lunes, 4 de julio de 2022

Chartreuse Terminorum 2022

 























La Chartreuse Terminorum es una carrera inspirada en la Barkley y que sigue unas normas muy parecidas. Cinco vueltas, libros que encontrar, salida a una hora indeterminada entre medianoche y mediodía, aviso a toque de corneta una hora antes… Las principales diferencias son que las vueltas son de 60 km (un total de 300 km) con unos 4500 m de desnivel positivo cada una de ellas, y el tiempo límite es de 16 horas por vuelta, para un total de 80 horas. No os negaré que es te objetivo vino a remolque del principal, que era la Barkley, y estaba a expensas de cómo acabase la aventura en Estados Unidos. Una vez las cosas fueron como fueron, tomó fuerza este nuevo objetivo, en parte como manera de hacer números para volver a ser admitido el año que viene para volver a Tennessee.

Con este planteamiento me presenté en Saint Pierre de Chartreuse, lugar de salida de la prueba, muy bien acompañado por mis padres y Anna, que se encargarán de proporcionar una ayuda fundamental durante la carrera. El jueves 16 de junio, por la tarde, es la entrega de dorsales y la publicación del mapa. También he tenido que traer una matrícula, y tengo que decir que gracias a Aurelio, no hay matrícula con más carisma que la mía: un mini del 1972. Me sorprende que el recorrido está relativamente concentrado, con una serie de bucles que van describiendo subidas y bajadas. El recorrido parece seguir mayoritariamente senderos, o al menos eso es lo que indica el mapa. Algo más tarde de lo previsto, me pongo a trabajar la descripción y marcar el recorrido sobre el mapa. Ceno sobre las 19h30 y me voy con Anna a la zona de acampada, para dormir en la furgo a la espera de la señal. Me tumbo finalmente sobre las 21h15, algo estresado por lo tardío de la hora y con la esperanza de que, tal y como pasó en la Barkley, nos dejen toda la noche para dormir… Nada más lejos de la realidad… A las 23h05, y justo cuando empezaba a quedarme dormido, suena la maldita trompeta. Vaya… por si fuera poco empezamos la carrera sin dormir…

Me levanto y sigo con los preparativos. Como algo y pongo las cosas en la mochila. Los minutos pasan desesperantemente rápido y se van acercando las 0h05’, hora de la salida oficial. Nos acumulamos todos junto a la insignificante roca que juega el papel de la mítica “yellow gate”. Tras un discurso y un toque de corneta, los organizadores encienden una vela, que sustituye al cigarrillo de Laz. Es momento de salir…

VUELTA 1

El inicio de carrera es surrealistamente rápido. Salimos corriendo a menos de 4 minutos el kilómetro por una bajada y un corto repecho, que da pie a otro tobogán que nos deja junto a la carretera y el río. El motivo de la estampida es que el primer libro está junto al río, a unos 5 minutos de la salida. Llego al embudo en 5ª o 6ª posición y después de pasar por un pequeño túnel espero mi turno para coger la primera página (Libro 1). Aquí el que no corre vuela, y los primeros corredores ya han tomado las de Villadiego. Me aproximo al puente de la carretera, punto de paso para cruzar el río ayudado por unas cuerdas. Acabar con los pies empapados es inevitable. Subo por un talud al otro lado y cruzo una pista para tomar un sendero. Troto a ritmo vivo con el objetivo de alcanzar a los de cabeza. Mi objetivo es poder seguir la rueda de alguien que conozca la carrera, para ir familiarizándome con el recorrido y evitar pérdidas de tiempo innecesarias. Un par de rampas algo más duras me permiten acercarme al cuarteto de cabeza y ponerme a rueda mientras recupero la respiración.

Una vez integrado en el grupo, cojo el ritmo de los compañeros, que encuentro bastante llevadero. Aprovecho para ir recuperando el oído para el francés. Veo que uno de los corredores es David Barranger, cara que conozco de los videos de ediciones precedentes, y un corredor que ha conseguido acabar 3 vueltas, que es lo máximo que se ha hecho hasta ahora en esta carrera (bueno, Imanol Aleson hizo el primer libro de la cuarta, que está cerca de la salida). Buena referencia, a ver si puedo seguir con él. La primera subida transcurre en medio de la noche, combinando tramos de sendero bastante empinado con alguna breve sección de pista.

En un momento dado llegamos a un cartel que es el punto de referencia para dirigirse al segundo libro. El ritmo se acelera y llegamos a las rocas donde se encuentra (Libro 2). Error por mi parte, llego el último y espero a que arranquen la página los demás. Segundo error, no mirar de reojo… Cuando tengo mi página guardada y me giro ya no veo sus luces… Salgo corriendo por el sendero por el que he venido, mientras me cruzo a otros dos corredores. Voy rápido, qué raro no verles… Espera… Saco el mapa… Mierda, desde el libro hay un sendero que baja directo. Con rabia doy media vuelta y bajo aún más rápido. Veo la curva correcta y bajo en dirección norte. Tras unas cuantas revueltas alcanzo un grupo de 3 corredores, pero es el segundo grupo. La cabeza está mas adelante. Me resigno a seguir en este segundo grupo. Llegamos al final de una primera bajada y me quedo delante con otro corredor que parece con ganas de ir rápido porque trota incluso en las subidas. Le pregunto y ya ha corrido en una edición anterior, así que doy por buena la rueda. Es de Turquía, y su nombre es algo así como “Seitán”. Tras un tramo picando para arriba bajamos por un sendero a la izquierda que nos deja cerca de la ermita donde se encuentra el Libro 3. Un poco antes hay una fuente pero no baja más que un chorrillo. Me agobio ante la posibilidad de que el otro corredor coja su página y yo no vea dónde está el libro y casi no cojo agua. Subo unas escaleras y me pongo a buscar el libro junto a él. Perdemos un par de minutos pero al final lo encontramos. A la izquierda se veían las luces de cabeza pero ahora ya se han perdido.

Seguimos adelante por una antigua pista muy poco marcada que nos deja en un camino más marcado. Subimos a la derecha y tiro adelante con la esperanza de saltar al grupo de cabeza. Un camino empedrado me deja en lo alto de un collado, que no al final de la subida. El recorrido sigue a la derecha y pasa junto a unas casas de montaña sorprendentemente enromes. La subida sigue y al cabo de un poco veo un par de luces en un bosquecillo. Paso al primer corredor y me junto con el siguiente (3ª posición). Se llama Patrick, y es de Grenoble, y es con quien he llegado al segundo libro. Es su primera vez en la carrera pero parece conocer el recorrido, al menos en parte. Llegamos a lo alto de un collado y, esta vez sí, bajamos al otro lado por un sendero y cruzamos un prado. En el extremo opuesto salimos por un sendero balizado que va bordeando la montaña hacia la izquierda. Al cabo de un rato vemos unas luces delante, a las que alcanzamos justo cuando empieza una bajada con revueltas. Desilusión, son el último corredor que había adelantado y el turco con el que he llegado al Libro 3. Les adelantamos y seguimos hacia abajo a buen ritmo por una serie de interminables revueltas. Nos han de dejar en una cascada, o eso ponía la descripción. Espero que lleve agua, porque empiezo a acordarme de la fuente que he pasado hace un rato…

El camino se va metiendo en el fondo de una canal y las revueltas dan pie a un tramo por un mar de rocas acumuladas. Algunas marcas amarillas indican que vamos bien, pero en medio de la noche todo me despierta dudas. Voy preguntando al compañero si lo tiene claro.. Dice que sí… El terreno se va complicando y llega un momento que veo que realmente no lo tiene claro… Oigo voces arriba, hacia la derecha… Nos hemos pasado el camino. Veo unas cuantas luces que bajan hacia la derecha. Van rápido, tienen que estar yendo por el sendero. Remontamos por una pendiente estilo Barkley y acabamos dando con el sendero. No se cuánto tiempo hemos perdido ni cuánta gente nos ha pasado… Pero esto no ha acabado… Bajamos por el sendero, que se convierte en una antigua pista forestal. Pronto llegamos a una curva que parece ser el punto donde está el siguiente libro. Bajamos y buscamos.. Nada… Volvemos a tomar referencia, bajamos y subimos por la pista… No hay nada claro…

En medio de una desesperación creciente aparecen más luces por la pista. Una pareja de corredores y otro que llega algo más atrás. Tiran recto, no parecen tener muchas dudas. Llegan a la curva inferior, que yo había tomado como referencia, y siguen recto. A mí no me cuadra el mapa, pero empiezo a ver que la jerarquía de los caminos está representada de aquella manera… Le pregunto si lo tiene claro y no me contesta… Otra cosa que empiezo a ver es que hay bastante recelo a ayudar a desconocidos. Sea como sea, la pareja baja con seguridad y tras dos curvas que no aparecen en el mapa el primero se lanza a la derecha. Ahí esta el Libro 4.

