lo tenga más fácil para contarlas. Cabritos, esto no lo había pensado… Anna está junto a la puerta. “Ho he preparat a la taula, no sabia que es podía fer aquí”… Veo que John y Karel tienen preparado el avituallamiento ahí mismo, para no perder tiempo. Bueno… No nos estresemos, tal como voy si salen antes debería cogerlos en la subida.

Una vez cubierto el trámite voy a la mesa y doy buena cuenta del plato de pasta, mientras rellenamos la bolsa de agua con más Tailwind, cambiamos los flask de delante y reponemos la comida que toca. Me iba a cambiar de calcetines pero me coge un poco de prisas y decido irme ya, intentando no perder el tren de John y Karel. Me despido de Anna y me voy hacia la puerta justo en el momento en que llega Courtney. Muy atenta me sugiere que coja mi nuevo dorsal antes de que ella entregue las páginas, para no perder tiempo, así que cojo el nuevo número, 83, y salgo optimista hacia una nueva vuelta. John y Karel acaban de salir y están a menos de 100 metros, así que echo a trotar por la pista para pegarme a ellos…

Cogemos de nuevo el sendero y lo dejamos enseguida para afrontar la misma subida del principio. Cruzo el río justo detrás de ellos pero John coge una dirección más directa de subida y con una mayor pendiente. El terreno está un poco inestable y doy algún resbalón que me hace perder unos metros… De repente veo que algo no va bien… Noto que me cuesta subir bastante más que antes del avituallamiento. Fuerzo un poco para pegarme a su rueda pero noto que ahora mismo no es mi ritmo. No lo entiendo, no tiene mucho sentido que el avituallamiento me haya dejado con menos fuerzas… Cierto es que la pasta tarda un rato en hacer efecto, quizá debería haberlo combinado con algo de retorno más rápido… Bueno, que no cunda el pánico, paciencia… No van muy rápido, pero a mi se me esta atravesando bastante la pendiente, así que voy cediendo metro a metro y paso a ir a mi ritmo, intentando buscar pendientes más favorables hacia la izquierda. Poco antes de la cima supero un par de escalones que ahora me cuestan bastante más. Al llegar a la cima echo mano de la comida, que sé que es donde está la solución a mis problemas. No pasa nada, no puede durar mucho la crisis. Iba bien, y a la que la comida se ponga en su sitio todo tiene que volver a su sitio. En medio de estos pensamientos llego de nuevo al primer libro, donde arranco la página correspondiente y la doblo, ahora bien ordenada, dentro de mi bolsa zip (LIBRO 1).

Salgo de nuevo por la terraza y veo que me apetece trotar, espero que sea el inicio de la recuperación. Voy esquivando árboles mientras hablo conmigo mismo, lo cual suele ser una buena señal. Me he tomado un gel en la cima anterior buscando un chute de energía lo más inmediato posible, pero decido insistir y comerme un rollito de mermelada. Sin ir al ritmo alocado de la primera vuelta, pero consigo recuperar un trote digno por este terreno complicadillo. Algún tropezón acaba conmigo en el suelo y me recuerda que tengo que concentrarme para que la carrera no acabe de la manera más tonta (cuántas maneras tontas hay de que acabe una carrera…). Llego al extremo de la terraza y giro a la derecha buscando la bajada que me tiene que llevar al segundo libro. Echo un vistazo… Me viene la imagen de Guillaume Calmettes tirándose hacia abajo… Diría que era por aquí… Vamos allá… Empiezo a bajar por una vaguada pero la brújula me señala una dirección noreste cuando debería ser este. Estúpidamente tozudo sigo bajando con la absurda esperanza de que la brújula me indique este en algún momento… (a ver, si vas recto la brújula no va a cambiar, imbécil…). Voy torciendo la brújula como si fuese a cambiar las cosas… Al final me convenzo de que voy mal y he bajado demasiado a la izquierda. Intento corregir hacia la derecha y voy bajando hacia el fondo del valle. El terreno es incómodo pero no mucho más que el de la “vaguada buena” de esta mañana. Acabo llegando al fondo del valle y corroboro que he salido demasiado abajo. Sigo el río hacia arriba identificando algunas curvas en el mapa y llego a la ubicación del segundo libro. Bueno, he corregido razonablemente bien, podría haber sido peor (LIBRO 2).

