El trail urbano es una nueva
modalidad que parece que está cogiendo fuerza. Teniendo en cuenta que cada vez
hay más gente que le da a esto de correr por el monte, y que mucha de esa gente
vive y entrena por ciudad, parece lógico que sea así. Si además le juntas un
nuevo filón de dónde las marcas puedan tirar a base de inventar nuevos tipos de
zapatillas y demás gadgets, pues ya está montado el chiringuito.
El Lyon Urban Trail lleva celebrándose desde 2008 y es seguramente la carrera más clásica dentro de esta modalidad. Lyon es una ciudad con un potencial bestial para montar una buena carrera. En la confluencia entre dos ríos, la zona oeste y la intermedia están cubiertas por dos colinas alargadas cuyos barrios están repletos de escaleras y calles con pendientes en las que tienes que aparcar con arnés. Pequeños parques con bosquecillos con vistas al río ponen el resto para permitir diseñar un recorrido (o varios) en el que poner a prueba al personal. El resultado: tres carreras, de 36, 23 y 13 kilómetros, con 1600, 1100 y 600 metros de desnivel positivo respectivamente.
Me llamó la atención desde el primer momento y sabía que estaba condenado a apuntarme, así que no me resistí demasiado. En vistas a la preparación de la larga distancia opté por los 36kms y las últimas semanas, casi diría desde que volví de Le Treg, han estado bastante enfocadas a esta carrera. Series en subidas, series en umbral aeróbico por el parque, y rodajes por el recorrido (footing vallonné, que le llaman aquí) para intentar hacer la carrera en condiciones y pelear un poco más que en la última, el Trail du Ventoux. Este domingo, 13 de abril, fue el día. La salida, 7h30 de la mañana, no apta para perezosos (las carreras de 23 y 13 salían a las 8h30 y 9h30 respectivamente). Ahí nos situamos…
Nada más salir del metro veo a
Sébastien Spehler, el tipo que ganó con la gorra el Trail du Ventoux,
calentando por la calle del ayuntamiento. Por si había alguna duda, esto no es
el Torneo de las Galletas, aquí va a haber buenos galgos. Casi mejor, así me
queda claro que el ritmo de cabeza no es mi ritmo y me centro en hacer mi
carrera. Caliento a conciencia 10-15 minutos porque hay poco más de 100 metros
de la salida a la primera cuesta y no conviene que me coja en frío. En la
salida me encuentro con François, que observa la escena una cabeza por encima
del resto. Lleva un par de semanas sin correr por lesión pero se lanza a la
aventura con la incertidumbre de una preparación dudosa. Nos deseamos suerte y
me escurro hacia las posiciones delanteras para coger buen sitio. Llego a
segunda fila tras el cajón de los “top”. El mencionado Sébastien Spehler, un
chaval de Salomon Thibaut “no sé qué” que si entendí bien es de la zona;
Jonathan Wyatt, neozelandés también de Salomon, una chica rusa que lleva
tatuado el logo (espero que le den el doble de pares de zapatillas),… Hablando
de zapatillas, el cajón de la élite es como la pasarela de moda para la próxima
temporada, donde puedes apreciar los modelos con los que te van a hurgar el
bolsillo el año que viene.
Últimamente he desarrollado un
radar especial para captar zapatillas. Voy al parque a correr y no hago más que
repasar el calzado del personal. Así que enseguida llamaron mi atención unas
Sense (las blancas y rojasde Salomon, esas que llenan el armario de Kilian en
la peli...) pero con una suela especialmente gruesa. Ya tenéis el Fórmula 1 de
Salomon para el Urban Trail. Y para acabar el repaso de esos momentos previos a
la salida (que llevo casi una página y todavía no ha empezado la carrera…) en
el extremo derecho veo un chaval con aire de marroquí, con una camiseta de
España y con un solo brazo. En seguida salgo de dudas cuando lo presenta el
“speaker”. Se trata de Abderraman Ait Kamouch, campeón paralímpico de maratón
en Pekin y subcampeón en Londres. Se lleva el mayor aplauso por parte del
público más madrugador. Ahí os dejo un enlace para que lo conozcáis: https://www.youtube.com/watch?v=DMJT81ElCrk
Y por fin llegamos a la cuenta
atrás y salimos, con una curva a derecha para empezar donde busco sitio entre
empujones. Un par de curvas saliendo de la Place de Terraux (la Plaza Mayor de
Lyon, para entendernos…) esquivando alguna que otra papelera y enfilamos una
recta que ya pica para arriba en dirección al Tunel de la Croix Rousse. Al
meterte en el túnel la cosa se pone seria. Antigua vía del primer funicular
urbano del mundo, ahora es una rampa de un 20% que te deja rápidamente en la
zona central del barrio de la Croix Rousse. Rápidamente si vas en coche… El
pelotón se estira y en cabeza se forma un grupillo de unos 10 corredores de que
colgamos unos 10 o 15 que vamos siguiendo un poco con la mirada. Tras el primer
calentón, 20 metros de plano hacia la derecha y bajamos por la calle paralela,
con las primeras escaleras que descender. Me preocupaban las posibles
aglomeraciones del inicio pero con la primera subida el grupo se ha estirado y
hay sitio de sobras, así que me pego al lateral y bajo de dos en dos, con la
mano que desliza por encima de la barandilla para dar un poco de estabilidad,
básicamente moral.