Con bastante sensación de derrota, vuelvo al camino persiguiendo a la pareja de franceses. Tras una breve bajada salimos a una pista de gravilla que da acceso a una cantera. El ritmo se calma. Somos un grupo de 5, la pareja que nos ha “guiado” al libro 4, Patrick (con el que nos hemos liado bajando por la canal) y otro corredor que ahora no recuerdo muy bien. Ahora vamos lentos, así que casi sin querer me adelanto… “Les gars, c’est par là”. Nos hemos pasado una entrada inapreciable y la pareja de “guías” nos avisa.

Inciso: a diferencia de la Barkley, el recorrido de la Chartreuse Terminorum pasa por caminos, mejores o peores, que pueden ser recorridos sin problema cualquier día fuera de la carrera. Eso permite entrenar el recorrido, reconocer puntos clave, tomar referencias, etc., con lo cual los corredores que son de la zona, y hay unos cuantos, tienen un control del recorrido muy bueno y se mueven con mucha seguridad. Francamente, la descripción que proporcionan, tanto del recorrido como de la ubicación de los libros, es muy justa, así que la experiencia y el conocer el recorrido acaba siendo la clave.

Ya veo que lo mejor va a ser quedarme detrás y resignarme a seguir su ritmo, por mucho que me parezca lento. Subimos por dentro del bosque hasta una pista, donde nos encontramos de frente a dos corredores que no tenía controlados y que andan un poco perdidos. A saber cuánta gente ha quedado por delante… Se unen a nuestro grupo. Me quedo delante nuevamente y doy, esta vez sí, con una entrada a la izquierda. Una senda desdibujada baja en diagonal y gira a la izquierda para ir en dirección al libro 5. Me acordaré de este punto más adelante. Tras un tramo más tranquilo, en comparación con lo anterior, llegamos al Libro 5, bajo un montón de piedras.

Con la nueva página seguimos bajando hasta la carretera. “Il y a un robinet ici, non ? “… “Oui, oui, il faut remplir“. Menos mal, hay agua aquí. En un edificio medio en ruinas, medio en obras hay un grifo que acojo con alegría. Voy seco… Todo el grupo repone líquido y seguimos hacia arriba a través de un prado. Tras un tramo por bosque salimos a una pista e inmediatamente a un sendero que empieza a subir describiendo suaves revueltas. Voy segundo detrás de uno de los “guías”, pero a media subida decido que esto pinta algo más sencillo y además pronto será de día y puedo tener más confianza en encontrar las cosas por mí mismo. Adelanto y tiro millas, pasando un par de desvíos antes de la última subida. Aquí adelanto a tres corredores, que parecen no verlo muy claro. A mí ahora me cuadra bastante, y salgo a una pista que sigo a la derecha. Para llegar al siguiente libro hay que hacer unos 500 metros de ida y vuelta por el mismo camino. Justo al empezar el tramo me encuentro con un grupo de 5 o 6 corredores, y un poco más allá al turco Seitan. Realmente con el lío de antes nos ha pasado todo quisqui. Un bloque de piedra de tiempos medievales marca la referencia para encontrar el tocón de árbol donde se esconde el libro. Felizmente lo encuentro sin problemas (Libro 6).

Vuelvo a bajar y deshago el camino, cruzándome con el grupo en el que iba antes. Giro a la izquierda y sigo un sendero cómodo que va bordeando la montaña. El siguiente libro no está lejos. Cruzo un par de tramos de tartera y un breve trozo por bosque antes de llegar a un prado con un cartel. Esta es la referencia, creo que decía “un abeto 30 metros al noroeste”… Me pongo a mirar abetos… Nada… Pierdo 5 minutos hasta que decido revisar la descripción… Mierda… Dice al Noreste… Por qué no lo miras antes? Cuento 30 metros al noreste y también hay unos cuantos abetos… Tampoco lo encuentro… Voy probando hasta que llega otro corredor y se une a la búsqueda… Al final lo encuentra él. En esta tontería de libro creo que he perdido 10 o 15 minutos (Libro 7).

Salimos dirección noreste por una pendiente de hierba. A estas horas de la mañana se está bien, pero más adelante se va a hacer duro si pasamos con todo el solazo. Voy algo más rápido que el compañero, así que llego a lo alto del collado con algo de ventaja. Guardo los palos y voy bajando al otro lado, primero por sendero y después por pista. Si no hay sorpresas este tramo no debe ser difícil de orientar. Un conjunto de pistas, siempre en bajada, me dejan prácticamente en el fondo del valle. Por el camino me encuentro a Seitan, que baja algo más lento. Al llegar a las inmediaciones del libro lo empiezo a buscar, “en las raíces de un abeto que crece contra una roca”. En mi mapa tengo marcado el punto exacto que estaba indicado en el mapa maestro. Voy trepando hacia varios abetos candidatos… Nada. Joder… Veo uno que está apoyado contra una roca enorme… Tiene que ser ese… Tampoco… Vuelvo al camino desesperado. Veo a Seitan que también está buscando. Discutimos la jugada… Yo busco por abajo y el se va para arriba. Al cabo de un rato viene “I found it! It’s up there, the description is wrong”. Le pregunto y me señala allí arriba a la derecha. Ahí hay una curva, pero no cuadra con el mapa… Voy para allá y veo algunas huellas que bajan. Al final acabo encontrando el libro, pero francamente… En fin… (Libro 8)

Vuelvo al camino y salgo por otro sendero hacia una nueva subida. Repongo agua en un riachuelo y voy describiendo revueltas, intentando no perder el camino desdibujado. Al cabo de un rato, tras superar un escalón rocoso, salgo a una pista y me encuentro nuevamente a Seitan. Recorremos juntos el camino hasta el Libro 9, que la verdad es que aparece más lejos de lo que yo esperaba. Afortunadamente es de día y puedo ir tomando referencias.

El tramo hasta el siguiente libro me da algo de miedo porque es a través de un camino que ni sale en el mapa. Salgo por la senda detrás de Seitan pero el pobre va muy lento porque se ha quedado sin agua. No me extraña, porque el tío no lleva más que una botellita de plástico de medio litro (¡!¿?). Decido pasarle y tirar adelante. Saco la descripción y voy identificando puntos. Un rellano, un hito de piedras, un desvío… Todo va cuadrando bastante bien, así que me animo. Unas marcas de pintura van marcando el camino correcto. Sigo, sigo… y salgo a un desvío. Dice que el libro está justo cuando se sale a un camino más amplio. Ha de ser aquí… Empiezo a buscar por abetos… Nada… Ya estamos otra vez… Tras 5 o 10 minutos de búsqueda infructuosa miro el mapa y llego a la conclusión de que estoy en otro camino más adelante. Me he pasado… Pero no he visto que saliera a otro camino antes… Vuelvo atrás y me cruzo con Seitan, que ya lo ha encontrado. “You have to pay more attention”… Ñeñeñeñe… no me ralles (por mucho que tenga razón). Acabo dando con el abeto, junto al camino, justo cuando aparecen los dos guías franceses. He pasado junto al libro sin darme cuenta (Libro 10).

