Bueno hay que estar a las duras y a las maduras…
(perdonad por la falta de fotos, pero secuestrarlas de la web con un rótulo enorme delante me parecía demasiado...)
Siguiendo con la preparación para la Ronda dels Cims este
sábado tenía una carrera a unos 120kms al sudeste de Lyon, concretamente en
Crest. Zona prealpina, media montaña, bonito… quizá poco montañoso para el tipo
de terreno que me interesaba, pero una zona atractiva al fin y al cabo. La
carrera en cuestión tenía el curioso nombre de “Les aventuriers du bout de
Drôme” (Los aventureros del límite de la Drôme, si no me equivoco) y forma
parte de toda una movida llamada Challenge Charles et Alice, en la que en un
fin de semana se celebran en Crest, carreras de 12, 21, 35,42, 67 y 105kms (que
era la mía), además de otras historias para los pequeños. Creo que había un
total de 9 carreras, ideal para un desplazamiento en familia en el que cada uno
busque su plan (de hecho mientras escribo esto pasan al lado del coche los
corredores de 12kms). En concreto la de 105kms, tenía 6600m de desnivel (o eso
decía en la web, aunque yo lo dudo mucho). Una primera parte bastante plana,
con pequeños repechos y bastantes pistas que se presumía bastante rápida, dos o
tres subidas bastante progresivas y una última parte mucho más dura con subidas
verdaderamente empinadas y una de cerca de 1000 metros de desnivel hacia los
kilómetros 75-80. La salida, nada menos que a las 3:30 de la mañana. Ahí nos
situamos…
Después de una noche de dormir en el coche y poco (más por
horario que por incomodidad, porque el colchón que tengo no está mal), me
levanto a las 2 de la mañana, desayuno y me voy para la salida. Curiosamente se
empieza con un tramo neutralizado por dentro del pueblo para hacer la salida
real en el patio de un castillo que domina la población. No conozco a ningún
corredor, pero si a una corredora que es la estrella mediática de la carrera,
Francesca Canepa. Ganadora dos veces del Tor des Geants (la segunda con una
cierta polémica que ya comenté en otro post), de la Ronda dels Cims 2013 (única
vez que he quedado por delante suyo)… Un buen palmarés y una buena referencia.
Cuenta atrás y salimos por una subida donde como de costumbre en Francia, se
sale rápido. A los 100 metros la organización ha preparado unos fuegos
artificiales, pero a mí me cogen más bien preocupado por no tropezarme con
nadie. Una vez más no soy demasiado hábil en la salida y, a pesar de que mi
intención era meterme en el grupo de cabeza y ver qué ritmos se manejaban,
llegamos a un senderillo y me he quedado con al menos 10 personas delante.
Aprovecho los momentos en que me quedo atrapado detrás de algún corredor para
pelearme con un bastón que no funciona bien. Segunda torpeza, creo que hasta el
cuarto kilómetro no consigo ponerlo bien.
Finalmente salimos a una pista amplia donde puedo coger mi
ritmo. Cuento a unos 7 u 8 corredores delante, de los cuales adelanto a los
cuatro de detrás aprovechando algunos repechos que hay en estos primeros 10
kilómetros. Me estabilizo en la cuarta posición e incluso me acerco al tercero
en una subida algo más larga hacia el km11, pero en la bajada va más rápido que
yo y no llego a alcanzarle. No me preocupo demasiado. La idea es intentar no
pasarme de ritmo en estos primeros kilómetros, que siempre me cuestan, y si
todo va bien en las subidas más largas es donde tengo que aprovechar.
Después del primer avituallamiento (km16), llega el primer
problema del día (o noche aún). Bajando por una pista de repente me doy cuenta
de que no veo marcas delante de mí. Por la ley de Murphy, me coge en una
bajada, con lo cual cuando llego a una carretera y certifico (por la ausencia
de ninguna flecha) que me he equivocado, me toca remontar todo este terreno.
