jueves, 20 de julio de 2017

High Trail Vanoise

Buenas!

Después de dos años y medio en Lyon catando los Alpes cada fin de semana, sobre todo en verano, en 2016 no tuve la ocasión (o quizá no la busqué) de seguir descubriendo rincones de esta increíble cordillera. Me encantan los Pirineos, también los Picos de Europa que he descubierto un poco más este año con mi visita al Cainejo, pero cuando rodeas Chambery y te encuentras con ese Macizo de la Belledonne en todo su esplendor... O cuando subes hacia el Col des Montets desde Chamonix y giras la cabeza hacia el Mont Blanc en un día de sol... Estas montañas tienen otra escala que te despierta algo más en tus sentidos.
Así que al planificar la temporada decidí dotar al calendario de unas buenas dosis de Alpes. El plato fuerte y definitivo de la temporada vendrá el primer fin de semana de septiembre con el Ultratrail del Montblanc, una cita en la que tengo cuentas pendientes tras mi abandono de 2013. Pero un primer plato que no desmerece en absoluto lo viví la semana pasada, y por partida doble. La primera cita, el sábado 8 de julio, con motivo de la High Trail Vanoise. La segunda el domingo siguiente, la Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso (podrían poner nombres más cortos...). Dos pruebas de Copa del Mundo (la primera de la serie Ultra y también Campeonato de Europa, la segunda de la serie Alpin), a las que me apunté siguiendo ese dicho de que vale más ser cola de león que cabeza de ratón.
La High Trail Vanoise es una especie de relevo o segunda versión de lo que en su día era la Ice Trail Tarentaise. Vine a correr la ITT en 2013, mal recuperado de ultras físicos y psicológicos. Un pajarón de magnitudes cósmicas estuvo a punto de acabar en abandono, que solo fue evitado por la perspectiva de 10 horas de viaje de vuelta con otra decepción que añadir a la mochila. Tenía ganas de volver a Val d'Isère y gozar de buenas sensaciones en este entorno espectacular. La HTV es una carrera muy particular, si no me equivoco la carrera de montaña más alta de Europa, llegando a los 3650 metros de la cima de la Grande Motte. Con un punto más bajo a más de 1700m y una altura media de 2500, se añade un componente diferente a los ya habituales. Los números: 70km con 5400m de desnivel positivo (mi reloj marcó más, casi 6000). Tres bloques diferenciados, unos primeros 34km en los que básicamente se sube y se baja la Grande Motte, 15km siguientes con una doble subida en la zona de Picheru y Sassière, y unos últimos 21 en la zona del mítico Col de l'Iseran, en los que se vuelve a subir hasta los 3400 de la Aiguille Pers. Otra particularidad, derivada de la altura y el paso por el glaciar de la Grande Motte, es la obligatoriedad de llevar crampones como material necesario.
Y con esa perspectiva me uní a un equipo de amigos, viejos compañeros de batallas, Francesc, Eli y Xavi, con los que pasé todo el fin de semana. El primero en romper las hostilidades fue Xavi, que con 55 minutos en el kilómetro vertical quedó tercero de la categoría de 60 años, y os aseguro que aqui en Francia hay mucho nivel en las categorías de veteranos, ahí es nada. A nosotros nos tocaba el turno el sábado a las 4 de la mañana.
Tras aparcar en un sitio de dudosa legalidad, llego con cierto estrés a la salida y empiezo a ver a diversas celebridades del trail. Bonito elenco de corredores, encabezado por el flamante campeón del mundo, Luis Alberto Hernando, y el subcampeón, Nicolas Martin. Mucha gente equipada de arriba a abajo con sus respectivos sponsors. Aquí el más tonto hace relojes, mejor mirar al suelo y pasar de todo. Llega la cuenta atrás y salimos hacia la noche por las afueras de Val d´Isère, con Luis Alberto encabezando a la manada desde el primer metro. La desbandada de búfalos inicial se ve interrumpida por una confusión por la falta de marcas en el primer kilómetro. Nos agolpamos unos segundos hasta que Nicolas Martin, toma las riendas y tira recto hacia una pista por la que tenemos que salir del pueblo. A partir de ahí la carrera sigue las típicas pautas del inicio de un ultra, al menos para mí, que es mirar el reloj e intentar que el exceso de pulsaciones sea minimamente razonable. Cuento frontales y veo que me estabilizo con unas 18 o 20 luces delante de mí. No es mala situación. Detecto a un portugués, Nuno Silva, que me suena de los primeros lugares el año pasado en Madeira. Jan, un checo con el que también coincidí en esa carrera. También las primeras chicas, Megan Kimmel (EEUU) y la segunda, que en la oscuridad pensaba que era Hillary Allen pero que después resultó ser Ragna Debats, holandesa pero afincada en Cataluña. Buenas referencias, buena posición, vamos a ver si entro bien en carrera.