Nuevamente desesperado por la contínuas pérdidas de tiempo deshago el camino y giro a la derecha en el cruce de antes. Cruzo un collado y me dirijo hacia la izquierda. Adelanto a Seitan al cruzar unos prados, donde en un momento dado aparece una milagrosa fuente. A mi me sienta divinamente y a Seitan aún mejor. Aprovecho para comer algo, rellenar y mojarme la cara. Con la parada nos alcanzan los guías franceses y salimos juntos los cuatro. Cruzamos un collado y siguiendo su estela llegamos al Libro 11, junto a unas rocas.

Parece que ahora ya hay más camaradería y vamos charlando un poco en el siguiente tramo. El libro 12 es nuevo de este año, así que ellos no lo tienen ubicado. Enfilamos una pista embarrada que no conocen, así que me siento con licencia de coger el timón. Tomo como referencia unas curvas e identifico unas rocas a la izquierda. La más grande… Ahí está. Por fin me siento un poco útil (Libro 12).

Seguimos pista abajo, por algunos tramos algo perdidos, hasta que salimos a otra más importante. Inmediatamente cogemos otra a la derecha. Cojo nuevamente la cabeza del grupo, pista arriba, pero me como un tramo lleno de troncos y madera de desbroce, hasta que uno de los compañeros me corrige. Lógicamente había un camino que evitaba esto… Me quedo detrás suyo hasta lo alto del collado. En la bajada me vuelvo a animar, por perseverar que no quede, y tiro adelante por un tramo bastante corredor. El siguiente está debajo de un puente de esta pista, tiene que ser fácil. Efectivamente, llego sin problemas hasta el Libro 13, donde me encuentro a una chica que formaba parte del grupo grande que he visto hace un rato.

Me cuenta que le duele la rodilla y que va sufriendo en las bajadas. Me quedo cogiendo agua del río, reponiendo líquido porque el calor aprieta. Salgo por la pista y tomo un desvío a la derecha para afrontar la última subida. El ascenso es por una pista forestal. Voy bastante animado y bien de fuerzas. El hecho acabar la primera vuelta me da moral, porque tengo la sensación de que después todo debería ser más fácil. Alcanzo a la chica, que sube bastante bien, así que vamos subiendo juntos. Identifico el sendero a la izquierda, donde empieza la segunda parte de la subida. Comentamos un poco la jugada, y me cuenta que iba con 4 corredores más. Pronto alcanzamos a dos de ellos, que van bastante cocidos. Seguimos adelante, a buen ritmo, y alcanzamos a los otros dos justo antes de llegar al collado, que coronamos juntos. Empezamos la bajada y la chica se queda atrás, así que seguimos los tres. Me relajo, craso error, y dejo de tomar algunas referencias clave que después echaré en falta. En un momento dado Mickaël, que de los otros dos es quien conoce el recorrido, se para en seco y nos dice “os íbais a pasar eh?”. Pues sí, la verdad… Una piedra contra un abeto… Puede ser aquella? Me lo confirma… Recogemos la última página de la vuelta (Libro 14).

El resto de la vuelta es una bajada plácida hacia las inmediaciones de la salida. Me sorprende que no nos hayamos cruzado con los primeros. Eso quiere decir que, a pesar de los sucesivos desastres y problemas, tampoco he perdido tanto tiempo. El primero que aparece es David Barranger, que va corriendo bastante rápido en un tramo incómodo. Un poco después aparece caminando Aurelien, y más allá, casi en la llegada, Maxime. Bueno, tampoco es que importen mucho los demás, porque aquí el tema está en el reloj, pero estar relativamente cerca me reconforta. Finalmente acabo la vuelta en unas 12h30. Tras tocar la roca y el recuento de páginas, allí me esperan mis padres y Anna que tienen preparado un avituallamiento espectacular.

VUELTA 2

Con optimismo y fuerzas renovadas salgo a por la segunda vuelta unos 20 minutos más tarde. Tengo la sensación de que debería poder hacer esta vuelta casi al mismo ritmo que la primera, contando con que iré algo más cansado pero que no debería equivocarme tanto con los libros. Pronto descubriré que los libros los tengo ubicados, pero no todo es eso… Voy subiendo por el camino y encuentro el Libro 14 (vamos en sentido opuesto) con facilidad. Sigo adelante y el camino se encuentra con una pista. Hemos hecho un trozo de pista antes, ok… Sigo subiendo… No veo marcas… creo que había pintura roja y amarilla en la bajada, no? Sigo subiendo por una pista que creo que me suena… Se transforma en un sendero… Y el sendero se cruza con mucha madera acumulada… No me suena… Hemos pasado por aquí? Intento cruzar por varios sitios… No veo camino… Debo tener que cruzar hacia arriba… Finalmente tomo la línea de máxima pendiente, con la esperanza de encontrar el sendero que vuelva del otro lado de la madera tras hacer una revuelta. No tiene sentido, porque debería recordar este punto de la subida… Pero me obceco con ello y voy subiendo más y más, con la esperanza de cruzar el camino en algún momento. Sin ser peligroso, el terreno es incómodo y tengo que subir cogiéndome a los árboles y a lo que puedo. Poco a poco pierdo la esperanza de encontrar el camino. Desanimado, me pasa por la cabeza la idea de coger el teléfono y llamar para que me localicen por el GPS, pero eso sería el fin de la carrera. Mejor seguir subiendo y tarde o temprano llegaré a lo alto de la montaña y con un poco de suerte estaré cerca del collado. Bastante tiempo más tarde aparece el cielo azul detrás de los árboles de más arriba, lo que me indica la ansiada cresta. Y cresta es a donde llego… Aparezco en una cima de rocas, y cuando se abre el paisaje hacia el sur descubro que me he ido bastante a la derecha respecto de la dirección correcta. Por lo menos se dónde estoy… El resto del problema consiste en ir bordeando la cresta por la izquierda, hasta que al cabo de otro buen rato aparece el cartel del collado y el deseado sendero.

Miro el reloj… Tengo la sensación de haber perdido más moral que tiempo, y eso que tiempo he perdido un rato… No puede ser que a plena luz del día haga estos errores. Tengo que concentrarme y evitar estos problemas, asegurar más el tiro… Bajo trotando por el sendero, pasando después a la pista y llego al Libro 13 sin mayores problemas.

Repongo agua en el río y cojo la pista asfaltada. Al pasar al tramo de tierra me encuentro a un corredor literalmente tirado en la cuneta. Es Maxime, que parece estar durmiendo. Paso de largo sin molestarle pero me entra la duda de si pueda tener algún problema… “Ça va?”… “Oui, oui, t’inquietes pas, je me repose…” Parece hasta algo molesto de que le haya despertado… No pinta bien su carrera… Con este adelantamiento paso a ir tercero de la carrera, que no está nada mal para como se ha dado la primera vuelta y los errores cometidos. Supero el collado y bajo al otro lado por unas bonitas revueltas. Con el plus de atención y recordando bien las referencias, no tengo problemas para encontrar el Libro 12. A ver si se va arreglando la cosa…

Recorro el tramo de pista embarrada y giro a la derecha por una fuerte subida por pista. El recorrido ataja por un sendero y sale a una nueva pista mucho más desdibujada. En un momento dado debo girar a la derecha… Me suena que había un tronco junto al cambio de dirección, me he fijado en la primera vuelta… Voy avanzando y no reconozco el punto… Avanzo más y poco a poco voy teniendo al sensación de que me he pasado… Vuelvo atrás?... No sé, no estoy seguro… Sigo un poco más… No tiene sentido, seguro que me he pasado… A ver, una ventaja es que si ubico el collado tengo una buena referencia para ver la zona donde está la baliza. Giro a la derecha y empiezo a atravesar zona de bosque semiabierto. También me cruzo con varias zonas de lapiaz agrietado que dificultan el avance… Joder, otra vez problemas… Sigo cruzando campo a través, bajo la mirada de un ciervo de cornamenta enorme que me observa con curiosidad y poca preocupación. Finalmente alcanzo un promontorio desde donde puedo ubicar dónde está el collado. Efectivamente, me he pasado tres pueblos. Ya con la referencia, por lo menos se trata simplemente de seguir atravesando hasta la zona de prado bajo el collado. Una vez alcanzada, llego al sendero que baja y que me debe llevar al libro. Identifico las rocas y encuentro el libro, pero la sensación es nuevamente de derrota (Libro 11).

