Después de tanta sequía, dos semanas consecutivas!
Prometo que esta
va a ser más corta…
Después de la
frustración de la Barkley tenía ganas de sacarme la espina participando (y
acabando) en alguna carrera. Echando mano del calendario apareció la Trencacims
de Paüls, una prueba de la que siempre había oído buenas referencias, tanto por
su recorrido como por el ambiente y la organización. Este año se estrenaba una
nueva distancia con 75 kilómetros y 5400 metros de desnivel positivo por la
zona norte dels Ports de Besseit. Terreno técnico, desniveles considerables, un
panorama atractivo que hizo que me decantara por esta opción. Así que el
viernes por la tarde pusimos rumbo a Paüls para pasar la noche en la furgo y
prepararme para la salida a las 6 de la mañana. Las previsiones auguraban frío
y viento… y no se equivocaron.
A las 6 menos
cuarto de la mañana ya nos aglomeramos l@s corredor@s de las pruebas de 50km y
75km. Encuentros con viejos conocidos, buen ambiente y unos instantes finales
espectaculares entre la música y el espectáculo pirotécnico. A las 6 en punto
suena la cuenta atrás y salimos calle arriba, agachándonos entre las columnas
de fuego del lateral. Callejeamos por rampas estrechas donde se producen
adelantamientos con algo de estrés. El ritmo es fuerte y poco a poco voy
dejando pasar corredores mientras busco una velocidad sostenible para mis
capacidades. Salimos del pueblo por la parte superior y enfilamos una pista que
alterna toboganes con algunas rampas exigentes, mientras sigo intentando llegar
a un equilibrio con mis pulsaciones. Debo llevar unos 15 corredores por
delante, pero es lo que hay, si voy más rápido me salgo de punto.
Llegamos a un
sendero y empieza la primera subida. Empiezo a adelantar a algunos corredores
que van buscando ritmos más sosegados. Un poco más adelante veo a Pepelu
Ballester, con quien he charlado un momento en la salida. Sería una buena rueda
a seguir, pero me quedo un momento atascado detrás de un corredor y lo pierdo
de vista. Pues nada, a lo mío. Las luces de Paüls van quedando cada vez más
abajo, mientras las siluetas del Mont Caro se van definiendo con las primeras
luces del día. A medida que me acerco a la parte alta de la montaña el viento
se hace más fuerte y a pesar de que he salido con manguitos y paraviento, el
frío se hace notar. Llego a la cima y cambio el chip a modo bajada, cosa que
siempre me cuesta. Un sendero agradable entre bosque me deja en una pista junto
a un laguito, donde hay un primer control de paso, con bastante gente animando.
Rodeo el lago y
troto cuesta arriba con sensaciones que van siendo cada vez mejores. “Ojo que
viene un trozo técnico!”… Guardo los palos aprovechando el carcaj (curiosa
palabra) que me dejó Toti y trepo por un tramo de cadenas y un curioso agujero
entre la roca. Corono la cima de la Mola Grossa y empiezo a bajar hacia el lado
opuesto. Un tramo de sendero pedregoso y otro por en medio del bosque me dejan
en el primer avituallamiento. Para bien o para mal, llevo encima comida para
toda la carrera (y de sobras) así que sin parar, lo uso solo para dejar la
basura de lo que voy comiendo.
Paso otro tramo
de bajada técnica donde me pasa un corredor que va bastante más ágil que yo.
Venga, ponte las pilas… Aprovecho la estela y aprieto el ritmo para no
perderle. El terreno se estabiliza y vuelve a picar para arriba, cosa que me
ayuda. Charlamos un poco y me dice que viene una subida que “s’ha de fer amb
coneixement”. Efectivamente, la rampa es de las buenas, con alguna pequeña
trepada, pero me sienta bastante bien y le dejo un poco atrás. Parece que las
sensaciones van mejorando mientras salgo a un tramo por lo alto de la montaña
en que el viento sopla de cara. En un momento de despiste con las marcas me
vuelve a atrapar pero a la que vuelve a picar para arriba vuelvo a coger
distancia. La subida me deja en el segundo avituallamiento (km14), en una rampa
en la que veo a dos corredores delante de mí. Buena señal, eso es que el ritmo
no es malo…
Como llevo de
todo simplemente dejo algo de basura al vuelo y sigo adelante. Afronto un
terreno de sucesivas subidas y bajadas en las que creo que mantengo un ritmo
relativamente bueno si me fijo en la velocidad que llevo, pero no acabo de
pillar a los de delante, así que ellos también van rápido. De hecho en una de
las bajadas me alcanza un corredor con la gorra roja tirada hacia atrás. Le
aguanto a lo largo de un repecho posterior pero en la siguiente bajada me pide
paso. Vuelvo a forzarme un poco con su referencia y consigo bajar bastante
bien. Pasamos un nuevo avituallamiento (km21, hay un montón) y afrontamos un
nuevo repecho. El tío va fuerte y a la que la pendiente cede un poco se pone a
trotar. No puedo hacer más que intentar no perder distancia. En el lado bueno,
allí delante aparece un corredor con impermeable amarillo y gorro naranja. Me
parece que Pepelu iba vestido así. Eso es que vamos bien… De repente llegamos a
un enésimo repecho y parece que me acerco al corredor que me había pasado. Le
adelanto y me voy acercando al del paravientos amarillo. Estoy a punto de
pillarle, pero llega la bajada y toma las de Villadiego. Bajo a mi ritmo, en lo
que parece que va a ser el descenso hasta el avituallamiento del km30. Aquí
están mis padres y Anna, así que sí que voy a parar un poco y reponer algo de
líquido, que ya toca.
