lunes, 24 de julio de 2017

Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso



Y aquí va la crónica del segundo round de mi semana en los Alpes: la Royal Ultra Sky Marathon Gran Paradiso (un nombre escueto…). Se trataba de una prueba de la nueva serie que ha aparecido este año en la Copa del Mundo, la categoría Sky Extreme, que está formada por tres pruebas caracterizadas por ser más técnicas de lo normal. Esta es la primera de ellas y la segunda será dentro de un par de semanas en Tromso, donde también estaremos intentando dar el callo. Los números de esta carrera, 55km y unos 4000 metros de desnivel positivo, alrededor del Valle dell’Orco y con la peculiaridad de tener la salida y la meta en sitios distintos (Lago di Teleccio y Ceresole Reale respectivamente).
La verdad es que antes de viajar a los Alpes tenía la esperanza de que la High Trail Vanoise me fuera bien y coger moral para esta segunda prueba, de forma que se compensase el hecho de tener los 70km en las piernas. Al acabar la HTV con sensaciones bastante mejorables el panorama se planteaba un tanto incierto. Después de pasar un par de días en Lyon mezclando trabajo y visitas de viejos amigos, el miércoles crucé los Alpes en dirección a Turín y de ahí a Ceresole Reale, el núcleo más importante de la Valle dell’Orco. Un rincón la mar de bonito, si tenéis ocasión de acercaros por allí os lo podéis apuntar como una buena opción para pasar unos días. Los tres días que tenía hasta el domingo los dediqué a hacer excursiones por la zona aprovechando que el tiempo acompañaba. El jueves una tirada algo más larga (30km) cubriendo un trozo de la carrera (Colle della Porta y Colle della Terra) y apretando un poco el paso en alguna de las subidas. El viernes una subida de unos 1400m a ritmo suave de caminar, hasta el Colle de Teleccio, un paso a 3300m por el que teníamos que cruzar en una travesía que hice con unos amigos hace años, pero al que tuvimos que renunciar por mal tiempo (total que fui a ver lo que no vi en su día). Y el sábado un paseo de 1h y media del Col de Nivolet al Col de Rosset, trotando un poco a la bajada para ver que tal las piernas. Creo que fue en este momento en el que empecé a recuperar buenas vibraciones. Así que, ya más optimista, me fui para el briefing donde me encontré de nuevo con Francesc y Eli, que al final se animaron a venir a correr y aparecieron por allí con su descapotable (alquilado, y descapotable de rebote, que si no lo aclaro como llegue a leer esto Francesc me mata :-p). Últimas instrucciones, preparaciones y una cena agradable intentando hablar de todo menos de correr, con ellos y otros tres compañeros del Matxacuca, Eric, Roberto y Sílvia. Todos ellos, high level y muy buena gente.
Y así llega la mañana del domingo, tras una noche de muy poco sueño, siguiendo la tónica de los últimos tiempos. A las 4 toca coger el autobús que nos lleva desde la zona de la meta hasta la salida, en el Lago Teleccio. La salida es a las 6:30, ya con luz y con una temperatura menos fría de lo esperado. Después del control de material pasamos el rato comentando la jugada con Sílvia, Eric, Roberto, Francesc y Eli, que no ha pasado buena noche. Y mas caras conocidas, Roger Viñas y Pere Aurell, Jan el checo con quien hice buena parte de la HTV… Como la semana pasada, la salida es un tutti frutti de nacionalidades que deja entrever que el personal va a correr de lo lindo. Nos dirigimos hacia el centro de la presa y tras una cuenta atrás fugaz dejamos atrás los nervios y salimos a por los 55km.
Los primeros metros son un poco caóticos, esquivando bastones y piernas por los tres metros de ancho que tiene la presa. Por suerte enseguida salimos a una pista que sube con un fuerte repecho de esos que te pone las pulsaciones a tono en un periquete. Intento encontrar un equilibrio entre no calentarme demasiado y mantenerme en una posición relativamente buena, porque sé que tras un primer kilómetro llano alrededor del embalse entramos en un sendero estrecho que va a ser un embudo de los buenos. Me lanzo en una bajadita y consigo situarme sobre la posición 20 al llegar al cuello de botella. El sendero sube de lo lindo y es de esos formados por piedras y escalones empinados que hacen que el personal camine, a pesar de que acabamos de empezar y las piernas están frescas. Es estrecho, así que hay cierta tensión entre la gente que se ha quedado en una posición que considera que no es la suya. No es mi caso. Justo delante de mí van Roberto, Eric, Roger y Francesc, buenas ruedas.