Va, por favor, no más errores, por lo menos de día… Subo al collado y cruzo al otro lado. Paro en la fuente, repongo agua, como algo y sigo adelante hacia otro collado que me tiene que devolver hacia la vertiente por donde bajaré hacia los siguientes tres libros. Pongo atención en el camino siguiente para identificar el desvío a la izquierda. En la primera vuelta he estado un rato pululando aquí y eso me facilita las cosas. Identifico el punto y cojo la buena dirección. Voy mirando bajo todos los árboles junto al camino y esta vez no me lo paso (Libro 10).

El siguiente tramo es complicado porque la senda es difusa, pero sorprendentemente voy ubicando bien las referencias y no pierdo la ruta. En menos de 30 minutos estoy en el claro del bosque junto al que se encuentra el Libro 9. Eso me anima… Tras un corto tramo de pista desdibujada cojo otra huella a la izquierda. Cruzo varios campos de ortigas que me dejan fino y salgo a una pista asfaltada. Poco trozo, ya que enseguida cojo el sendero que me tiene que conducir hasta el final de la bajada. Me pongo alerta porque el sendero es perdedor, pero sin demasiados problemas llego al río que está casi abajo y donde puedo recargar agua. Tras un breve descanso me dirijo a la curva junto a la que está el Libro 8, que una vez lo conoces ya no es tan putada.

Vuelta para arriba… De fuerzas voy bastante bien, y a pesar de los dos problemas que he tenido el tiempo no se me ha ido demasiado (calculo que habré perdido menos de 1 hora en total). El siguiente tramo no tiene complicación a efectos de orientación, pero la subida es larga (casi 1000 metros de desnivel). Cruzo el collado y bajo al otro lado, cada vez con menos luz y afortunadamente menos calor. Llego al prado del cartel, y esta vez sí busco el libro en la dirección que toca. Aún así me cuesta un par de minutos dar con él, pero nada comparado con la primera vuelta (Libro 7).

Aprovecho las últimas luces del día y el fácil camino para trotar un poco en dirección al siguiente libro. Sin problemas llego a la pista y recorro los 500 metros de ida y vuelta hasta el Libro 6. Vuelvo hacia abajo, con la intención de apurar al máximo las últimas luces. Por desgracia el bosque se va haciendo cada vez más denso y sobre las 21h30 me toca encender la luz. Llego al final de la bajada y al grifo que allí hay, donde me encuentro a un acompañante de un corredor, quizá de Seitan porque sólo habla inglés. Me pego unos buenos tragos y como algo de boniato. Me despido del chico y salgo hacia la noche, cruzando la carretera y empezando una nueva subida. El camino no tiene mayor complicación y el giro a la derecha es en unas mesas, así que no presenta problema. Me voy fijando a la derecha y enseguida identifico las piedras del Libro 5. El primer libro de la noche ha salido bien…

Si no tengo problemas en este, debería ser rápido. Vamos a ver… Salgo por un sendero en el que en la primera vuelta iba en cabeza del grupo, así que más o menos lo tengo en mente. El sendero va recorriendo una especie de espolón y en un momento dado debería girar a la derecha. Me suena que en el giro había como unos troncos que bloqueaban el camino. Voy subiendo y llega un punto en que me parece que el sendero se pierde. Tiene que ser aquí… Miro a la derecha y veo una ligera traza… La sigo pero se pierde… Pruebo otra… No parece mucho mejor… Empiezo a pulular… Pasados unos minutos decido volver al punto que creo tener identificado, para no caer en los mismos errores de antes. Vamos a ver, al senda tiene que subir en diagonal a la derecha… Voy probando y al final me voy alejando del punto, sin haber encontrado realmente el camino. Vuelvo a la dinámica de la incertidumbre… Primero tengo la impresión de que el camino debe estar más abajo, pero explorando en esa dirección no veo nada. Más abajo la pendiente se acentúa… No puede ser ahí…

Venga pues para arriba. Voy subiendo por terreno muy incómodo, ganando altura y desplazándome hacia la derecha. No aparece ningún rastro de camino, aunque a decir verdad tampoco era una autopista… Lo habré cruzado sin darme cuenta? Avanzo en diagonal, en la dirección que me parece lógica. Aparecen algunas rocas y cortados que no me cuadran. Sigo subiendo… Tendría que toparme con la pista… En lugar de toparme con la pista me encuentro con una pared de roca que recorre la montaña de lado a lado. Debo estar demasiado a la izquierda… Vayamos hacia la derecha… La pista debe estar justo encima y en algún momento me encontraré la senda y podré subir. Voy recorriendo la base de los cortados, por unos huecos bastante pintorescos pero que ahora mismo me dan completamente igual. Avanzo y avanzo pero no aparece ningún paso. Contra lo que debería ser, llega un momento que los cortados empiezan a bajar. No me cuadra nada… Miro el mapa… Mierda… Veo un símbolo de cortados marcado en mapa, que se va alejando hacia el sur… Me he ido a tomar por saco. He pensado que estaba demasiado a la izquierda y estaba demasiado a la derecha, con lo cual ahora me he ido a Cuenca… Me pasa por la cabeza sacar el móvil, no sé si para preguntar dónde estoy o simplemente para escuchar alguna voz acogedora y reconfortante. Vamos a ver… Cabeza… Si llamo, igualmente voy a tener que salir de aquí por mis propios medios, así que tampoco gano nada… Empiezo a deshacer el camino por la base de los cortados. He avanzado un rato en el sentido equivocado, así que ahora me va a costar otro rato… Finalmente, llego a un punto donde la pared presenta algunos puntos accesibles y una pendiente de hierba permite superarla. Subo por ella y al cabo de un poco veo un rellano que se transforma en la ansiada pista. Por fin sé dónde estoy…

Avanzo caminando por la pista hasta una curva donde tengo que girar a la derecha. No se ha acabado la fiesta, ahora viene un tramo que recuerdo como muy perdedor de la primera vuelta. No defrauda… La desdibujada pista se va perdiendo y acabo optando por tirarme a la vaguada de la izquierda. Al menos aquí el relieve me tiene que ayudar, y bajando por la vaguada tengo que ir a chocar con la pista de la cantera. El terreno es incómodo y con la que ha caído dudo hasta de mis sombra, pero finalmente aparecen unas reconfortantes marcas azules y tras arrastrarme un poco entre arbustos acabo saliendo a la pista por un punto diferente a donde subimos en la primera vuelta. Afortunadamente, se han acabado las dificultades. Soy capaz de seguir la pista y encontrar la entrada del sendero que me lleva hasta el Libro 4.

