Marchando una de suspense… (me ha salido larga, coged el punto de libro)
Llegaba a esta carrera con sensaciones contradictorias. Por
una parte positivas por haber hecho una prueba de esfuerzo la semana pasada con
unos resultados bastante positivos (mejores que el año pasado por lo menos…) y
un entreno de unos 50kms el sábado pasado con buenas sensaciones. Por otra
parte negativas porque cuando fui a rodar el lunes me apareció una molestia en
el gemelo que me ha tenido toda la semana mosqueado. Además, el fiasco de la
carrera anterior me tenía un poco presionado ante la idea de que otro resultado
negativo me dejaba sin ninguna dosis de moral para el primer objetivo de la
temporada, que es la Ronda dels Cims, dentro de poco más de un mes.
Bastions es una carrera de 90kms, que sale de Ribes de
Freser, sube por la Serra de Montgrony, baja hacia Planoles y se dirige hacia
Nuria pasando por Fontalba. De ahí se sube al Puigmal y se recorre la mítica
Olla de Núria hasta ir a parar al valle de Coma de Vaca, desde donde se sube al
Balandrau y se baja al sur hacia el pueblo de Pardines. El tema acaba con la
subida al Taga y bajada nuevamente hacia Ribes de Freser. Un recorrido muy
montañero, con una buena parte del recorrido por encima de los 2500 metros y
con un desnivel positivo que oficialmente es de 6000m, pero que en realidad es
bastante más (creo que es la única carrera que conozco en la que no se exageran
los números si no lo contrario…). Para que os hagáis una idea la carrera corta
tiene teóricamente 3000m positivos y he oído gente que le salían 4500… En pocas
palabras, un buen entreno para el recorrido técnico de la Ronda dels Cims en
Andorra. No sé si lo recordáis pero esta es la carrera que el año pasado
suspendieron cuando nos encontramos en Fontalba con rachas de viento de hasta
150km/h.
La salida tiene lugar el sábado a las 6.30 de la mañana.
Tengo ganas de empezar y ver hacia dónde van mis sensaciones. Siento algo de
miedo de que se reproduzcan esos pensamientos medio de desgana que aparecieron
en algún momento de la carrera anterior. Casi sin avisar el speaker da la
cuenta atrás y salimos calle abajo. Cruzamos el pueblo y enfilamos la primera
subida, sin más dilación. Me coloco tercero, detrás de Carles Rossell,
andorrano ganador en 2012 y un chico con barba y tatuajes por todo el cuerpo,
que el año pasado iba junto con Carles entre los tres de delante. Éste chico
sale a saco y enseguida lo perdemos de vista. Yo llevo detrás otro chico que
lleva el intermitente puesto y a la primera que puede nos pasa en una curva y
sale pitando a por el primero. Justo antes de acabar este primer tramo de
subida nos pasa un tercero, así que al salir a la pista que lleva al primer
control de paso en Campelles la cosa está con tres corredores por delante y un
grupillo en el que estoy yo junto a Carles Rossell, Ivan Artigas, Lluis
Sanvicente (otro andorrano que mucha gente conoce como “Sanvi”) y otros dos o
tres corredores que no conozco.
Llegamos al primer control en 31 minutos, y yo
con unas sensaciones de ir un pelín pasado de vueltas.
Así que a calmarse toca. Cogemos una serie de pistas y
senderos con pendiente algo más llevadera en los que intento coger un ritmo de
trote suave pero constante. Nos quedamos Ivan, yo y otro chico con la camiseta
del Ultra del Montsant, con cuatro corredores por delante. Me tomo un primer
gel ahora que el estómago todavía está en forma, para ver si me ayuda a coger
el ritmo en la segunda parte de la subida. Mejoran las sensaciones y recupero
algo de terreno que había perdido con los dos compañeros. Tirando de bastones y
mirando al suelo por debajo de la gorra, me marco como objetivo no perder de
vista los talones de Iván, después los gemelos, después las rodillas…
Desgraciadamente mide un metro noventa y pico así que parece que no lo vaya a
alcanzar nunca… (en fin, gilipolleces con las que se entretiene uno…). En esta
dinámica llegamos al refugio del Covil, primer avituallamiento (km 8, aprox).
