Muy buenas!
Cuando hace un
par de meses volví de la Barkley con ganas de carreras con que sacarme la
espina, me encontré que a mediados de mayo se celebraba una nueva carrera en el
Pallars, la UP 360 (imagino que UP de Ultra Pallars, y 360 porque das toda la
vuelta al Pantà de Sant Antoni). Unos números (94km y 4300mD+) que indicaban
una carrera más rápida que las que busco normalmente, y algo lejos de casa,
pero buena excusa para pasar un fin de semana con mi hermano y la familia, que
viven por la zona.
Salida – Font de
la O
Así que llegó el
viernes y puse rumbo a Tremp, lugar de salida de la prueba. El pistoletazo es a
medianoche, con unos 60 corredores para la distancia más larga en esta primera
edición. Salimos de Tremp por la zona sur, por una calle asfaltada en la que mi
tendón de Aquiles, que me ha estado preocupando desde hace unos días, me
molesta bastante. Intento pisar diferente para exigirle menos, y poco a poco
nos vamos colocando en carrera. Salen delante dos chicos y una chica que hacen
la modalidad por relevos (los 94 km divididos en 4 tramos con un corredor diferente
en cada uno) y yo me quedo algo detrás con Eugeni Rosselló. Charlamos un poco
pero enseguida me encierro en mi ritmo y mis sensaciones, mientras recorremos a
buen ritmo un tramo llano junto al río Noguera Pallaresa.
El tendón se
estabiliza y puedo correr a buen ritmo por terreno ondulado y entretenido. Poco
a poco voy alcanzando a los corredores de delante y me sitúo en cabeza avanzando
a la luz de la luna por un sendero que serpentea entre formaciones rocosas
bastante curiosas. Un tramo de cortos repechos da pie a la primera subida de
cierta entidad, en la que me encuentro con rampas muy verticales por una roca
super adherente donde se puede traccionar muy bien. La pendiente me obliga a
caminar un poco, cosa que no va mal para bajar las pulsaciones. Tras unos 200
metros de desnivel de subida las marcas giran a la izquierda y empiezo a bajar
al oeste, en dirección a las luces de Tremp.
Paso un primer
avituallamiento sin parar, porque llevo comida y bebida de sobras para llegar
al siguiente. El recorrido vuelve a coger tónica ascendente, por un sendero muy
bonito que deja correr muy bien. Noto que poco a poco me voy separando de mis
perseguidores mientras llego a un tramo de bajada pedregosa y algo técnica que
me obliga a activar los cinco sentidos. La bajada me acerca al lago, donde las
luces de la luna y los pueblos de alrededor aportan un toque mágico. Un tramo
de sendero llano sobre el agua me deja en una pista que me ha de llevar hasta
la Font de la O, siguiente avituallamiento. Son 5 kilómetros donde intento
coger un ritmo de crucero ágil pero que me permita hacer bien la próxima
subida, que sé que va a ser bastante clave. Echo un vistazo al reloj y veo que
el ritmo es bastante rápido. Llevo una media de casi 12 km/h, que espero que no
me pase factura luego…
Font de la O –
Pobla de Segur
En la Font de la
O, me encuentro a mi padre, que empieza su periplo por todos los pueblos de la
comarca. Hoy mi madre no está porque mañana hace la carrera de 15 km y está
descansando, pero me ha preparado unos zumos que sientan divinamente. Repongo
agua, cojo los palos y pongo rumbo a Sant Corneli por un sendero que regresa
por donde he venido, pero justo encima de la pista. Antes de enfilar la subida
fuerte veo 2 o 3 luces que llegan por la pista y que no están lejos.
Llego a la
ascensión propiamente dicha y empiezo al trote ayudándome con los palos. Esta
subida la conozco muy bien porque mi hermano vivía en Aramunt hasta hace un par
de años y he venido a entrenar decenas de veces por aquí. En esas ocasiones la
subía al trote hasta arriba, pero pronto me doy cuenta que si quiero mantener
una carrera sostenible ahora voy a tener que alternar el trote con caminar.