En un libro que se puede hacer en menos de una hora he tardado dos… Con la moral por los suelos afronto el nuevo tramo, que se plantea como el más difícil, tanto por el desnivel como porque hay varios tramos que visto lo visto sospecho que me van a resultar confusos. De momento salgo por el sendero hacia arriba, que pronto se transforma en pista (cuando digo pista no os imaginéis una pista de tierra arregladita… es una plataforma ligeramente más ancha, llena de piedras y hierbajos por donde alguna vez debe haber pasado un vehículo con tracción a las doce ruedas). Siguiendo el rumbo adecuado paso a un sendero y voy describiendo una diagonal. Si no recuerdo mal los franceses con los que he compartido buena parte de la primera vuelta han hablado de un cartel que servía como referencia, en el margen derecho de la canal. Sigo por el sendero y llego a un mar de piedras que tiene que ser la canal… Ahí está el cartel, todo encaja… Pues nada, para arriba…

Empiezo a esquivar piedras y voy trepando y siguiendo algunas marcas amarillas. Descubro que por la izquierda van apareciendo algunas trazas de sendero que de vez en cuando facilitan un poco las cosas. Noto que mis energías van un poco a la baja… Tras un tramo de canal desemboco en el sendero de más arriba. Ahora empieza el tramo de revueltas… Voy subiendo de un lado para otro. Las ganas de llegar arriba son fruto de un cansancio cada vez mayor. Se me va bajando la persiana y cada vez levanto la mirada más desesperado esperando ver indicios que muestren el final de la subida. No hay manera… Revueltas y más revueltas… Sueño y más sueño… Mil años más tarde una de las curvas me lleva a sacar la cabeza por encima de un espolón, tras el que se ven las luces de la llanura. Algo es algo, un cambio, eso debe querer decir que estoy arriba… Pues no, aparecen más y más revueltas, por lo menos 10 o 12, que ahora sí, me dejan en un prado que identifico. Camino por terreno más llano, aliviado pero con poca alegría. Un par de montículos me dejan en un punto donde creo que empieza el sendero en balcón hacia la izquierda. Los recuerdos son un poco borrosos por el sueño del momento, pero diría que intenté mantener un rumbo más o menos a nivel. En un momento dado, dejo una rampa a la derecha a cambio de un camino algo descendente a la izquierda. Sigo bordeando y veo que la traza se difumina… No recuerdo que fuese así de confuso… Me empieza a invadir la sensación de que vuelvo a no saber dónde estoy… Vuelvo a pulular, a un lado y a otro… No sé muy bien cómo, al final decido seguir rodeando la montaña, aunque no sé si estoy demasiado abajo o demasiado arriba. De alguna forma salgo a una pista, pero el sueño me da un hachazo… Tengo que parar… Por primera vez en mi vida, me paro a dormir en medio de una carrera y en medio de ninguna parte. Me tumbo en el suelo y escucho mi respiración… Miro el reloj pero me da pereza hasta poner la alarma, da igual, no creo que me duerma mucho… Me relajo entre los sonidos de la noche… Tras una especie de clic cerebral vuelvo a mirar el reloj. Han pasado 5 minutos y parece que tengo ánimo como para levantarme y seguir avanzando. Vuelvo a afrontar el problema de no saber dónde estoy… Sigo adelante por el camino y aparece un cartel. Miro las indicaciones esperanzado… No me cuadra… El sitio hacia donde voy está en una dirección que no me cuadra… A no ser que esté bastante más debajo de lo que creo… El golpe moral se traduce en un golpe de sueño… Vuelvo a tumbarme… Otro microsueño de 5 minutos…

Me levanto con la cabeza algo más fresca y miro el mapa de nuevo. Se da el problema de que estoy en el extremo del mapa, y podría ser que incluso hubiera salido del mismo… Casi en el borde hay un cruce de caminos que podría cuadrar con el cartel… Venga, voy a seguir la dirección que parece más prometedora. Con algo menos de sueño y un poco más lúcido acabo saliendo a un sendero que me suena, y siguiéndolo a la izquierda llego a un prado conocido. Algo es algo… En medio del prado me encuentro unos tipos haciendo vivac con unas bicis. Me dan ganas de pedirles que me dejen un saco y quedarme a dormir. Les pregunto si hay agua por ahí, para ver si captan la indirecta y se hacen amigos míos, pero me dicen que “No” y que “voy tercero”. Gracias, eso ahora mismo me importa más bien poco. Cruzar el prado tampoco es evidente, pero tirando de la brújula acabo dando con la esquina correcta y encuentro el camino que me conduce a un collado. Bajo al otro lado, por terreno por fin fácil, y me voy aproximando a la zona de la ermita donde está el siguiente libro. Después de tanto rato ya ni me acordaba que esto iba de buscar libros…

Cojo la traza desdibujada junto al río que he recorrido con Seitan en la primera vuelta. Voy avanzando, esperando ver la enorme ermita a mi derecha, que me sirva como referencia. Aunque parezca increíble no aparece… En cambio, el terreno se endereza y por algún motivo, que ahora desde el sofá no entiendo, eso me lleva a tender hacia la derecha. Me suenan esas rocas… Yo creo que si atravieso hacia allí veré la ermita y una vez la tenga, sé donde está el libro… Pero la ermita no aparece, y voy cruzando el fondo de un valle con sucesivas vaguadas secundarias. En lugar de la ermita me encuentro con una pista de piedras. Subo a la izquierda, yo creo que ha de ser hacia allí, debo estar demasiado abajo… Subo y subo hasta que vuelve a invadirme la ya familiar sensación de no saber dónde estoy. En cualquier caso estoy subiendo un huevo, me tengo que haber pasado. Vuelvo hacia abajo y cuando me parece que he bajado suficiente vuelvo a atravesar a la derecha, hacia donde creo que debería estar la ermita… Cómo puede ser… Si era enorme!... Tras varios intentos vuelvo a salir a la pista y decido bajar hasta que encuentre unos carteles que recuerdo que indicaban la dirección de la capilla. Bajo y en algún momento llegaré a algún cartel… Al poco de adoptar este plan desesperado levanto al mirada a la derecha y la veo, la enorme pared blanca… Tiene huevos la cosa… Sin perder la referencia de dónde está sigo bajando por el camino, hasta que me encuentro otro que sale a la derecha, en la buena dirección. Pero cómo puede ser que no lo haya cruzado??... El camino me deja en la fuente, desde donde subo unas escaleras hasta la ermita, y de ahí ubico las rocas donde está el Libro 3. He perdido media hora buscando esta maldita ermita, y he tardado 3h 30 desde el libro anterior. Sin comentarios…

De nuevo en la fuente, bebo tranquilamente y como lo que me queda de patata, que es lo que ahora mismo me apetece. Hace tiempo que he descartado mermeladas, dátiles y demás cosas semejantes, aunque con la patata, el boniato y los smoothies y compotas me estoy apañando bastante bien. Hago balance de la situación. Al empezar la vuelta pensaba que podría acabarla en unas 13 o 14 horas, llegando al final de la vuelta entre las 2 y las 3 de la mañana. La idea era hacer una pausa de 1h30 o 2h y dormir la última parte de la noche para arrancar con fuerzas renovadas y aprovechando la luz del día. Visto el percal, voy a llegar prácticamente a las 6h, y haciendo ese descanso que necesito, voy a salir prácticamente al límite de poder empezar la 3ª vuelta. Eso si tengo fuerza mental para empezarla después de todos estos desastres.