Covil – Planoles:
Hoy venía mentalizado a comer bien (de hecho me escribí en
un papel todo lo que tenía que comer en cada tramo, lástima que lo haya tirado,
si no pondría una foto porque era freak freak…), así que hago una ronda de
fruta, relleno algo de agua y me meto un puñado de frutos secos y galletas en
el bolsillo. Salgo prado arriba persiguiendo a los compañeros que han pasado
como cohetes. Me encuentro mejor y recupero bien el terreno antes de llegar a
la cima del Covil (control de paso). Ahora viene un tramo rompepiernas y en la
primera bajada nos quedamos sólos Iván y yo. En las subidas tiro yo un poco
más, en las bajadas me recupera… Afortunadamente, porque llegamos a un punto
donde hay marcas hacia dos lados y él me avisa de que el camino bueno es el de
abajo. En medio de la confusión nos alcanza otro corredor por detrás, justo
antes de una última subida que nos deja en el control de paso de La Emperadora.
Ahora pasamos a terreno favorable y nos lanzamos los tres a por el descenso,
siguiendo de lejos al chico de barba y tatuajes. En un cierto momento, yo que
voy delante pierdo las marcas y al chico de barba. Nos paramos y miramos para
todos lados, pero nada. Iván sugiere que vayamos hacia una pista que se ve
abajo, y que seguro que lleva en la buena dirección. Bajamos campo a través por
terreno bastante incómodo y en fuerte pendiente (no sé si recortamos metros o
no pero creo sinceramente que no ganamos tiempo). Llegamos a la pista justo en
el momento que pasa el chico de barba. Al principio se mosquea un poco… “el
camino es por ahí, estáis recortando!”… pero yo le digo que ahí tampoco hay
marcas y que estamos todos igual de perdidos, así que hacemos frente común y
seguimos bajando por la pista preocupándonos de identificar dónde está el
camino correcto. Finalmente lo encontramos, un poco antes de llegar al pueblo
de Nevà. Después de esos momentos de cierta tensión, vuelvo a mi rutina
alimentaria a base de frutos secos y un brioche con salchichón. Con ese
entretenimiento y tras un par de repechillos que se me hacen más cortos que el
año pasado, llegamos al fondo del valle, y tras otra pequeña confusión con las
marcas, a Planoles y el segundo avituallamiento (km20). 2h39, un pelín más
rápido que el año pasado (2h42’), con el primero a la suya 12 minutos por
delante, y el segundo y tercero a unos 3 minutos.
Planoles – Núria:
Primer punto de encuentro con una parte de la hinchada (en
este caso mis padres). Más fruta, coca con chocolate, frutos secos y galletas
al bolsillo… y para arriba. Me noto con ganas y he pasado ya esa fase inicial
de las carreras en las que me cuesta coger el ritmo. Las molestias en el gemelo
iban en aumento durante la primera subida pero ahora, aunque sin desaparecer,
se han estabilizado. “Vamos allá!”… Incremento el ritmo y poco a poco me voy
distanciando de los tres compañeros de batalla. He hecho varias veces esta
subida al Coll de Barraques y siempre se me da bastante bien. Es ese tipo de
sendero demasiado empinado para trotar (almenos yo…) pero que deja mantener un
paso amplio con la ayuda de los bastones. Tengo la esperanza de recortar algo
de mis predecesores, pero llego al collado sin haberles visto el pelo y tampoco
aparecen en el siguiente tramo de ligero descenso hasta el avituallamiento de
la Font de l´Home Mort (bonito nombre…). “El tercero a cuatro minutos” me
dicen… Pues nada, más fruta, frutos secos al bolsillo y a seguir.
Viene ahora un tramo de pequeños repechos de esos que parece
que no pero joden. Me viene a la cabeza los 10 minutos que pasé aquí el año
pasado intentando ponerme el impermeable en medio de un auténtico huracán. El
sendero va bordeando la montaña cruzando sucesivas vaguadas y en una de ellas
veo al tercero. No es Lluis, ni el tipo de azul que me ha pasado al principio,
sino el otro chico que no conozco y que no tengo ni idea de si va pasado de
vueltas o no. Miro atrás y veo que a mí también me persiguen, más o menos a la
misma distancia que estoy yo del tercero. Así que en medio de esa dualidad
cazador-presa, decido preocuparme más de mi propio ritmo y de comer. Se acerca
Fontalba, donde el año pasado llegué con Joel (el Enrampat ;-) )arrastrándonos
cual Rambo acorralado y como si fuesen las mismísimas puertas del infierno.