Llego a un buen equilibrio y voy salvando la subida con un ritmo bastante
aceptable. Casi que sorprendentemente pronto llego al rellano que da pie al
repecho final. El terreno se abre y veo una luz que se acerca por detrás. Se me
despierta la sensación de presa y tengo un momento de duda sobre si voy a
aguantar el ritmo.
En medio de esa
incertidumbre corono la cima de Sant Corneli y bajo hacia la izquierda por un
tramo de bastante pendiente. Me adapto bien y rápido a la bajada y bajo
bastante ágil por un tramo técnico. El terreno suaviza después y voy siguiendo
la carena a base de cortos toboganes. En un momento dado me despisto de las
marcas y el camino desaparece. Echo la vista al track y corrijo la trayectoria,
perdiendo unos segundos que hacen que mi perseguidor me de alcance. “Soc de
relleus!”, me dice… Mira qué bien, gracias por avisar, es un alivio. Lleva más
ritmo que yo así que le dejo pasar, mientras salimos una pista que deja relajar
un poco los sentidos.
La pista me deja
en un avituallamiento líquido donde simplemente echo un trago a una botella de
isotónico y acto seguido las marcas giran a la izquierda en dirección noroeste.
Vuelvo a avanzar por sendero más técnico y veo que se equilibra la distancia
con el otro corredor, que debe estar a unos 50 metros. Un amago de torcedura de
tobillo me recuerda que en cualquier momento las cosas se pueden ir al garete,
así que activo un punto de atención y reserva. Llego al fondo del valle y
afronto un repecho al otro lado que me permite acercarme al corredor de cabeza.
El repecho da paso a un tramo de pista de perfil ondulado pero de tendencia
claramente ascendente. Intento mantener una dinámica activa trotando en todo
momento a pesar de que a veces iría prácticamente igual de rápido caminando.
Llegamos prácticamente los dos juntos al pueblo de Pessonada, que es el km36,
en 3h36. Es sensiblemente más rápido de lo que contaba. Las sensaciones son
buenas pero con la sensación de que estoy forzando y no muy lejos de ese punto
en que en cualquier momento puede llegar el tío del mazo.
Tras un nuevo
repostaje salgo del avituallamiento, algo por detrás de Ferran, que así se
llama el compañero con el que estoy compartiendo el tramo. Un corto tramo de
sendero llano nos deja en la canal de Pessonada, una subida por un terreno
impresionante donde desde abajo parece mentira que se pueda pasar. Algunos
escalones de hierro ayudan a salvar el fuerte desnivel y nos dejan en lo alto
de la Portella. Nuevo giro a la izquierda y enfilamos la bajada en dirección a
la Pobla de Segur. Llevo algo más de ritmo así que me animo a pasar y pongo un
punto más de velocidad. La bajada discurre primero por un tramo de descenso de
bicis y tras un corto repecho para pasar por el pueblo de Claverol, sigue por
otro entretenido sendero entre bosque que me deja en el fondo del valle, justo
a la entrada de la Pobla. Tengo un momento de duda entre marcas y track, pero
una vez aclarado llego al pabellón de la entrada del pueblo, donde está
instalado el avituallamiento. Llevo 4h46, un tiempo que me tiene totalmente
sorprendido para haber hecho esta primera mitad de carrera. Tengo unas
sensaciones que se balancean entre el “lo estoy haciendo muy bien” y el “me
estoy pasando y en cualquier momento explotaré”
La Pobla de Segur
– Salàs de Pallars
Acabo rápido las
operaciones y salgo por el puente mientras me como un sobre de puré de patata.
En seguida empieza la subida, por un sendero sobre el que David (Carrasco) me
advirtió que era bastante exigente. Echo mano de los palos y voy salvando el
desnivel. Mientras estaba en el avituallamiento ha salido ya el tercer corredor
del equipo de Ferran, al que ya he perdido de vista. No me va mal el hecho de
perder la referencia y centrarme únicamente en mi ritmo. Salvo este primer
tramo de subida bastante bien, pero una nueva luz se acerca por detrás y me
alcanza… “Soc de relleus!”... Perfecto, lo agradezco aliviado. Me pasa y sigo
con mi dinámica mientras la pendiente va cediendo. Otro tramo ondulado me deja
en una pista que recorro durante 1 o 2 kilómetros hasta el pueblo de Toralla.
