No se si os acordáis de mí... ;-)
Con algo de retraso, pero ahí va la crónica de una gran aventura… Espero que del terreno a la tecla se hayan perdido las mínimas sensaciones posibles…
Esta es la historia de lo que para
mí ha sido la Barkley de 2023. Por si después del coñazo que he dado con el
tema, existe alguien en el planeta que aún no sabe de qué va esta carrera, y
ese alguien acaba por casualidad en este post, ahí va un preámbulo sobre el origen
y contexto de esta surrealista aventura.
El 10 de junio de 1977, James Earl
Ray, culpable del asesinato de Martin Luther King, se escapó de la cárcel de
Brushy Mountain State, en el estado de Tennessee (EEUU). Después de buscarlo
por las escarpadas montañas de los alrededores, la policía encontró a James 54
horas más tarde. Sólo había recorrido 8 millas a través del bosque… Gary
Cantrell, un joven de Memphis, estaba tomándose unas cervezas con unos amigos
viendo las noticias por televisión… “En ese tiempo podría haber hecho 100
millas”, dijo Gary. Este fue el origen de la Barkley 100.
En 1986 Gary, que a lo largo de los
años adoptó el pseudónimo de Lazarus Lake, organizó la primera edición de la
Barkley. La carrera consistía en dar tres vueltas a un recorrido sin marcar por
el interior del Parque Natural de Frozen Head, donde se encuentra la cárcel de
Brushy Mountain State. Cada vuelta tenía una longitud de unas 20 millas, un
desnivel acumulado inusualmente elevado, unos 3000 metros positivos por vuelta,
y unos tiempos de corte exigentes para las características de la carrera. Las
dos primeras ediciones no dieron lugar a ningún “finisher” de entre los 30-40
corredores que se enfrentaron a la aventura. En 1988, Ed Furtaw se convirtió en
el primer vencedor de la carrera al ser capaz de acabar las tres vueltas. La
reacción a esta cierta “derrota” de la prueba consistió en dar una vuelta de
tuerca y proponer el reto de realizar un total de cinco vueltas, llegando de
esa forma a la mítica cifra de las 100 millas. A lo largo de los años, el
espíritu excéntrico y original de los organizadores, liderados por Laz, fue
moldeando la carrera hasta convertirse en lo que es hoy. Estas son sus
peculiares características:
- 5 vueltas a un recorrido que en teoría tiene 20 millas pero que con los cambios que ha ido teniendo se estima que hoy llega a las 26 millas (42 km aproximadamente, 210 millas en total)
- El desnivel total también es un misterio, aunque las estimaciones más verosímiles le asignan entre 20.000 y 22.000 metros de desnivel positivo para el total de las 5 vueltas
- El tiempo límite para realizar todo el recorrido son 60 horas, y tienes una limitación también para cada vuelta (12h para empezar la 2ª vuelta, 24h para empezar la 3ª, 36h para la 4ª y 48h para empezar la 5ª)
- El recorrido no está marcado. Tienes que ir con el mapa y con la brújula e ir siguiendo las indicaciones de una descripción un tanto "alternativa" que te da el organizador.
- No hay avituallamientos más allá de la asistencia que puedas tener en el campamento al finalizar cada vuelta. Simplemente se instalan dos puntos de agua a lo largo del recorrido.
- Para verificar que los corredores realizan el recorrido correcto, deben encontrar una serie de libros que la organización ha dejado por el camino, y arrancar la página correspondiente al número de dorsal. Al acabar la vuelta Lazarus certifica que has recogido todas las páginas y te da un nuevo número de dorsal, para que arranques la página correspondiente en la vuelta siguiente.
- La hora de la salida no se sabe. Sabes que va a ser entre medianoche y mediodía de un día concreto, pero no la hora exacta. Una hora antes de la hora elegida, Lazarus hace sonar una caracola de mar (tal cual...) en el campamento y los corredores saben que han de prepararse para salir.
- Las vueltas se hacen en sentido alternativo, horario y antihorario, excepto la última (aunque este año cambió y las dos primeres fueron en sentido horario y las dos siguientes en sentido antihorario). En la rara ocasión en que más de un corredor llega a la 5ª vuelta, el primero en llegar escoge sentido, el siguiente tiene que seguir el opuesto, el siguiente el mismo que el primero, etc.
- No hay arco de salida, ni pistoletazo ni nada que se le parezca. Se sale de una (ya mítica) valla amarilla que cierra el paso de vehículos a una pista forestal y la carrera empieza cuando Laz se enciende un cigarrillo.
- El proceso de inscripción es secreto. No hay web, no hay información, no hay nada. Debes investigar, preguntar, suplicar, indagar... hasta descubrir la manera de solicitar la admisión en la carrera. Una vez descubres la manera, tienes que enviar una carta-redacción con el título "Why I should be allowed to run Barkleys" ("Por qué debería ser admitido para correr la Barkleys"). De entre las 1000 y pico personas que consiguen enviar la carta cada año, sólo 40 son elegidos para participar.
- Si eres elegido, recibes una carta de condolencias con el pésame.
- El precio de la inscripción es... 1,60$. Eso sí, tienes que llevar una matrícula de coche de tu país. Bueno, eso si eres novato, o “virgin” como dicen ellos. Si eres “veteran” tienes que llevar una camisa, unos calcetines o lo que se le antoje a Laz cada año.
- Uno de los puntos singulares del recorrido es el paso por un túnel que atraviesa por debajo de la cárcel de Brushy Mountain State. Por lo demàs, aproximadamente un tercio de la ruta es por camino Bueno, un tercio por camino malo y un tercio campo a través.
- Si consigues acabar tres vueltas en 40 horas no eres finisher, però se considera que has completado el llamado “Fun Run” (trote divertido).
- El tiempo en Frozen Head se caracteriza por ser especialmente malo y cambiante. Puedes tenir calor y estar bajo cero en el mismo día, caer lluvia o nieve y un sol agobiante al cabo de un rato.
Con este panorama el porcentaje de éxito en la carrera es excepcionalmente baja. En las 34 ediciones de la carrera, únicamente 15 corredores han conseguido terminarla. Los corredores más destacados son Jared Campbell, que la ha terminado 3 veces (2012, 2014 y 2016) y Brett Maune, que la ha acabado en dos ocasiones y una de ellas con el actual récord de la prueba (52h03’, 2012). El problema añadido es que cada vez que ha acabado algún corredor, la carrera da una vuelta de tuerca y se añade dificultad para el año siguiente. El último corredor que acabó fue John Kelly, que en 2017 completó el recorrido en unas 59h30’. Ese año se dio uno de los episodios más dramáticos de la historia de la carrera, cuando Gary Robbins llegó a la meta en 60h… y 6 segundos. No fue finisher… El video de su llegada es desolador:
https://www.youtube.com/watch?v=c9gtMCF5hJs
Si queréis una versión más extendida
de la historia de Gary Robbins en la Barkley podéis mirar el documental “Where
dreams go to die”. Vale la pena… En fin, podéis encontrar un montón de videos o
para los alumnos aventajados comprar la película Barkley Marathons, the Race
that Eats its Young”. Yo me los he tragado todos, muchos varias veces mientras
entreno en el gimnasio en la máquina de escaleras. Creo que de todos los
momentos visionados me quedo con un comentario de Laz en uno de los momentos de
la película:
“If you want
to face a challenge, it has to be a real challenge, and there’s no real
challenge without the possibility of failure”. Básicamente, no
hay reto real sin la posibilidad del fracaso.
Creo que esta frase resume el
atractivo que despertó en mí esta carrera cuando empecé a oír hablar de ella
hace unos años. La idea de empezar una carrera, no buscando un tiempo o una
posición, sino enfrentándome a la incertidumbre de si voy a ser capaz de
acabarla. Un poco como cuando hace 12 años me planté en la salida del
Ultratrail de Andorra (para correr la versión “Mític”).
Después de ser admitido en 2020 y que
el COVID postergase mi participación hasta 2022, el fiasco del año pasado al
perder la brújula en plena noche de lluvia y niebla me dejó con la necesidad
mental de volver a la Barkley para buscar esa frontera de hasta dónde era capaz
de llegar. El buen papel en la Chartreuse Terminorum y en el mundial de rogaine
supongo que me dieron números para ser readmitido y tener una segunda
oportunidad. Una vez dentro, el objetivo era recuperar el estado de forma que
sentía previo a la edición de 2022. El plan del año pasado dio resultado, así
que recuperé mi Excel y con algunos pequeños retoques empecé una metódica
rutina que, después de unas primeras semanas con alguna duda (también había
sido así en los años anteriores), a partir de Navidades los números empezaron a
indicar que estaba igual e incluso mejor que en 2022. Digo números porque la
verdad es que soy un tipo bastante matemático con el tema de los entrenos. De
hecho, a veces la gente se sorprende cuando explico que de los 6 días de
entreno a la semana, 4 son en el gimnasio. Ya se que es poco romántico, pero entrenar
caminando en pendiente en la cinta, en la máquina de escaleras o usando el
potenciómetro de las clases de spinning, me hace tener indicadores
cuantitativos concretos que muestran la evolución y permiten comparar entre
diferentes momentos y periodos de preparación. En este caso, tanto los ritmos y
pulsaciones en los entrenos de la máquina de escaleras, las series caminando en
la cinta con pendiente, los registros en las clases de spinning y también los
ritmos de carrera, con una buena victoria en el Cid Falco Trail de Petrer en el
mes de enero, superan los que tenía apuntados del año pasado. No hay excusa,
los deberes están hechos…
Así que con muchas ganas, motivación
y confianza, llegó el momento de viajar a Estados Unidos. La gente que está más
cerca de mí sabe que mi objetivo no es otro que acabar la carrera. Siento que
estoy bien, y que este es un reto que se adapta exactamente a lo que creo que
sé hacer mejor y que la experiencia del año pasado tiene que jugar a mi favor.
Al igual que el año pasado, Anna va a compartir la aventura y ser una pieza
clave de este proyecto que, al menos en mi caso, solo podría llegar a traspasar
la frontera de lo posible si se convierte en una empresa en equipo.
Este año llegamos a Frozen Head con cuatro días de margen, que dedicamos a preparar las cosas y a hacer varias excursiones por la zona que me permiten recordar cómo es el ambiente y revisar algunos puntos clave, respetando las limitaciones de no poder recorrer el terreno campo a través y limitarse a los senderos dentro del parque. Así llega el lunes día 13 de marzo, previo a la carrera, día de las inscripciones y de la publicación del nuevo recorrido… O viejo recorrido… El “master map” saca a la luz una ruta idéntica a la del año pasado, con sólo dos modificaciones en dos libros pero en radios de escasos 100 metros de la ubicación de 2022. Eso tiene que ser otro motivo de optimismo.
Se acerca el momento de dar fin a las
especulaciones y poner sobre el tablero las cartas que hemos acumulado durante
los meses de preparación. A las 19h30 me voy a dormir y Anna se queda pendiente
del posible sonido de la caracola durante la noche… Sonido que nunca llega, al
menos durante la noche. Tal y como pasó el año pasado, llega la luz del martes
y seguimos esperando. Esta vez incluso más, y no es hasta las 8h54, que Laz
lanza esa profética llamada y nos indica que las 9h54 será la hora en que dará
comienzo nuestra aventura. Voy a buscar el reloj de carrera, digital pero
clásico, y sincronizado para que las 9h54 sean las 0h00 remato los últimos
preparativos y me dispongo a empezar la carrera.
Me acerco a la salida en medio de
unos momentos de introspección. Nos acumulamos delante de la puerta amarilla
mientras Laz empieza su ya clásico discurso en que conmemora a la gente que ha
participado de uno u otro modo en la Barkley y ya no está entre nosotros.
