domingo, 20 de octubre de 2013

Maratón de Amsterdam

Qué pinta una maratón de asfalto al final de la temporada de montaña, dos semanas después de la Marató del Montsec? Efectivamente, nada.

Estaba inscrito a este maratón desde hace tiempo, como consecuencia de un regalo especial de cumpleaños que me apetecía aprovechar. Así que en cuanto vi que las piernas no se habían resentido de forma grave del Ultratrail del Mont Blanc, compré los billetes, reservé un hotelillo barato y a pasar un fin de semana en Amsterdam.

Amsterdam es una ciudad bonita, con sus canales por los que van paseando a los turistas en innumerables barcos de paseo. Más que los edificios singulares a mí me llaman la atención las típicas casas de ladrillo y mil ventanas que recorren el margen de los canales. Los cimientos son más bien dudosos, ya que muchas de ellas están torcidas y cada una torcida como le da la gana sin importarle lo que ha hecho la de al lado. A nadie parece importarle ese aspecto geotécnico y pasa a ser una curiosidad turística más.

Cosillas que me han llamado la atención: los coches son pepinillo, aquí el más tonto tiene un BMW, pero en cambio las bicis son bastante truño. No porque sean del rollo clásico de verano azul, sino porque están viejas, muchas usan freno de pedal y la mayor parte de las cadenas están más oxidadas que el inglés de Ana Botella. Eso sí, no serán muy buenas, pero hay bicis a patadas. Y son todas iguales! ¿Alguien sería capaz de encontrar su bici en un sitio como este?

Ahora, da gusto ver cómo se puede dejar la bici con un simple candado que ata el cuadro a una farola, sin tener que quitar el sillín, asegurar las dos ruedas y cruzar los dedos como pasa en Barcelona. Cualquier día uno se encuentra que le han birlado un pedal o los piñones…

Otra cosa que me ha chocado es que en la moto no lleva casco ni el tato.

En este ambiente aparecí el viernes por la tarde procedente de Lyon. El hotel como os he dicho, sin lujos, pero es Holanda, así que tampoco era un cuchitril. Eso sí, si quieres un precio razonable y vas solo, la habitación compartida no te la quita nadie. La primera noche compartí habitación con cuatro chicos, cuya nacionalidad desconozco, pero me quedó claro rápidamente que no venían a correr el maratón. Se presentaron a las cuatro de la mañana, y después de un minuto de pelea con la tarjeta y la cerradura, irrumpieron en la habitación como Pedro por su casa, luz encendida, riendo y hablando a grito pelado. Me tocaron los huevos pero no me despertaron, porque yo llevaba rato interaccionando con un inesperado compañero de habitación.

Un mosquito. No hay ser vivo que conozca mejor que un mosquito la anatomía superficial del cuerpo humano. Conocen como la palma de su pata ese rincón detrás de la rodilla en el que encuentran su solomillo particular. En cuanto te pican ahí a los 5 minutos tienes una picada en la otra rodilla con una simetría matemática. La base del pulgar, el cuello o un lateral de la frente son otros clásicos. Sobre las dos de la mañana el simpático insecto apareció por mi pie izquierdo, dando cuenta del dedo meñique y otra picada en los alrededores del tobillo (otra de las zonas preferidas). Antes de que reaccionase tapando el otro pie ya me había dado cuatro mordiscos hasta donde le dejó el pantalón. El siguiente paso fue dirigirse hacia la cintura y aprovechar algún furtivo espacio entre jersey y pantalón para marcarse cinco picadas. ¿Te giras? Pues te pico por el otro lado, ningún problema. Por algún motivo que desconozco las picadas en la cintura acaban convirtiéndose en lentejones de dos dedos de diámetro. En plena borrachera el jodido perdió todo tipo de mesura y se puso a acribillar ambas manos a discreción. 10 picadas en la derecha y 7 en la izquierda. Eso es de auténtico cabrón, es imposible no rascarse las manos… Ya totalmente desesperado, asistí impotente a los cinco disparos que me dio en el cuello antes de culminar su obra con la prometida firma en toda la frente. Sigo rascándome por todos lados mientras escribo esto…

Después del día de turismo del sábado, la segunda noche no fue mucho mejor. Después de irme a dormir juiciosamente a las 10 de la noche para estar listo para la carrera, media hora más tarde aparece por la puerta el típico compatriota que enciende la luz a pesar de estar todo dios durmiendo y mira perplejo a la primera cama de la izquierda, donde había un… alemán pongamos que fuese. “Esquius mi, dis is mai bed”. El otro le dice que en la suya había alguien, que se ponga en otra que está limpia. “Sorri bat dis is mai bed, leter F”, seguido de unos carraspeos ridículos. Situación de colleja de las buenas. Total que se marchan a hablar con el de recepción, que viene y pasa lista despertando a todo quisqui. Finalmente el tal Pastor (así se llamaba el amigo), acaba durmiendo en la cama que le había dicho el alemán.