Mierda, ahora sí que se me ha ido el tercero. No pierdo más de 2 o 3 minutos,
pero sobre todo me supone un golpe moral y me corta bastante el rollo. De
manera un tanto absurda, entro en una dinámica mental negativa durante los
siguientes kilómetros, en la que me pregunto qué hago aquí, a las 5 y pico de
la mañana, corriendo por una pista en un bosque ni siquiera demasiado bonito (y
que no veo demasiado porque está oscuro). La bola de nieve se va haciendo
grande y llego a plantearme si realmente me apetece hacer este tipo de cosas.
Este estado semi-depresivo me dura hasta el siguiente avituallamiento (km26).
Justo al llegar me encuentro una bufanda de la selección española y escucho
como los de la organización me cantan el “Que viva España”. Creo de todas
maneras que lo que me levanta la moral es ver que, a pesar la mala dinámica
mental, he conseguido mantener un ritmo de crucero decente que me ha permitido
alcanzar de nuevo al tercero, que está ahí comiendo algo.
Vengo comiendo bien, o eso creo (después lo discutimos). Así
que tomo un par de trozos de naranja, relleno el agua y salgo justo al mismo
tiempo que el compañero (llamémosle Speedcross 3, por las zapas, evidentemente...). La subida empieza fuerte pero en seguida se transforma
en un continuo de pistas y senderos que suben muy progresivos. Yo adopto un
ritmo de trote continuo, de forma que en los repechos me separo de él pero en
el llano o bajada me recupera. De esta forma vamos subiendo y casi sin darme
cuenta me encuentro la antena del punto más alto justo delante. Para acabar de
rematar la faena, en un prado, a unos 300 metros, veo una figura corriendo, así
que el segundo clasificado está a tiro. Realmente han cambiado las tornas
totalmente. Hace una hora y pico estaba con ganas de mandarlo todo al garete,
pasando de todo, y ahora veo que la carrera me da una segunda oportunidad. Recorro un último tramo de subida por
un bosquecillo espeso que de vez en cuando deja ver unas vistas espectaculares
hacia el oeste, sobre el valle del Ródano.
Corono la cima y bajo por una carreterilla unos metros antes
de coger un camino que va cresteando. Observo con satisfacción que mi
perseguidor ya no me recupera terreno en la bajada así que estoy mejorando mi
ritmo en esta parte también. Al cabo de unos minutos alcanzo al segundo, que de
vez en cuando da algún tropiezo, cosa que indica que no anda muy sobrado de
fuerzas. Me entero de que está haciendo la carrera de 67kms (ni siquiera sabía
yo que las dos carreras salían a la vez) con lo cual ya estaba segundo antes de
alcanzarlo. De todas formas el tipo que va por delante, un tal Frédéric que es
de la zona y conoce el terreno, sí que está haciendo la carrera larga. Ha
pasado por la cima unos 7 minutos antes que nosotros.
Y en esto que cruzando palabras de repente el tío me dice:
“Hace mucho rato que no veo balizas”… “Coño, pues si hace mucho rato haberlo
dicho antes” (aunque lo más justo sería admitir que estoy empanado y hace rato
que no me fijo). Seguimos bajando un poco más por la pista en la que estamos
pero no aparece ninguna cinta. La verdad es que el marcaje deja un poco que
desear y no han sido raros los trozos en los que había 100 o 200 metros sin
cintas, más aún en tramos de pistas, pero esto ya pasa de castaño oscuro. Yo
tengo la sensación de que la dirección que llevamos es buena, pero no nos la
podemos jugar. Al cabo de otros 300 o 400 metros, y con la mala ostia en
aumento, decidimos volver a subir. El compañero se queda atrás mientras yo
recupero altura tirando de bastones. Descubro con impotencia que hemos bajado
una barbaridad (mirando el GPS del reloj, más de un kilómetro por una pista que
debe rondar el 15% de media). Llega un punto que ni siquiera estoy seguro que
estemos en el mismo camino por el que hemos bajado. Grito, pero la única
respuesta es la del compañero de infortunio. Al final veo unas cintas al otro
lado de un claro del bosque. Debemos haber perdido 15 o 20 minutos fácilmente.