“They’re gone but not forgotten”. Me llama la atención Ed Furtaw (“Frozen Ed”),
primer finisher de la Barkley en la época en que eran 3 vueltas en lugar de 5,
allá por 1989, participante en veintitantas ediciones y una auténtica institución.
De pie delante de la “Yellow Gate”, escucha los nombres con los ojos cerrados y
la mano en el pecho. Tras el discurso, suena un “Taps” melancólico en la gris y
fría mañana y Laz se dispone a dar la salida. Con puntualidad inglesa, el
cigarrillo se enciende a las 9:54:00 de este martes 14 de marzo. Se acaban las
especulaciones, los preparativos y los nervios. Empieza la hora de la aventura…
Lo primero que recuerdo es a Karel
saliendo por el flanco izquierdo como si fuese una carrera de 1500. Tiene la
misma preocupación que yo, que es evitar atascos en la entrada del sendero que
nos hemos de encontrar tras 200 metros de pista. Algo más atrás me sitúo junto
con Guillaume (Calmettes) y adapto el ritmo para entrar en el camino en segunda
posición, solo con Karel a unos 10-15 metros por delante. El recorrido solo
sigue el camino durante unos 100 metros y después empieza el freestyle campo a
través. Cruzamos un río y empieza la primera subida. Los primeros metros son
muy empinados, justo donde me cogió el tío del mazo al inicio de la segunda
vuelta el año pasado. Intento coger un ritmo ágil pero dentro de un nivel de
pulsaciones que no me saque de punto. A mi alrededor sigue Karel y veo también
a Nick Hollon (en realidad ahora Nick de la Rosa) y Christophe Nonorgue. “It’s
as steep as I remembered”, dice Nick… Después de su victoria de 2013 llevaba 10
años sin venir por aquí…
Las preferencias de cada uno a nivel
de pendiente y tipo de terreno hace que vayamos siguiendo trayectorias
entrelazadas, mientras nos acercamos al lomo de la montaña, situado a nuestra
izquierda. Una vez en él la pendiente se suaviza un poco y permite alargar el
paso. Veo que nos vamos quedando en cabeza Christophe y yo. Consulto
internamente mi estado y no creo que esté llevando un ritmo fuera de lo que
toca, así que ya me va bien. Una de mis preocupaciones era estar bien situado
en el primer libro así que estoy en el buen camino. Superamos algunos resaltes
mientras nos acercamos a la cima de la montaña. Saco un primer rollito de mermelada
(creo que será casi el último ya que me iré decantando por otros platos del
menú). Mientras guardo los palos, manipulo el plástico y me lo como Christophe
se lanza a la bajada, pero le alcanzo un poco más abajo en un resalte algo
técnico y con la roca helada. Veo que tiene algo de problemas en la bajada así
que me lanzo hacia el camino que veo allá abajo, con el montón de piedras donde
estaba este primer libro el año pasado. “Seguir una pequeña arista al noroeste,
me lleva a un barranco, roca del tamaño de un Volkswagen escarabajo y de ahí,
bajo una roca a la derecha, con un árbol muerto encima”… Tiro de brújula e
identifico lo que parece un pequeño espolón, bajo por él, pero barrancos hay
varios… Busquemos la roca… Ahí está… Sí que parece un Escarabajo… Empiezo a
mirar bajo rocas a la derecha mientras llega más gente. “You’ve seen it,
Alberto?” me dice Karel… “Nop, we have to look for a dead tree, look for a dead
tree”… respondo. Mientras yo busco en una roca, Karel encuentra el libro
en otra, 10 metros antes… Me acerco corriendo porque este es el momento del
atasco y las colas. Me pongo tras él para ser el segundo en arrancar la página,
mientras llegan John (Kelly), Jasmine, Aurelien, Christophe… (LIBRO 1).
Me llevo la página en la boca,
subiendo por el espolón mientras saco el zip destinado a acumular las páginas.
Doblo la hoja cuidadosamente para que al final de la vuelta sea fácil contarlas
(otra lección del año pasado). Salgo de nuevo a la pista (bueno… la plataforma
que en su día fue una pista de las explotaciones mineras de por aquí), en
primera posición y me pongo a trotar esquivando árboles y charcos. También he
prestado especial atención a este tramo en la preparación, identificando las
orientaciones, porque el año pasado en la segunda vuelta cometí un error al
empezar a bajar hacia el siguiente libro. Primero rumbo norte, giro al este
para volver a girar progresivamente y llegar al extremo norte de la montaña.
Detrás de mí, se va formando un grupo donde veo de reojo a John, Karel, Jasmine
y algún otro corredor que no identifico. Pasamos junto a un bonito lago formado
en los restos de las excavaciones mineras, justo en la curva de la montaña.
Ponemos rumbo este durante unos metros y justo cuando gira aún más, hacia el
sur, es el momento de salirse hacia la bajada. “These wires are the reference”
dice John, siempre didáctico y colaborativo, mientras nos indica unos viejos
cables metálicos que están tirados en el suelo y que sirven de referencia.
Nos lanzamos a la bajada hacia
Philips Creek, bastante técnica sobre todo a las velocidades que permite el
inicio de la carrera. Vamos esquivando algunos cortados y agarrándonos de los
árboles para controlar la bajada. Activo el modo “precaución”, para evitar
lesiones que puedan dar al traste con la carrera. Me concentro en mis tobillos,
en dónde pongo los pies y en ir apoyándome de tronco en tronco. Afortunadamente
me noto ágil y consigo mantener el ritmo de John, que es el único corredor que
tengo delante, sin forzar la situación y manteniendo un punto conservador que
me evite problemas. Nos acercamos al fondo del valle con la referencia de un
barranco a nuestra izquierda que nos debe llevar justo a la ubicación del
libro. Salimos a un sendero, en un punto situado unos 20 metros más a la
izquierda. Girando la mirada, identificamos el montón de piedras bajo el que
está el segundo objetivo (LIBRO 2).
Tras adquirir la nueva página,
tomamos un sendero que nos ha de permitir una subida plácida los próximos
minutos. El camino describe unas revueltas suaves en las que en muchos momentos
el terreno se suaviza como para permitir un trote ligero. Voy en cabeza
manteniendo un paso amplio, adaptando la velocidad a la que veo que quieren
mantener los corredores que vienen detrás, que son John, Karel, Jasmine,
Christophe y otros dos corredores que aún no conozco. Podría ir más rápido,
pero ni se me pasa por la cabeza una aventura en solitario a estas alturas de
la película. El camino nos deja en lo alto de una arista, donde nos hemos de
desviar a la derecha para seguir por allá. El ascenso es relativamente suave,
no es de las peores “ridge” que nos vamos a encontrar, más allá de algunos
resaltes que te obligan a trepar. Christophe y yo tendemos a ganar algunos
metros y llegamos en cabeza al sendero que recorre la parte superior de la
montaña. Ahora toca un ligero descenso y afrontar la siguiente cima, donde está
el siguiente libro. Dejo pasar a Christophe, aprovechando para comer y beber
más tranquilamente y que nos alcancen los demás, de forma que sea más sencillo
encontrar el libro siguiente. Christophe llega a la cima unos momentos antes y
empieza a buscar el libro levantando piedras. La llegada de más efectivos para
la búsqueda hace que acabemos encontrándolo junto a un árbol muerto y partido
por la base (LIBRO 3).
Nuevo cambio de tónica, descenso… Y
qué descenso… Conocido como Meat Grinder, consiste en seguir rumbo norte, fuera
de camino, vegetación relativamente densa en el primer tramo y una pendiente
que hace bajar esquiando chocando de árbol en árbol. Lo único positivo es que
la navegación es relativamente sencilla, poniendo rumbo norte fijo y bajando lo
más recto posible. A media bajada cruzamos un sendero y algo más allá la
confluencia de dos torrentes, ambos puntos referencia para ver las evoluciones
de la bajada. John va en cabeza, como gran bajador que es y huelga decir que el
mejor conocedor del terreno. La pendiente se va suavizando pero eso no facilita
las cosas porque el valle se va encajonando y la presencia de grandes rocas
hace incómodo el avance. Si no recuerdo mal, en la primera parte de la zona
baja, avanzamos más fácilmente por la izquierda y más abajo tiende a ser por la
derecha, todo eso dicho muy grosso modo… Sea como sea, el terreno va abriéndose
y la luz del día nos permite identificar el importante valle que viene de la
derecha y en cuya confluencia con el nuestro debe estar el siguiente libro.
Pasando a ese margen derecho y con la seguridad de tener esa línea de parada,
avanzamos acercándonos al ruido del cada vez más cercano torrente. Una vez ahí
y recordando las instrucciones, encontramos el cuarto libro en una hendidura
entre dos rocas (LIBRO 4).
Hemos bajado, pues toca subir…
Ponemos la brújula rumbo al sureste y nos encaramos a la siguiente arista,
Emory Ridge. Uso un tramo llano en la base para comer algo y dejo que se vayan
por delante John y Damian Hall, un inglés, que era uno de los dos corredores
que no tenía identificados. Por detrás vienen Christophe, Karel, Jasmine y
también Jared Campbell, que con el ritmo seguro de la experiencia nos ha ido alcanzando.
Esta nueva subida es algo más exigente que las anteriores, pero las piernas
están respondiendo bien y una buena alimentación hasta el momento hacen que la
vaya superando bien, con un paso rítmico y sin sensación de forzar. Poco a poco
nos vamos quedando de nuevo en cabeza Christophe y yo, que parece que somos los
que vamos algo mejor para arriba, pero sin separarnos demasiado. En una carrera
como la Barkley creo que también son importantes las “labores diplomáticas” y a
estas alturas formar un grupo sólido puede ser más productivo que mostrar
ciertas voluntades de independencia (comentario sin segundas interpretaciones… 😉).
Aunque las sensaciones sean buenas,
la subida se hace más larga que un día sin pan. Finalmente llegamos al camino
de lo alto de la montaña y lo tomamos para un tramo más relajado por lo que Laz
llama “Candy Ass Trail”. Enseguida llegamos al primer punto de agua. Las
operaciones son rápidas, sobre de Tailwind, al flask, agua, agua para el otro,
comer algo y aprovechar el agua de la garrafa para pasarlo… Lo hago rápido pero
los demás lo hacen más rápido que yo, así que salgo algo después que los
compañeros. Bajamos por unas revueltas, con John, Damian y Christophe algo más
adelante y yo justo detrás de Karel, que batalla con una bolsa de Chetos (Karel
es un tipo nórdicamente metódico en cuanto a muchos aspectos de la gestión de
la carrera, pero hay que decir que su alimentación es algo desconcertante…). Al
llegar al fondo de un barranco Karel se para a reponer agua y yo aprovecho el
siguiente repecho para acercarme al trío de cabeza. Una nueva bajada con otras
8 revueltas (las voy contando todas, que siempre va bien) nos deja en otro
barranco y en un nuevo repecho. Al poco dejamos el sendero para adentrarnos por
una plataforma horizontal resto de las antiguas minas de carbón, con numerosos
hoyos donde ahora se han formado charcas. Pongo atención a este tramo porque el
otro día cuando vinimos por el camino de excursión lo encontré bastante
confuso. Llegamos al final de la plataforma, miro la brújula, gira al norte,
ok, este es el punto a recordar. John gira a la derecha, rumbo sureste. Aquí
hay un barranco, tengo que recordarlo… Subimos unos metros campo a través y
enseguida llegamos al sendero, que es el que llevábamos antes y que es el que
recorrimos con Anna el otro día. Miro a ambos lados, cojo referencias y sigo
subiendo detrás de John, Damian y Christophe. Este último tramo nos ha dejado a
nosotros cuatro a una cierta distancia del resto. Recorremos unas suaves
revueltas que nos dejan en una pista. Torcemos a la derecha y nuevamente a
izquierda por un último tramo de sendero que nos deja en lo alto de Garden Spot.