Salgo por “candy-ass Trail”, terreno fácil, mientras vuelvo a comer (no me acuerdo qué). Después de la tensión del tramo anterior la cabeza vuelve a relajarse e intento seguir con la recuperación de las buenas sensaciones. El tramo de sendero pasa bien, pero la parte posterior campo a través sigue costándome un poco. Bueno paciencia, no pasa nada, es cuestión de tiempo el hecho de ir recuperando las sensaciones de antes. De momento el tiempo aguanta. La noche se acerca… Prometían algo de lluvia a partir de las 19h y más fuerte a partir de las 22h. De momento no tiene pinta… Llego a la parte superior de la montaña, donde recupero un sendero que tras una pequeña bajada me deja ante el último repecho antes del tercer libro (LIBRO 3).

Coge bien la brújula, sigue el rumbo que toca… OK, encarado, perfecto. Hay algunas huellas de nuestro paso de la mañana, que ahora que aún hay luz todavía ayudan. Voy bajando, con sensaciones que son cada vez mejores, lo cual no me evita algún que otro resbalón. Me preocupa que en una de estas se me rompan los palos. No tengo otros de repuesto y la idea de pasar estas cuestas sin palos me parece aterradora. Voy siguiendo el rumbo, ayudado también por vaguadas que van convergiendo en un torrente principal por el que tengo que seguir bajando. Más que la orientación, la preocupación principal es encontrar la mejor manera de ir esquivando troncos caídos y terraplenes embarrados. Con las últimas luces del día llego al cruce de torrentes que sirve de referencia. Miro alrededor pero no alcanzo a ver el libro. Toca sacar el frontal… En cuanto lo enciendo veo la bolsa reluciente (LIBRO 4).

Afronto la nueva subida con ganas, después de tomarme un smoothie y algo de boniato. Cojo el ritmo de bastoneo concentrado en la brújula y en no perder el espolón que me tiene que llevar hacia lo alto de la montaña. No es muy definido pero se alcanza a identificar bien a pesar de la noche. Mi velocidad es razonable y la subida se me hace más llevadera que la anterior, lo cual me anima. La lluvia sigue sin aparecer… Casi que tengo ganas de que llegue. Intento convencerme de que es algo positivo y de que va a ser divertido enfrentarse al tiempo típico de la Barkley. Evidentemente, no deja de ser un ejercicio mental/emocional para estar preparado y optimista en el momento que empiece a caer. En estas llego de nuevo a la parte alta de la montaña y recupero el “candy-ass Trail” que tras otro descenso me deja en la subida a la cima del quinto libro (LIBRO 5).

Quitando el fallo del segundo libro, el resto de la orientación ha resultado fácil. El próximo tramo me da algo más de miedo porque tengo la sensación de que esta mañana no me he fijado suficiente. Bajo siguiendo la dirección indicada en el mapa por un tramo con fuerte pendiente. Voy buscando recuperar el sendero de antes, cosa que sucede más tarde de lo que esperaba, cuando ya estaba planteándome si me lo había pasado en medio de la noche. Aliviado lo sigo durante un tramo de descenso y un ascenso posterior. Allá adelante veo las luces de John y Karel, acercándose ya al sexto libro. Tengo que llegar a esa zanja (Son of a bitch ditch) llena de agua. Tengo la imagen de un repechillo justo antes… Ese es… Correcto… El sendero se va a la derecha, pero yo tengo que ir campo a través hacia la izquierda, bordeando el agua de la zanja. Poco a poco voy recordando y al llegar al otro extremo adopto el rumbo que me indica el mapa. El sendero aparece y lo cojo con la sensación de que ha resultado más fácil de lo esperado. Ahora recuerdo que en algún momento llegábamos a una pista que no aparece en el mapa (había un montón de pistas que no aparecían en el mapa…). Aparece al cabo de unos minutos… Ahora viene un punto con dos troncos quebrados que indican hacia la izquierda. John lo ha indicado como referencia… Ahí están, genial… Un senderillo me va acercando hacia lo alto de la montaña. Por detrás veo una luz que se va acercando bastante rápido, quién será? Sigo adelante, casi que si me alcanza alguien mejor… El libro estaba junto a una bandera, hacia la derecha. Salgo a una pista que también recuerdo de la primera vuelta… La sigo hacia la izquierda y en breve llego a la bandera y el montón de piedras donde está el libro. Muy contento de cómo ha ido este tramo (LIBRO 6)