La subida es bastante progresiva y trotable en su mayor parte. Noto que puedo hacerlo en zonas donde otros caminan y sin que se disparen las pulsaciones, lo cual me anima. Se me pasa relativamente rápido y aparecemos en unos prados sobre 2500m mientras se intuyen las primeras luces del día. El horizonte se abre y aparece enfrente el Mont Blanc, aislado y majestuoso con el color anaranjado del amanecer. Son de esas vistas que uno no se encuentra cuando no le han obligado a echarse a correr a horas intempestivas. Un tramo llano deja paso a una bajada hacia el Col de Fresse. Es una primera muestra de que respecto de mis compañeros y compañeras de ritmo, subo mejor que bajo. De todas formas no me estreso y saco una barrita para intentar entrar bien en la dinámica de alimentación. Afortunadamente la bajada no es larga y enseguida vuelve mi terreno y me vuelvo a acercar a mis predecesores. Entre uno y dos minutos delante de mí hay un grupo de unos 10 corredores que representa un caramelo muy interesante. Más cerca están "Hillary", Nuno Silva y Jan. Los voy alcanzando, así como también a los más maduros del grupo, que se va desmembrando. Buenas sensaciones, mientras superamos los primeros neveros antes de llegar al primer avituallamiento en la estación Panoramic (3050m, km14).
Relleno agua y como algo de fruta. Por lo demás, de momento voy comiendo de lo que llevo al ritmo que toca, veremos cuánto dura. Salgo por una breve bajada hasta poner los pies en la nieve. Unos cuantos corredores están parados poniéndose los crampones. En el briefing nos dijeron que se tenían que llevar pero que sólo serían obligatorios en la bajada y en caso de que así lo dijeran los del control del punto más alto. "C'est obligatoire?" pregunto... "Non, mais ils les ont tous mis"... Todos se los han puesto, pues nada, como todos... Me pongo los crampones, YakTrax en mi caso, y me ato la mochila como puedo con las manos que se me están quedando frías. No hace mal día, pero estamos a más de 3000 y son las 6 de la mañana, así que no se pueden pedir milagros. Con los neumáticos de nieve echo a andar pala arriba y me acerco a Jan y Ragna (ya la he reconocido). Les paso, pero en un tramo de bajada me devuelven la moneda. No sé cómo lo hacen, yo voy chafando huevos hundiéndome en la nieve y ellos parece que leviten. Por suerte vuelve la subida y vuelvo a recuperar terreno. "Qué com vas?"..."Beee"... me responde Ragna extrañada de oir catalán por esos lares... Para poco más da la conversación. Hay que guardar todo el oxígeno que por aquí no lo regalan. Empiezo a ver algún corredor que baja. La verdad es que no me parece que haya tantos, y bastantes están cerca, no está mal la cosa. Empezando a subir la última pala oigo un "Vinga Albert!". Es Francesc que baja. "Vinga, vinga anims!". Calculo que me debe llevar unos 5-6 minutos, lo cual me parece un buen resultado por mi parte. Cerca de Ragna y Jan acabo llegando al punto más alto. No lo había dicho pero quitaron los últimos 150 metros hasta la cima a causa de unas grietas. 