Este año en cambio la llegada es todo un subidón cuando encuentro a la segunda
parte del equipo de apoyo, Jordi y Àngela, que han subido con la bici. Con la
tontería, whatsapps aparte no nos veíamos desde la Monte Perdido Extreme del
mes de agosto. “Qué tal cara hacen los de alante?”… “Peor que la tuya!” Bueno,
debe ser la ilusión al verlos que hace que tenga un rostro algo más
presentable.
Empujado por los ánimos cojo el sendero de Núria, que empieza en
ligero descenso. Sigo teniendo al tercero allá delante, pero no le estoy
recortando nada. Diez minutos más tarde nos metemos en el bosque y pierdo
incluso la referencia visual. Tras el momento positivo de Fontalba, noto ahora
algo de bajón, procedente sobre todo del estómago. No sé si es que he comido
demasiado, pero siento incluso algo de ganas de vomitar. Bajo algo el ritmo y
me concentro en optimizar los apoyos para perder el menor tiempo posible en
este momento malo. En esta dinámica algo negativa llego al lago y los prados de
Núria, llenos de gente que me animan y me levantan algo la moral. “Qué tal? A
tope?” …me pregunta el chico del control… “Hombre, a tope a tope…”. Voy a ver
si cómo algo en el avituallamiento y recupero el tino.
Mientras entro por la puerta sale ya el tercero. Joder, ya
se va?... Bueno calma, lo peor que puedo hacer es ir con prisas ahora. Repongo
sales, agua, pillo un plato de pasta y me lo zampo con la ayuda de un vaso de
agua. Mis padres vuelven a estar aquí y me han traído la bolsa con comida que
tenía planeada para este punto. En medio de las operaciones me doy cuenta de
que Lluis, el andorrano, justo sale en ese momento, así que estoy más “en la
pomada” de lo que creía. En cambio el primero ha pasado hace 24 minutos y va
por libre. Pero somos más en la pomada, porque por detrás llega el quinto
clasificado (el chico con el que veníamos bajando del Covil). En cambio Iván y
Quim (el chico de barba y tatuajes) no aparecen.
Núria – Coll de la Marrana:
Salgo de Núria en quinto lugar, con mi madre al lado que me
acompaña un trozo mientras me bebo una botella de Powerade que me sienta
bastante bien. Viene hasta donde empieza el sendero de subida al Puigmal y a
partir de ahí sigo sólo en busca del cuarto clasificado, que ha hecho una
parada bastante rápida en Núria. Con el estrés de perdernos y demás, en la
bajada a Planoles casi no hemos hablado pero ahora descubro que Javi (no le
había presentado hasta ahora) forma parte del grupo que nos hemos juntado por
Internet y que vamos a compartir apartamento en la aventura del Tor des Geants,
en el mes de septiembre. Me cuenta que el primero es Ernest Ausiro, un chico
que Jaume (mi compañero de las carreras de orientación… perdonad que con tanto
nombre tendré que hacer árboles genealógicos como en Juego de Tronos…) ya me
había advertido que tiraba de lo lindo.
A todo esto veo que los spaguettis me han sentado la mar de
bien y he pasado el bache de hace un rato así que me subo en la ola positiva y
tiro para arriba a buen ritmo. El último repecho se hace duro pero consigo
llegar a la cima en poco menos de 1h10 desde Núria, parcial que me deja la mar
de contento. Aun así, ni rastro de los de delante… Joder, me han dicho abajo
que iban tocados, pensaba que con el ritmo decente al que he subido los tendría
a la vista… En fin, no desesperemos…
Empieza ahora el mítico tramo de la Olla de Núria. Un
contínuo de subidas y bajadas, al Pic del Segre, Finestrelles, Eina, Noufonts i
Noucreus sucesivamente. Aparecen algunos tramos de nieve, aparecen los primeros
corredores (o los últimos) del Trail (la carrera de 52kms que ha salido a las
10h30 de Núria) y aparece un nuevo enemigo, el viento. Sin ser el huracán
exagerado del año pasado, todo el trayecto por la cresta es una lucha continua
contra rachas que deben rondar los 80-100 km/h. Por suerte ando bien de coco e
intento aprovechar la situación como puedo. En las subidas hago las eses de
forma que gano la mayor parte del desnivel cuando voy del lado sur a norte, con
lo cual el viento me da en el culo y parece que suba en ascensor. Super
contento con mi hallazgo (no me darán el Nobel por eso, lo sé…). En otros
tramos llanos adopto la técnica Marc Márquez de inclinar el cuerpo hacia un
lado, y en otros intento otra nueva de correr de lado con la cara hacia el
viento. Con los bastones en la mano parezco un lanzador de jabalina…
En medio de todos estos experimentos me las arreglo para
comerme un bollo de crema y un par de trozos de membrillo, además de la fruta
de rigor en el avituallamiento del Coll d’Eina, que parece un campo de batalla
en medio del vendaval. Por lo demás, de lo que interesa, que es el tercer
clasificado, ni rastro. Además ahora como voy encontrando todo el reguero de
corredores del Trail, es más difícil identificar donde está mi objetivo. A
veces veo una figurita con mochila negra que parece ir más rápido que los
demás, pero no consigo acercarme a ella. Surge otro problema que es la
estrechez del camino. A estas alturas aún voy más rápido que los corredores del
Trail que me voy encontrando y los adelantamientos son complicados, más aún
cuando con el viento nadie te oye llegar ni puedes pedir paso, ni nada. Creo
que no di a nadie con los bastones, pero pido perdón si molesté a alguno de los
participantes, por si acaso llega a leer esto.