Al final de la bajada atrapo a Abderraman,
que el hombre en el descenso tiene pinta de pasarlo mal. La verdad es que la
falta de un brazo tiene que poner las cosas muy complicadas en este terreno
donde el equilibrio es tan importante. No obstante, en cuanto llega la
siguiente subida se giran las tornas y ahí la calidad de piernas hace su
trabajo y me saca unos buenos veinte metros. Me pasa algún otro corredor
mientras yo intento coger el ritmo por unos escalones demasiado bajos para
conformarte con subirlos de uno en uno, y demasiado anchos (convenio para el
resto del post: alto-bajo se refiere a vertical; ancho-estrecho se refiere a
horizontal en la dirección de avance) como para subirlos de dos en dos sin
quemarte. Al final hago un mix que igualmente me deja asfixiado y llego a lo
alto de esta segunda subida con las piernas y el corazón bien cocidos. Mientras
me pasa otro tío hago una reflexión y me doy cuenta que de esta forma voy
directo a la debacle. Tengo que coger un ritmo más moderado por lo menos
durante los primeros 4 o 5 kilómetros si no quiero que mi carrera acabe bien
pronto (de hecho mirando las pulsaciones al final de la carrera, la media más
alta durante un kilómetro es precisamente en el segundo).
Un trozo llano y una bajada hacia
el río por un parquecillo algo perdedor me ayudan a adoptar este planteamiento
de carrera. Giro a la izquierda por el borde del río, donde me encuentro
algunos espectadores madrugadores animando y atravieso la Saône por una
pasarela. Al otro lado me encuentro por primera vez a mis padres (no lo había
dicho pero han venido de visita el fin de semana) justo antes de enfilar hacia
la Gare de Saint Paul y la tercera subida de la carrera, que va a ser la más
larga. Un primer tramo de escaleras anchas y corribles que da acceso a una
subida eterna y bastante más empinada. Entrenando había subido por aquí
corriendo casi hasta arriba pero con el calentón, con lo que queda por delante,
y sobre todo al ver que los de delante se ponen a caminar, yo hago lo mismo.
Manos a las rodillas, de dos en dos y arriba. Aun así llego a la cima bien
calentito, y me cuesta unos 100 metros recuperar el aliento, mientras paso al
lado de la Basílica de Fourviere, que domina Lyon.
Admiro brevemente la vista
espectacular a esta hora de la mañana y me lanzo por las revueltas que llevan
al barrio viejo. La dinámica se vuelve positiva y paso a un corredor que tiene
pinta de haberse pasado de vueltas en el primer tramo. Las revueltas dan paso a
una escalinata empinadísima que agradezco no hacer en sentido inverso, paso por
la plaza de la catedral y afronto una nueva subida bastante más breve, donde me
encuentro a tres tipos que lo han dado todo durante la noche y están tomándose
la penúltima. Nueva bajada hacia la iglesia de Sant George y por otra pasarela
cruzo de nuevo la Saône. Llevo unos minutos
corriendo solo, pero aquí se abre el panorama y veo un poco la situación. A
unos 100 metros tengo a un tipo de rojo con una mochila relativamente grande y
50 metros por delante suyo está un chico negro jovencillo que me ha pasado hace
un rato y Abderraman.
Aprovecho el único kilómetro
llano de la carrera para coger un buen ritmo de crucero y acabar de estabilizar
mis pulsaciones, mientras voy recuperando terreno poco a poco respecto al
corredor que me precede. Viene ahora un tramo que alterna repechos con trozos
llanos en dirección al barrio de Saint Foy, al sur de la ciudad. Finalmente doy
alcance al tipo de rojo en unas escaleras bastante rotas que también obligan,
al menos a mí, a subir andando de dos en dos. Empiezo a notar en este punto las
ventajas de haber preparado bien la carrera y haber reconocido todo el
recorrido y la mayor parte, por lo menos dos veces. Anticipas todos los
repechos y sabes perfectamente donde puedes apretar un poco más o, por el
contrario, guardar fuerzas.