Salgo del libro por la pista anterior, que me tiene que dejar en breve en el punto de agua. Llego al lugar con la bienvenida del ruido de las ranas. Echo un trago y aprovecho para comer algo sólido. Relleno algo de agua en un flask, pero poca cosa porque voy sobrado de líquido. Salgo de nuevo a la pista y llega la luz corriendo desde arriba. “Hey! Who is there?”… “Albert” Le digo, “You?”… “Greg!”… Pues no es mala noticia que en este momento llegue un campeón del mundo de rogaine para compartir la noche. Voy avanzando por la pista entre caminando y corriendo, por un tramo que no se puede seguir con el mapa (no salen las pistas) pero que recuerdo de esta mañana. Llego al punto donde hay que desviarse a la derecha justo cuando empieza a llover. ¿Sabes qué? Voy a sacar el impermeable ya y si me coge Greg pues ya sigo con él. Procedo con las operaciones… Mierda, el impermeable no puede cerrarse con la mochila dentro. En la tienda me pareció que había espacio suficiente pero tendría que haberlo probado con la mochila llena a tope… Me lo dejo desabrochado… En estas llega Greg y se lanza hacia abajo 30 metros antes de llegar a donde estoy… Salgo pitando detrás suyo. Baja como un poseso. Por el relieve llevamos más o menos el rumbo que toca, pero no me da para mirar el mapa, simplemente confío en él. Me da la sensación de que a él no le convence tanto compartir camino. Más bien parece que le estorbo… Sea como sea yo le sigo en plan tozudo y salimos a la pista que debe cogerse a la izquierda. El terreno es más favorable así que me pongo a su altura y charlamos un poco, aunque si el acento de Tennessee me costaba, el de Nueva Zelanda ni os cuento. Parece que se calman las hostilidades y avanzamos tranquilamente por la pista. “Ahí está la roca, tenemos que tirarnos por aquí” le digo. Supongo que ya lo tenía claro, pero más que nada para que vea que también se dónde estoy y no sólo quiero parasitar. Vamos bajando en medio de una lluvia cada vez más fuerte. La pendiente es tan jodida como esta mañana pero ahora además está embarrado con lo cual nos toca ir esquiando y frenando contra los árboles. Tendemos hacia la derecha y a la que nos acercamos al fondo del valle aparece un rellano con un par de montones de piedras que recuerdo de esta mañana. Ahí está (LIBRO 7).

Vuelta hacia arriba… Bufff, pintan bastos. Afortunadamente, a nivel físico sigo yendo claramente a mejor y cuando el único rival es la gravedad pero no hay duda sobre dónde ir, me defiendo bastante bien. Por otro lado Greg va sin palos (acojonante…) y en la subida su ritmo se ralentiza bastante. Otro problema es que a pesar de ir encorvado hacia delante me estoy empezando a mojar el pecho. Decido sacrificar la mochila y dejarla por fuera del impermeable. Con la parada para hacer el cambio Greg me alcanza y llegamos juntos a la pista. Justo al llegar nos encontramos a Courtney y Harvey que se lanzan hacia abajo. Pasamos por en medio de las rocas y seguimos espolón arriba. Cojo la cabeza y llevo el rumbo, identificando algunos rasgos de esta mañana. Paso junto al Hiram Pool & Spa y veo un sofá allí perdido que no había visto esta mañana. Ahora venía otro repecho de tierra… Ese es.. Y en breve un rellano y el libro está a la derecha… Ahí está el rellano… Tiro a la derecha… “Tiene que estar por aquí”… Greg echa un vistazo al entorno y tira un pelín más a la derecha. Ahí está la roca y el agujero (LIBRO 8).