Se acaba el tramo de cresta y bajamos hacia la Cabana de
Tirapits y la parte superior del valle de Coma de Vaca. Sorprendentemente me
encuentro cada vez mejor. Me acuerdo de las sensaciones negativas de la semana
y eso me enchufa todavía más. Subo el repecho hacia el Coll de la Marrana
auténticamente encendido y tirando de bastones como un poseso. Llego al
collado, ficho y pillo la dosis de rigor de fruta y frutos secos para el
bolsillo (lo que se ha salvado, porque el vendaval ha dejado la mitad de las
existencias llenas de polvo).
Coll de la Marrana – Pardines:
Saliendo del collado pregunto cuanto me lleva el tercero.
Ocho minutos… jooodeeeeerrrrr… es desesperante, no recorto ni a palo, más bien
al contrario. Da igual, de perdidos al río. Me encuentro bien y quedan poco más
de 30kms. Una bajada suave, subida al Balandrau, bajada a Pardines y ascenso y
descenso del Taga. Me marco como objetivo hacer fuerte el trozo hasta el
Balandrau y si ni así recorto, pues me quedo la medalla de chocolate y ancha es
Castilla.
En medio de estas cábalas me lanzo a la bajada, todavía
sumido en ese estado de efervescencia y hablando solo para mantener la
concentración. Disfruto como un enano con la satisfacción de encontrarme bien y
poder llevar una zancada amplia, para lo cual hay que decir que lo agradable
del sendero ayuda bastante. Voy pasando corredores del Trail y llego al prado
de Coma de Vaca, inicio de la subida al Balandrau. No conocía esta subida y
tengo que decir que me pareció más dura de lo esperado. Quizá el alarde de la
bajada me pasa algo de factura pero consigo mantener un ritmo bastante decente,
incluso animándome a trotar en algún trozo en que la pendiente afloja. Algunos
corredores me animan y me dan referencias de los de delante, pero ya me conozco
la historia y la fiabilidad de los datos (cosa lógica, que suficiente tiene uno
con correr su carrera). Llego a la cima del Balandrau entre los gritos de ánimo
de un grupo de gente que ha subido hasta ahí y lo está dando todo. La verdad es
que se agradece un montón.
Y por fín llega el dato que esperaba. “El tercero ha pasado
hace tres minutos!”… “Si? Seguro?”… “Sí, si, yo creo que cuando te asomes ahí
todavía lo verás”. Me acompaña y efectivamente, en el primer tramo de descenso
hay unos cuantos corredores del Trail y la anhelada camiseta blanca con la
mochila Salomon. Le doy las gracias al chico del control y salgo disparado con
la mirada fija en mi objetivo (ahora lo pienso y debía parecer un orco de las
pelis con los ojos inyectados en sangre…). Lo veo, cierto, pero el cabrón (eps,
dicho con todo el cariño) no se acerca. Intento no ponerme nervioso, todavía
queda mucho y en principio llevo mejor dinámica, aunque en estas carreras eso
puede cambiar en nada. Lo bueno es que el paisaje es amplio y le tengo todo el
rato a la vista. Veo donde camina, donde trota, si va mejor o peor… De repente,
en uno de los repechos veo a dos figuras en bici, Jordi y Àngela. Al verme
cerca del tercero me empiezan a gritar y yo levanto los brazos, en lo que es
mitad un saludo, mitad alegría, mitad rabia y mitad “lo estoy dando todo,
coñññññ….” (muchas mitades, lo sé, pero en ese momento estaba “on fire”…).