Venga, buen balance de la subida (llegué a lo alto en el puesto 22, aunque no lo sabía entonces), vamos a ver qué tal la bajada. Va, lánzate con un poco de gracia... Concentración... Bueno, mejor, consigo mantener más o menos con Jan, y no perder demasiado con Ragna. Aunque son las 7 de la mañana, la nieve está sopa después de que hayan pasado los primeros. Más o menos dignamente llego de nuevo al Panoramic. Cojo otro plátano y le pido a una de la organización que me meta los YakTrax en la mochila. Duda... "Ça va tout salir..." (lo va a ensuciar todo) ... Vaya, no me digas...pues qué pena... Pensando en problemas más importantes intento ubicar el camino de bajada, que bordea el edificio. Salgo detrás de dos tipos, uno de los cuales parece que esté regando el jardín con la manguera mientras corre. Joder tío, 70km dan para que te pares a mear un momento. Eso sí, dos cosas son ciertas, una que el tío tiene habilidad y dos, que deshidratado no está, en vistas del tiro parabólico que es capaz de generar. Sorprendentemente bajan peor que yo, así que les paso (olvidé expresarle mi admiración). La nieve sopa acaba dando paso a una pista de tierra que baja por terreno desértico en dirección a Tignes. El terreno es fácil y mi velocidad de crucero aceptable, con lo que consigo mantenerme a un minuto de Jan y Ragna, acercarme a un tipo de azul e incluso dejar atrás a otro corredor que ha aparecido por allí. Se me pasa rápido el tramo hasta Tignes, pero me entra mal el cambio de ritmo que supone el pasar al plano. Como algo, pero de hecho el problema es que la madre naturaleza me está llamando de forma cada vez más insistente. Intento hacerme el despistado a ver si se me pasa, pero mientras rodeo el lago de Tignes veo que la situación se vuelve irreversible y empiezo a preparar la operación. Me viene a la cabeza el "Qué austeros somos, Albert" de Aurelio cuando hacemos el salvaje en los rogaines, pero hay cosas para las que yo necesito un mínimo de higiene. La primera medida desesperada es arrancar una de las cintas del marcaje (no era estrictamente necesaria). Afortunadamente aparece una señora que se está comiendo un croissant. Su envoltorio de papel supone una mejora sustancial. 100 metros más allá hay un tipo de la organización con unas hojas grapadas. Definitivo. Armado con mi kit de supervivencia ya estoy en condiciones de aprovechar el primer rincón mínimamente discreto y de resolver este contratiempo que con la tontería me ha costado perder de vista a mis predecesores. Liberado del mal que me poseía, ya estoy en condiciones de seguir adelante y recuperar mi ritmo.
En primer lugar, recuperar posiciones, porque mientras practicaba el exorcismo me han pasado cuatro corredores, entre ellos el que mea en marcha (me pregunto qué hubiese hecho él en mi lugar) y la tercera chica, Mimmi Kotka (o algo así, una sueca que ganó los 80km del Mont Blanc el mes pasado). En seguida alcanzo a uno de ellos, y en la bajada hacia la Daille (avituallamiento del km34) doy prácticamente alcance al que mea en marcha, a su acompañante y a Mimmi. Con el ritmo recuperado pero con tiempo perdido, llego al avituallamiento, donde me espera Xavi. Me tiene todo el arsenal preparado pero me doy cuenta de que en la bajada he descuidado la alimentación (vaya! qué raro...). Así que sólo me hace falta reponer algunos geles y coger la bolsa de hidratación donde había preparado los polvos Tailwind (alimento líquido). Salgo adelante bebiéndomelo con calma y a los 100 metros me doy cuenta de que no he dejado los YakTrax. Le pego un grito a Xavi y se los dejo por ahí tirados en un puente. Empiezo a subir detrás de Mimmi, mientras voy saboreando la bebida-comida.