Sea como sea, toca seguir adelante y agarrándome al mapa como si no hubiera un mañana, voy asegurando los diferentes desvíos que me encaran hacia la subida del Libro 2. Lo encuentro sin más problemas que el de subir relativamente cansino. Salgo por el sendero que acaba de subir y empieza a bajar en dirección a La Diaz. Al poco escucho un “Bonjour”, que no se si es David Barranger o algún fantasma. Ya a la luz del día recorro los tramos de sendero y más abajo pista que me dejan en el fondo del valle. Un lugareño me anima y me pregunta si voy a seguir… No sé, ahora me lo pienso. Salgo a la carretera, ya junto al puente, y veo a mi padre. “Ahí esta el coche, ya te llevamos”… Le miro con cara de incredulidad… “Cómo me vais a llevar?”… “Ah no, no, que pensábamos que te habías lesionado”… Realmente seguirme por el GPS debe haber sido divertido… Bajo por la cuerda al río y pongo los pies en remojo para acercarme al Libro 1. Arranco la última página y subo por el otro lado. Recorro el corto tramo hasta el final de la vuelta, reuniendo fuerza de voluntad para volver a salir.

VUELTA 3

Voy hacia la carpa donde mis padres y Anna tienen el avituallamiento preparado desde hace horas. Hago balance y replanteo objetivos. Queda 1h45 hasta el límite que tengo para salir a la 3ª vuelta. Está claro que visto lo visto tengo que dormir, para empezar porque hace 48 horas que no lo hago… así que voy a comer y me tumbo, calculo que una hora, y me despierto a las 7h45 (20 minutos de margen), para salir de nuevo. Con todo esto, a lo que aspiro es a hacer la 3ª vuelta. Las 5 vueltas las veo muy lejos, ya se han escapado. Se ha de tener en cuenta que el ritmo va a ir tendiendo a menos, y que la siguiente noche sería complicada a nivel de sueño, así que habiendo perdido todo el tiempo que he perdido y sin margen, lo veo imposible. Pero esta tercera vuelta, que será mayoritariamente de día, la veo factible siempre que no tenga los problemas que he tenido hasta ahora. Con esos pensamientos acabo de comer y me tumbo un rato en el colchón que atendiendo a mis caprichos me han traído desde la furgo…


Me despierto algo antes de la hora convenida y siento que mi cabeza se activa. No tiene sentido seguir tumbado, vamos allá. Me levanto, cojo las cosas y me dirijo a la roca a por el nuevo dorsal. Salgo adelante entre ánimos y aplausos. Creo que ya quedamos pocos… David y Aurelien, que me los he cruzado antes y Mickael que ha llegado hace un poco y acaba de salir sin parar a dormir (después de llegar yo aún saldrá a la 3ª vuelta uno de los “guías” de la 1ª vuelta. Troto un poco por aquello de activarme y camino el repecho que me separa del primer libro. Me marco un objetivo claro, tengo que conseguir no equivocarme en el recorrido. Si no cometo fallos y voy avanzando, creo que tengo la 3ª vuelta a tiro. Así llego al Libro 1.

Salgo adelante por el ya familiar cruce de río que me deja los pies calados de nuevo. Subo al otro lado y cojo el sendero que encara la primera subida. Enseguida alcanzo a Mickael, con quien había compartido el final de la primera vuelta. Charlamos un poco pero llevo algo más de ritmo y me dice que se queda atrás. Atento a todos los detalles, enlazo los tramos de sendero y pista manteniendo un ritmo bastante aceptable. El cartel de referencia me sorprende relativamente pronto, así que encaro la bajadita corriendo bastante animado hasta el Libro 2.

Cojo el maldito sendero que me ha jugado la mala pasada en la primera vuelta y voy describiendo revueltas manteniendo un buen trote hasta el cruce con el camino principal. Giro a la derecha y cambio a modo caminante por un terreno que pica para arriba. Me fijo en las curvas del camino y las vaguadas, de manera que cuando llega el desvío a la izquierda lo estoy esperando. Camino en diagonal, cruce de pista, más pista descendente y unas casas con un cartel que indica la dichosa capilla que tanto me ha jodido antes… Llego a la fuente y repongo agua. Voy por debajo del ritmo de 1h por libro, que se corresponde con un tiempo total de vuelta de entre 14h y 15h. Está claro que hay que relativizar el dato porque los parciales son muy variables, pero de momento el panorama es prometedor. Después de reponer agua y comida subo hasta las rocas donde está el Libro 3.

Viene ahora un parcial clave. Esta noche ha sido una auténtica pesadilla. Espero que a la luz del día las cosas cambien. Salgo por unas trazas difusas de pista que me llevan hacia un camino principal. Miro a los lados para coger alguna referencia, por si se llegase a dar una 4ª vuelta. Una vez en el camino principal empiezo una nueva subida que a la luz del día es muy fácil de seguir. Paso junto a las casas gigantes, sigo hasta un collado y bajo hasta el prado donde estaban los ciclistas vivaqueando. Pongo atención en el sendero siguiente, que esta noche ha sido tan crítico. Intento mantener la cota y esta vez acierto el camino. Llego a un cruce que identifico como el sitio donde la he cagado esta noche. Tomo una nueva referencia visual, no se si para la 4ª vuelta, para el año que viene o para cuando sea. Al poco llego a un prado sobre la loma de la montaña y enlazo con el tramo de infinitas revueltas. Para entretenerme decido contarlas, nunca irá mal si hay una próxima vez. Me salen 40 hasta la entrada de la canal… Intento guardar los palos pero uno de ellos se ha atascado así que voy destrepando rocas algo más torpe de lo que me gustaría. Llego al cartel de referencia y giro a la izquierda para dar con el sendero que baja en diagonal. Salgo a una pista y mantengo el rumbo hasta una curva donde salgo de frente, recordando lo que hicieron los “guías” en la 1ª vuelta. En un momento dado el sendero se pierde y tengo un atisbo de duda. A ver, no nos precipitemos… Inspecciono los alrededores sin perder el último punto controlado y miro el mapa… El libro no está lejos y está sobre este espolón… Bajo recto… Bien, es correcto, ahí está el sendero y más abajo, la curva y las piedras… Recojo la hoja del Libro 4.

He salvado este parcial, el más largo y complicado, en 1h30 aproximadamente, tiempo que me deja satisfecho. Con esto sigo sobre la referencia de 1h por libro. Este próximo parcial debería ser más sencillo si no me lío en la senda que ha representado el primer drama de la noche anterior. De momento salgo a la pista de gravilla de la cantera y subo hasta la curva de donde tiene que salir la traza a seguir. No encuentro la que han seguido los franceses de la primera vuelta, así que sigo hasta la curva para ir por donde he salido en la segunda. Me lío un poco desviándome a la derecha, pero corrijo relativamente bien y salgo al espolón que debo seguir. Por fuerte pendiente pero avanzando más o menos bien, llego a la pista horizontal que he de seguir a la izquierda. Saco el mapa y miro las curvas con detalle. De la primera vuelta recuerdo que la senda sale en un árbol con una cruz. Ahí está, perfecto. Bajo en diagonal e intento identificar qué narices he hecho en la segunda vuelta. Esta vez puedo seguir bien la traza y llego al punto donde cambia de dirección. Ahora veo lo que ha pasado antes… El camino sigue un poco hace una revuelta y vuelve hacia atrás, de nuevo hacia el espolón. Por eso no lo he visto antes… Sin más dificultades sigo el camino, algo incómodo por las ramas, hasta un cruce que me deja en el Libro 5.