Únicamente queda recorrer un breve trozo de vieja pista para acabar este largo
parcial y llegar a un hito de piedras junto al que se encuentra el LIBRO 5.
Siguiendo con las labores
diplomáticas cojo el libro y pregunto las páginas que necesitan los compañeros,
que sirva para facilitar las cosas y como declaración de amistad y cohesión
para lo que está por venir. Salimos de nuevo por donde hemos venido mientras
llega el segundo grupo que se ha formado, con Karel, Jared, Jasmin y un par de
corredores más. Enlazamos algún tramo de pista hasta el inicio de un nuevo
tramo campo a través donde activo los sentidos porque es algo confuso y quiero
ver como lo negocia John. Atravesamos una zona de zarzas para salir a un
barranco por el que bajamos siguiendo el flanco derecho. Eso nos deja en una
nueva pista que ya tengo más controlada. Subimos por ella con un trote suave,
en dirección a una roca significativa que marca un cambio de rumbo. Hago
balance de la carrera hasta el momento y la verdad es que es bastante positivo.
A estas alturas el año pasado había pasado algunos tramos algo forzado,
mientras que este año tengo la sensación de ir a un ritmo parecido pero sin
ninguna sensación de duda. Parece que el buen feeling de la previa se confirma…
Llegamos a la roca y nos lanzamos a
la derecha por el Leonard Butt Slide trail. Este tramo es una auténtica putada…
Como dicen las instrucciones “si te parece muy empinado para ser el buen
camino, probablemente es el buen camino”. Tienes que ir apoyándote de árbol en
árbol, vigilando de no partirte un tobillo, ni tropezarte con los millones de
ramas que hay por el suelo. Nuevamente al rumbo de John, vamos sorteando
obstáculos y acercándonos al fondo del valle. Una superficie llana marca el
emplazamiento del libro del año pasado. Esta vez lo han cambiado a algo más
cerca del río, bajo una roca. Debatimos un momento entre los cuatro y decidimos
la dirección en que buscar. Vamos mirando rocas y finalmente, y sin perder
mucho tiempo, lo encuentro en una de ellas (LIBRO 6).
Cojo
referencias alrededor… “That big wall in the other side of the river is a good
reference” le digo a Damian. Siendo su primera vez y sin mucha experiencia en orientación,
todo consejo es bienvenido. Damos media vuelta y volvemos hacia arriba por el
mismo camino. Si para bajar es una putada, qué decir del sentido contrario.
Esta subida es una nueva vuelta de tuerca y obliga no solo a tirar de palos
sino también a ir agarrándote de los árboles. Por más que vaya bien de fuerzas
la subida se hace dura. A media bajada nos cruzamos con el segundo grupo, y ya
llegando de nuevo a la pista, vemos a Guillaume y Aurelien. Cruzamos la pista,
atravesamos la roza entre unos muros y seguimos subiendo por el espolón, con
una pendiente algo más plácida. Tras un resalte nos encontramos un bonito lago
que en la descripción de la carrera califican de Pool & Spa, junto al que
hay un viejo sofá medio destrozado que mira al infinito. Desde aquí solo nos
queda un último repecho para llegar a la zona superior de la montaña. A la
derecha, en una roca plana, se encuentra el LIBRO 7. Recogemos las páginas, 17,
23, 45, 53… qué raro, la 43 no está…
Salimos hacia la derecha por un
tramo llano y enseguida giramos aún más para ir siguiendo una arista que baja a
buscar el límite del parque. Nuevamente cojo referencias en este tramo algo
confuso, que el año pasado me generó muchos problemas en la segunda vuelta. El
hecho de que sea un día soleado y no una noche de tormenta sin duda lo hace más
fácil. Llegamos a las marcas de límite del parque y por rumbo nos vamos
encarando a una vaguada que nos deja en el fondo del valle del New River.
Giramos a la derecha y a los pocos metros veo una plancha metálica blanca en el
suelo. Buena referencia para la vuelta en sentido contrario. Trotamos por un
tramo llano con restos de una antigua línea eléctrica. Con la referencia de un
valle en el lado contrario, cruzamos el río y seguimos avanzando aguas arriba
en búsqueda de una cascada que nos ha de servir de referencia. Algo más allá
está el siguiente libro, escondido debajo de una… sartén. El problema es que la
sartén está escondida debajo de unas piedras, con lo cual nos cuesta un rato
encontrarla, aunque entre cuatro resulta más fácil (LIBRO 8).
De hecho, no fue entre cuatro…
Cuando llegamos a las proximidades del libro nos sorprende ver una figura negra
entre los árboles. Al principio me parece un excursionista, pero luego me doy
cuenta que es Pavel Pavloncy, un corredor checo con quien tengo algún amigo en
común y a quien conocí en el Campeonato del Mundo de Rogaine. ¿Cómo puede ser?
No le hemos visto pasar, de hecho no le hemos visto en toda la carrera… “Were
you ahead of us?” le pregunto… “No… well… I was fast in the descent”… “Where
did you go down?” le pregunta Damian, extrañado porque no hemos visto que nos
adelantase. “I don’t know… I was fast in the descent”… contesta con tono
evasive y poco convincente… Con la mosca detrás de la oreja empezamos la subida con
la sensación extraña… Iep! Qué página ha cogido? La 43… No es la que faltaba en
el libro 7? Por tanto no es que haya sido rápido en la bajada, sino que había
pasado antes que nosotros por el libro 7, y teniendo en cuenta que no le hemos
visto en la media hora que dura la ida y vuelta de Butt Slide, significa que
nos llevaba más de 30 minutos en ese punto, tiempo que nos debería haber sacado
antes adelantándonos en algún sitio misterioso que no identificamos de ninguna
forma. John me dice “Albert, you took the pages in book 6,
did you see if there was page 43?”… No lo recuerdo, pero no he visto
nada raro, así que debía estar…
Hasta aquí todo son hechos. A partir
de aquí, yo también he estado pensando en la misma opción que le pasa por la
cabeza. Seguuuro que no es cierto, pero en este tramo, si en lugar de ir en el
orden 5-6-7-8 vas en el orden 5-7-6-8, te ahorras un subidote y una vuelta de
narices. Pero vamos que seguuuro que no es así… Aunque parece ser Laz le ha
acabado quitando de la clasificación… Realmente no sé qué sentido tiene hacer
cosas así
(perdón si alguien piensa que me he
aventurado demasiado, pero conociendo el recorrido, francamente es la única
explicación plausible)
“Let’s be positive” le digo a John,
mientras acometemos la temible subida de Little Hell. Vamos comentando la
jugada mientras salvamos sucesivos desniveles y Pavel se va quedando atrás. La
navegación en este tramo es relativamente fácil, sobre todo en subida, ya que
se basa en seguir rumbo oeste, y además la propia arista va convergiendo en una
zona llana. Llegado a este escalón, el terreno permite trotar un poco mientras
nos acercamos al cruce de una pista que da acceso a la Lookout Tower. Después
de seguir un tramo por ella, nos desviamos y afrontamos los últimos metros
hasta la antecima, donde encontramos el LIBRO 9.
Arrancamos las páginas y recorremos el último tramo hasta la cima principal, donde se halla el segundo punto de agua, y es el único punto donde se puede venir a animar a los corredores y también donde los periodistas pueden hacer fotos y dar cuenta de nuestro paso. Después de reponer el flask con Tailwind y aprovechar el agua para comer algo de boniato, salgo detrás de mis compis que ya se han tirado Rat Jaw abajo. Este mítico cortafuegos, temible en subida, es el lugar donde perdí la brújula el año pasado y después me perdí yo mismo. Mientras bajo identifico la que probablemente es la pista donde me quedé encallado dando vueltas de un lado para otro, cruzando Rat Jaw una y otra vez en medio de la niebla sin darme cuenta de que estaba en el camino… Esta vez hace sol y el ambiente es mucho menos hostil. Mientras bajamos llega Pavel por detrás. Sí que baja rápido, aunque sigo sin que eso me explique la situación de hace un rato… La bajada acaba en varios resaltes donde nos podemos ayudar de unos cables tirados por el suelo, que nos dejan junto a la mítica cárcel de Old Brushy Mountain, lugar donde nació la historia de la Barkley. Nos acercamos a la entrada del túnel y saltamos al murete de hormigón que hay en la parte central, intentando no mojarnos. Vamos caminando por él hasta el otro extremo. John decide trepar por el agujero, pero yo no lo veo claro, así que opto por mojarme hasta la rodilla y salir por una rampa unos metros más allá (me acordaré de este lugar…). Nos encontramos los cuatro en la superficie, y nos acercamos al emplazamiento del LIBRO 10, junto al lugar de la valla por donde saltó James Earl Ray.
Vemos por última vez a Pavel
mientras afrontamos la siguiente subida en dirección a Indian Knob. Empieza por
un tramo de mucha densidad de árboles, para encaramarse por un lomo muy
empinado a una arista que presenta una pendiente algo más moderada. Me sigo
encontrando la mar de bien y me sitúo en cabeza marcando el ritmo y el rumbo,
que sigue la dirección oeste para ir girando ligeramente a la derecha a medida
que nos acercamos. Hay algo de confusión con las rocas de la cima, pero las
instrucciones indican que hemos de buscar la de más al norte. John lo tiene
claro e indica unas de la derecha. Me acerco en esa dirección y encuentro el
agujero en la roca donde está el LIBRO 11. Arranco las páginas y voy avanzando
faena para no perder tiempo.
Nuevo cambio de tónica, descenso
hacia el Beech Tree por el Zip Line Trail (que no es Trail ni es nada). La idea
consiste en ir tendiendo hacia la derecha para apoyarse en el último de los
torrentes que nos encontramos hacia ese lado, para ir a buscar el margen
derecho hasta toparnos con una “road” (que ni es “road” ni es nada). En
realidad, una leve traza, sospecho que principalmente hecha por corredores de
la Barkley, que facilita algo la bajada y a medida que avanzamos hasta permite
trotar un poco. La referencia es clara, ya que hemos de ir a parar a la
confluencia con un torrente importante que baja de la montaña de enfrente a la
derecha, Chimney Top, hacia donde iremos después. Me acuerdo bastante bien de
este libro del año pasado, y John se acuerda del año pasado y de todos los
anteriores, así que lo encontramos sin problemas (LIBRO 12).
Última subida de la vuelta, las
instrucciones son claras: “subir por la línea de máxima pendiente posible”. No
obstante, hay que decir que la máxima pendiente en este caso, es menos temible
que en otras subidas que nos brinda el recorrido. Me pongo nuevamente en
cabeza… Por momentos me dan ganas de venirme arriba y tirar más rápido, pero
aparece Pepito Grillo en mi hombro y me dice que permanecer en equipo va a ser
positivo, sobre todo a la vista de una segunda vuelta en la noche y en un
sentido que no he hecho nunca. Así que comiendo bien e hidratando bien, sigo
guardando fuerzas para el futuro y vamos superando la subida hasta llegar a las
rocas de la cima, donde encontramos el LIBRO 13.
Bordeamos las rocas por la derecha,
pasando junto a unos bonitos carámbanos de hielo y enlazamos con el sendero que
sube desde el parking a esta cima de Chimney Top. Nos lanzamos al trote por él,
manteniendo un ritmo ágil pero que no nos haga gastar energías inútiles simplemente
por ganar 2 minutos. Recordando los problemas del año pasado saco un gel que
tenía preparado para este momento y que me debe servir para que el inicio de la segunda vuelta no se me
haga bola.