A los 20 minutos llegamos al Refugio Pontese. Roger, Eric y Roberto pasan a Francesc y tiran para delante. Le echo un vistazo al reloj… 160-165… Bien, pero no pasemos de aquí. Saco los palos, ya que ahora viene un tramo de subida donde pueden venir bien. Me pasa un francés y un tipo de naranja, mientras yo paso a otro y me quedo detrás de Francesc. Parece que las posiciones se estabilizan. “Albert!”… “Què tal?”… “Passa eh si vols…”…”No, no, si em temo que vaig massa ràpid… Però bueno, almenys que pequem de valents avui… Com vas?”… “Bueno, anar fent!”. Sospecho que si ha dejado ir a los demás es porque no tiene las sensaciones que le gustaría. Sea como sea, el ritmo de este Francesc mermado de fuerzas parece que se adapta bastante al que puedo llevar yo ahora mismo, así que pongo piloto automático tras él y voy combinando marcha con pequeños trotes. Un poco más allá veo al grupillo del resto de catalanes. El terreno va ganando en rocas y perdiendo en hierba, con lo cual los bastones pierden en utilidad. Tras un primer tramo de bloques decido que ha llegado el momento de guardarlos. Los pliego y los meto en las gomas de la mochila, tras la nuca, pero al no estar acostumbrado a la nueva forma de la empuñadura no acierto y se me queda uno medio salido. Me voy peleando con ellos mientras atravieso un nevero y mientras yo voy haciendo el gilipollas Francesc se me aleja y me pasa un tipo de blanco que viene desde atrás. Al final resuelvo el entuerto justo al llegar a la cima del Colle de Becchi (2990m), donde se ha reunido bastante gente a animar a los corredores.
Una vez pasé por aquí con unos amigos viniendo de travesía. Recuerdo una zona con muchos bloques… Aquí la tienes. Las banderolas van serpenteando entre bloques de 2 a 5 metros entre los que toca ir saltando. Con las piernas calentitas de la subida me noto la mar de torpe. Francesc ha desaparecido y el de blanco está a punto de hacer lo propio, pero lo más grave es que siento que el ostión por mi parte es inminente. Vamos a ver… Concéntrate… Hay que ponerse las pilas porque si no aquí te va a pasar todo quisqui… Salto a un nevero que tiene la nieve bien dura. Parece que el patinaje ahora mismo se me da mejor que el ballet sobre las rocas. Voy cogiendo el ritmo, parece que ha pasado lo peor. Salgo de la zona de rocas y las banderolas remontan por una zona herbosa hasta pasar junto al Bivacco Ivrea. Aprovecho para comer algo, siguiendo con la disciplina que ya he empezado en la subida. Hoy he hecho un planteamiento serio, espero que más serio que de costumbre, y estoy decidido a comerme todo lo que llevo en la mochila. Cruzando un prado adelanto a un corredor que tiene pinta de eslovaco (no me preguntéis qué pinta tienen los eslovacos pero por algún misterioso motivo en ese momento le asigné esa etiqueta, probablemente falsa…). Le adelanto y sigo corriendo por un camino pedregoso pero poco empinado. Noto que mis piernas están bastante alegres. He enganchado bien el ritmo y no siento secuelas de la carrera de la semana pasada. El día está bien bonito y el entorno es espectacular. Empiezo a sentir ese estado de disfrute de cuando las cosas acompañan en las carreras. En esta buena dinámica voy bajando con el eslovaco y otro corredor que creo que hace la corta, y aparecemos justo encima de un prado donde está el primer avituallamiento (km14).