En la siguiente bajada mi
perseguidor se pega a mí pero en el repecho posterior se confirma la mejor
dinámica que yo llevo y me voy separando, mientras llego al primer
avituallamiento poco después del kilómetro 10. No me paro ni cojo nada pero me
recuerda que tengo que beber, así que echo mano del botellín que llevo en el
cinturón. Un repecho por una calle me lleva a un camino que rodea una colina ocupada
por un cuartel. De repente llega un tío por detrás con un ritmo mejor que el
mío. Le miro de reojo y no le veo dorsal, así que igual está fuera de carrera y
se ha metido en plan entreno (después resultará que lo llevaba en la pierna
opuesta). Le sigo a unos metros pero sin cebarme, que todavía no llevamos ni un
tercio de carrera. Todo este terreno es bastante más llano, con pequeños
repechos cortos y zonas de hierba en algún parque, pero que permiten mantener
una buena velocidad. En uno de los tramos llanos me giro y veo un tipo de
verde, alto y espigado que llega por detrás. Pues vaya, a ver si me va a
empezar a pasar todo el mundo ahora… yo pensaba que llevaba buen ritmo…
Atravesamos un recinto con pinta de hospital decadente, en el que el tío me
pasa quitándome las pegatinas. Emito un gruñido de desaprobación, en el fondo
creo que más hacia mi ritmo que hacia su maniobra. Le sigo de cerca pero
después de cruzar una calle enfilamos una bajada hormigonada en la que el tío
me saca 20 metros en 100. Brutal cómo baja el amigo con esas piernecillas. Voy
tirando con resignación, al menos veo que los repechos los hago algo más rápido
que él, pero no consigo compensar lo que me saca bajando.
Sigue la dinámica de repechos y
bajadas, prácticamente sin escaleras en este tramo, mientras nos vamos
acercando a la zona del teatro romano, pasando antes por una curiosa
puertecilla. Como los romanos no construían las cosas pensando en los
corredores de montaña, las escaleras son bastante difíciles de bajar, pero al
final consigo no descalabrarme ante la mirada de algo de público que se ha
acercado hasta aquí. Ya estoy nuevamente al lado de la Basílica de Fourvière, a
la que llego tras un tramo bastante mal marcado. No sé si acabo pasando por el
sitio correcto, pero está claro donde hay que ir, así que tiro adelante y
punto, no sin cierto cabreo.
Vuelvo a cruzar la plaza de la
basílica y entro en el Parc des Hauteurs por una pasarela. Aquí llega el
ecuador de la carrera (km 18) que paso en 1h22 y pico. Muy satisfecho de cómo
va la cosa y hasta visualizando un 2h45 que no esperaba para nada antes de la
carrera, aunque queda mucho y me da la impresión de que la segunda parte de la
carrera es más dura. El recorrido baja ahora por una pendiente de hierba que es
una pista de BTT. Mis zapatillas de asfalto no dan mucha seguridad en este
terreno así que bajo soltando piernas y sin forzar el ritmo. Abajo me encuentro
otra vez a mis padres, justo en un momento de respiro antes de afrontar otra
subida de escaleras tremenda, donde vuelvo a tirar de caminar con las manos en
las rodillas. 100 metros delante todavía veo a mis dos predecesores pero al
llegar arriba ya han desaparecido así que sigo mi rodaje en solitario. La falta
de gente a mi alrededor hace que a ratos tenga que meterme algo de caña
mentalmente para recordar que estoy en carrera y no relajar el ritmo. Vienen
ahora dos kilómetros bastante favorables, con más bajada que repechos, hasta
llegar a unas escaleras que llevan directamente al río. Las bajo de tres en
tres concentrado al ritmo de “tres, tres, tres,…” para intentar meter el pie
donde toca. Por fin se acaba la tensión, llego a suelo plano junto al río y me
dirijo a la izquierda hasta el puente que me ha de dejar en el último tercio de
carrera.