Aquí no hay
avituallamiento, simplemente las marcas enfilan a la izquierda por una subida
exigente en dirección a la Ermita de Sant Salvador. La distancia con el
corredor que me precede se estabiliza y me quedo a unos 80 metros por detrás.
La subida se hace dura pero llego a la ermita contento y pensando que ya he
salvado la penúltima subida importante de la carrera. Guardo los palos y troto
por terreno llano. Enseguida aparece algún repecho que me hace arrepentirme de
haber guardado los bastones, pero decido que no vale la pena volverlos a
desplegar. El otro chico ha bajado algo el ritmo así que le alcanzo y le
adelanto mientras siguen apareciendo repechos. Está claro que no debería haber
guardado los palos, pero soy tozudo y sigo tirando de manos, rodillas y
riñones. Las fuerzas se vienen un poco abajo y aparece un momento de duda. Me
quedan más de 35 km y no es un buen momento para tener una crisis.
Afortunadamente llega el último de los repechos, al que llegamos juntos con el
otro corredor.
Enfilamos un
tramo de bajada hacia Rivert. Las pulsaciones se estabilizan y bajo
relativamente ágil. Las sensaciones mejoran y respiro aliviado. Vuelvo a
separarme del compañero y bajo por terreno cómodo hasta las casas de este
bonito pueblo, con un camino empedrado que baja en cortos zig-zag hasta un
nuevo avituallamiento.
Repongo líquido y
sólido y sigo adelante, por un corto repecho que hago caminando para acabar de
recuperarme del momento bajo de antes. El recorrido bordea la montaña hacia la
derecha hasta un colladito y enfila un senderillo muy cómodo y agradable que
baja por en medio del bosque. Corro a buen ritmo por este tramo, confirmando la
recuperación, y llego a Salàs de Pallars con sensaciones bastante recuperadas.
Salàs de Pallars
– Tremp:
Nuevamente me
está esperando mi padre con las cosas preparadas. Me tomo un zumo de mi madre
que me sienta la mar de bien y cojo un zip con puré de patata para comérmelo por
el camino. En el avituallamiento anterior me han dicho que le llevo unos 45 minutos
al segundo, aunque a lo largo de tantas aventuras he aprendido a no fiarme demasiado
de las referencias. Sea como sea me relajo un poco y eso hace que salga del
avituallamiento olvidando reponer el líquido. Me doy cuenta cuando ya estoy un
kilómetro más allá, en plena subida siguiente…
El descuido me
hace ir racionando más la bebida, con pequeños sorbos de isotónico y zumo de
melocotón que me quedan en los flasks. A estas alturas ya camino en bastantes más
trozos que al principio, y solo troto cuando la pendiente es relativamente
suave. Después de un inicio más empinado el recorrido se va suavizando y voy
superando repechos por medio de un bosque que tapa un poco el sol de la mañana.
Con un poco de suerte voy a esquivar el calor. De repente veo allá a la
izquierda un pueblecito bajo una roca. Eso debe ser Santa Engracia, el próximo
avituallamiento. Animado por la cercanía del próximo punto de referencia voy
trotando cada vez más. Salgo a una pista y bordeo un montículo por la
izquierda, superando el último repecho que me deja en el avituallamiento. Allí
me espera nuevamente mi padre con más zumo. Así cualquiera corre…
El siguiente
parcial es corto, sólo 5 o 6 kilómetros hasta el pueblo de Gurp. Empieza con
una subida donde aún tiro de los palos, y después llanea por encima de un
precipicio bordeando un valle muy bonito. Al otro lado está Gurp, en una
ubicación bastante pintoresca. Una breve bajada me deja en un sendero ondulado
que me lleva a este nuevo punto de control. Aquí no ha venido mi padre porque
tenía miedo que no le dará tiempo de dar la vuelta. Me relajo algo comiendo
sandía y tomándome un par de latas de isotónico. A pesar de que son las 9 de la
mañana el calor ya aprieta y necesito líquido. Me dan una nueva referencia de
1h20 al segundo en Salàs, que confirma la de antes y me tranquiliza bastante.