Veo la mochila blanca de Francesc que sale del punto de control y le echo un vistazo al reloj. Por mi parte llevo comida y me queda todavía bastante líquido, así que pillo un vaso al vuelo y paso de largo sin parar, tres minutos detrás de Francesc. Entre medio está el corredor de blanco, al que me he acercado bastante pero que sube corriendo el repecho siguiente, por lo que no acabo de darle alcance. Viene ahora una subida cortilla, de unos 400 metros de desnivel, hasta la Bochetta di Ges. Vuelvo a sacar los palos, aunque el terreno no es óptimo para usarlos, con bastantes piedras y ranuras donde pueden quedarse atascados o directamente que pueden rompértelos. Parece que me acerco al de blanco, pero el tipo lo corre absolutamente todo y no hay forma de atraparlo. La subida se acaba casi sin darme cuenta y con ella mis esperanzas de ganar esta posición. Al contrario, en las últimas revueltas me giro últimas revueltas y veo que hay un grupillo de tres corredores que se acerca, entre ellos Maite Maiora, la primera chica. Pues mira que pensaba que llevaba buen ritmo…
Al empezar la bajada vuelvo a tener el mismo problema con los palos, aunque ya le voy pillando el truco y lo resuelvo más rápido que antes. El camino permite una buena zancada así que me mantengo a una distancia razonable del trotador insaciable, a la vez que llega uno de los tres que venían por detrás. No lo había comentado pero buena parte de la carrera discurre por unos caminos muy arreglados con revueltas apuntaladas con muretes, lo cual no quita que estén llenos de piedras anti tobillos. Resulta que todo esto lo construyeron allá por el siglo XIX para que el rey de la época, creo que Amadeo de Savoya (en cualquier caso es el único rey italiano que conozco así que pongamos que era este…), viniera a cazar por la zona con todo su séquito. De ahí lo de Royal Ultra… Total que siguiendo los pasos de este hombre voy bajando hasta el siguiente avituallamiento (km20), al que llego junto al recién llegado, un tío con gorra y pinta de inglés. No sé quién es pero lleva el dorsal 4, así que no debe ser manco.
Repongo agua y pillo algún trozo de plátano, para complementar la barrita, los geles y el membrillo que he ido tomando por el camino. El siguiente tramo es un largo flanqueo hasta el inicio de la subida al Colle della Porta. Parece un tramo corredor, donde según las fuerzas se puede ganar o perder bastante tiempo. Mis sensaciones no son malas, pero las del tipo de blanco tampoco lo parecen porque no me acerco ni a palo. Por allí delante alcanzo a ver la mochila blanca de Francesc, lo cual me anima. A medio flanqueo las banderolas esquivan un nevero por debajo. Me lanzo y acabo con el culo en el suelo y resbalando hasta el fondo del barranco. Me levanto acelerado y subo por el otro lado, con un nuevo resbalón que pudo ser más grave ya que mi pie acabó colándose entre dos rocas. El inglés, como buen gentleman, se para a echarme una mano. “It’s fine, it’s fine, thanks”… A ver, a recomponerse… Coge el ritmillo… Será que no voy tan bien y me están fallando las fuerzas?... Mi acompañante se aleja unos metros. Este es uno de esos momentos en los que las dinámicas pueden torcerse. Calma, venga, comamos algo… Perfecto, parece que cerramos la vía de agua y todo vuelve a su curso. Mantengo la distancia con él y llego al siguiente avituallamiento nuevamente con buenas vibraciones (km 24).
Aquí se separa la carrera corta, que baja directamente a Ceresole. Tengo la esperanza de que haya bastantes de delante que sean de la carrera corta y con ello ganar unas cuantas posiciones gratis. Miro para abajo y no veo a nadie, así que me temo que no es así. Bueno, què hi farem… Siguiente tramo, 800m de subida hasta el Colle della Porta, y lo conozco porque viene a caminar por aquí el otro día. Empiezo la subida bebiéndome el Tailwind (alimento líquido) que tenía previsto para este punto. Estoy muy contento con la alimentación. Estoy casi a media carrera y estoy cumpliendo el plan, cosa rarísima en mí. Me lo acabo, acoplo las dragoneras de los bastones y me pongo en modo subida, a ver si hago de ella mi terreno. De momento parece que bien, porque doy alcance relativamente rápido al nº4. “Go ahead, you’re going faster”… “Thanks” Muy majo el tío. Pongo el punto de mira en el tipo de blanco, que está a un par de minutos. Sigue corriéndolo todo… Qué pesao el tío… Revueltas y más revueltas siguiendo otro de los caminos acicalados para el señor rey, para irnos metiendo debajo del Collado della Porta. En una de estas aparece de repente uno de los suecos que había salido delante. El hombre está más doblado que el balón de Oliver y Benji, caminando en modo de desconexión total. Mira qué bien, una posición que no me esperaba. Milagrosamente me acerco metro a metro al de blanco… “You run everything! It’s incredible”… El hombre se ríe… “Yes, cos’ I don’t have any poles”. No veo claro el razonamiento, pero admirable en cualquier caso. Tiene pinta de alemán, suizo o austríaco… Germánico y cuadriculado sea como sea… Ni siquiera en la última rampa ceja en su empeño. Para mí que hay francotiradores apostados dispuestos a dispararle en el momento que deje de trotar, un poco como en la peli esa del autobús… Deseseperantemente llego al collado 5 metros por detrás de él, nuevamente sin haber conseguido adelantarle.