Un breve repecho intermedio pone un
paréntesis en la bajada, para seguir el descenso posteriormente hasta cerca de
la oficina del parque. “Guys, I’m thinking about doing a fast stop and then
take it easy on the way back to Chimney Top”. John nos comunica
sus intenciones para la parada. Ok, pues nos daremos prisa, vamos bien juntos y
no quiero perder el tren… En una última tocada de h… el recorrido nos hace
salirnos por la derecha e ir a buscar un cruce del río donde evitamos mojarnos
los pies gracias a un gran tronco, apto incluso para personas poco ágiles como
yo. De ahí, solo queda recorrer un tramo de pista, un sendero interpretativo
con carteles que ilustran una bonita historia para niños, y el último tramo de
asfalto hasta el campamento. Mientras nos acercamos a la Yellow Gate, y
recordando la situación del año pasado, saco la bolsita con las hojas para ser
el primero en entregarlas.
Mientras Laz cuenta las hojas me
giro y sonrío a Anna, que me mira intentando identificar cómo voy. “No cambio
ropa” le digo, pensando en hacer la parada rápida. Anna ha preparado el
avituallamiento junto al cartel de madera que hay cerca de la puerta. Todo está
ordenado perfectamente y tengo dos tuppers listos para elegir, un auténtico
lujo. Cojo el de pasta con tomate y algo de pechuga de pollo y me lo voy
comiendo a grandes bocados. Tengo hambre y ganas de comer, que no es lo mismo y
es lo mejor. Mezclo la pasta con tragos de recuperador y enseguida me he
zumbado casi todo el tupper. Cojo también algo de fruta cortada, mientras Anna
va reponiendo la comida en la mochila siguiendo el orden acordado para los
diferentes bolsillos “Qué tal vas?”… “Muy bien, creo que mejor incluso que el
año pasado… A ver ahora…”. En 2 o 3 minutos estoy listo y me levanto de la
silla. John y Damian están aún comiendo, parece que no hay tanta prisa… Venga
pues me cambio la camiseta… Ya no sé qué más hacer, así que me acerco a la
puerta y voy a por el nuevo dorsal. Justo en ese momento llega Karel y también
Jared que me choca la mano con un “Good job” que me recuerda a uno de hace 10
años en la Ronda dels Cims. Cojo el nuevo dorsal y salgo carretera abajo mientras
lanzo una mirada a John de “voy andando tranquilo y me cogéis ahora”.
VUELTA 2:
La bajadita invita a trotar un poco,
así que salgo con la carrerilla del campamento mientras me voy cruzando a Jasmine,
Pavel y Aurelien. “Tu es premier?” me pregunta… “Oui mais il y a John et
Damien qui sont juste là”… (qué inteligente carrera la que está forjando…). Al poco
de cruzar el río me encuentro con Luca, un italiano afincado en Noruega muy
simpático que hemos conocido antes de la carrera. Me alcanzan John y Damian y
aprovecho para parar y atarme mejor las zapatillas. Recupero su compañía al
trote y seguimos las suaves revueltas que forman la subida a Chimney Top. Al
poco se nos une por detrás Christophe y volvemos a formar el grupo de cuatro.
Aprovechamos la bajada de Rough Ridge para charlar un poco con Damian sobre
aventuras previas. Me habla del Tor des Geants, una carrera en el valle de
Aosta de la que guardo muy buen recuerdo. La segunda parte de la subida sigue
plácida y nos deja en la cima de Chimney Top. Bordeamos las rocas, donde se han
caído todos los carámbanos de antes, y llegamos al libro que hemos visitado
hace sólo un rato (LIBRO 13).
Uno de los objetivos al salir era
llegar al libro de Beech Tree con luz, y creo que lo vamos a conseguir. Cojo el
rumbo sureste y vamos bajando por el difuso lomo de la montaña, intentando no
perder de vista el torrente de la izquierda. Dentro del estado positivo en que
me encuentro, por momentos me preocupa el roce de la zapatilla con mi tobillo
derecho. Alguna vez he tenido problemas de este tipo, no con estas zapatillas,
pero creo que tengo el hueso del tobillo algo bajo y soy propenso a ese tipo de
rozaduras. Procuro hacer lo posible por controlar el problema, aunque no es
sencillo mientras tienes que ir de un lado a otro esquivando troncos. El rumbo
da buenos resultados y llegamos a una zona de vegetación baja y algo más densa
que recuerdo de cuando hemos salido del libro. Sin mucho titubeo y con la
referencia de la confluencia de torrentes, damos con el árbol buscado, en cuya
base vemos de nuevo el LIBRO 12.
Con las últimas luces cruzamos el
río y salimos hacia el este por el otro torrente. “Shit! I forgot my glove”…
Vuelvo atrás corriendo, supuestamente a buscar el guante, hasta que me doy
cuenta que lo he dejado en un bolsillo de la mochila, con lo que me toca apretar
otra vez para recuperar el terreno con mis compañeros. Afortunadamente las
piernas van bien y enseguida estoy a rueda del grupo. Encendemos los frontales
prácticamente al final de una especie de camino que sigue la margen izquierda
del torrente. Salimos de frente y nos metemos en la zona central del valle. Voy
mirando la brújula y tengo la sensación que tendemos a decantarnos demasiado a
la derecha. Le digo a John que estamos tendiendo demasiado a sureste y poco a
poco vamos corrigiendo a la izquierda, mientras la pendiente se va
incrementando. Ya bastante arriba, vemos una luz bastante a la derecha, lo que
me hace dudar de la dirección que estaba defendiendo. No obstante, al poco
aparece una gran roca justo delante… Perfecto, es esa… El acierto me llena de
moral y tengo la sensación que también me hace ganar algún punto a ojos de John
(LIBRO 11).
Justo en el libro encontramos a los
últimos corredores de la primera vuelta con los que nos cruzaremos. Salimos
hacia la derecha, en diagonal, buscando el lomo de la montaña que nos ha de
conducir en descenso hacia la cárcel. “Are there lights in the prison?” le
pregunto a John, buscando una referencia que nos guíe en la bajada. La
respuesta es negativa, así que seguimos agarrados a la brújula y a los indicios
de espolón que nos muestra el terreno. Ya bastante abajo, descubrimos que lo
que decía John no era del todo cierto, y una tímida farola ilumina una de las
paredes de la cárcel justo delante nuestro. Hemos caído un poco a la derecha,
pero en cualquier caso alcanzamos el camino perimetral que nos permite bordear
la pared y llegar hasta el LIBRO 10.
Con la nueva página volvemos al
famoso agujero del túnel. Me lo vuelvo a mirar… John y Damian parecen
dispuestos a bajar por ahí. “Is it easy?”… “For somebody with your long legs, it
is” me dice Damian… No lo veo claro, me da miedo que un tortazo inoportuno de
al traste con la carrera, con la buena perspectiva que tiene ahora mismo. Así
que junto con Christophe me voy por la rampa y el agua hasta la rodilla. Cruzamos
el túnel y trepamos al otro lado para dirigirnos al mítico ascenso de la Rat
Jaw. Nunca la he subido antes… El año pasado no llegué a tener la oportunidad.
Me tomo un gel para tener algo de energía rápida y sigo los pasos de John por
los sucesivos escalones. En alguno nos ayudamos de los cables, tirando con las
manos… La verdad es que no resulta tan grave… Relativamente rápido llegamos al
punto donde quiebra a la izquierda y la pendiente se suaviza, para simplemente
incrementarse de nuevo en la parte final. Con un buen ritmo llegamos al primer
punto de agua, donde descubrimos que bastantes de las garrafas están congeladas.
Repongo el Tailwind y el agua y hecho un trago de agua helada (de los que
después maldeciré) para pasar una fajita con aguacate. Una vez resueltas las
operaciones salimos rumbo norte para llegar sin más problemas al LIBRO 9.
Me abrigo con la chaqueta de plumas
porque hace un frío de tres pares de narices. El tiempo de “mano sin guante” es
bastante limitado si no quieres que se te caiga un dedo al suelo. Una vez
resuelta la complicadísima operación de subirme la cremallera, salgo al galope
para alcanzar de nuevo a los compis, que ya están en el tramo de pista. Salimos
de frente en la curva y tras un tramo llano afrontamos la fuerte bajada. Yo voy
obsesionado con la brújula, mientras John se guía más por su intuición y
detalles que debe ir recordando. En un momento dado vemos el inicio de un
riachuelo, que sospecho debe ser el que se transforma en la cascada que sirve
de referencia. Sea como sea no acabamos de seguirlo y acabamos saliendo un
pelín demasiado a la derecha. Corregimos a la izquierda y encontramos el
confuso libro de la “skillet” (LIBRO 8).
Seguimos la margen derecha hasta la
confluencia de valles, punto en que cruzamos al lado opuesto para seguir la
“road” imaginaria y los viejos cables de la luz. Cuando nos parece que hemos
llegado al punto correcto, giramos a izquierda por una vaguada. Este es un
punto bastante confuso, pero John lo resuelve bien y enseguida llegamos a las
marcas de límite de parque, y se va formando el lomo que nos ha de conducir a
lo alto de la montaña de Stallion. En la parte de arriba Christophe coge el
mando y seguimos una traza de pista que confluye con la otra plana que nos deja
en la roca plana del siguiente libro (LIBRO 7).
La vuelta se está desarrollando sin
sobresaltos ni errores de bulto, más allá de que la navegación es algo más
conservadora y evidentemente no avanzamos con la efervescencia del principio. Seguimos
el lomo de la montaña en descenso, pasando por el Hiram Pool & Spa y su
sofá, y más abajo por Bobcat Rock. Cruzamos la pista y nos lanzamos por el
querido Buttslide Trail, tendiendo a la derecha para apoyarnos en el Barley
Mouth Creek, para de ahí identificar el claro del bosque donde estaba el libro
del año pasado y de ahí la roca donde está el de este año. Aunque con algunas
correcciones de lado a lado, resolvemos la papeleta relativamente bien (LIBRO
6).
Vuelta hacia arriba… Realmente qué
coñazo de subida… Yo no sé si es que John se mete por el terreno más empinado,
o que todo el terreno es más empinado, pero madre mía, que exageración… Tiramos
de piernas, palos y riñones, metiéndonos algo más a la derecha que las luces de
Karel y Jared, que bajan algo más por el centro. Tomo nota… En cualquier caso,
llegamos a la pista en el punto adecuado y giramos a la izquierda en un suave
descenso, que nos deja en la segunda parte de la subida. Aquí la pendiente no
es tan salvaje, pero el final está adornado con unas bonitas zarzas que si no
aciertas por dónde cruzarlas te firman algún que otro autógrafo. Cruzamos una
primera pista y llegamos a la segunda, que ya nos enfoca en dirección a Garden
Spot, a donde llegamos por una última parte más plácida (LIBRO 5).
Viene el parcial más largo, tanto
real como mentalmente, aunque en este sentido es más bajada que subida, y el
hecho de que tenga bastante tramo de Candy Ass Trail facilita un poco las
cosas. Me centro en seguir la pauta de alimentación que me está dando buen
resultado y pierdo algo de distancia, aunque las revueltas me dejan correr a
buen ritmo y recuperar el terreno. Las fajitas de aguacate me resultan
riquísimas pero he de decir que, sin que me genere ningún malestar de tripa, mi
estómago las está procesando de una manera que hace que Damian, que va
mayoritariamente detrás de mí, sepa perfectamente que estoy comiendo aguacate…
Un breve tramo campo a través nos deja en las Coal Ponds, que bordeamos hasta
recuperar el sendero y continuar, revueltas arriba y revueltas abajo, hasta llegar
al punto de agua. Sigue haciendo un frío de narices, y como hace más rato que
hace un frío de narices, pues la proporción de garrafas congeladas ha aumentado.