“Un minuto y medio!!”… “Joder, llevo persiguiéndole desde
Fontalba…”. Con el subidón de los ánimos me acerco a unos 200 metros, pero
Jordi me recuerda que tenga cabeza y que aún queda mucho. Jordi y Àngela avanzan
hasta el avituallamiento de Puig Cerverís, que está a un kilómetro. Llevo agua
y sales y después sólo es media hora de bajada hasta Pardines, si hace falta no
paro. Llego al control, ficho y busco con la mirada. Jordi viene corriendo y
casi en voz baja me dice “Está saliendo del avituallamiento!”. No hay más que
hablar, cojo un trozo de melón, sandía, le pego un trago a una botella de
Aquarius, miro al cielo y pego un grito “Vamooosssss!!!”. “Es el de delante de
ese grupillo” me dice.
Y ahí que me voy. Ahora sólo nos separan 80 metros, que se
van recortando. Creo, o quiero creer, que por su forma de correr va peor que
yo. 500 metros de pista más adelante, cogemos un sendero a la izquierda. Nos
separan 20 metros y dos corredores del Trail. Entrando al sendero paso al
primero y, con cierto complejo de aquel detective que iba detrás de Willy Fogg,
le digo al segundo “déjame pasar, por favor, hace 40 kilómetros que persigo a
este tío”. Sonríe, me anima y me deja pasar, así que me quedo justo detrás de
este corredor, que se ha convertido en una obsesión, una especie de Décima
(maldita Décima…) personal. El sendero serpentea entre un bosquecillo de abetos
bastante cerrado. Me resulta hasta divertido. Parezco un lobo (me estoy
flipando, lo sé, pido perdón…) avanzando sigilosamente sobre su presa (momento
Félix Rodríguez de la Fuente) sin que esta sospeche que el enemigo está al
acecho. No sé qué hacer, si intentar cambiar el ritmo para jugar con el factor
moral, si relajarme un poco y bajar con él hasta Pardines…
Y de repente se para a mear. Al principio creo que no ha
visto el camino y le digo “Derecha, derecha!”, pero me responde “Sí, si…” sin
girarse. Coño, surrealista… Bueno, pues en la vida y en las carreras también
hay que mear, y no me voy a esperar a que acabe, ¿no? Así que tiro adelante,
salgo al prado y acelero mientras me doy cuenta de la nueva situación (quizá
esto vaya a parecer muy competitivo, pero en fin, es una carrera, un juego,
pero una carrera al fin y al cabo). No sé si él sabía que yo venía detrás, pero
si no lo sabía, igual ni se ha dado cuenta de que lo he pasado y que ahora es
cuarto. Llegar al avituallamiento y darte cuenta de que eres cuarto cuando no
lo sabías puede ser un golpe moral definitivo (joder, no me iba a esperar a
decirle, “oye, que ya si eso, que te he pasado…”… no?? ). Dilemas éticos
aparte, la cuestión es que me lanzo hacia abajo como un poseso, pero casi sin
mirar atrás para ver si así, paso desapercibido. Voy a muy buen ritmo, zancada
amplia (es bajada, también es normal…), bien de respiración, de pulsaciones
(bueno, imagino, me olvidé el pulsómetro en la salida, no lo había contado…)…
Llego al pueblo con un doble subidón. La plaza está llena de gente animando,
aplaudiendo, gritando… y ahí delante está Lluis, “Sanvi”, el segundo
clasificado. Vaya!... esto sí que no me lo esperaba. Con la obsesión de pelear
por el podio se me había olvidado lo demás. Veo a mi padre en la plaza que me
señala estresado al corredor que me precede. Le hago un gesto de que lo he
visto y entro al avituallamiento (que estaba dentro del ayuntamiento, bueno, dentro
de un edificio, no sé qué era…) justo detrás de él.
Lluís entra ficha y sale disparado. Me aparto para dejarle
pasar pero creo que ni me vio. Yo intento controlar las prisas y no olvidarme de
la alimentación. He hecho un esfuerzo importante los últimos kilómetros y si no
cómo aquí se puede ir todo al garete, así que relleno una botella de Aquarius,
pillo un par de trozos de plátano para el camino y me zampo un trozo de melón y
otro de sandía. Mi madre me da un trozo de membrillo un botecito de esos de “5
hours” (a mí que me perdonen, pero eso no da 5 hours de energía, ni harto de
vino… será energía para dormir en todo caso). Salgo de la plaza y el cuarto no
ha pasado todavía. Bueno, vamos a ver si aún damos guerra con este nuevo
objetivo inesperado que se ha presentado.