Un flanqueo por la nieve nos lleva a una rampa de bajada que empalma nuevamente con el sendero. Lo que sí es cierto es que en la bajada me cuesta menos que antes seguirlo, señal de que sus fuerzas van bajando. También parece que he abierto hueco con los de detrás, así que mi ritmo debe ser bueno. Unos 300 metros de desnivel en bajada nos dejan en un avituallamiento, que da paso a un repecho de unos 200 metros para arriba hasta el Collado della Porta. Damos alcance a un corredor de naranja que por la cara con la que me mira al pasarlo no atraviesa su mejor momento. El repecho es corto pero durísimo y en algún momento tengo la anhelada visión de que el germánico cede y renuncia a su trote. De todas formas a mí la rampa también me está atizando duro, así que tampoco conseguiré adelantarle esta vez. Aprovecho unos metros llanos arriba del todo para comer y guardar los bastones antes de lanzarme a por el siguiente tramo de descenso. Mira que bien, una tarterilla de esas acolchadas para bajar esquiando. Muy divertido, pero vigila porque si no te vas a llevar media montaña dentro de la zapatilla y tendrás que pararte a vaciarlas… El tramo se acaba y las banderolas se meten por un camino que vuelve a flanquear en dirección al Colle del Nivolet. El calor aprieta por este tramo corredor, con algunos repechos que a estas alturas son menos corribles. Incluso veo a nuestro amigo cada vez con menos ganas de trotar. Un repecho y una curva del valle nos dejan en la carretera que sube al collado. Qué bajón esos 100 metros de asfalto! El alquitrán devuelve todo el calor y me deja pesado pesado. “Brava!” oigo detrás de mí… Coño, es Maite que viene como un avión… Vuelvo a mirar para delante… Bueno, ya me pasará. Voy a ver si al menos adelanto de una vez a este hombre, que hace 20 kilómetros que estamos en las mismas. Finalmente me doy el gustazo en una de las últimas revueltas antes de culminar la subida y llego al avituallamiento el primero de este recién formado grupo (km34). Alguien nos canta que vamos “diccetessimo” y “diottesimo” (que debe ser 17 y 18).
Pido que me rellenen el flasco de isotónico… No se puede, sólo beber… Joder, ya me pasó el año pasado en Madeira. No lo entiendo, no creo que sea para ahorrar. Hay un montón de carreras locales en las que te dejan rellenar el bidón de lo que te dé la gana, no puede ser que en una prueba de la Copa del Mundo vayamos con estas… Creo que es una medida que genera diferencias entre tener asistencia o no, y por tanto negativa a mi modo de ver. En fin, me tomo un par de vasos, un puñado de trozos de plátano y salgo a por Maite y el trotador, que han pasado pitando. Venga, no te dejes llevar por el lado oscuro… Fuera cabreos y a la carrera. Reacciono bien y les alcanzo en unos prados, justo cuando empieza la subida al Colle de Rocche Bianche. Intento identificar a dónde vamos porque este tramo no lo conozco… Una rampa allí… Hay gente arriba… Eso debe ser… Bueno, no parece mal. Veo que voy mejor que mis compañeros, cosa que me sorprende, sobre todo respecto de Maite, así que me pongo delante y cojo mi ritmo. Me veo con ganas de trotar, y eso que el terreno es incómodo. Me giro y veo que incluso corro en sitios donde el suizo-austríaco-alemán camina. Increible! Qué subidón! Lo que hace la comida… La última rampa es dura pero la supero bastante bien. Otro gel arriba, y guardo los palos, ya con más destreza que al principio. Tocan ahora 500 metros de descenso, básicamente por prados. Una sucesión de toboganes en los que se ha empujar y tener cierta habilidad, pero estoy en un buen momento. Pensaba que Maite me alcanzaría de nuevo pero no es así, buena señal. Salgo a la presa del Lago Serru, al otro lado está el avituallamiento (km40).