Salimos por una especie de pista abandonada que nos acerca a un espolón que es la referencia para bajar. Esta zona tiene más vegetación que la parte más cercana al campamento, así que ir campo a través es algo más incómodo. No os lo había dicho pero el amigo Greg va en manga corta sin impermeable. Un salvaje… No obstante, llegados a este punto decide pararse a ponérselo, no se para qué, porque debe estar empapado. “Puedes ir tirando”, me dice… Bajo poco a poco por el espolón y llego a un par de pistas que me suenan de esta mañana. En algún punto de por aquí tenemos que girar a la derecha en dirección al fondo del valle. Busco a un lado y a otro… Pego un grito a Greg pero no responde y pasados unos momentos de duda llego a la conclusión de que más que ponerse el impermeable lo que le importaba era darme esquinazo. Bueno… Pues sigo a mi bola. Intuyo unas huellas en la dirección que toca y me lanzo por ahí. Entro en una dinámica de resbalones constantes por un tramo muy incómodo entre la pendiente, el barro y la vegetación. Tengo la sensación de que el terreno me va escupiendo hacia la izquierda, lo cual no me gusta porque en todo caso debería desviarme hacia el otro lado, que es lo que hemos hecho esta mañana. La bajada hasta el fondo del valle se hace larga y muy incómoda, pero me agarro al rumbo de la brújula como si no hubiera un mañana. En un momento dado me parece ver la luz de Greg a la izquierda, pero tampoco estoy seguro. Finalmente consigo llegar al río principal, pero no estoy seguro de a qué altura estoy. Cruzo al otro lado como esta mañana y me encuentro unos palos de la luz, que no hemos visto en la primera vuelta pero que recuerdo de la descripción. Fantástico, estoy ubicado. Solo tengo que seguir río arriba e ir mirando a la izquierda en busca de una cascada que sirve de referencia. Voy avanzando, confiado, hasta que pasa más rato de la cuenta y no me suena lo que tengo a mi alrededor. Miro la brújula… suroeste… Debería ser oeste – noroeste… Sigo adelante, nuevamente con la absurda pretensión de que la brújula gire por arte de magia. Finalmente miro el mapa y me doy cuenta del error. No me he dado cuenta de una confluencia entre ríos y he empezado a subir por un afluente que no toca. Con rabia vuelvo hacia abajo y cruzo para estar seguro de toparme con la confluencia dichosa. Al cabo de un rato el terreno se aplana y voy atravesando a la izquierda. Debería encontrarme con el río correcto… Efectivamente, ahí está… Tiro hacia arriba, ahora ya con seguridad y al poco encuentro la cascada y las ruinas de hormigón. Inexplicablemente me cuesta ver la sartén donde está el libro. Pierdo 5 minutos más pero al final lo encuentro. El fallo de orientación me deja un poco cabreado pero bueno, por lo menos he sabido razonar bien y resituarme razonablemente. Eso sí, Greg que me debe haber adelantado y me habrá cogido bastante ventaja (LIBRO 9).