Pardines - Ribes de
Freser:
Salgo del pueblo por una pista en bajada que va bien para
coger un poco de carrerilla. Conozco todo este tramo. Un primer trozo por una
serie de pistas y una subida final por prados bastante empinados que se va a
hacer dura. Después, bajada a saco hasta la meta. Al poco rato veo a Lluis
caminando a unos 100 metros por delante. Alterno trote y caminar rápido y poco
a poco le alcanzo. “Estoy hasta los huevos de tanta pista” me dice. Comentamos
un poco la jugada y al final me dice “Venga, métele caña”. Hombre pues
intentarlo, vamos a intentarlo… así que a base de trotar en un par de tramos
favorables intento cambiar un poco el ritmo para ver cómo está el panorama. Le
saco unos 100 metros, pero entonces de repente, jodidamente de repente, noto
como un vacío en las piernas. Una sensación que conozco bien, es la luz de la
reserva que se enciende. Mierda… Me como un trozo de plátano para ver si
resurjo.
En ese momento alcanzo a un corredor del Trail que me anima.
“Muy bien tío, vas segundo!”… “Sí, pero bueno, llevo al tercero aquí detrás”. Y
en broma le digo “Si eso, ahora cuando llegue dile que voy como un tiro y que
no se estrese”… “Hombre, eso depende de si es amigo mío, que es el Sanvi?”.
Mierda, jugamos fuera de casa. Me río y le digo resignado “Eres de Andorra,
no?” Se ríe… Total que al cabo de dos minutos empiezo a oír las voces cada vez
más cerca y justo al final del tramo de pista Lluís me alcanza y me pasa sin
perder ni un segundo. Yo cedo unos metros. Si me cebo soy cadáver. Me da pánico
la sensación la última carrera. Miro al suelo, bastones y tip, tip, tip…
Llegamos al tramo de sendero y a los prados de la parte superior. Lluís me
lleva unos 100 metros, pero me da miedo mirar hacia arriba y ver lo que me
queda hasta la cima. Con cierto alivio veo que el pajarón se ha estabilizado y
no paso del estado de “hecho polvo”. Parece que el plátano ha hecho algo. Veo
también que la distancia con Lluís deja de crecer e incluso disminuye a medida
que sube la pendiente. Poco a poco le voy alcanzando de nuevo, con una
sensación contradictoria entre la satisfacción y la desesperación por tener que
seguir luchándolo. Le paso al llegar al lomo de la montaña y enfilar el último
repecho. Le saco unos metros pero en un pequeño repecho en el que la pendiente
sube vuelvo a bajar el ritmo y me alcanza. Miro atrás con miedo para ver si el
cuarto está cerca. No le veo, pero tampoco he mirado demasiado. Tengo pánico al
golpe moral.
Venga que ya no queda nada, superamos una antecima y ya se
ve la cruz… Eso es, ahí está. Últimos 100 metros de subida. De repente Lluís se
abre a un lado y me adelanta trotando. Sinceramente en ese momento no siento
más que alivio. Alivio por poder conformarme con la tercera plaza y hacer la
última bajada con relativa tranquilidad. Paso por la cima (ahí os dejo una foto del paso por la cima, que si la descargo no se ve bien: http://www.naciodigital.cat/elripolles/galeria/1376/foto/50584#pagdalt), ficho y sigo andando
mientras me como el trozo de plátano que me queda. El paisaje está bien bonito,
se ven todas las montañas que llevamos recorriendo todo el día. Y se ve a Lluís
cómo desaparece por la cresta hacia abajo. Llego a un tramo de fuerte pendiente
y aparece un nuevo problema, las rampas. Bufff… en algún momento el sóleo se
tensa a saco y la punta del pie se me queda paralizada. Paro e intento controlarla.
Se pasa y sigo bajando con sumo cuidado. Me da la impresión de que chafando de
talón la cosa se relaja un poco. Parece que el peor momento ha pasado y puedo
bajar corriendo, no muy rápido pero corriendo.