Aún así, tengo
ganas de aprovechar que me estoy encontrando bien y tener la sensación de que
lucho la carrera hasta el final, así que salgo a por la bajada hacia Talarn. El
recorrido discurre por el camino tradicional de acceso al pueblo, que se mete
por un cañón con curiosas cárcavas a los lados. Bajo a buen ritmo y con las
piernas bastante enérgicas, manteniendo una buena velocidad y trotando los
cortos repechos que me voy encontrando. A media bajada aparecen los primeros de
la carrera de 28 km, Óscar Montclús y otro chico que no conozco. Les dejo pasar
y cojo un poco la referencia, pero llevan 2 o 3 marchas más que yo. La bajada
se acaba y aparece Talarn a lo alto, hacia la derecha. Un repecho algo más
largo, que sí que em obliga a caminar, me deja en las primeras casas del pueblo.
Unos gritos de ánimo me indican que aquí a parte de mi padre están mi hermano Kike,
Elena y mis sobrinos Ares y Pau. Con una sonrisa en la cara llego al nuevo
avituallamiento, que ya será el último.
Llevo un poco de confusión con los kilómetros, así que no se exactamente cuántos quedan a meta, porque además parece que ha habido un pequeño recorte en esta parte. Echo cuentas y bajar de las 11 horas parece bastante asequible, así que me marco más bien las 10h45 como una referencia. Salgo del pueblo por una bajada cómoda y sigo corriendo a buen paso, casi que encontrándome cada vez mejor… No sé si será porque se acerca la meta. Cruzo la vía del tren y llego a la carretera, donde me encuentro a Albert (Vilardell) que aparece con la furgoneta y me paro un momento a saludar. “Va que t’ho ventiles en 10 hores això!!”… Hombre 10h las llevo ya, me indica el reloj. Contento por el encuentro sigo adelante, avanzando cada vez más rápido. Cambio de pantalla del reloj y pongo la del track, para evitar confusiones en este tramo que parece que puede ser más enrevesado. Me indica que me faltan 4 km… Hombre pues es poco! Aprieto otro poco, ayudado por el perfil que tiende a bajar. Las 10h45 pasan a estar bastante aseguradas y empieza a tomar forma las 10h30… Mientras avanzo por un sendero llano entre bosque y campos me entretengo echando cuentas sobre a cuánto tengo que hacer cada kilómetro. Parece que con que vaya a 10 km/h me basta. Cojo una referencia y cronometro un kilómetro, que me sale en algo menos de 5 minutos. Voy bien… La verdad es que hoy me sale todo y estoy disfrutando como un enano. Un par de rodeos me dejan en el ultimo kilómetro y la rampa final donde, grata sorpresa, me encuentro a Sergi Farré, un antiguo compañero de atletismo y de la época de las carreras de asfalto. En un último esfuerzo supero la rampa y giro a la izquierda por una corta recta de meta que me lleva al arco y la cinta final.
Qué decir… la
verdad es que creo que es una de las carreras que más he disfrutado en mi vida.
Por las sensaciones, por el resultado, por la compañía y por un entorno y unos
paisajes que me han parecido sorprendentemente bonitos. A veces pasamos de
largo por estas zonas camino de la parte más alta del Pirineo pero aquí tenemos
buenas alternativas para la época de primavera u otoño cuando la alta montaña
es técnicamente más exigente y el calor todavía no aprieta tanto.
La carrera me
deja con buenas vibraciones y con ganas de acabar de preparar bien la cita de
la Chartreuse Terminorum, la versión francesa de la Barkley, que espero que me
acerque a la posibilidad de repetir aventura en ese objetivo que dejamos
pendiente hace ya dos meses al otro lado del charco.
Besos y abrazos
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