Esta subida la hice una vez en sentido opuesto y tenía una pinta bastante amenazadora. Mil metros de desnivel que van cayendo sin cuartel y con una pendiente que aprieta de lo lindo, sobre todo al principio. Mimmi va delante de mí tirando de los bastones de una forma un poco rara. A veces trota, pero francamente creo que no vale la pena. Creo que vale más pillar un ritmo constante. Una vez finiquitado el flasco de Tailwind engancho las dragoneras de los bastones…

(al final haré un inciso sobre los bastones…)

… y me pongo manos a la obra. Doy alcance a Mimmi y empiezo a poner el intermitente… “You want to pass?”… “Mmmm, yes, thanks!”… Y venga, el ritmo clásico de paso-bastón-respiración y avanti. El camino va describiendo revueltas que me permiten ver que por detrás Mimmi va perdiendo terreno, que algo más atrás suben el de la manguera y su compañero, y que por delante tengo a un corredor a tiro. Vuelvo la mirada al suelo y sigo a lo mío. En un momento dado aparece un trípode con un flash junto al camino. Levanto la vista extrañado y unos metros más arriba, tras unas rocas, está escondido Ian Corless como si fuera Gollum camino de Mordor (Ian Corless es un fotógrafo que está en muchas de las carreras de montaña de renombre, de hecho mi foto de perfil del Facebook es de Madeira y diría que es suya). Superado el resalte doy caza al corredor que me precedía, que no hace buena cara. Busco un nuevo objetivo, una camiseta azul, Jan. Lentamente pero le voy recuperando, al mismo tiempo que por detrás se acercan el bombero y su compañero. El compañero tiene pinta de ir con el gancho pero nuestro amigo del cañón de agua sube de una forma envidiable. Me adelanta de manera inapelable y un poco más adelante hago lo propio con Jan. El uno por el otro, me quedo igual. Un trecho más adelante veo una camiseta naranja que debe ser Ragna, pero la subida se acaba y ya no hay tiempo de darle alcance.
Supero el collado y cambio a modo descenso. A pesar de no notarme mal enseguida oigo los pasos de Jan, que me devuelve la moneda cruzando un prado. Por otro lado me acerco al que mea en marcha y a otro corredor de azul que no tenía controlado. Todos nos juntamos en el avituallamiento. El de azul es Dani García, si no me equivoco reciente campeón de España, que hoy no parece tener su mejor día. Pregunto posición y me dicen que han pasado 15. Vaya, yo pensaba que iba peor (de hecho iba peor, por aquí pasé el 20). Salgo primero junto con Jan, ganando por tanto dos posiciones. Mi nuevo compañero habla un muy buen castellano, así que vamos charlando un poco cuando la pendiente lo permite. Trotamos un poco hasta que las marcas se meten por un sendero. Veo a Ragna a unos 4-5 minutos, pero parece trotar con fuerza. Está intratable. Los tramos de caminar me permiten ganar algo de distancia algo antes de llegar al siguiente collado. Me noto bien. Ahora viene una bajada y después el tramo definitivo, en el que si tengo las fuerzas que intuyo podría optar a una buena posición final.

Llegando al collado saco algo para comer, cosa que hace que me pase de nuevo Jan. A ver si me concentro y no pierdo demasiada distancia en la bajada. El sendero va serpenteando hacia el fondo del valle, con un paisaje espectacular mires a donde mires. Un giro a la derecha lleva a una diagonal al final de la cual se ve la aldea de Le Fornet, donde hay un avituallamiento líquido. Tengo preparada una bolsa de hidratación con polvos para este punto. Coincido con Jan en el avituallamiento pero él sale mientras yo relleno líquido. El calor aprieta y al perder altura todavía más. Salgo al trote mientras voy bebiendo-comiendo. Empieza la subida, bosque, sombra… Perfecto. De repente noto que me cuesta beberme el Tailwind. A ver, poco a poco, pequeños sorbos que no te siente mal… Nada, no me está entrando bien este inicio de subida. Me acabo el flasco pero la alegría no vuelve a mis piernas. Esperaba poder pillar a Jan enseguida pero con este ritmo no voy a ningún lado… Paciencia… Nada… Salgo a un tramo abierto y veo a Jan, pero también veo a un corredor que viene por detrás. Creo que es Dani, que se debe estar recuperando. El sol no me ayuda a recuperarme. Girarme y ver que no solo viene Dani, sino también el bombero escalador y otro corredor de azul, tampoco. Me pongo en modo “burro que mira adelante” y me concentro en pasar de todo y fijarme en mis pasos. Que me pasen pero que les cueste. El sendero cruza la carretera del Col de l’Iseran, donde hay unos franceses que animan al corredor de azul que llega por detrás como un avión. Me pasa justo después del cruce, y algo más allá hace lo propio nuestro amigo. Miro el dorsal y se llama Leonardo, así que vamos a llamarle ya por su nombre. Por lo menos les ha costado algo pillarme. No voy todo lo bien que esperaba, pero sí menos mal que al inicio de la subida. Un rellano me permite trotar algo y me deja ver el final de la subida, que me resulta sorprendentemente cerca (otra buena señal de que recupero la moral). Paso a un corredor que va claramente a menos y me acerco a Jan, al que alcanzo al llegar al avituallamiento que está justo encima del collado. Ahí está Xavi nuevamente con el material de asistencia.