De momento estoy cumpliendo con los objetivos de ir cubriendo la vuelta sin errores y el tiempo se corresponde. Empiezo incluso a no descartar el hacer sobre 14 horas en esta vuelta y tener tiempo de dormir para empezar la cuarta. El problema que empieza a asomar ahora es el del calor. Está cayendo un solazo de espanto, y aún suerte que el recorrido va mucho trozo por bosque. Bajo por el sendero que lleva a la carretera y veo un tronco que tiene una corona puesta. Qué cosa tan rara… Será una de esas alucinaciones?... No parece… Realmente hay un árbol con una corona con bolas de colores tallada alrededor… En fin…

Salgo a la carretera y me dirijo con ganas hacia el ansiado grifo. Llego al punto y… No veo la manguera… Cómo??... Si no hay manguera aquí se acaba mi carrera (sin haberlo preparado me ha salido un pareado…). Veo a unos tipos que salen del edificio… “Est-ce qu’il y a de l’eau?”… Vaya, resulta que han movido la manguera… Voy hacia la nueva ubicación del grifo… El hombre me lo enciende… y el agua sale hirviendo… “Il faut attendre”… Cierto, hay que esperar… Poco a poco la temperatura se va haciendo tolerable y puedo rellenar los flasks. Me meto en la casa, donde se está fresquito, y me siento en una silla a comer algo de patata. Cuando salgo de nuevo llegan dos chicos, que identifico como unos de los corredores con los que he coincidido en la primera vuelta y que han abandonado. Me dicen que ha abandonado también Aurelien, con lo cual solo queda por delante David Barranger. Con paciencia y perseverancia voy avanzando posiciones… Con los cuatro flask llenos de agua (uno con Tailwind) sigo adelante a por la nueva subida. Cojo el ritmo de subida arrimándome al máximo a la izquierda para tener sombra. Pasado el prado, cojo la traza de sendero que me deja en una pista, para después pasar a la larga subida por diversos caminos que me acerca al siguiente libro. El parcial discurre sin más problemas que los de salvar el desnivel. Curiosamente esta vez me lío un poco identificando el tronco donde está el libro, pero poca cosa viniendo de donde vengo (Libro 6).

Troto de vuelta los 500 metros que me llevan al camino que sale a la izquierda. Recorro el tramo llano hasta salir a unas pedreras que me dejan desnudo frente al sol. Me cae a plomo encima y empiezo a ver que puede ser un problema. He ido tomando pastillas de sales pero es momento de insistir de nuevo con ello. Cruzo la tartera y respiro cuando llego a una nueva sombra. Afortunadamente el tramo no es muy largo y enseguida me acerco al siguiente libro. Ahí está el cartel, me desvío a la izquierda… Aquí está el Libro 7.

Salgo al prado y giro a la izquierda. Este trozo me da miedo… Es una subida por prado descubierto, con bastante pendiente y en el peor momento del día. Cojo el ritmo, bajo la cabeza y voy aguantando el chaparrón… El repecho se hace duro pero afortunadamente no es muy largo y llego al collado no demasiado mal, al menos aparentemente… Pero sólo es aparentemente… A la que empiezo a bajar al otro lado empiezo a ver que algo no va bien… Empiezo a trotar pero enseguida me debo poner a caminar… Noto algo que no sé si es sueño o mareo… Busco una piedra y me siento… Espero un rato y me levanto, pero sigo en las mismas y me vuelvo a sentar… De repente, la dinámica bastante positiva que llevaba se desmorona y empiezo a no ver claro el tiempo… De hecho empiezo a no ver claro llegar al siguiente libro y me pasa por la cabeza, nuevamente, coger el teléfono y llamar. A ver, no nos precipitemos… Camino otro poco pero vuelvo a lo mismo, así que busco algo de hierba y me tumbo. Me relajo y escucho mi respiración, un poco jadeante. El cuerpo se equilibra… Venga, voy a intentarlo otra vez… Camino de nuevo, aguanto un poco más, pero me vuelvo a sentir mal… Me vuelvo a tumbar y me tomo la pastilla de cafeína que tenía guardada para esta vuelta, en principio para más adelante. Tras otro momento de pausa y respiración vuelvo a animarme a seguir… Me levanto, camino y parece que esta vez aguanto. Poco a poco las sensaciones van mejorando y voy caminando cada vez más rápido… Incluso me pongo a trotar… Y parece que también aguanto… Ha pasado la crisis… Debe haber sido la pastilla de cafeína con lo cual debía ser un problema de sueño mezclado con el calor. El resto de la bajada discurre mucho mejor, casi como si la crisis no hubiera existido. Poco a poco me acerco al final de la bajada… “Allez Albert!”… Unos gritos me animan desde abajo. Es uno de los chicos que va filmando y tomando fotos de la carrera. Comentamos un poco la jugada mientras me acerco a recoger la hoja del Libro 8.

Me comenta que David está a 15 o 20 minutos… Joder, pues es que debe ir tieso, porque ha salido 2 o 3 horas antes que yo. Con los ánimos de haber superado un mal momento y de acercarme a la primera posición, salgo por el sendero hasta el riachuelo. El chico (me sabe mal no saber su nombre porque me lo encontré varias veces y era muy majo) me graba mientras como algo de boniato sentado junto al agua. Tras un par de minutos de descanso, nos despedimos y sigo adelante por el sendero, concentrado para no perder ninguna de las revueltas. El tramo discurre sin sobresaltos y salgo a la pista asfaltada, para coger después la traza desdibujada que cruza mil campos de ortigas y me deja junto al Libro 9.

Aparte de la crisis de antes, no sé si de calor o de sueño, la vuelta se está dando bien en cuanto a la navegación. Momento de no cagarla en este tramo hasta el libro 10, que ya he hecho bien antes en sentido opuesto. Algo más protegido por la vegetación y por la hora de la tarde, sufro menos la temperatura y voy siguiendo los diferentes puntos de referencia. La subida se hace dura pero llego sin sobresaltos y con un buen parcial hasta el Libro 10.

Arranco la página y sigo adelante por el senderillo. Llego al cruce y giro a la derecha para dirigirme al primer collado del tramo. Bajo al otro lado con ganas de llegar a la fuente. Cuando llego al caño me encuentro a David Barranger sentado tranquilamente. Nos saludamos mientras saco los flask para reponer. “A ti te debe gustar el calor, no?” me dice… No me has visto hace un rato… “Non, non, pas du tout…”… Como más boniato y sigo bebiendo agua. Dentro de lo que cabe creo que estoy hidratando bastante bien (calculo que 10 litros por vuelta los debí beber). Hombre de pocas palabras, David se levanta y se marcha en silencio. Yo salgo un minuto después, pero va tranquilo y lo alcanzo al llegar al collado, con una bonita vista de los Alpes, medio tapados por nubes de tormenta. Bajamos juntos hasta el Libro 11.

Arranco la página y le tiendo la suya. Me da las gracias y va tirando mientras me entretengo a cerrar la bolsa y dejarla en su sitio. Cuando salgo al sendero lo veo trotar allí delante. Vamos que esperarme no me va a esperar… Cuando le alcanzo, el ritmo se tranquiliza e incluso charlamos un poco… “Piensas que vamos bien de tiempo? Le digo… “Para acabar? Si, si, claro, vamos llegar a las 22h o 22h30”… Yo no tengo tan claros esos tiempos… Al ritmo que vamos ahora mismo, caminando en bajada, se puede hacer eterno. Cojo la delantera e intento avivar un poco el ritmo. Al principio me da un poco de corte marcharme hacia delante, pero tampoco veo mucha conexión entre ambos y francamente, tengo ganas de avanzar al máximo antes de la noche y de acabar con esto lo antes posible. Ahora mismo doy por sentado que ninguno de los dos va a ir más allá de la tercera vuelta. Por su parte, el chico de la cámara me ha dicho que David llevaba intención de acabar la vuelta y ya está, porque tenía alucinaciones e iba bastante crujido, cosa que tiene pinta. Por mi parte, con el retraso de antes creo que voy a acabar la vuelta con una hora de margen, más o menos. Para seguir necesitaría dormir, y como además tengo que comer, a duras penas tendría 30 o 40 minutos de descanso. Otro factor es que creo que en la crisis de antes mi mente ha desconectado de las 5 vueltas y acabar las 3 lo he pasado a ver como un logro suficiente. Sé que ahora, desde el sofá, puede parecer falta de ambición, pero volviendo a ese momento creo que mis sensaciones eran esas. Por otro lado, hace un rato que está tomando peso otro factor importante. Tengo los pies destrozados. Seguramente por la humedad de cruzar el río y el sudor en general, tengo los metatarsos hipersensibles, con una ampolla en cada pie de las que se pone en la peor posición, y me están saliendo otras ampollas o heridas en los laterales del talón. A medida que avanzo caminar cada vez es más un suplicio. Mientras me hago estas reflexiones veo que casi sin querer me separo de David. Oye, pues yo me piro… Empiezo a trotar de manera estable y me acerco al Libro 12, que encuentro sin mayores problemas.