Creo que la navegación más difícil ha quedado atrás. El siguiente tramo es la subida hasta la torre. Cruzo un torrente y cojo el rumbo montaña arriba. En principio no tiene mucha dificultad pero al poco rato llega la niebla y me obliga a tirar de brújula a tope. El espolón tiene algún rellano que en estas condiciones confunde un poco, pero me voy apañando. Mi ritmo de subida sigue mejorando y casi diría que estoy más cómodo que en la primera vuelta en este tramo. Una luz aparece delante de mí, pero al poco me doy cuenta de que son dos, así que no es Greg. Les alcanzo bastante rápido y me doy cuenta de que son Courtney y Harvey. “You’re doing great job” dice Courtney (siempre dicen “great job” esta gente…). No entiendo cómo están aquí. Tanto tiempo he perdido ahí abajo? (después resultó que no encontraron el libro 7 y estaban congelados, así que decidieron tirar hacia al campamento pasando por aquí). Les paso y les dejo atrás rápidamente lo cual me sorprende tanto como haberles visto. El espolón se va definiendo, llego a un rellano que tengo identificado y algo más arriba salgo a la pista. Ya sólo queda el último repecho hasta la cima. Hago una evaluación de la situación. En lo negativo: 1) He hecho un par de fallos de orientación bastante decepcionantes; 2) El tiempo es un desastre, llueve a cántaros, hace viento, bastante frío y niebla. En lo positivo: 1) He sabido identificar lo fallos y corregirlos razonablemente; 2) Físicamente me encuentro cada vez mejor; 3) Sigo comiendo y bebiendo de manera disciplinada a pesar de las penalidades y eso está repercutiendo positivamente en mi estado; 4) Mental y emocionalmente me encuentro muy bien, con una actitud muy positiva y aceptando las inclemencias del tiempo con pragmatismo y siendo constructivo. Una vez estuve en un congreso en Iquitos (Perú) y siempre recuerdo que el día antes de la salida de campo Jorge Abad, el organizador, nos dijo “Tomorrow we meet at 9am. If it rains don’t worry, it’s nature”. Me acordé muchas veces de esa frase a lo largo de mi noche en la Barkley. En medio de estas cábalas llego a la cima y saco la página del libro en medio de un vendaval (LIBRO 10).

Ignorando el viento y el frío me dirijo hacia la cima principal. Aparece una luz… No es un corredor… No es una alucinación… Alguien está esperando ahí en medio de este infierno. Es el hermano de Guillaume, Thomas. Le saludo y me acerco a la mesa a echar un trago de agua de la garrafa pero sin rellenar nada, total para qué… “Tu prends pas de l’eau”… “Nono, je me casse…” (yo me piro de aquí…). Salgo rápidamente por la pista buscando las pendientes de Rat Jaw. Enfilo el cortafuegos en medio de la niebla siguiendo la traza de sendero. Las zarzas me dan la bienvenida y también lo hace el barro. Me caigo… Maldita caída… Me caigo de nuevo… Sigo bajando como puedo intentando identificar el sendero. No veo a 15 metros y el reflejo del frontal complica las cosas aún más. En uno de los resbalones me levanto y miro la mano… Mierda, la brújula… La he perdido en una de estas caídas. Considero la opción de volver atrás a buscarla pero llevo un rato bajando y vete a saber dónde se habrá caído y si habrá quedado en medio del camino, donde la pueda encontrar… En ese momento no veo tan grave la falta de brújula… Ya me espabilaré y en el campamento cojo la de repuesto…

Sigo bajando. Prácticamente no veo los palos de la luz. En un momento dado las zarzas se cierran, este debe ser el tramo en que se tenía que bordear por la izquierda. Salgo al bosque y avanzo por este lado. Intento volver al cortafuegos pero no encuentro la entrada. Sigo avanzando por el bosque sin saber en qué dirección estoy yendo. El terreno me empuja hacia la izquierda y llego a la conclusión de que la única referencia en la que puedo confiar es una pista que debería llegar desde la izquierda y devolverme al cortafuegos. Sigo avanzando como puedo y llego a una pista, aunque me la imaginaba más definida. Avanzo hacia la derecha, pero avanzo y avanzo y no veo que cruce el cortafuegos dichoso. Veo unas cabinas de hormigón que me parece recordar de esta mañana, pero más allá, a los lados, sólo aparecen cortados por los que no baja ningún cortafuegos. La pista se cierra sin que haya encontrado nada. Vuelvo hacia el otro lado y recorro la pista en sentido opuesto hasta que llego a otro extremo. Ni rastro de Rat Jaw. Vuelvo a recorrerla mirando a los lados, pero no se ve un carajo. A duras penas distingo la parte alta de los taludes que bordean la pista. Pero juraría que no estoy cruzando Rat Jaw… Mi carrera se va difuminando y mi mente va sufriendo una transición de objetivos y preocupaciones. Poco a poco la cuestión pasa ser cómo salir de aquí. En medio de estas cábalas y por si me había imaginado que las cosas no podían ir peor, la luz de mi frontal se apaga.