Una vez todo en orden, pude seguir disfrutando de los picores que recorrían todo mi cuerpo y diseñando posiciones que minimizasen el roce. No hubo manera, me pasé dos horas sin poder dormir. Cuando había cogido algo parecido al sueño, a pesar de mis tapones llegaron a mis oídos unos sonidos que parecían proceder de un oso de tres metros. En una habitación de ocho personas es normal que alguien ronque, pero aquello era otra cosa, aquello era tocar los bongos con las anginas. Sinceramente no soy capaz de entender como el cuello puede soportar las vibraciones necesarias para generar ese sonido. Me quito los tapones e intento detectar el autor de semejante estruendo. Efectivamente, era él: Pastor. Joder… no hay manera. Mi mala leche va creciendo por momentos y diría que no soy el único. En la ascensión al Mont Blanc recriminaba a Adrià su falta de tolerancia cuando tiraba cosas a la gente que ronca durante la noche. Yo juro que en plena escalada de mi instinto asesino estuve a punto de levantarme y taparle la cara con la toalla. El tío se pasó 4 horas rugiendo como un león en cada puñetera inspiración. ¿Cómo se puede aguantar eso? Esta mañana cuando me he levantado no me he cortado un pelo al preparar las cosas, con la luz del lavabo encendida y la puerta abierta de par en par. Y el tío, el único que seguía durmiendo, se levanta con mirada inquisitiva. Me lo he quedado mirando mientras pensaba “¿me vas a decir algo después de pasarte la noche dando por saco?”. Ahora en serio, es imposible que una persona así no sepa que ronca como un cerdo. Cony, pues ponte de lado, ves cambiando de posición, intenta algo, macho…

Y diréis, con todo este rollo sobre la previa, la carrera le debe haber ido como el culo y no tiene ganas de hablar de ella. Efectivamente.

Después de acabar el UTMB, con un aire más bien negativo, me había dicho que en el mejor de los casos, si llegaba a correr en Amsterdam sería a medio gas. Después de tener buenas sensaciones en el Montsec y sobre todo al hacer varios rodajes a buen ritmo y buenas sensaciones, aunque sin pasar de 20-22kms, mi yo optimista decidió salir a 4’ el km para un ritmo de 2h48’ e intentar, por lo menos, hacer marca personal (que es 2h49’).

Y en esas me presento, en la salida, con una noche de muy mal descanso pero con ganas de que les diese el aire a mis manos y olvidarme por un rato de los picores. La salida se hace desde el estadio olímpico, con la típica agrupación por tiempos. Música de piel de gallina y salida a las 9h30’. El marco es bonito pero hace que la salida sea un poco incómoda, incluso en el segundo cajón en el que me encuentro. Primer kilómetro en 4:13 (no os los voy a contar todos, tranquilos…) pero no me agobio demasiado y el segundo y el tercero discurren a través de un parque y ya van sobre el tiempo previsto. Los primeros 8kms nos devuelven al punto de salida antes de dar lo que será una vuelta grande por Amsterdam y algo de alrededor. No voy mal de sensaciones (solo faltaría eso en el km8) aunque tengo el feeling de ir rápido y poco relajado. Voy acercándome a la media de 4’/km y el 10 lo paso justo sobre 40 minutos. Me junto con dos gallegos mientras vamos hacia un tramo entre el km15 y el 25 que consiste en una ida y vuelta a lo largo de un río (vas por un lado y vuelves por el otro). Tengo claro que psicológicamente es el tramo clave. Me pongo un poco a rueda para taparme el viento. Me noto inestable. Un kilómetro tengo sensación de ir bien y al siguiente de ir forzado. Las pulsaciones van 3 o 4 por encima de lo que recuerdo de otras veces, pero no tengo claro si quizá en todo este tiempo hayan cambiado también mis umbrales.