Y las que no están congeladas son mitad hielo mitad agua, lo cual recordando
las clases de termodinámica significa que el agua está a 0ºC (seguramente no
hace falta recordar las clases de termodinámica para saber eso…). Tras renovar
los flasks seguimos adelante y llegamos por fin a Emory Ridge, que ya nos deja
entrever la llegada del siguiente libro. Sólo tenemos que bajar este espolón
eterno (con algún simpático escalón de roca helada entre medio), y llegar al
foooooondo del valle, en la confluencia de los dos ríos, donde encontramos el
LIBRO 4.
Vuelta hacia arriba, rumbo sur.
Esquivamos los tramos más complicados, primero por la izquierda (este) y
después por la derecha (oeste). Si algún futuro corredor que no lo conoce usa
esto como referencia para anticipar cómo afrontar este tramo, que tenga en
cuenta que no estoy seguro de recordarlo bien, así que no me venga a pedir el
libro de reclamaciones… Sea como sea llegamos a una primera confluencia (ok en
el mapa), y después a una segunda que marca el inicio de la fiesta.
Efectivamente, a partir de aquí, y por la zona central, empieza Meat Grinder, una
subida sin cuartel que se va empinando más y más hasta que llega un punto que
parece que te vayas a poner del revés. Madre mía, qué subidote… Nuevamente
tengo la sensación de que John va por lo más complicado, pero lo cierto es que
en algún momento me independizo y tengo la sensación de que aún es peor, así
que vuelvo al redil. Una eternidad más tarde cruzamos una pista que quiero
recordar que está prácticamente arriba. El prácticamente es menos prácticamente
de lo que nos gustaría y aún tardamos un rato en cruzar, ahora sí, el sendero
que pasa prácticamente por la cima de Bird Mountain. Ahí encontramos de nuevo,
más rápido que en la primera vuelta, el LIBRO 3.
Con la sensación de haber pasado lo
peor de la vuelta, bajamos rumbo oeste. Tontamente caemos demasiado al sur y
debemos remontar para recuperar el sendero, que nos deja en lo alto de Jury
Ridge. Visto de donde venimos, la bajada por este espolón es un juego de niños
y nos deja en el camino que aún es más plácido hasta llegar al fondo de Philips
Creek (LIBRO 2).
Toca subir Jaque Mate Ridge, la
última subida de la vuelta. Veo que John sale en dirección suroeste, más a la
izquierda de lo que me parece correcto, pero como nunca he hecho esto en este
sentido y además el año pasado en la 2ª vuelta me colé bastante aquí, no
expongo mis inquietudes y me limito a seguir. Efectivamente, después de subir
bastante rato (también jodidilla esta subida) salimos a la plataforma – “pista”,
bastante más a la izquierda de la cuenta. Tampoco se acaba el mundo, por la
plataforma se avanza rápido y enseguida estamos bordeando la montaña hacia su
vertiente oeste. Tirando de brújula voy identificando en qué punto estamos y
puedo seguir las curvas hasta seguir al montón de rocas que sirve de
referencia. De ahí nos tiramos a la derecha y recuerdo la foto mental que he
hecho esta mañana saliendo del libro… Ahí está la roca con forma de Escarabajo,
la nuestra ha de estar a la derecha (LIBRO 1).
Ya las tenemos todas, vuelta hacia
arriba, dirección sureste, y hasta la cima, para bajar después por el espolón
del otro lado. La hora de la madrugada hace que este tramo lo hagamos algo
aletargados y ya con ganas de llegar al campamento, comer algo, y empujar para
que vaya saliendo el sol del nuevo día. En la última bajada Christophe se
empieza a quedar algo atrás. Por otro lado, nos metemos a la izquierda algo
antes de tiempo y acabamos liados al otro lado, trepando entre rocas y plantas
para alcanzar el sendero. Conseguimos evitar catástrofes mayores, y encontramos
el ansiado camino, que seguimos hasta la pista y de ahí bajamos los últimos
metros para finalizar esta segunda vuelta.
El fresquillo de la madrugada no
invita a hacer el avituallamiento al lado de la puerta, así que después del
protocolario conteo de páginas me voy con Anna hacia la furgo mientras Damian y
John se van hacia los lavabos (que son un microclima la mar de agradable) y
Christophe nos dice que se va a tomar algo más de descanso. Cambio el menú por
el tupper de arroz, que engullo con apetito, buena señal. Sin mucho
convencimiento, decido cambiarme las zapatillas por las mismas Scott pero de
Goretex, un poco por evitar humedades que me lleven a los problemas en los pies
que tuve en la Chartreuse Terminorum. No obstante, nunca he corrido en carrera
con zapas de Goretex, así que tengo mis dudas… En fin, decisión tomada… Por
otro lado, le doy vueltas a la situación… Hemos hecho la segunda vuelta en algo
menos de 12 horas, con lo cual seguimos acumulando beneficio respecto de la
media establecida y tenemos un margen acumulado de unas 4 horas. Creo que para
ser una vuelta nocturna lo hemos hecho bastante bien, avanzando de una forma
más conservadora pero evitando fallos importantes. En medio de estas
reflexiones llaman a la puerta… “Damian and John are leaving…”… Venga, pues nos
vamos…
VUELTA 3
Me acerco al trote a la puerta, no
quiero perder el grupo y correr el riesgo de errores tontos que me hagan perder
el tiempo ahora que todo va más o menos sobre ruedas. Cogemos el nuevo dorsal y
salimos carretera abajo hacia una nueva vuelta en sentido antihorario, en este
caso mayoritariamente a la luz del día. No obstante aún estamos a oscuras
cuando iniciamos las revueltas de Chimney Top. John está pasando un momento
crítico a nivel de sueño y va lanzando gritos para despejarse. Intento darle
algo de conversación, con el añadido de que como me cuesta horrores entender su
acento de Tennessee, me tiene que repetir las cosas dos veces, cosa que en este
momento es positiva. Entre gritos de “Woooowwww…”… “SShhhhiiiiiiiit”… vamos
ganando desnivel lentamente. “That’s not really english” me aclara Damian
cuando le comento mis dificultades por entender a John. A todo esto las
primeras luces del día van asomando, prometiendo momentos mejores, y el globo
solar nos recibe justo al coronar la cima de la montaña, unos metros antes de
llegar al LIBRO 13.
Ya sin la luz del frontal nos
lanzamos a la bajada, volviendo a tirar de brújula. Haciendo algo de balance de
mi estado físico, saco una conclusión positiva, que es que el roce de la
zapatilla con mi tobillo derecho se ha calmado sorprendentemente, y una
negativa que es que el problema se ha trasladado al izquierdo. De todas formas
por el momento la molestia es bastante soportable. Bajamos de nuevo tomando
como referencia el barranco de la izquierda, intentando intuir entre los
árboles la confluencia con el valle de enfrente, pero nos metemos a la
izquierda demasiado pronto y acabamos flanqueando por terreno incómodo. Con la
confusión, empezamos a avanzar perdiendo un poco el oremus y empiezo a tener la
sensación de que nos pasamos de largo. Miro al otro lado intentando identificar
la confluencia… No veo bien, pero estoy seguro de que allá delante ya no está
entrando ningún valle desde la izquierda… “John!! We are
too far!”… Se detiene, me mira… “Ok, let’s cross the river and check if there
is a road”… Cruzamos el río, donde ya veo claramente que nos hemos
pasado, y efectivamente al otro lado hay una plataforma que es una de estas
“roads” de por aquí. Corregimos hacia arriba y llegamos a la confluencia, con
lo que podemos ubicar con certeza el Beech Tree… No debemos haber pasado muy
lejos… Debemos haber perdido poco más de 5 minutos, pero es un toque de
atención de que a pesar de que sea de día, si no estamos al 100% las cosas no
tiene por qué ser más fáciles… (LIBRO 12).
Nuevamente en subida, seguimos el
flanco izquierdo del río. John tiene ganas de tirar a la derecha pero yo me
pongo tozudo con el mapa e insisto en seguir aguas arriba hasta una segunda
confluencia. Una vez ahí cogemos la zona central del valle y seguimos ladera
arriba. Voy mirando a la izquierda para tener referencia de la montaña y la
altura que nos queda por subir. Poco a poco van apareciendo las rocas de la
zona superior, y nos decantamos por una a la izquierda, que creo identificar
con la foto mental que he sacado en la primera vuelta. La memoria acierta en
este caso y llegamos al LIBRO 11. Cruzamos Needle’s Eye y flanqueamos a la
derecha para buscar el espolón que baja hacia la cárcel. La luz del día nos
facilita el rumbo por el espolón y aún más lo hace la visión de las
instalaciones allí abajo. A diferencia de la segunda vuelta, esta vez salimos
prácticamente en la esquina de la prisión, a pocos metros del LIBRO 10.
Después de doblar cuidadosamente la
hoja y guardarla en la bolsita zip, nos acercamos de nuevo al túnel. Por
tercera vez, segunda en destrepe, me acerco al agujero que evitaría mojarse lo
pies. Me lo pienso, me lo pienso más… y sigo sin ver claros los agarres. Me da
pánico una ostia que de al traste con la carrera… Así que me vuelvo a la rampa
y al agua hasta las rodillas. Evidentemente eso no lo salvan las zapatillas de
Goretex… De hecho es una mala idea con zapatillas de Goretex… (igual que el
agua no entra, tarda mucho en salir, y me pasé el resto de la vuelta con la
sensación de tener dos burbujas de agua dentro de las zapatillas). Otra mala
idea ha sido guardar el frontal hace un rato… John y Damian se lo han dejado en
la frente y ahora avanzan con seguridad, mientras yo les voy perdiendo, hasta
que decido pasar de todo y seguir mojándome los pies por en medio del torrente.
Nuevamente a la luz del día,
trepamos a la izquierda e iniciamos la subida a Rat Jaw. Los escalones se van
sucediendo y los descansillos intermedios hacen que la subida me parezca
bastante llevadera. Cojo la delantera y sin darme cuenta gano algo de ventaja
respecto de mis compañeros. La temperatura ha mejorado bastante y me empieza a
sobrar la manga larga. Paso nuevamente por la zona del desastre del año pasado,
ahora mucho más “friendly”. El cortafuegos describe el giro a la izquierda y se
dirige hacia la torre. Aflojo un poco el ritmo hasta que nos agrupamos los
tres, y recorremos el último repecho. Levanto la cabeza y veo que hay gente del
campamento que se ha animado a subir a la torre. Entre ellos veo una silueta
más familiar que el resto… Supongo que por eso salgo sonriendo en las fotos…
Anna me anima y me pide perdón
porque se ha olvidado de meter algo en la mochila… Ah! Los geles… Sí que es
verdad que me había extrañado ver solo uno pero tampoco le había dado más
importancia. En cualquier caso aquí no está permitida la asistencia. De hecho
ni podemos hablar con el público, más allá de dar las gracias por los ánimos. Seguimos
el protocolo de repostaje más a gusto por la compañía, y nos vamos en dirección
al LIBRO 9.