Bueno, no pasa nada, la batería… Me saco la mochila a tientas y saco la batería de repuesto. Me quito el frontal de la cabeza y de repente, pam, se me cae la batería al suelo. Me agacho a oscuras y descubro algo horrorizado que solo toco hojas de árboles… Upsss… Qué absurdo, madre mía… Empiezo a tocar el suelo de manera ordenada pero nada… Cómo puede ser? Recupero el frontal y vuelvo a intentar encenderlo a ver si hace luz, aunque sea un momento. La luz principal no responde pero sí que se enciende la luz roja intermitente de emergencia. La acerco al suelo y entre los parpadeos distingo la batería. Ufffff… Agarrándola como si fuese una rama que me separa del vacío procedo con el cambio y vuelvo a recuperar los 10 metros de visión previos al susto. Decido meterme en una de las cabinas de hormigón para evaluar la situación, por lo menos al abrigo de la lluvia y el viento. Opciones: 1) Seguir buscando Rat Jaw, aunque no tengo muchas esperanzas; 2) Bajar pendiente abajo, no parece buena idea porque no sé si estaría yendo hacia el este o hacia el sur y si es lo primero podría acabar aún más perdido de lo que estoy; 3) Esperar a que amanezca, quedan aún unas cuantas horas y sería una preocupación para Anna en el campamento y la familia desde casa. 4) Subir hacia arriba. Esta opción es la única que plantea alguna certidumbre. Si subo, subo y subo, llegaré a la torre, que está en lo más alto.

Aún hago un intento de encontrar el maldito cortafuegos, hacia un lado y hacia el otro, pero fracaso nuevamente. Si supiese la dirección podría identificar en qué parte de la montaña estoy pero… Me rindo a la evidencia y cojo rumbo hacia arriba. Afortunadamente las piernas siguen respondiendo y avanzo razonablemente bien. Intento seguir la línea de máxima pendiente para asegurar que voy hacia donde toca. Al cabo de un rato intuyo un rellano… La pista. Este pedazo de civilización me resulta un alivio. Sube hacia la derecha así que tiro hacia allí. Al cabo de unos metros… Rat Jaw… Cómo puede ser? He salido en el lado opuesto… Maldita sea, en algún momento lo he cruzado… En alguna de las idas y venidas (o en varias de ellas) he cruzado el p… cortafuegos y no lo he identificado en medio de la niebla. Qué impotencia… Me vuelven a entrar las dudas sobre qué hacer. Subo los metros que me separan de la cima… Si pasase alguien…

Pero en la cima no hay nadie… Ni rastro de Thomas. Sólo hay más viento, más lluvia y más frío. A saber cuándo pasa alguien. Ya estaba empapado, pero todo este rato me ha dejado más frío todavía. Vuelvo a bajar unos metros y me asomo a Rat Jaw, que me devuelve la mirada con actitud burlona. Podría volverlo a intentar, con más cuidado en ese punto… Pero después vienen las últimas dos subidas y la bajada intermedia. Es terreno de tirar rumbo, sin esa referencia estoy vendido. Y la niebla y la lluvia estarán igual. Había venido a darlo todo, estoy dispuesto a pasar por las incomodidades y el esfuerzo que sea, pero siempre desde una situación de control sobre mi seguridad básica. Y no la tendré. Hay que ser justo con la situación, conmigo mismo y con los que me están esperando. Con toda la frustración del mundo, pero hasta aquí he llegado…

En medio de una fuerza de atracción que me estira hacia el borde del cortafuegos emprendo el descenso por la pista. De ahí cojo un sendero que supone el camino de vuelta más corto. Aún así, me llevará otra hora y pico de lluvia y frío la vuelta hasta el campamento, en medio de una mezcla de tristeza, cansancio mental, frustración… Tanto tiempo de espera, tanta preparación, tanto esfuerzo… y este fallo… Qué costaba poner la brújula de repuesto en la mochila…