Y por enésima vez, cuando ya esperaba no ver más a Lluís, me
doy cuenta que la distancia entre los dos vuelve a disminuir. Joder, vaya
sinvivir… Efectivamente, llego a su altura y me dice “Tira que bajo chafando
huevos”… “Venga ánimo” le digo mientras vuelvo a pasarle. Realmente este tramo
tan empinado le está pasando factura y gano distancia relativamente rápido.
Tomo referencias en la montaña de enfrente para hacerme una idea de lo que
queda y de repente aparece el último problema del día, un apretón. Bufff… qué
hago… quedan tres kilómetros, pero es que realmente me ralentiza un montón, no
puedo correr. En un par de minutos tomo la decisión inevitable (tranquilos,
evitaré los detalles de tal operación en una situación de estrés como la de ese
momento).
Después de ese pequeño paréntesis, tan pequeño como pude,
salgo de nuevo al camino y Lluís no ha pasado todavía. Sigo bajando, mucho más
cómodo y recupero un buen ritmo. Llegamos a una pista que empieza a hacer
revueltas y más revueltas. Esos momentos en que parece que no se va a acabar
nunca. Salgo a un prado, con un pequeño repecho en el que me obligo a no
caminar. Ya sólo queda un sendero de bajada que lleva al pueblo. No es más que
un kilómetro pero se hace eterno, en medio del bosque, sin referencias. Miro a
la derecha, hacia abajo, intentando intuir alguna forma de una casa, de lo que
sea. De repente aparecen una especie de platillos volantes… no son las típicas
alucinaciones de las que habla todo el mundo, tranquilos, son las farolas. Miro
adelante y en una curva del camino aparece mi madre que me anima. Por fin!
Llego a su altura y suelto el clásico y desesperado “¿Falta mucho?”. No, no
falta mucho, un paseo entre árboles, hasta una calle que sube, curva a
izquierda y meta. Mi madre corre a mi lado. “Viene alguien?”…”No, no hay
nadie”. Repito la pregunta tres o cuatro veces, pero parece que realmente lo
voy a conseguir. Últimos cien metros, aparecen al fondo mi padre, Jordi y
Àngela, todos animándome. Los últimos 15 metros de subida todavía se me hacen duros
mientras oigo, como en una nube, al speaker que grita mi nombre. Qué placer
cruzar la meta… indescriptible…
Me inclino hacia delante sobre los bastones intentando
recuperar el aliento, ficho (que casi me olvido) y saludo al director de la
organización. Solo recuerdo un “Felicidades” y un “Estoy fundido”, no sé si
llegué a decir algo más. Muy bonito el momento con todo el público aplaudiendo.
Me giro y devuelvo el aplauso, pero no aguanto mucho. Necesito sentarme, bueno,
no sé lo que necesito, pero entro al pabellón y me dejo caer sobre una silla y
al cabo de un minuto sobre el suelo.
Una hora y pico después sigo ahí tirado, intentando
recuperarme a base de sorbos de zumo de naranja y mordiscos de sandía que mi
estómago no acaba de tolerar. Finalmente, y viendo que la situación no mejora
demasiado, nos vamos para el hotel.
Venga va, balance de la carrera y no me enrollo más que a
estas alturas del texto no debe quedar nadie…
Qué decir, súper contento de haber
conseguido la segunda posición, pero sobre todo de haber sido ambicioso y
peleado la carrera hasta el final. Contento también de tener la sensación de
que quien te gana es simplemente porque es mejor. En este caso, teniendo en
cuenta que el ganador, Ernest Ausiro, me ha sacado 1h larga y que ha batido el
récord nada menos que de “un tal” Óscar Pérez, pues no hase falta desir nada
más… Por si alguna vez llega a leer esto, felicitarle por el carrerón.
Felicitar también a Lluís “Sanvi” también por la buena carrera y por esa lucha
sana en la última subida, que ahora que se ha pasado el sofocón yo creo que
deja más bien buenos recuerdos. De todas maneras ya hemos quedado que la
próxima vez nos lo jugamos a cara o cruz, llegamos tranquilamente y dejamos de
hacer el gilipollas.
Cosillas más técnicas (sección para Pere): material que he
llevado durante la carrera:
- Pantalones y camiseta técnicos (los del equipo de Ultra
Lleida), llenos de bolsillos que me han ido la mar de bien para tener accesibles
y por separado, geles, plátano, galletas + frutos secos y membrillo
- Como cortavientos/impermeable obligatorio he llevado el
Ronhill que se puede atar en la cintura y por tanto no ocupa espacio en la
mochila (que era la Skin 5 de Salomon, como casi siempre). Cuando el estómago
empieza a estar pachucho a veces molesta un poco, pero si bajas la correa y se
apoya sobre el hueso de la cadera, es bastante soportable y se mueve poco
aunque vayas rápido.