Una vez recogida la nueva página me
quedo atrás guardando la manga larga, ya que el calor está apretando. Recupero
el terreno a buen paso, cosa que me sigue dando moral. Pasado el trozo de pista
nos disponemos a bajar Little Hell. Empezamos tendiendo a la derecha pero la
brújula me indica demasiado sur… “I think we should go left…” le
digo a John. Corrige algo a la izquierda pero tengo la sensación de
que no acabamos de dar con la tecla. La verdad es que el espolón es bastante
difuso y cuesta seguir bien la dirección. Aparece un arroyo a nuestra
izquierda, que identifico como el de la cascada que sirve como referencia. “The
book is behind that ridge, on the left” afirmo con seguridad. Hemos
bajado dando algunos tumbos pero estoy bastante seguro de lo que digo… John
confía en lo que le digo y avanza en esa dirección, hasta que salimos a la
pista… “This is the end of the road” me dice… “It must be to
the right”… Pues vaya… Con la cola entre las piernas, giro en esa
dirección, lamentándome por haber estado tan seguro de algo totalmente
equivocado… “Sorry guys, I was sure it was that way…”. El error
no es grave y encontramos el LIBRO 8, unos 200 metros más allá, pero me deja
herido en mi amor propio y cojo el furgón de cola del grupo durante un rato.
La vuelta sigue en dirección a
Stallion Mountain, primero siguiendo el New River y una vez identificado el
punto de inicio de subida, siguiendo el espolón hacia el norte. Los sucesivos
resaltes van resultando cada vez más familiares, y empiezan a aparecer trazas
de senda por el sucesivo paso de corredores. Sin sobresaltos llegamos al LIBRO 7.
Arranco las páginas de los tres y hago ademán de salir, ya que llevamos algunos
libros que nos tomamos con más calma el “momento libro”… Va que no hay tiempo
que perder y todos los segundos cuentan (que se lo digan a Karel si no…).
Ponemos rumbo suroeste, siguiendo el espolón, preferentemente por la derecha para
evitar las zarzas. Cruzamos Bobcat Rock y nos lanzamos por el dichoso Leonard
Buttslide Trail, hasta el fondo del valle, donde cada vez más fácilmente
encontramos el LIBRO 6.
Vuelta hacia arriba y qué os voy a
contar… Nuevamente el subidote de cada vuelta… Ayuda el hecho de que sea de
día, pero acabamos metidos un pelín a la derecha. Nada grave, llegamos a la
pista y trotamos en descenso hasta el torrente, para subir por su margen
izquierda hasta la pista superior, en un tramo que ya voy conociendo bien. Un
nuevo trote en descenso nos va acercando a Garden Spot y al LIBRO 5. Igual que
en la vuelta anterior, el siguiente tramo se hace largo, si bien de día vas
viendo referencias en las subidas y bajadas por Candy Ass Trail hasta llegar a
Emory Ridge (con la parada en el punto de agua por el camino). La bajada por
esta arista es larga, pero en este sentido se hace más llevadera mientras te
dejas guiar por los sonidos de los torrentes a izquierda y derecha. Con la
seguridad de ser “parados” por la confluencia, avanzamos hasta el emplazamiento
del LIBRO 4.
Nuevo cambio de rumbo, al sur hacia
la temible Meat Grinder. Igual que en la vuelta anterior, pero esta vez viendo
en cada momento lo que te espera… Me hace ir decantándome por el sentido
horario (opuesto) para una posible quinta vuelta. Nuevamente tengo la sensación
de que John elige mal el camino y que va por lo más empinado. Me desvío a la
izquierda en busca de terreno más amigable pero no… Es que TODO es muy empinado.
Vuelvo a converger hacia la trayectoria de John, mientras Damian sube algo más
atrás. En muchos momentos parece que se va a quedar atrás pero sigue subiendo
de manera muy sólida. Por mi parte las sensaciones siguen siendo bastante
buenas, al menos teniendo en cuenta que llevamos ya unas 30 horas de jaleo, si
bien es cierto que subidas como esta te hacen resoplar de lo lindo. Una
eternidad más tarde el terreno empieza a ceder y un par de viejas pistas son el
preámbulo del Bird Mountain Trail, que a su vez es preámbulo de la cima donde
está el LIBRO 3.
Después del festival anterior,
trotamos por el sendero en dirección a Jury Ridge, por donde nos deslizamos
hasta el sendero que nos lleva en modo autopista hasta el LIBRO 2, que a estas
alturas ya asoma entre las piedras donde estaba inicialmente escondido. A la
luz del día, sugiero subir por el espolón situado a la derecha, en lugar de la
trayectoria de la vuelta anterior, que nos ha dejado demasiado al sur. Sin ser
la subida anterior, Jaque Mate Ridge tampoco defrauda, y me ratifica ante mi
preferencia por el sentido opuesto. Después de bordear un resalte rocoso, llegamos
por fin a la plataforma que bordea England Mountain. La seguimos al trote hacia
la derecha, controlando el rumbo y tomando como referencia un árbol tumbado en
forma de Y griega. Nos dejamos caer unos metros a la derecha y encontramos el
último libro de la vuelta (LIBRO 1).
Mientras subimos a lo alto de la
montaña voy haciendo balance de la situación y pensando en la mejor manera de
gestionar lo que viene. Vamos a llegar al campamento en unas 32 horas. Me
hubiese gustado ganar algo más de margen en esta vuelta, aprovechando la luz
del día, pero algunos pequeños errores de orientación y el hecho de que las horas
pasan y el ritmo global del grupo se resiente, ha hecho que nos tengamos que
conformar con mantener el margen sobre el tiempo límite. No obstante, la
situación es más que positiva. Como dice John, “If we avoid big disaster in 4th
loop” y hacemos una vuelta de unas 13 horas, aún tenemos 15 horas para la
última, contando además que será de día… Por tanto la cuarta vuelta es la
clave. Pero la cuarta vuelta se mete en la temida 2ª noche, donde sé por
experiencia que van a venir los problemas de sueño. Por otro lado, quedan unas
2 horas y media de luz… Es mejor aprovecharlas?... Pero si no duermo ahora
tendré que parar a dormir a media vuelta… Seguramente descansaré mejor en la
furgoneta que en medio del bosque… Si? Seguro?... No se… John parece bastante
decidido a aprovechar la luz, y Damian creo que también… Yo me voy decantando
por descansar en el campamento con la esperanza de que eso me permita hacer la
vuelta del tirón. Además, descansar ahora me puede hace “coger el siguiente
tren” con Karel y Jared, que me parece también una compañía muy sólida con
quien moverme en esa 4ª vuelta. Así que mientras bajamos hacia el campamento me
voy decantando por esta opción: comer algo y tumbarme 30-40 minutos. Evitamos
el error de la vuelta anterior y acertamos mejor con el sendero, antes de
llegar a la pista y bajar esa última recta hasta la Yellow Gate, donde nos
acogen esos agradables gritos de ánimo.
Comento mis planes a Anna, también a
John y Damian, y me voy para la furgoneta. Como nuevamente macarrones y me
tumbo en la cama. Pero no tengo sueño… No tengo sueño, y la cabeza está más en
la Yellow Gate y en las voces y gritos que escucho, mientras me pregunto si son
John y Damian yéndose, si es Karel o Jared llegando… Me voy dando cuenta de que
ha sido un error, pero ya he hecho una apuesta, y cambiar ahora quizá no tiene
sentido. Intento relajarme, pero me entran escalofríos bajo la manta. Hago lo
que puedo por controlarlos, pero me lleva otros 10 minutos de peor descanso del
que me gustaría… Pasados 30 minutos decido levantarme. No ha salido como
quería, pero espero haber descansado algo igualmente. Aún hay luz… Vamos a
intentar cubrir los dos primeros libros antes de la noche…
VUELTA 4
Salgo pista arriba con una sensación
diferente… Estoy sólo, por primera vez en toda la carrera. Después de subir el
breve trozo de pista y sendero, afronto las primeras rampas campo a través. A
diferencia de la primera vuelta, cuando el ímpetu de la salida nos hace subir derechos
sin escatimar pendiente, sigo una línea más hacia la izquierda, que de hecho me
cuadra más con la trayectoria marcada en el mapa base. A pesar de ser algo más
suave, enseguida noto algo diferente en los pies… Las zapatillas no traccionan
igual… Después de la sensación mejorable de la vuelta anterior con las zapas de
Goretex, he decidido cambiar a otras que vuelven a ser convencionales pero que
tienen menos taco. Tengo la sensación de que ha sido un error… Bueno va,
positivismo… Ritmo, hacia arriba y concentración… Huyendo de pensamientos que puedan
torcer mi actitud me centro en seguir empapándome del recorrido, tanto para no
cometer errores ahora como para seguir aprendiendo para posibles futuros pasos
(espero resolver el tema en esta edición y que sólo me quede uno…). Vuelvo a
analizar la situación de carrera… He empezado la cuarta vuelta sobre las 33
horas… Mi objetivo para este loop es, como decía John, que no haya ningún
desastre. Ir a ritmo consistente pero sostenible, y asegurar la navegación. La
referencia de 1 hora por libro es buena teniendo en cuenta que hacia la mitad y
segunda parte de la vuelta hay algún parcial más rápido (por ejemplo la bajada
a la cárcel), que me puede llevar a unas 13 horas en la vuelta, con lo que me
quedarían 14 para completar la carrera nuevamente de día, tiempo que debería
ser más que suficiente. Con estos pensamientos y con la subida cada vez más
interiorizada, se me hace corta la llegada la cima. Bajo con buenas piernas
hacia el camino y algo más allá hasta encontrar de nuevo el LIBRO 1.
Vuelvo a subir, mientras como algo
para seguir el buen ritmo de alimentación y saco el frontal ante la inminente
llegada de la noche. Quiero llegar al
inicio de la bajada con luz para poder coger buen rumbo y no equivocarme como
en la segunda vuelta del año pasado. Alterno caminar y trotar y voy siguiendo
la brújula para ir identificando los cambios de rumbo de la terraza llana por
la que avanzo. El giro al este me anuncia la llegada al punto en que me tengo
que desviar, marcado por unos cables abandonados a la derecha tal y como nos ha
comentado John al inicio de la carrera. Cojo rumbo este-noreste y me dejo caer
por la pendiente, pero al poco de bajar me topo con unos cortados que me
cierran el paso. Miro alrededor y tengo la sensación de que el espolón de la izquierda
se puede pasar… Eso tiene que ser Jaque Mate ridge… Voy hacia allá pero los
cortados siguen… Más al norte? No, me metería hacia donde bajé el año pasado…
Vuelvo a la derecha… Vuelvo a la izquierda… A ver, antes de perder el control,
pensemos… Recupero las imágenes visuales de cuando hemos subido hace un rato…
Sí, estos cortados nos estaban quedando a nuestra derecha… Me voy hacia mi
actual derecha y efectivamente encuentro paso, además con huella de paso de las
numerosas subidas y bajadas de las vueltas anteriores. Una vez corregida la
situación me agarro a la brújula y a la referencia de un torrente a la derecha,
y acabo llegando sin más problemas al LIBRO 2.
Ya con la nueva hoja me relajo en la
comodidad que brinda el tramo de “candy ass trail”. Alargo el paso e intento
coger un ritmo ágil… Si camino a 5-6 km/h este tramo me sirve para ganar
terreno sobre la media requerida… La pendiente lo permite e incluso en algunos
tramos se puede trotar. Revuelta va revuelta viene voy aproximándome a la curva
que marca la llegada a Jury Ridge. Salgo del camino y sorteo unas rocas para
ganar lo alto del espolón, ya fuera de camino. Aunque sea de noche el terreno
es suficientemente marcado como para seguir el lomo de la montaña. Tras
alternar algunos tramos llanos y escalones, llego a lo alto de la montaña,
donde encuentro el Bird Mountain trail. Me dejo caer hacia la izquierda
mientras me premio con un smoothie, y salgo de nuevo del sendero para llegar a
la cima de la siguiente loma, donde está el LIBRO 3.