Llego al campamento casi avergonzado, sin ganas de explicar la historia, pero es inevitable. Anna me ve y se acerca pero supongo que mi cara responde por si sola… “He abandonat, m’he perdut”… Llego a la puerta amarilla y antes de que nadie me diga nada explico lo que ha pasado. Lejos del tono burlón y cruel que a veces sale en los videos, Laz me responde con tono comprensivo… “You were doing great.., Go change your clothes, don’t get cold and we’ll talk tomorrow”… Antes de irme toca escuchar lo que no quería, la melodía es espera a todo aquel que se retira… Aquí se acaba mi aventura en la Barkley…

Lo demás os lo voy a resumir porque el rollo ya ha sido de récord... Las condiciones meteorológicas de la segunda vuelta fueron una escabechina importante. Sólo 5 corredores empezaron en tiempo la tercera vuelta y sólo dos, Karel y Greg, hicieron lo propio con la 4ª. Esta edición deja historietas como la de Karel acabando perdido en medio de la cuarta vuelta pidiendo ayuda a un cubo de basura, o Guillaume perdiendo las hojas al viento en la segunda vuelta… Cosas que pasan en la Barkley. Únicamente Karel y Greg empezaron la cuarta vuelta, pero ninguno de ellos pudo acabarla.

Más allá de la frustración, que os aseguro que es mucha y que ha dado pie a muchas comidas de olla, mi sensación es que todavía tengo más ganas que antes de enfrentarme a este reto. Esto que viene es la cuenta de la lechera, pero el cómo fue la carrera mientras estuve en ella me hace pensar que es complicado, que hay muchas variables que controlar, pero que es algo que si pudiese afrontarlo en el estado físico y de motivación que tenía esta vez y aplicando las cosas que he aprendido de esta experiencia, creo que tendría mis opciones. El margen de tiempo y las sensaciones de la primera vuelta hacen que me parezca posible una segunda en alrededor de 12 horas, contando con la noche, y las sensaciones que tenía en la segunda me hacen pensar en una tercera en unas 11 horas contando de nuevo con la luz del día. Eso daría un margen para dormir algo antes de la cuarta y poder afrontarla con 3-4 horas de margen sobre el horario límite, lo cual debería permitir acabarla. A partir de ahí, muchas de las veces en que ha acabado alguien, lo ha hecho haciendo la última vuelta en menos de 12 horas… Pero que sí, que son palabras y las palabras se las lleva el viento… Qué queréis que os diga, es lo positivo a lo que me agarro después del fiasco de la carrera…

No había mirado más allá de esta prueba, pero creo que el resto de la temporada va enfocado a tener las máximas opciones de poder ser admitido de nuevo e intentarlo otra vez el próximo año. De momento el próximo sábado si todo va bien iré a Trencacims de Paüls a sacarme el gusanillo y después Chartreuse Terminorum y el Mundial de rogaine son los dos objetivos que aparecen en el camino del pretendido regreso a Frozen Head… Espero tener más tiempo y ocasiones de explicar aventuras y a poder ser con un mejor final.

Ya por último, agradecer a tod@s l@s que estuvisteis pendientes de mis evoluciones y que habéis mostrado interés y empatizado conmigo en esta aventura. Aunque mis respuestas hayan sido un tanto desanimadas, los ánimos hacen más fácil la recuperación y me hacen estar más motivado para repetir este objetivo y compartir las alegrías que espero que traiga consigo.