Llegamos al tramo del río, uno de los dos gallegos acelera (mínimamente) y me doy cuenta de que, estando en el km15, voy un punto por encima de lo que toca. Paso el 15 ligeramente por debajo de la hora, pero no es sostenible de ninguna manera. Los dejo ir. Los siguientes kilómetros de mueven entorno al 4:05, pero en una pequeña subida (para cruzar el puente, toda la subida que puede haber en Holanda) me hace renunciar al 4:05. Estoy en el km20 y me doy cuenta de que hoy va a ser un día duro. Si estoy jodido en el km20…
Reduzco la zancada buscando algo de comodidad e intento no desmoralizarme mientras me va pasando gente como consecuencia de mi ralentización. Consigo mantenerme en el 4:15 hasta el 27 o así, intentando hidratar bien en los avituallamientos. Me tomo un gel en el 20 y otro en el 30. No han hecho gran cosa la verdad. Del 27 al 30 pasamos por una zona bastante feucha con rectas largas en un polígono. Me voy acercando al 4:20 y 4:30, pero aun así llego al 30, sobre 2h4’ en un tiempo que parece prometedor para al menos bajar de 3 horas.

Pero las piernas están agarrotadísimas. No he ido mal de respiración, pero la falta de fuerzas ha ido in crescendo. Me instalo claramente en el 4:30 y algo más el kilómetro en el que toca avituallamiento. En el kilómetro 35, con el margen que se va recortando sobre el pronóstico de 3 horas, me doy cuenta de que en mi cálculo he cometido un error fatal. Me he olvidado del bonus de 200 metros que implica casi un minuto adicional. Eso implica que a estas alturas no me puedo ir más allá del 4:30 en lo que queda. Pero voy cada vez más apajarado, con algún amago de calambre y con las pulsaciones que van bajando. Cuando las pulsaciones bajan, pero cada vez te sientes peor, es el claro síntoma de la debacle.

Total que voy pasando el km 38, 39 y entre frenar algo en el avituallamiento para beber compulsivamente (señal de que iba corto de hidratación también) me voy a casi 5’/km. Los últimos dos kilómetros transcurren sin pena ni gloria, junto a un tal Javi (a juzgar por su camiseta) que va más o menos igual de petado que yo. En los últimos 500 metros hago un testimonial cambio de ritmo para entrar al estadio con un poco más de dignidad y acabo la carrera en 3h1’30’’, eso sí, con la emoción que implica siempre el acabar un maratón.

Moralejas del día:
-      - Probablemente hubiese sido más realista, teniendo en cuenta las fuerzas y la preparación (o la no preparación), haber salido a intentar estar sobre 2h55 o 2h56. Hemos jugado y hemos perdido.
-          - La próxima vez que haga un maratón le dedicaré 3-4 meses, a ver si de una vez mejoramos marcas en 10km, media y maratón.
-              - Ya no me acordaba de lo duro que es un maratón de asfalto…


Besos y abrazos

4 comentarios:

  1. Hola Albert,
    avui he assistit a una de les xerrades que has fet a l'Escola Diocesana de Navàs (EDN), i ja m'he animat a llegir la primera de les cròniques. He rigut, entre els "compis" i el mosquit...
    Bé, des de la meva humil posció animar-te a seguir corrent, molta sort en el projecte Le-trec i endavant.

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  2. Bones Pep! Me'n alegro de que t'hagi agradat. Merci per venir a la xerrada! A veure si surt bé la cosa!

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  3. ¡Gracias por publica una crónica tan amena!. Veo que además de ser buen ultrafondista tienes también alma de escritor. Preveo correr la Maratón de Amsterdam este año, bueno mi mujer también la correrá, y será su tercera pero su primera sin mi compañía. Yo no estoy para regresar a mis buenos tiempos aunque me encantaría, por ello estoy buscando la motivación que necesito y blogs como el tuyo siempre ayudan. Bueno, se terminó el rollo. ¡Ánimo para tus retos futuros!

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    1. Muchas gracias Javier! Ánimo con la preparación. Algún día me gustaría volver a correr un maratón de asfalto, pero ahora estoy tan enganchado a la montaña que me cuesta encontrar el tiempo para prepararla! Suerte con tus retos!

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