El compañero sale pitando, pero yo intento controlar el
bajón moral y la rabia y me obligo a comer, ya que este es el típico momento en
que te cebas por la rabia y la cagas. Sigo bien de fuerzas así que recupero
rápido el terreno, preguntándome cuánta gente nos debe haber pasado. Al llegar
al avituallamiento siguiente (km40) descubro que nos han pasado 8 o 10… Bufff…
queda mucho pero es un bajón…
Cargo agua, como y sigo adelante por terreno favorable. Menos de un kilómetro más tarde veo un grupo de tres, uno de los cuales es el chico con el que me he perdido antes. Vamos por una pista que pica para arriba y ellos van andando pero la verdad es que me encuentro muy bien y voy trotando a un ritmo ágil pero sin quemarme. El calor empieza a apretar y me voy obligando a beber. Sigue la tónica de terreno bastante corredor, con subidas y bajadas pero técnicamente sencillo. Tanto es así que en el siguiente parcial de 5 kilómetros hago una media de 10km/h, lo cual para estar en el km50 y con desnivel me deja bastante contento. Veo a otro corredor por delante y lo alcanzo justo al llegar al siguiente avituallamiento en Miribel (km53). Si mis cálculos y las indicaciones no fallan, por delante va el tal Frédéric, Speedcross 3, otro corredor que llegaba al avituallamiento del km26 cuando nosotros salíamos, Francesca Canepa y este chico. Bueno queda mucho, aún hay tiempo de seguir recuperando. Mi predecesor se va y yo me lo tomo con calma comiendo algo, rellenando las botellas con agua y sales y sacando comida de la mochila para dentro de un poco. Vamos allá, que ahora viene una subida bastante progresiva en la que con la dinámica positiva que llevo tengo que seguir prorgesando...
Pero entonces llegó la debacle (ya veis, esto hoy pega unos giros dignos de Juego de Tronos). El primer kilómetro, más o menos llano, y el segundo, ya en subida, pasan bastante bien, pero a partir de ahí noto como de repente necesito andar cada vez más, hasta llegar a un punto en el que únicamente troto en el llano. El sol, al que hasta ahora había ignorado, se empieza a sentir cada vez más pesado en el cogote. Alterno agua y sales sin parar, me tomo un paquete de compota... nada, sigo en claro declive. Voy por una cresta entre el bosque en la que no tengo referencias. Se me hace eterna. Finalmente no queda más montaña delante y empieza un flanqueo en descenso en el que vuelvo a correr, aunque con menos alegría que hace un rato. El descenso continúa, ahora más empinado y por terreno más técnico, hacia el fondo del valle donde encuentro una pista. Bufff, y ahora viene una subida que sobre el mapa parecía tremenda, no muy larga pero con una pendiente de miedo. Creo que en el próximo avituallamiento (Saillans, km66) tendré que parar a comer algo consistente. De momento me tomo un kit kat para mantener el tipo y llego a un punto de control.
"Como va?"... "No muy bien"..."Ahora viene una subida fuerte" me dice el hombre con cierto pesar. "Lo se, lo se... 2 kilómetros?"..."Mmmm, más o menos" concede... Vale, o sea que son tres... Bueno, ritmillo y con filosofía.
Cojo el sendero y realmente el repecho es de espanto. Después de todo el día de subidas tendidas y rodadoras, aquí de repente aparece un sendero que sube a saco de cara a la pendiente. Voy metiendo los bastones todo lo arriba que puedo y tiro de brazos para ir avanzando hacia arriba. En muchos momentos no hay casi ni sendero, aunque afortunadamente aquí está muy bien marcado (suerte, porque hace un rato me he prometido que si me pierdo una tercera vez, me las piro a casa...). Mi ritmo es desesperantemente lento, pero nadie llega por detrás, así que imagino que en todos sitios cuecen habas y todo el mundo las pasa canutas aquí. De todas formas mi desfallecimiento va en aumento. Tocará recuperar algo de aliento en la bajada, comer bien en Saillans e intentar volver a entrar en la carrera. Con esa esperanza, pero desfondado, llego a la cima y cojo un camino a la derecha que asoma a un balcón desde el que se ve el pueblo.