Las cosas van bien de momento, tres
libros sin fallos graves (el de la bajada al segundo no debe haber penalizado
más de 5 minutos) y de momento el sueño no es un problema. Ahora viene un tramo
más complicado, Meat Grinder en bajada… Me agarro a la brújula y sigo un rumbo
norte estricto. Tengo que conseguir bajar entre los dos torrentes principales e
identificar la confluencia. Norte, norte, norte… y pendiente, pendiente,
pendiente. La línea de máxima pendiente también me debe llevar por el buen
camino... El cruce del Nord Boundary Trail es un preámbulo de la confluencia.
Tiendo a la derecha para apoyarme en el torrente de este lado y me voy guiando
por el sonido del agua a izquierda y derecha. Llego a la esperada confluencia y
me meto por el margen derecho. Siguiendo por este lado podría avanzar hasta
chocar con el torrente que vendrá de la derecha. No obstante, la incomodidad
del terreno me va enviando de un lado para otro del torrente. Al poco llega un río
desde la izquierda… Miro el mapa… Perfecto la orientación del nuevo torrente me
cuadra con lo que indica la cartografía en una confluencia situada unos 500
metros más arriba de la “mía”. Animado por tener aparentemente controlada la
situación, cambio de nuevo a la margen derecha y sigo avanzando esperando
chocar con la confluencia buena. Se me hace largo, en algunos momentos tengo
dudas de estar en lo cierto, pero finalmente el ansiado sonido del agua llega
desde la derecha y con él la confluencia. Miro a mi alrededor, veo un árbol
caído sobre el río que he cogido como referencia en la primera vuelta y me giro
para identificar la grieta entre rocas donde asoma el LIBRO 4.
A pesar de ser en bajada este libro
me ha “costado” 45-50 minutos, aunque los doy por bien empleados teniendo en
cuenta cómo es el terreno. Ahora cambia la tónica y el siguiente parcial es
clave, no por la dificultad de navegación pero sí por la distancia que me
separa de Garden Spot. El primer tramo es la subida de Emory Ridge. Me tomo un
gel para tener un punch de energía que me mantenga en la buena tónica para la
subida. La primera parte de la subida es poco definida, así que me agarro al
rumbo sureste hasta que poco a poco el espolón se va definiendo y me facilita
las cosas. Me las facilita en cuanto a la dirección, pero la subida se hace
larga de narices hasta que aparezco en el sendero de la parte superior de la
montaña. He pasado lo peor del tramo, aunque todavía hay que remar bastante por
las subidas y bajadas de Son of a Bitch Ditch, Bald Knob y las Coal Ponds. Por
el camino hago un break en el primer punto de agua, donde por lo menos esta
noche las garrafas no están tan congeladas. Una vez en las Coal Ponds salgo del
camino y me vuelvo a centrar en no cometer errores de navegación. Bordeo las
charcas y busco el barranco que he cogido como referencia en las vueltas
anteriores… Ahí está… Sigo por la izquierda y en seguida encuentro el sendero.
Salvado… Giro a la izquierda y sigo las revueltas de la subida final a Garden
Spot. Allí arriba veo un par de luces que deberían ser John y Damian. Están
cerca, se habrán parado a dormir? Efectivamente, me los encuentro tumbados y adormilados
sobre el LIBRO 5.
John coge el libro y arranca las
páginas correspondientes. Me pasa la mía. “Karel isa head?”, pregunto… “Nop,
his page is here”… En serio? No le he visto… “Albert, don’t wait fo rus, you’re
going fast”… “Really?...OK, I’ll keep going now that I’m feeling well, I might
need to stop for a nap later…”. Sorprendido por la nueva situación salgo caminando con
energías renovadas y echo a trotar en la bajada. De repente estoy en cabeza…
Hay un tema que me viene rondando por la cabeza, el sentido de la quinta vuelta
(la dirección, no la finalidad o lógica que tiene en la vida dar una nueva
vuelta a Frozen Head State Park subiendo y bajando montañas campo a través… eso
no es el momento de planteárselo). El hecho de haber cedido terreno me dejaba a
merced de las decisiones de mis predecesores y me podía llevar a un indeseado
sentido antihorario. Si es lo que tiene que ser, se hará, pero puestos a
escoger, prefiero llegar al final de la vuelta pudiendo salir en sentido
horario. Ahora de repente estoy primero, y no se si es por el subidón pero de
momento estoy aguantando bien el sueño. Además John y Damian son los primeros
que me han dicho “Go ahead”… Vamos allá pues…
Corro por la pista, incluso
bastoneando en la subida. Ep, no te flipes, ritmo sostenible… Pero tras el
repecho llega un tramo de llano y bajada y aumento el ritmo mirando de reojo
hacia atrás. No veo las luces… Seré capaz de seguir toda la vuelta sin dormir y
consolidar la primera posición? En ese caso descansaría hasta el momento en que
llegase el segundo y saldría en sentido horario… Ep, déjate de cábalas que eso
está muy lejos, céntrate en este tramo… Efectivamente, viene un punto
complicado que es el descenso por Barley Mouth Creek. Me meto hacia abajo por
el punto donde creo que hemos pasado en las vueltas anteriores, pero me veo
obstaculizado por las zarzas. Pruebo a ambos lados pero no encuentro paso y al
final acaba apareciendo por detrás el frontal de John. Más inspirado, John
encuentra paso hacia la izquierda y yo sigo sus pasos en descenso por el
barranco hasta llegar a la pista inferior. Cojo de nuevo distancia en el tramo
de pista, pero a la llegada a Bobcat Rock mis compañeros han resurgido de su
letargo y van poco detrás de mí, así que al afrontar la bajada de Buttslide nos
agrupamos y buscamos conjuntamente la roca del LIBRO 6.
Algo decepcionado por la escapada
fallida, me resigno a seguir los pasos de John de vuelta por la querida
Buttslide. No se si es el bajoncillo moral o esta subida que le tengo manía,
pero de repente empiezan a aparecer los, supongo que inevitables, síntomas de
sueño. Vuelvo a tener la sensación de que John va por el peor camino posible
(aunque aquí todos son el peor camino posible). Me entra algo de mal humor, que
creo que viene con el pack del sueño. Pongo el piloto automático y me olvido de
mis planes de grandeza de hace un rato. A medida que subimos incluso en algún
momento tengo que forzar para seguir el ritmo de John. Damian sigue algo más
atrás pero siempre con ritmo que parece sólido. Tras cruzar Bobcat Rock, la
pendiente suaviza algo. Bordeamos Hiram Pool & Spa y llegamos al LIBRO 7,
yo con las rallas de batería en franca bajada.
Mientras empezamos la bajada empiezo
a visualizar la necesidad de hacer una “power nap” en el siguiente libro,
aprovechando que está en parte baja y la temperatura será favorable. El trote
de la bajada me activa un poco, pero de forma bastante pasajera.
Afortunadamente cada vez tengo más asimilado este tramo y voy identificando
bien los escalones y los puntos por donde bordearlos. Al llegar al borde del
parque John toma la delantera por una vaguada. A mí me está volviendo a entrar
la crisis de sueño. Me dejo llevar por la inercia, quedo a la altura de Damian
y mi objetivo pasa a ser simplemente no perder la luz de John. Llegamos al
fondo del valle y giramos a la derecha. Tras un tramo por la derecha cruzamos
al otro lado del río y avanzamos hasta el LIBRO 8.
Qué hago?... Me quedo a dormir? Sigo
con ellos?... Quizá el esfuerzo de la subida me activa y con eso después bajo
Rat Jaw y ya solo me quedarán dos subidas que me parecen más favorables para
acabar la vuelta… No hay mucho tiempo para pensar… Al final me dejo llevar por
esta esperanza y salgo tras ellos… Hace años, cuando corrí el Tor des Geants y
afronté mi primera batalla con la gestión del sueño, llegué a la conclusión de
que este tema es como la gestión de los neumáticos en la Formula 1 (desde la
ignorancia). En el momento que los neumáticos se empiezan a gastar y el ritmo
se resiente, tienes que entrar a boxes. De igual manera, en el momento que te
caes de sueño es cuando tienes que tumbarte, dormirte inmediatamente y hacer un
reset. Ni antes, como he hecho yo sin aprovecharlo, ni después como estoy
haciendo ahora. Pero la decisión está tomada y ya estoy subiendo por las
terribles estribaciones de Little Hell.
En seguida tengo la sensación de que
me he equivocado, pero intento coger un paso rítmico , preldetrás de John. La
pendiente me parece tremenda, sobre todo en el tramo inicial hasta que cogemos
la zona más central del espolón. Cada vez resoplo más y tengo más sensación de
esfuerzo. Poco a poco voy haciendo la goma y me adapto más a la altura de
Damian, con quien seguimos el ascenso a unos 10 o 15 metros de John. Realmente
la subida se me hace muy dura, con una extraña mezcla de sensación de sueño y
esfuerzo. Entre resoplidos vamos superando escalones, hasta que una eternidad
más tarde aparecemos con alivio en lo alto del tramo llano. John lleva un punto
más y toma distancia al trote, mientras Damian y yo recuperamos algo el aliento
caminando. Salimos al tramo de pista… Por lo menos aquí no hay troncos y podemos
alargar el paso, pero en seguida nos desviamos a la izquierda para afrontar el
último tramo de subida, que también se me hace largo, hasta llegar a la cima
norte, donde está el LIBRO 9.
Damian sugiere hacer una “power nap”.
La idea era hacerla en la zona baja para no tener frío, pero como voy con la
sensación de haberme equivocado antes, me apunto al plan sin dudar demasiado.
Nos tumbamos junto a la roca del libro, apagamos los frontales e intento
relajarme entre el murmullo del viento y la noche… No estoy cómodo… Muevo el
cuerpo buscando una posición que se adapte al terreno, pero no hay manera.
Además, a pesar de la chaqueta una vez parado se nota el frío lo suficiente
como para ser molesto. Realmente no estoy dando una con esto del sueño… No sé
cuánto tiempo estuvimos tumbados, pero al rato aparece un frontal desde la subida.
Es Aurelien, que llega con actitud ágil y arranca su página del libro. “Is John
ahead?”.., Sí, sí, ahead está. Aurelien va en modo cazador total. Se le ve bien
y con la vista puesta al frente, forjando un final de carrera impresionante tal
y como se verá después. Damian y yo nos activamos mínimamente y salimos detrás
de él hasta la cima de la Lookout Tower, donde junto al punto de agua hay 2 o 3
personas aguantando estoicamente la noche, entre ellos Joe, el habitual amigo y
crew de Karel.
Aurelien hace rápido las
operaciones, mientras nosotros nos lo tomamos con algo más de calma. Me peleo
con el plástico que envuelve una fajita con aguacate y repongo el Tailwind de
uno de los flasks. “Shall we go?” me dice Damian… “No worries, you can
go, I will stop for a nap down here”… Lo digo en voz alta también para que
lo oiga Joe y actualice un poco a Anna (no podemos hablar directamente a la
gente externa a la carrera así que me busco una alternativa. Así que me quedo
un momento para acabar de comer un poco más, que también me hace falta, y salgo
en dirección a Rat Jaw. El sueño y la noche hacen que me cueste más seguir la
traza que esquiva en mayor medida las zarzas. Venga va, trotemos y activémonos
un poco que así antes llegará el momento de dormir un poco e intentar
reactivarnos. Voy bajando menos ágil que en las otras vueltas pero aún así el
tramo se cubre bastante rápido, así que pronto aparece la silueta de la
prisión. No le doy más vueltas, llego al rellano junto a la salida del túnel.