Las operaciones no nos salen todo lo rápidas que podrían ser, principalmente por mi falta de previsión tanto en las instrucciones previas como durante mi entrada al avituallamiento, así que tanto el del paravientos amarillo (que al final no era Pepelu) como el de la gorra salen antes que yo. Salgo del control un poco estresado pero enseguida cojo el ritmo de nuevo y parece que recupero terreno. Vuelvo a pasar al de la gorra en la primera subida y recorro una serie de pistas que me dejan en otro avituallamiento (km35), donde aprovecho para comer algo de patata-boniato que llevo en un paquete zip. El recorrido tiene una tendencia ascendente que nos tiene que llevar hasta el pico de l’Espina, punto más alto de la carrera. Poco antes de llegar alcanzo a un nuevo corredor, que esta vez sí que es Pepelu, lo cual me anima. Comentamos la jugada, cosa que ahora que voy bien y tengo aliento se agradece. Llegamos a la cima en medio de un vendaval considerable y seguimos un sendero al otro lado. Vamos bajando… “Ieps! No veo marcas”… “Fuera de ruta” me dice Pepelu mirando su GPS. Ahí abajo se ve a un par de voluntarios de la organización en un nuevo avituallamiento. Bajamos hacia ellos. “Ep! De dónde salís? No habéis pasado por el control?”… “No, hemos seguido el sendero”… Nos toca hacer una ida y vuelta hasta la segunda cima del pico, donde hay un control de paso que nos hemos saltado al perder las marcas. Creo que perdimos un par de minutillos, no creo que mucho más.
Volvemos a pasar
por el avituallamiento, donde nos dicen que vamos cuarto y quinto y nos
advierten del viento que nos espera. Bajamos un primer tramo pero a la que el
terreno pica para arriba Pepelu me deja pasar. Parece que va algo tocado del
abductor. Mis sensaciones en cambio son cada vez mejores y tiro adelante bastante
animado. El aviso de los voluntarios se va haciendo realidad y el vendaval que
nos ha acompañado todo el día llega a su máximo esplendor en esta zona que está
especialmente despejada. Las cintas del marcaje van indicando la magnitud de la
tragedia. Voy trotando como puedo, ahora encorvado hacia delante, ahora hacia
un lado, intentando compensar la fuerza del viento como puedo. Por momentos me
está a punto de tirar al suelo. En un momento dado las marcas se dirigen a una
cresta donde el viento hace un ruido que promete… Al asomarme estoy a punto de
caer hacia atrás. De alguna forma tengo que cruzar al otro lado pero el viento
me empuja y no soy capaz de avanzar. Al final dejo caer todo mi peso como si me
tirase por un precipicio y la gravedad acaba venciendo y caigo por el otro lado
del muro. Al otro lado el viento afloja un poco y puedo ir trampeando hasta
salir de la zona más complicada. El resto del tramo es un descenso mas amigable
por en medio del bosque, que transcurre de manera más plácida y con la
sensación de que voy bastante cómodo.
En este
avituallamiento me preparo algo más y nos coordinamos bastante mejor. Pregunto
por el tercero y mi madre me dice que está a media hora. Joder… No pensaba que
se hubiesen ido tanto… Pues nada, parece que sólo aspiro al cuarto puesto.
Salgo del avituallamiento comiendo más patata y afronto un tramo bastante
corredor. A medio tramo me encuentro con Albert Giné, que me ha dejado unos
palos que he agradecido infinitamente. Tras cruzar una carretera afronto un repecho
corto pero que se me hace un poco bola. Llego a la cima sintiendo que voy más
cansado y en la bajada me siento algo más torpe. Llego a Alfara de Carles
(km58) y troto por toda una rampa asfaltada, pero más por postureo que por
velocidad.