Pero la recuperación que buscaba no llega. Todo lo contrario. Intento trotar pero me noto extremadamente torpe y el cansancio de pulsaciones y respiración de la subida se transforma en un malestar a nivel de cabeza. De mal en peor... Empiezo a notarme mareado. Dejo de correr y camino, pero incluso poner un pie delante de otro me cuesta. Así no voy a ningún lado. Me paro y me inclino hacia delante pero tampoco tengo ganas de vomitar. Vuelvo a avanzar pero sigo mareado. Demasiado. Tomo la decisión, que estaba intentando evitar hace un rato, en parte por la decepción con la que voy a volver a casa, en parte pensando en el golpe moral que eso supondrá para las próximas carreras. Pero sí, me retiro en Saillans. Una cosa es ir cansado y otra cosa es que la cabeza empiece a fallar. Aún así, todavía tengo que llegar ahí abajo y el pueblo se acerca desesperantemente lento. Llega un tío por detrás. Me aparto directamente y el hombre pasa sin siquiera preguntarme qué tal. Algo más tarde llega de nuevo el chico con el que me he perdido y me encuentra a un lado en inclinado de nuevo. Me pregunta y niego con la cabeza. Me da una palmada de ánimo que se agradece, y con ello sigo mi caminar cansino. Algo más abajo me encuentro una mujer que me da agua y en vistas del panorama me dice que me acompaña en la bajada. Me da un azucarillo y me lo meto en la boca mientras sigo en plan zombi. Parece que algo funciona... 5 minutos más tarde noto que por lo menos me vuelven ciertas ganas de hablar. Le doy las gracias y le empiezo a explicar mi vida, que no se qué me ha pasado, que iba muy bien hace un rato,... Le digo que tire, que voy algo mejor y que al pueblo llego bien. Aún así se espera hasta que pasa otro corredor que creo que es de su equipo, y sigue con él corriendo. Finalmente, ya con la cabeza más en su sitio pero con la decisión ya tomada, llego al pueblo y al avituallamiento, que a su vez es meta de la carrera de 67 kilómetros. Troto de manera testimonial para entrar en esta meta, que no es la mía. El speaker me anuncia como sexto clasificado de la carrera, pero yo le digo que "el sexto se para aquí".
En fin, que voy a decir... decepción. Encima François, un amigo de Lyon que ha venido para hacer la maratón de mañana, estaba esperando en lo alto de la próxima subida. La verdad es que no se muy bien qué ha pasado. No he salido especialmente fuerte. Muchas veces me pasa de empezar forzado los primeros 15-20 kms, pero hoy entre pelearme con el bastón, perderme, rallarme y demás, la verdad es que iba en modo entreno. Beber he bebido más que de costumbre y de hecho este ultimo tramo me he zumbado un botellín de agua y otro de sales, cada uno de 3/4 de litro. De comida me habia tomado ya tres geles, tres kit kats, tres sobres de compota y en los avituallamientos yo creo que mas de una naranja y un plátano, que sin ser una barbaridad es más que de costumbre. Quizá no haya descansado suficiente... es cierto que ayer me costó dormirme y no debo haber dormido más de 4 horas y eso viniendo de una semana en la que había dormido más o menos bien pero no había acumulado en exceso. Quizá un tema de azucar... lo cierto es que el azucarillo que me ha dado la chica que me he encontrado en la bajada me ha resucitado un poco... No se, lo cierto es que hay algo que no hago bien, y toca ver qué es para mejorarlo de cara a las próximas carreras.
Voy a hacer una semana un poco de desconexión para descansar la cabeza y a ver si cargamos las pilas mentales para la próxima, que será Bastions el día 7 de junio.
Besos y abrazos
Ánimos!!! Déja ganar a otro que si cada semana ganas el resto se aburrirán.
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