Besos y abrazos,

P.D: esto es una labor de equipo y aunque yo fallase con mi parte, ella cumplió con la suya a las mil maravillas, a pesar de verse envuelta en este tinglado surrealista para quien no está acostumbrad@ a este mundillo. Así que Anna, mil gracias por compartir esta aventura y empatizar con mis ganas y empeño por este objetivo :-)

P.P.D: por añadir algunos comentarios técnicos sobre aciertos y errores… A nivel de material, y vaya por delante que mi único sponsor ha sido mi bolsillo, en tema mochila me decanté por una de 12 litros, concretamente la Advanced Skin de Salomon. Me parece buena elección y suficiente para lo que necesitaba. Dentro llevaba:

·         Pantalón impermeable

·         Impermeable (ambos Dynafit, me mojé pero no se fue culpa de la ropa o del diluvio)

·         Chaqueta (una ligera de Patagonia, compacta y abriga bastante, me la puse para volver al campamento y fui bien)

·         Guantes (con cubreguantes impermeable)

·         Bolsa de agua + 2 flasks: error, no hace falta llevar tanto líquido encima, baja agua por todos lados, con los dos flasks vas que chutas y en todo caso podrían ser algunos de estos nuevos que llevan filtro

·         Frontal: 2 Nao de Petzl (uno de recambio) y dos baterías de recambio

·         Manta térmica

·         Nutrición (y aquí tengo que agradecer la ayuda de Anna Gils, de Nutriexper, que se estuvo rompiendo la cabeza para ver cómo gestionábamos esta incierta aventura): para cada vuelta, rollitos de mermelada, rollitos de jamón, smoothies, dátiles (medjoul, pero los compré allí y fueron un poco fiasco porque eran más secos), geles (Powergel, bastante líquidos), Tailwind (en la bolsa de agua), un sobre con patata (300g) y otro con boniato (300g), pastillas de sales (6) y una de cafeína (en la primera vuelta me sobró bastante cosa porque tardé bastante menos de 12 horas, pero respeté muy bien la rutina

Más allá de todo esto, supongo que podéis imaginar el error principal por el que me he martirizado mil veces. Todo se ha de llevar por duplicado y en la mochila, y en especial… la brújula.

Tema ritmo: creo que fue el adecuado. Me sentí bastante bien durante toda la primera vuelta y en todo caso con tendencia positiva. Fue una lástima el momento malo del inicio de la segunda, pero la tendencia volvió a ser positiva después.

Tema entreno y preparación (por si a alguien le sirve de algo): básicamente entreno por bloques de 4 semanas, en las que hay 3 fuertes y una más baja de recuperación. Las fuertes entreno 6 días distribuidos más o menos en lo siguiente:

- Una sesión de spinning (voy subiendo progresivamente, 2h, 3h, 4h e incluso hice una sesión de casi 5h un mes antes, pero más por picado que por otra cosa…): me parece una buena manera de entrenar a intensidad media alta de manera constante y prolongada

- Sesión de rodaje por montaña: entre 1h y 2h

- Sesión de fuerza: en el gimnasio, 15’ de elíptica, 30’ de estiramientos, core, ejercicios varios, 30’ de máquinas (rutina general)

- Sesión de “rodaje” en la máquina de escaleras: es esta máquina de escaleras que van bajando mientras tu subes (como la cinta de correr pero con escaleras, o como cuando vas a contracorriente en unas escaleras mecánicas). Hace unos 4 años que lo incorporé porque la tienen en el gimnasio, y me parece super útil para entrenar las subidas de andar. Además te permite ir haciendo un seguimiento de tu evolución mirando velocidades, tiempos y pulsaciones. Y tiene tele… La máquina de escaleras la he alternado esta vez con sesiones caminar en la cinta con inclinación. En este sentido, he “tuneado” la cinta que tengo en casa para darle más del 10% que viene de serie, primero apoyándola sobre un par de montones de libros y después comprando un par de steps de aerobic, con lo que he llegado a ponerla al 22-23%.

- Sesión de series: puede ser por montaña, de máquina de escaleras o de caminar en la cinta con pendiente. De bloque en bloque voy incrementando el tiempo, desde las 4x8’ del primer bloque hasta las 4x12’ del último.

- Sesión de tirada larga: normalmente los sábados. Han sido variadas, desde un día que hice por mi cuenta los 95km del Ultra Muntanyes de Costa Daurada, hasta unos 65km nocturnos por la Garrotxa o sesiones de varias repeticiones en la línea eléctrica de Mare de Deu del Mont.

P.P.P.D: Si un día acabo las 5 vueltas, no va a acabar la crónica ni el tato…