- Zapatillas: las Cascadia 9 (ratifico mi romance con estas
zapatillas). La sensación de poder rodar sin que te duelan los pies ni lo más
mínimo cuando llevas 70 kilómetros es impagable. En terreno seco, buena
adherencia, y a nivel de estabilidad, no recuerdo ni un amago de torcedura de
tobillo.
- Comida durante la carrera: como comentaba antes, venía
concienciado a comer bien. He cumplido con el plan la primera mitad de carrera,
pero reconozco que en la segunda, entre el viento y después la lucha por el
pódium, he comido menos de lo previsto. En total, dos geles (los Overstim
líquidos pequeños y en la primera parte de la carrera), un brioche de salchichón,
plátano (en todos los avituallmientos, seguramente 4 en total), melón y sandía
(también en todos los avituallamientos), un trozo de coca con chocolate
(pequeño, la verdad), un bollo de crema, bastantes frutos secos y galletas
saladas y un plato pequeño de spaguettis con tomate (en Núria). A nivel de
bebida, llevaba dos bidones (750ml) y he ido llenando alternativamente agua y
sales en cada avituallamiento. Las sales, las de la marca Gu (estas no me
sientan mal, no como los geles) hasta el Coll de la Marrana, y a partir me ha
pasado al Aquarius. También casi medio litro de Powerade saliendo de Núria y un
5 Hours (un botecito de esos pequeños rojo y amarillo que venden hasta en los
súpers… o sea que se usa tanto para estudiar como para correr, así que
probablemente no sirva para nada… yo no lo noté al menos…).
Nada más (como si fuera poco…). Sólo para acabar, el
reconocimiento al equipo de apoyo. Sé que suena a topicazo, pero sin ellos
estoy convencido de que el resultado hubiese sido otro. Esos subidones son
fundamentales durante la carrera, momentos en los que te das cuenta por qué te
gusta hacer estas cosas.
Besos y abrazos
P.D: pido perdón si en algún momento la cosa ha quedado muy competitiva, pero he intentado reproducir lo que me iba pasando por la cabeza siendo sincero
P.D: pido perdón si en algún momento la cosa ha quedado muy competitiva, pero he intentado reproducir lo que me iba pasando por la cabeza siendo sincero
grande Ironbert! buena carrera y buena crónica!
ResponderEliminarGracias Gonzalo, ahí estuvimos dándolo todo!
EliminarAlberto tio eres un Dios!!! Cada dia te tengo en un pedestal más grande, pero que sepas que este año en la cursa del indiot no te pienso dejar la opcion de que me pegues el palo otra vez en el último kilometro jejejeje.
ResponderEliminarMuchisimas felicidades por la segunda posición, sigue así que en breves te veremos al lado de Kilian.
Un abrazo crack
Willy
Jejeje, yo creo que me rajo de la Cursa del Indiot, que te veo muy fuerte!
EliminarÁnimo para el Ironman que ya no queda nada. El trabajo ya está hecho, ahora a disfrutar y a reventar el crono!!
Un abrazo!
Ei, yo corria la de 52kms y me adelantaste en la subida al Taga, en las primeras rampas. Ibas unos 20 metros detras del Sanvi. Se te veia subir muy bien con los palos. Muy buena la crónica, sabía que finalmente quedaste segundo pero no toda la lucha del Taga. Suerte!
ResponderEliminarSi! Ya me acuerdo, en el trozo hormigonado. Bueno ahí aun iba bien, jejeje. Gracias y suerte con los próximos objetivos!
EliminarL'emoció de la crònica s'anava incrementant de la mateixa manera com vas viure la cursa!!! És tan satisfactori poder-te convertir en llop! Encara que sigui per un dia...ajajaja. He trobat d'un humor excel·lent la frase de: "¿Me dejas pasar? Es que llevo 40 km persiguiendo a ese tio..."
ResponderEliminarMerci Eli! La veritat és que ha sigut fàcil d'escriure perque va ser realment emocionant, només es tractava de plasmar els pensaments i les emocions de la cursa. En quant a la frase, t'asseguro que li vaig dir tal qual, em va sortir del cor, jejeje...
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