Me sirve para darme cuenta otra vez de mi desastre de alimentación. No me hace falta nada, sólo el tercer flasco con Tailwind, que me ventilo aquí mismo. “Què com vas?”… “Bueno, cascadet pero he anat pitjor fa una estona”. Está también por ahí Pere Aurell, que va asistiendo a Ragna, su compañera. “Vinga una horeta fins dalt i després tot baixada” me dice. Tras agradecer nuevamente la asistencia me lanzo a por la última subida. Noto que voy mejor y troto bien por un flanqueo pedregoso. Viene ahora la subida a la Aiguille Pers, por una loma de rocas bastante incómodas pero que ahora casi que las prefiero, a ver si puedo recuperar alguna posición. Al primero que pillo es a un corredor de azul oscuro que parece en caída libre. También me acerco definitivamente a Jan, que me deja pasar. Mentalmente me cito con él para la bajada, es la tónica de toda la carrera… Hasta recorto distancia con Leonardo. Parece que la comida está haciendo su efecto. Desgraciadamente la subida simple se acaba pronto y da paso a un tramo de cresta en el que me noto algo torpe. Un último repecho en el que noto que vuelvo a perder algo de alegría en las piernas me deja en la cima de la Aiguille Pers.
Venga a ver cuánto aguanto hasta que me pille Jan. Un tramo de tartera me lleva a un nevero y éste a un tramo de cuerda que me deja en una pista de esquí. Otra bajada nevada en la que me voy acercando a Leonardo. Realmente el hombre sube como un tiro pero bajando va bastante más justo. De repente aparece un tipo a mi lado. Coño, no es Jan… Y este de dónde sale?... Me pasa como un avión, un tío de Hoka. Vamos, ni olerlo. Sigo a por Leonardo, que es un objetivo factible, pero antes de llegar a él me alcanza Jan. “Oye y este que ha pasado?” … “Es de la corta”… Aaaahhh… Más tranquilo acabo saliendo a los caminos que dan acceso al Col de l’Iseran, donde nos juntamos los tres mosqueteros.
Pillo algo de té al limón (no lo he dicho antes, pero hace como tres avituallamientos que lo que me apetece es té al limón) y salgo del avituallamiento del Iseran charlando con el ya convertido en mito Leonardo, que parece que lleva las energías por las nubes. "Franshesh?"... "No, no, español", respondo, con bastante menos volumen. "Ah! Español! Yo, portuguesh... De Madeira!"... "Muy bonito, estuve corriendo el año pasado"... "Muy bonito!"... Y me sigue contando en portuñol "Yo, hoy ya cumplido objetivo!"... "Másh de 50!"... "Bajadash" ... "difísil"... "rodillashh"... "muy difísil"... "Los joveneshh muy rápidoshh"... Pero el hombre ha puesto su marcheta para arriba y me quedo atrás mientras él y su discurso se alejan hacia adelante. El repecho se me hace una montaña enorme. Hay una primera diagonal que tira que te va, pero los últimos 50 metros de desnivel son por un terreno roto por el que subo en plan himalayista llegando a la cima del Everest (Kilians aparte). Un fotógrafo cabrón está justo en un escalón que cuesta horrores de subir. Pongo un pie encima pero me resbala. Pruebo de poner las manos pero no veo como subir. Tiro de riñones por otro lado. Joder, estoy encallado… Y mientras tanto el tipo ametrallándome con fotos. Casi que me da la risa… No se cómo pero al final acabo superando el repecho y cruzo el anhelado túnel.