Momento de usar el segundo flasco de alimento líquido que llevo preparado. Relleno y salgo adelante para seguir con la bajada, 400 metros más que me han de dejar al pie de la última dificultad orográfica. Le voy dando sorbos tranquilamente por un tramo de pista. La verdad es que entra la mar de bien. Las banderolas me meten por un sendero y al abrirse un poco la vista veo de nuevo la mochila blanca de Francesc. Si alguna vez estáis en una guerra y necesitáis camuflaros no os compréis esa mochila… Qué me debe llevar… Cinco minutos? No está nada mal, a ver si en la próxima subida pudiese acercarme… Acaba la bajada y encuentro un nuevo avituallamiento. Me bebo un vaso de sales y otro de coca cola y sigo sin perder tiempo. El camino ahora es llano y corrible. Me encuentro por el camino al compañero de Roser Español, una corredora catalana que está participando. “Vinga! Portes al Francesc a 2 o 3 minuts”… “Merci!”… “Es dura o què?”… “Home, deu n’hi do…”. Voy de subidón. Alargo la zancada y cojo un ritmo bastante bueno que me deja en un desvío que tiene pinta de ser el inicio de la subida definitiva al Refugio Jarvis y Colle de Niel. Oigo ruido detrás y veo que viene atrapando Maite… Joder, yo que me sentía Superman… Pensaba que había acelerado! Pues nada, bastones y a ser ambicioso en esta última subida.
El primer repecho empieza duro y me corta un poco el rollo… Venga, no pasa nada. Ritmo, bastón-paso-respiración… Mi ritmo se acompasa al de Maite, que se mantiene a una distancia constante detrás de mí. La sombra de los árboles se agradece, pero se agradece más el llegar a un colladito después del cual el camino llanea. Salimos a un valle con una cabaña, a la que está llegando Francesc. Echo un vistazo al reloj… Cuatro minutos cuando llego yo a la cabaña. Vaya, no recorto… Cierto es que me ha faltado un puntillo de alegría en este primer tramo de subida, pero ahora parece que me noto algo mejor y con ganas de trotar. Curiosamente, otra vez cuando parece que me encuentro mejor es cuando me atrapa Maite. “Si quieres pasar me dices, eh!”… “Nada, tranquilo”. Por la voz parece que va apretando los dientes “Pero no sé a cuánto viene la otra y no puedo confiarme” me dice. Yo tampoco estoy para hablar mucho así que vamos tirando alternándonos en cabeza y buscando desesperadamente el Refugio Jarvis. Ahí hay unas casas, eso debe ser… Qué va, sólo ruinas, y detrás de ellas un falso llano cabrón de esos que toca correrlo porque lo pone en el guion. Superamos un repecho y ahí aparece… “Hombre, qué ilusión!” digo en voz alta recordándome a Aurelio cuando encontramos una baliza. Llegamos al avituallamiento (km48) y como buen caballero cedo el paso, al fin y al cabo ella se juega la victoria y yo el puesto 17. Maite sale pitando y yo un poco después, cruzando un prado a unos 20 metros de ella. Ir con la primera chica conlleva que todo el mundo la anima a ella y pasan bastante de tu cara, pero bueno qué le vamos a hacer. Sería lo suyo poder distanciarse de ella, ya sea por delante o por detrás, a ver si me aplaude alguien en la meta :-p.
El camino se vuelve a empinar y parece que llevo más ritmo que ella. “Paso un poquillo”, le digo, y pongo un punto más de velocidad. “Il colle é questo o quello?” Pregunto a unos que bajan, señalando… “Questo, questo, é prossimo” Mira qué bien, es esto de aquí arriba. Vuelta a mirar al suelo, supero un resalte y me acerco a la última rampa… Coño! Pero si está ahí Francesc!... Y muy cerca, empezando la última tarterilla, a menos de un minuto. Ya no me lo esperaba… A ver si puedo engancharle antes de llegar arriba e intentar bajar con él. Lo intento pero queda poco… Corono a unos 30 o 40 metros de él. Le echo un trago a una botella de agua que me ofrece un voluntario. Esta caliente pero sienta bien igual. Venga, a ver si le pillo… Intento plegar los palos… Mierda, la pestaña se ha atascado. Espérate un poco que este tramo es técnico… Bajo como puedo y vuelvo a intentarlo más allá… Nada, me lío, empiezo a mover los palos de un lado a otro. Maite debe estar pensando que qué coño hace este tío, eso si tiene tiempo de levantar la cabeza, ya que el caminito se las trae. Al final consigo plegarlos y guardarlos, pero se me ha cortado el ritmo y el rollo. Francesc se ha alejado bastante, y teniendo en cuenta que baja bastante mejor que yo, pierdo la esperanza de darle alcance. Por su parte Maite tiene pinta de que debe