Vuelvo al camino y veo que David no aparece. Sigo trotando por las trazas de pista, que me llevan a la pista principal, para después subir al collado que me separa del libro 13. El ritmo es aceptable, aunque las bajadas me cuestan por el dolor de pies. Mantengo un trote algo cansino en el tramo de pista asfaltada que me deja en el Libro 13, donde me vuelve a esperar el chico de la cámara y la bici.

Cojo la hoja y repongo agua por última vez, apurando el último sobre de patata que me queda. Troto un trocito hasta que empieza la subida de verdad. El primer tramo es por pista, donde la pendiente se me hace un poco más cuesta arriba que en la primera vuelta. Tarda algo en llegar pero identifico el sendero y empiezo a describir revueltas en dirección al último collado. Aguanto con las últimas luces del día sin encender el frontal. En el bosque empieza a costar un poco, pero el tramo final sale a un prado que vuelve a estar algo más iluminado, así que consigo llegar al collado con la luz natural. Aquí paro un momento y saco el frontal. Empiezo a bajar al trote, con el dolor de pies que se va haciendo cada vez peor. Saco el mapa y miro el trazado del camino al detalle, para tener la referencia de las curvas. Cuento 9 revueltas a partir de una que se va bastante en dirección sur. El mapa me va cuadrando con al realidad a medida que bajo, de manera que al llegar al punto no tengo problemas en identificar la roca y el árbol que recuerdo de las vueltas anteriores. Arranco mi última hoja (Libro 14).

Ya solo queda no liarme en el último tramo de bajada. Sigo con el mapa en la mano, identificando curvas. Sólo en un cruce dudo un poco, pero enseguida recuerdo una ligera rampa ascendente de cuando hemos pasado en la primera vuelta. El resto de la bajada no tiene más historia que la de mis pies cada vez más doloridos. En particular, tengo la sensación de que en el talón me debo estar haciendo un buen destrozo, como si tuviera la piel levantada en el lateral. Salgo a las casas de abajo y cojo el sendero, ya por llano, que me acerca a la llegada. De repente aparece una luz, nuevamente el cámara, que me acompaña los últimos metros. Me pregunta si voy a salir y le digo que no, que no creo que me de tiempo de dar otra vuelta teniendo que dormir y que además tengo los pies destruidos. Corriendo a buen ritmo y con cada vez más gente animando, aparece la carpa y la gente que se amontona junto a la meta. Con una sensación rara de estar satisfecho pese a no estar cumpliendo con el objetivo inicial toco la roca por tercera y última vez.

Cuentan las hojas, todo correcto. “Hasta aquí he llegado”, les digo… Medio en broma hacen como quien no oye… “Nonono…”… “Tu vas, te reposes, manges…”… No, no, si ya me lo he pensado… “El record está a dos libros”… Me da igual el récord, francamente. Claro que puedo hacer dos libros en 16 horas, pero el objetivo no es hacer 3 vueltas y dos libros, es hacer 5 vueltas, o 3 vueltas como objetivo intermedio. Si me apuras, tendría sentido salir si viese que puedo completar la 4ª vuelta en tiempo, pero eso ahora mismo lo veo muy difícil, sin dormir y tal como llevo los pies. Me voy a comer, me apetece más hablar con mis padres y con Anna. Al poco vuelve a surgir la discusión de si continuar o no. “David va a salir” me dicen, imagino que para picarme… “Tant mieux pour lui” (mejor para él), respondo. Hace 3 años él acabó las 3 vueltas, se echó a dormir y ya no volvió a salir. Dos horas más tarde llegó Imanol Aleson, salió a la 4ª vuelta e hizo un libro, convirtiéndose en el ganador de la prueba. Francamente, no me motiva eso. Si él quiere llegar, salir y hacer dos libros en el tiempo que sea, y tener el récord, pues adelante. A mí me gustaría, ahora que veo cómo es y he aprendido cosas que me parecen importantes, tener la oportunidad de volver y hacer 4 vueltas o las 5. A la vista de los tiempos que he hecho (12h30 en una primera vuelta con fallos, 17h largas en una segunda vuelta desastrosa de navegación, y 15h en la 3ª una vez ya estoy en condiciones de seguir el recorrido), sinceramente creo que en condiciones óptimas se puede llegar bastante más lejos. Para mí ese objetivo tiene sentido, lo demás, pues qué quieres que te diga… Le explico esto al chico de la cámara, que me ha intentado convencer para que saliera. Lo respeta y creo que me entiende y lo agradezco. Mis padres y Anna creo que también lo entienden, cosa que agradezco más. De esta forma me acerco a la roca para comunicar mi decisión, y suena la canción de los caídos, la misma que en la Barkley pero esta vez desde un aparato electrónico en lugar de venir de una desafinada trompeta, como en Tennessee (algo menos de encanto).

Efectivamente, David Barranger salió a la 4ª vuelta y en 3 horas recogió los dos primeros libros y volvió al campamento, pasando a tener el récord de la prueba. En cierto modo, hace justicia a su buena actuación de hace 3 años y a la perseverancia de haber repetido esta prueba con buenos resultados hasta 3 veces, si no estoy equivocado. Por mi parte, reconozco que haber “perdido” me picó un poco, aunque enseguida me tranquilizo pensando en que hice lo que sentía que tenía que hacer. Por otro lado, y ya olvidándome de los demás y centrándome en mí mismo, a ratos me viene la intranquilidad de no haber sido expulsado por el reloj. De no haber tenido que abandonar porque no había llegado a tiempo, sino por haberlo decidido yo. En algún momento de la tercera vuelta me había pasado por la cabeza salir fuese la hora que fuese, y llevarme el saco de dormir ligero que había traído. También tengo que decir que cuando pienso en mis pies la intranquilidad se me pasa bastante. Tampoco me como mucho la cabeza, hace tiempo que aprendí que replantear las decisiones cuando han pasado unos días, cuando ya no tienes ni sueño, ni hambre, ni dolor en ningún lado, no tiene mucho sentido. No aporta nada ni es real, arrepentirse desde el sofá de decisiones que has tenido que tomar con los pies en el barro. Y eso vale para las carreras y para la vida.

Besos y abrazos,

P.D: en todo este rollo no le he dado suficiente importancia a un factor determinante. No me avergüenza decir, sino todo lo contrario, que si algún día llego a acabar la Barkley o la Chartreuse Terminorum, probablemente sea gracias a que no soy yo solo sino que somos un equipo que compartimos un objetivo, o mejor dicho, un equipo que acepta mi objetivo y accede a ayudarme a conseguirlo. La ayuda de mis padres y de Anna, con la comida, con el descanso y con la compañía fue determinante para poder acabar las 3 vueltas a pesar de los problemas y lo será si algún día consigo llegar más lejos.

 

3 comentarios:

  1. Con el sol de medianoche de Islandia y tus cronicas no hay manera de conciliar el sueño

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  2. Lo de asistirte en los avituallamientos debe ser por lo del gen egoísta. Después de leer lo de la segunda vuelta dicho gen está a niveles de máxima expresión... A ver si dejas de hacer estas "cosas" y se recupera....

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  3. Alberto, eres un crack. No se de dónde sacas las fuerzas para estas locuras y mira que no te lo digo desde el sofá jajaja
    A ver si salimos a correr algun día y nos vemos.
    Un abrazo!

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