Repongo algo de
fuerzas en el avituallamiento. Mi madre me dice que Pepelu ha parado algo más
en el anterior, aunque no iba lejos. Quiero pensar que voy mejor que él y que
por lo menos la defensa del cuarto puesto va a ser tranquila. Salgo del
avituallamiento con los ánimos de mi padre, Anna, y bastante gente que se ha
acumulado en las terrazas. La subida al Coll de Paüls se hace algo más dura que
las anteriores y la hago mayoritariamente caminando, excepto algún corto tramo
en que el sendero llanea. Cuando estoy llegando casi arriba me da por mirar
atrás y veo un corredor mucho más cerca de lo que esperaba. Es Pepelu. Pues o
se está recuperando o yo estoy cayendo o un poco de cada… Con la sensación de
que me va a pillar irremediablemente echo la mirada adelante y me marco como
objetivo que por lo menos le cueste pillarme. Corono y echo a correr al otro
lado. Un corto descenso me deja en el penúltimo avituallamiento (km63). Llevo
líquido y comida de sobras así que echo un trago de Aquarius y tiro sin perder
más segundos de los necesarios.
Vuelvo a subir
por en medio del bosque, con un ritmo que sin ser una maravilla es
relativamente digno. Llego a un collado y las marcas giran a la derecha
subiendo de forma brusca. Se ven aún cimas bastante altas en esta dirección así
que queda aún terreno por subir. Empiezo a adelantar corredores de la carrera
de 20km, mientras el sendero se va aplanando y entro de nuevo una dinámica de
constante subir y bajar. En una de las bajadas noto que viene alguien rápido
por detrás. Me giro y veo a Pepelu a escasos 30 metros. Un repecho viene al
rescate y vuelvo a distanciarme entre las curvas. Parece que mejoro un poco y
soy capaz de trotar de manera más sostenible, ganando algo de distancia. De
todas formas me obligo a no mirar atrás. Simplemente avanzar lo más rápido que
pueda. Como el objetivo de aguantar la posición es demasiado estresante, me
marco la idea de intentar bajar de las 10 horas. La verdad es que antes de la
carrera lo hubiese firmado claramente y creo que lo tengo ahí.
Finalmente acaba
el sube baja y el sendero se mete a la izquierda bajando de manera decidida.
Bajo algo más rápido que hace un rato y no oigo a nadie por detrás. Empiezo a
ver alguna opción de aguantar el tipo. Llego al último avituallamiento (km70) y
paso de largo directamente. De perdidos al río… Un repecho justo después me
obliga a caminar y me recuerda que voy bastante cocido. Vuelve la bajada y
vuelvo a avivar el paso. El sendero se acaba y una pista viene al rescate. Me
dejo caer por ella un poco en modo elefante, con los pies algo pesados y
adoloridos. En algún momento miro de reojo y me parece no ver a Pepelu, o eso
quiero pensar. La bajada toca a su fin. Me queda un kilómetro de subida y otro
de bajada hasta la meta. Empiezo el repecho tirando de palos con fuerza. Tengo
una recta delante de mí, si llego arriba sin verle creo que lo tengo. Me giro a
medio repecho y no hay nadie. Genial… Se acerca la curva… Me vuelvo a girar…
Mierda, ahí está… Le debo llevar 50 metros. Entro en unas curvas deseando que
acabe la subida cuanto antes. Tengo la sensación de oírle cada vez más cerca.
Alcanzo a un grupo de corredores de la de 20km y pido paso. Cruzo una carretera
y el sendero sigue subiendo al otro lado. Me giro y veo a Pepelu como sube el
repecho al trote, ya muy cerca… “Cabrón! Cómo me cocinas!” le digo en broma.
Saco bandera blanca y dejo que me recupere los pocos metros que le quedan.
“Nada hombre, entramos juntos” me dice. No hombre, llevo 15 kilómetros
intentando que no me pilles, no es justo que ahora me esperes. Es una carrera,
el juego va así y tan amigos. “Gracias por la oferta pero tira”. Hago un tanteo
de aguantar el ritmo pero mi cabeza de perseguido ha hecho click y no tengo
fuerza mental para seguir otro kilómetro a todo gas. Le digo definitivamente
que tire y cubro el último kilómetro por una carreterilla a unos 50 metros por
detrás. Un zigzag por la calles del pueblo me deja en el arco de meta, que
cruzo en 10h02’. Un tiempo que hubiese firmado antes de la carrera, pero que
ahora me deja con un sabor un poco raro. Llegar a la altura de Pepelu, ya sea
un poco delante o un poco detrás, me deja satisfecho, pero la distancia con los
de delante, por mucho que sean gente de buen nivel, reconozco que ha supuesto
una buena cura de humildad. En fin, la gente entrena y la gente corre, y hay
que aceptarlo e intentar quedarse con lo positivo!
No me enrollo
más, que he prometido que no sería larga y ya me estoy pasando. Agradecer a mis
padres y a Anna por los ánimos, la compañía y la asistencia, y felicitar a la
organización por la carrera, una prueba que hacía tiempo que quería hacer y que
sinceramente a cumplido con creces con las expectativas. Felicidades también a
Aitor por la tercera posición. Compartimos kilómetros el año pasado en The
Peaks of the Sun, y el resultado y el tiempo de esta carrera demuestra una
progresión que tiene mucho mérito. Així que Aitor si llegeixes això, me’n
alegro, estàs fet un toro! 😉
Besos y abrazos
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