Hay una repisa de hormigón horizontal y un poco de hierba que me parece muy
buena opción para hacer el break. Me tumbo, me quito la mochila y me la pongo
de almohada. Miro el reloj, el que nos han dado, y programo la alarma para al
cabo de 10 minutos. Apoyo la cabeza y me relajo… Ahora sí, creo que a los 15
segundos estoy durmiendo…
La alarma me despierta y abro los
ojos, activado. Noto una frescura que me anima y me confirma que el sueño debe
haber tenido, dentro de las limitaciones de la situación, un efecto bastante
reparador. Sin perder el tiempo me levanto y destrepo hasta el túnel. Paso al
reborde intermedio y avanzo nuevamente por este mítico tramo. Poco a poco se
acerca la luz del otro extremo y al llegar a él vuelvo a enfrentarme al dilema
de cada vuelta. Vuelvo a mojarme los pies? No sé, por la noche hace más frío y
costará más que se sequen los pies. Además, he conseguido salvar razonablemente
los problemas de humedad en los pies. Venga va, probemos el agujero… Además
subiendo debería ser más factible que en bajada. Tiro los palos por encima y me
dispongo a trepar. Pongo un pie en la pared de la derecha y haciendo oposición
me apoyo en la de la izquierda. Pruebo de hacer el siguiente paso y alcanzar
con la mano el borde superior, pero me resbalo y me caigo a la base. No me he
hecho daño, pero dudo… Cruzo por el agua? Venga va, no, volvamos a probar.
Repito los pasos y alcanzo el borde superior con las manos. Tiro de fuerza de
brazos y sigo apoyando las piernas hasta que saco el cuerpo por encima y en una
postura seguramente poco estética acabo arrastrándome hasta el exterior del
maldito agujero. Me levanto…
De repente noto que algo no va bien…
La respiración me va a mil por hora y noto como si algo se me hubiese
atravesado en la garganta y me hace aspirar con fuerza para conseguir que entre
el aire. He hecho un esfuerzo considerable para trepar esos tres metros pero
esto no es normal. Intento recuperar la respiración pero la obstrucción sigue
ahí. Además de la sensación, cada vez que aspiro oigo un silbido que me deja
preocupado. Qué hago?... Bueno, avancemos, a ver cómo evoluciona. Me acerco al
poste donde está el LIBRO 10 y arranco la página correspondiente. Sigo
adelante, caminando tranquilo para ver si se soluciona el problema. El silbido
sigue… Me acerco al pie del inicio de la subida a Indian Knob. Activo un
momento el modo orientador, porque este punto es algo complicado. Miro la
brújula, identifico el depósito de agua y me encaro en un rumbo que me parece
correcto. Empiezo a subir intentando mantener un ritmo pausado… Nada, enseguida
se incrementa la dificultad para respirar y noto que me cuesta hacer entrar el
aire necesario. El silbido continua y me trae el recuerdo de una experiencia
pasada. Hace 4 años, en la Swiss Peaks, compartí buena parte de la carrera con
Etienne, un chico francés, muy buena gente. De hecho estoy en la Barkley en
buena medida gracias a él, pero esa es otra historia. Hacia el kilómetro 290 de
aquella carrera alcancé a Etienne, que avanzaba con dificultad en medio de una
subida. Se giró hacia mí y con la voz entrecortada me dijo “Tengo la sensación
de que me ahogo”. De su garganta salía un silbido que me recuerda bastante al
que tengo ahora. Aquel día acompañé a Etienne los siguientes kilómetros pero en
la siguiente base de vida los médicos le hicieron retirarse. El recuerdo me
intranquiliza… No puede ser, realmente la carrera va a acabar así? Me paro y me
dejo caer sobre los bastones, desmoralizado. Pruebo de subir un poco más, pero
volvemos a las mismas. Pruebo de toser, pero es tos seca, que no me permite
arrancar nada. Vuelvo a parar… Me debato entre sentimientos de rabia,
cansancio, preocupación, miedo, desconcierto… No sabría decir cuanto de cada
uno… Me preocupa principalmente que la cosa vaya a peor y el problema sea más
grave en un punto más inaccesible. Ahora mismo, más allá de la carrera la
situación no es dramática ni mucho menos. Me cuesta respirar, pero si estoy
parado, respiro más lento y listos. Pero delante de mí hay un tramo de dos
subidas y un tramo intermedio del que no conozco la escapatoria. Serían hacia 3
horas hasta el campamento en condiciones normales. En esta situación no tengo
ni idea. Sin móvil ni GPS hace falta un punto más de precaución y ser
consciente de que los problemas tienen que ser gestionados por uno mismo (ese
es el objetivo de la norma). Se acabó… Doy media vuelta y empiezo la retirada.
Al poco de bajar aparece una luz
allá delante. Debe ser Karel… “Karel?” llamo… “Yes, Albert?”… Me acerco hacia
él… “I can’t breath”… “Yes, me neither”… me responde mientras tose… Pero mi
problema no es la tos. “In Petros there is some police station where I can
look for help, right?”… “Yes, you can go to the post office, it’s open 24h and
you can be warm there”… “Ok, please tell Anna what happens and that I’ll try to
go back to camp somehow”… Le deseo buena suerte y consolido mi abandono bajando de
nuevo hasta la cárcel. El resto de la retirada lo podéis visualizar como un
alma en pena. Cruzo el recinto de la prisión para descubrir atónito que la
puerta está cerrada. Afortunadamente se puede saltar por encima razonablemente
así que me escapo de la cárcel cual James Earl Ray, esperando ser capaz de
recorrer más de 8 millas en las próximas 60 horas.
Avanzo por la carretera en dirección
a las luces de Petros. Al llegar a las primeras casas pruebo de gritar, aunque
soy consciente que a estas horas de la madrugada es poco probable que alguien
atienda a mi llamada. Al rato aparece un coche por detrás… Levanto la mano y
hago señas por si se para… Veo como reduce la velocidad y se para delante de
mí. Se abre la puerta y sale Joe, que me mira con cara de no entender lo que
pasa. “I stopped… I can’t breath”… Son Joe, David Limousin (otro participante
de la Carrera) y un periodista cuyo nombre no recuerdo, las tres personas que
estaban en la torre hace un rato. Muy amablemente me dejan sitio en la parte
delante. Mi cara debe ser un poema porque el coche arranca sin que nadie abra
boca. Poco a poco les explico lo que ha pasado… “I was so close”… El trayecto se
convierte en un volcar sentimientos y pensamientos que me recorren en ese
momento. Los tres me escuchan empáticamente. “You were looking great”… si, yo
también lo pensaba. Percibo que Joe entiende especialmente la situación,
después de haber acompañado a Karel en dos situaciones de abandono en la cuarta
vuelta. Llegamos al campamento de una manera que no hubiera querido. “Where
do you want to go?”… “Let’s go to the van first”… Me acerco y abro
la puerta. Anna está preparando la comida que tenía que ser para el próximo
avituallamiento. Me mira con cara de no entender nada. ¿He ido más rápido de lo
previsto?... No…“He parado”.
La verdad es que fue una pena. La
Barkley es la carrera en la que más me he implicado. Lo es desde la primera vez
que la preparé en 2020, y ha ido a más durante estos años. Nunca me había
sentido tan en forma como antes de esta carrera, y no sólo era una sensación
sino que los números de los entrenos así lo decían. Creía sinceramente que
estaba en condiciones de llegar hasta el final y ese era el objetivo. Una vez
en carrera todo fue sobre ruedas y las sensaciones confirmaban el optimismo con
que llegué. Creo que físicamente gestioné bien la carrera y también
mentalmente, estando siempre atento a posibles bajones y manteniendo un ritmo
de alimentación e hidratación correcto. En muchos momentos tuve la sensación de
poder ir más rápido y dudaba si me arrepentiría de no ser más ambicioso y tirar
a mi ritmo, aunque en todos esos momentos opté, creo que acertadamente, por mantenerme
en grupo para reducir el riesgo de errores y aprovechar el trabajo en equipo.
El margen de cuatro horas que teníamos al final de la tercera vuelta daba
garantías de poder afrontar el resto de la carrera con margen suficiente, tal y
como se demostró con el resultado de John, Karel y Aurelien.
El propio Laz, cuando me acerqué a
la Yellow Gate para comunicar oficialmente mi abandono y escuchar las místicas
notas de Taps, me dijo que en el campamento la gente pensaba que era quien
tenía más opciones de acabar, por la manera como se me veía en los tres finales
de vuelta anteriores. Ahora que aparece su figura, me parece oportuno comentar
un poco este personaje, cuya descripción habitual creo que no responde a la
realidad. Muchas veces, supongo que consecuencia de ser el principal creador de
una carrera al límite de lo posible, oigo adjetivos asociados a Lazarus Lake
como sádico, cruel, burlón, que disfruta haciendo sufrir a los corredores o que
cada vez que alguien acaba se mosquea y hace que la carrera del año siguiente
sea más difícil. Es verdad que el objetivo en el diseño de la carrera es
generar un objetivo que se encuentre al límite de lo posible, pero el objetivo
no es hacer sufrir (eso es un daño colateral) sino estar seguro de que afrontar
la carrera va a obligar a los participantes a sacar lo mejor de ell@s mism@s.
Siempre lo ha dicho en sus entrevistas y lo he podido captar este año, cuando
alguien consigue acabar no es una derrota. “I feel elevated” son sus palabras.
Me parece una de esas personas que por más que le escucho hablar, siempre
despierta mi atención y descubro nuevas ideas interesantes. Claro que tiene
comentarios dudosos, como el de que “la Barkley es demasiado dura para una
mujer”, pero francamente, creo que no piensa eso y que es más fruto de ese
rollo que a veces tienen los yankies de picarse y retarse sin atender a ser
políticamente correctos. Supongo que habrá opiniones para todo y tampoco soy
alguien que haya interactuado largo tiempo con él, pero en base a mi
experiencia lo que puedo decir es que Lazarus Lake me parece un personaje interesante
y en muchos aspectos brillante.
Y poco más que decir, aunque quizá
lo más importante. A veces consideramos estas carreras como una aventura
individual de conocimiento interior y encuentro con uno mismo. Como he dicho ya
en algún punto de esta interminable crónica, yo no me sentiría capaz de
afrontar este reto con ciertas probabilidades de éxito si no contase con y
sintiese el apoyo de una serie de personas que sé que han vivido este reto
conmigo, que se han alegrado cuándo mis evoluciones eran buenas y que sufrieron
conmigo el momento en que acabó mi aventura. Todo me llegó durante la carrera, el
aliento de los que seguíais la carrera por Twitter, los videos de apoyo
(gracias Javi ;-) ) que salieron de Tribuneros y UPCeros, los dos grupos más
prolíficos de mi teléfono, la empatía y comunidad que se creó en el foro que se
montó para carrera, la voz de mi sobrino Pau cantando “Tieeeet, tieeeet!”. Todo
se agradece infinitamente y multiplica las sensaciones que genera la carrera en
todos los sentidos. Por supuesto también la conexión con mi familia, que al fin
y al cabo son quienes me han acompañado, compartiéndolo más o menos pero
siempre con apoyo incondicional en todos los proyectos que me he ido planteando
a lo largo de estos años. Y por supuesto también a Anna, que es quien ha
ejercido de punta de lanza de todo ese ánimo, quien se ha currado un ultra de
asistencia durmiendo casi tan poco como yo para poder tener a punto todo y
tener en cuenta todas las variables que pueden jugar algún papel en el
avituallamiento entre vueltas, y sobre todo, quien ha compartido y en cierta
manera sufrido conmigo de manera más directa la carrera, y eso incluye no sólo
lo que pasa cuando Laz se enciende el cigarrillo sino también los meses de
preparación y los momentos de digestión de un resultado que supongo que es
inevitable pensar que tendré que intentar corregir en el futuro.
Besos y abrazos,
muy emocionante leer la cronica!!! detallada y emocionante!!! gracias por compartir...
ResponderEliminar´que buena y larga crónica...grande Albert, esperando ya la próxima...
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