El repecho me ha dejado cocido. Afortunadamente sólo queda bajar, con alguna pequeña trampilla que ya me conozco de la otra vez. Me dejo caer por una tartera hasta un telesilla y continuo corriendo por un tramo llano. Voy desganado, otra vez medio de bajón. Allá delante están Leonardo y Jan, pero no llevo actitud de caza. A Jan doy por sentado que no le pillo, y a Leonardo casi espero que caiga él sólo. Y claro, así no voy a ningún lado. En algún repecho me acerco a ellos, pero en la bajada siguiente la distancia se amplía. Van mirando atrás para ver si me acerco, pero yo estoy conformista así que no supongo ningún peligro. En esta dinámica discurre esta última bajada, sin más contratiempo que la llegada de una chica de la carrera corta. La dejo pasar en las últimas eses antes de llegar a Val d'Isère y recorro los últimos 500 metros hasta entrar en la meta con una sensación de ni fu ni fa.
No estoy descontento, la prueba tenía nivel y quedar el 18º no es un mal resultado, pero así como en las últimas carreras tenía la sensación de haber gestionado bien, aquí no. En la fase en la que había que tener fuerzas para ganar posiciones, he tenido las justas para no perderlas. Mirando la mochila se puede ver parte de la respuesta. Me ha sobrado comida y eso que no he pillado casi nada de lo que tenía Xavi de respuesto. El tema de la comida me tiene desmoralizado. Es como una batalla perdida porque además no sé ni explicarlo. Simplemente no soy capaz de ser estricto y disciplinado. Es un poco como cuando tienes que estudiar pero no tienes ganas y lo vas dejando para más tarde. En fin...
La semana que viene ... (esto a día de hoy ya ha quedado desfasado y "spoileado"... hay que ver menudo lío, que diría Jordi Hurtado...) ... hay otra opción para resarcirse, aunque es de esperar que los 70km de hoy pasen factura. Pero algo hay que hacer porque se acerca el UTMB y allí si no como bien el via crucis está asegurado.
Pero bueno, tampoco quiero acabar tan negativo. Un buen fin de semana, con buena compañía y el sabor agridulce de la carrera es más por no haber tenido la progresión que me gustaría que porque el resultado sea malo, que no lo es. Al final si uno viene a hacer estas carreras tiene que asumir que habrá más gente delante.


Besos y abrazos

P.D: Rincón del freak:
Vamos con el material: mochila la Skin 5 de siempre
Zapatillas: Las Sense Ultra de Salomon. Son muy cómodas pero he tenido un problema que ya me pasó en Carlac, y es que en las subidas empinadas donde tiras de metatarso me sale una molestia que se transmite hacia un dedo... Y no me gustan nada los problemas de planta del pie. Son complicados. Tampoco sé si es de las zapas... Juraría que el año pasado en la Buff Epic me pasó algo parecido y ahí iba con otras. Lo "bueno" también es que en Carlac y aquí ha sido en diferente pie.
Bastones: Ieps! Cambio... Los Black Diamond que tenía, y que ya eran uno más largo que otro porque cuando se me rompió uno el año pasado, Francesc me dejó uno que tenía suelto... total, que cuando los fui a desplegar el día antes de la carrera estaban encallados. Aparte, la pestaña que hay que apretar para plegarlos está completamente oxidada. Total, que pareció momento de jubilarlos, así que bajé a Bourg Saint Maurice a toda prisa para comprarme unos nuevos. En principio iba a por unos iguales pero nuevos, pero el de la tienda me empezó a comer la oreja y al final opté por unos Leki. La verdad es que son un pepino. Más ligeros, en principio más robustos, y el número estrella, la dragonera extraible. La dragonera (una especie de guante donde metes la mano para transmitir mejor el esfuerzo) se puede separar del bastón apretando un botón en la parte superior del mismo. De esta forma no tienes que sacar la mano de la dragonera cada vez que tienes que hacer algo con las manos (beber, comer, sacar algo de la mochila...). Eso para mí es sinónimo de comer y beber más frecuentemente. Ahora bien, el precio no se pregunta...

P.P.D: resultados de la carrera: pues ganó el que pagaba menos en las apuestas, Luis Alberto, con casi dos horas menos que yo (8h15 por 10h13), ahí es nada... Y me alegro mucho del gran 7º puesto de Francesc, que demuestra que vuelve a estar fino. Eli, pese a las adversidades, también hizo una gran carrera llegando al Iseran cantando en medio del granizo y a meta en 15ª posición, todo ello a pesar del tiempo que le hicieron perder dos ingenieros intentando montar unos "pantalones" en el avituallamiento del Col de l'Iseran :-p







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