haber visto que no venía nadie detrás y se va a tomar la bajada en plan más conservador. Total que sin ningún objetivo aparente, voy bajando intentando mantener un ritmo digno pero sin mayor actitud. La entrada en el bosque se agradece y parece que recupero un punto de agilidad. Entre los árboles se intuye el azul del lago de Ceresole, más lejos de lo que me gustaría. Al menos parece que vamos flanqueando hacia la izquierda, así que nos vamos acercando a la zona donde tiene que estar la meta. Miro el reloj y tampoco parece factible bajar de las 8 horas, así que tampoco hay motivación por ese lado. Pues nada, a ir tirando… Coño! Otra vez la mochila blanca!... Ahí está Francesc, un par de curvas más abajo. Acelero con ánimos renovados, justo antes de salir a la carretera que nos tiene que llevar a la meta… Busco con la mirada pero el tío también ha acelerado y lo veo más lejos de lo que me esperaba. Alargo la zancada pero el asfalto se me hace pesado. Lo pierdo de vista entre las curvas… Miro la meta y me parece más lejos de lo que me gustaría. Por un lado está bien porque hay tiempo para recuperar, pero por el otro las fuerzas empiezan a estar justas… Qué hago? Le puedo pillar?... Cuando lo intuyo a lo lejos acelero, a la que no le veo renuncio… Llego a una recta donde se ve bastante… Nada, no le he recortado significativamente. Me encuentro a Eli a un lado de la carretera (que no se encontraba bien y ha bajado por el recorrido corto). “Què? L’agafaràs?”…

 (si esto fuese una peli ahora pondrían la canción de Gladiator, yo aceleraría con cara de poseso y mientras la imagen de gente jaleándome pasa a cámara lenta adelantaría a Francesc y entraría en meta levantando los brazos... pero lo siento, esto no es una peli...)

“No”… Es mi escueta respuesta, y creo que en ese momento renuncio definitivamente. No sé si sería capaz de sacar el cambio que necesito para alcanzarle pero en el dudoso caso de que así fuera, creo que montaría un espectáculo en la meta, así que quizá es pecar de conformista pero bueno, me quedo aquí, la carrera ha estado bien, disfruta de los últimos metros y fuera. Así que ya más tranquilo recorro el último trozo de carretera y un pequeño bucle que han limpiado para entrar en meta, por donde cruzo en 8h4’ y en 17ª posición.
A pesar de este final algo conformista, sobre todo visto ahora desde el sofá, muy contento con la carrera y eso es algo que no digo a menudo. Acabar a un minuto de Francesc (16º), aunque no estuviera en uno de sus mejores días, o a 4 de Roger (15º), indica que he gestionado bien la carrera y que no he notado demasiado los kilómetros de la semana pasada. Y sobre todo, me he demostrado que puedo llevar una buena alimentación del principio al final y que si es así, el rendimiento lo nota. Por lo que respecta al resto de resultados, la carrera la ganó el nepalí de Salomon, Gurung Bhim Bahadur, con 6h41'. Quien sabe si el día que empiecen a llegar sherpas en masa pasará como cuando irrumpieron los africanos en las pistas de atletismo... Gran 3ª posición de Pere Aurell y 11ª de Eric, el resto de la representación catalana. Y en chicas, victoria de Maite Maiora, que llegó un minutillo detrás de mí, y muy buena 6ª posición de Sílvia, superando las dificultades. Ya os dije que me había juntado con la crême de la crême. Lástima que a Eli y a Roberto la cena les jugó una mala pasada. En cualquier caso muy buen final a la semana de vacaciones, con una buena carrera, rodeado de buenos paisajes y sobre todo de buena gente.

Besos y abrazos


P.D: rincón del freak:
- Zapatillas: las S-Wings Softgrund de Salomon. Encantado con ellas. Respondieron muy bien a un terreno bastante complicado. Prácticamente en ningun momento tuve problemas con el agarre. Además la molestia de la planta del pie que había tenido en la High Trail Vanoise no se me reprodujo y me sentí muy cómodo durante toda la carrera. Y de momento siguen aguantando sin vías de agua (deben andar por los 200km aunque 200km de carreras sin cuartel).
- Comida: me llevé 6 geles de los Powergel de naranja, 5 quesitos de membrillo, dos barritas y dos flascos con Tailwind. Me sobraron dos membrillos y una barrita, a cambio de lo que pillé de los avituallamientos. Por una vez me parece que llevé una buena alimentación.
- Y lo demás, mochila, bastones, etc. no me repito que ya he sido suficientemente pesado ;-)

No hay comentarios:

Publicar un comentario