No sé en qué posición voy… probablemente
sobre el veinte, pero es que no veo a nadie ni delante ni detrás, lo que quita
algo de motivación. Después del puente la ruta deja escasos 50 metros de reposo
antes de afrontar un nuevo de escaleras, más o menos fáciles de correr pero que
acaban en un repecho de tierra donde no hay narices y vuelvo a echar las manos
a las rodillas. Un pequeño descansillo a la izquierda me deja en un agradable
parque por donde sigo subiendo entre los setos. De repente veo delante de mí a
un corredor de naranja (equipo Tecnica) de los que estaba en el cajón de élite
en la salida. Cuando te encuentras a alguien de repente es que va crujido… Lo
adelanto poco después de salir del parque y su cara pone de manifiesto que el
tío del mazo anda cerca. Llego a una bajada hormigonada con muchísima pendiente
donde paso el kilómetro 25. Voy bastante bien de cabeza y de piernas, pero me
tomo un gel (el segundo) para evitar que me pase como al compañero. Casi sin
descanso llega la siguiente subida y veo a unos 80 metros a otro corredor.
Trota y camina… mala señal. Hay pendiente, pero sin escaleras si uno va bien
estas cuestas las tiene que correr. Efectivamente le alcanzo poco después de
llegar a la cima y lo dejo atrás en el tramo llano. En la siguiente bajada me
recupera algo pero en vistas de lo que viene ahora me da la impresión de que
esta posición la tengo ganada.
Lo que viene ahora es una cuesta
de 400 metros al 24 por ciento que quita el hipo. Por suerte he venido un
montón de veces a entrenar por aquí y me conozco hasta los adoquines de la
acera así que tengo bastante calibrado el ritmillo que puedo coger. Aun así se
hace dura y llego arriba (km28) con la respiración bastante alterada. Aquí está
el último avituallamiento y pienso un momento si parar o no, pero sé que es pura
pereza y aún me queda agua, así que ralentizo el ritmo para beber de la botella
pero me fuerzo a seguir adelante. Sigue ahora una bajada curiosa por sendero
entre bosque, teniendo en cuenta que estamos en medio de la ciudad. 200 metros
llanos de transición y afronto la Montée de l’Église. Como os decía esta última
parte es la que me queda más cerca de casa y del trabajo y es mi terreno de
entreno. Tengo muy claro que me quedan esta subida y tres más. Ésta es más
larga que la anterior pero algo más tendida (sin probablemente bajar del 15%).
Vuelvo a estar solo, así que me toca volver a tirar de fuerza mental para no
dejarme ir. He pasado ya el kilómetro 30 y al llegar arriba empiezo a notar que
las piernas empiezan a estar pesadas. Miro el reloj y veo que el objetivo de
2h45 se va, y más teniendo en cuenta que quedan tres subidas muy duras. Una
nueva bajada rompe-rodillas me deja a orillas del otro río, el Ródano (km32).
La vista se abre y veo a unos 200
o 300 metros a dos corredores. Mira por dónde aún vamos a tener aliciente para
estos últimos kilómetros. Sigo la acera acuciado por este nuevo olor de presa y
500 metros más allá llego a la antepenúltima subida, la Montée de Lilas. Esta y
la siguiente son donde vengo a hacer las series normalmente así que todavía las
tengo más caladas. Aun así, por muy caladas que las tenga, después de 33kms de
repechos las piernas no están para muchas alegrías. Afortunadamente el primero
de mis predecesores está K.O. Es el tipo de blanco que me ha pasado hacia el
km12 a buen ritmo, el que no sabía yo si estaba en carrera pero ahora salgo de
dudas al verle el dorsal en la pierna. Me deja pasar directamente mientras
camino por unas escaleras bastante duras. El último tramo es por asfalto y
permite trotar. Noto que me voy acercando también al otro corredor (un tipo de
azul que me pasó en la segunda subida), pero en la bajada el tío recupera y se
me aleja. Ufff, este no va a vender su piel tan fácilmente…
De camino hacia la penúltima
subida me encuentro con una pequeña sorpresa. El recorrido no es como yo
pensaba sino que hace un pequeño quiebro a la derecha y añade unos 25 o 30
escalones no previstos. “Mierda… no estoy para estos sustos…”. Empiezo a dudar
de si voy a alcanzar al de delante. Llego a la subida y el tío se mantiene a 20
metros. Subo con las manos en las rodillas, mirada al suelo y sin ver más allá
del metro que me permite la visera. Tanto es así que estoy a punto de comerme
un carrito de bebé que están bajando por la canalera por la que subo (no es la
mejor idea que han tenido en su vida…). En lo alto mi predecesor gira la cabeza
y me ve sufriendo. Creo que eso le anima porque al llegar yo a la cima el
hombre ya está en el fondo de la calle corriendo a buen ritmo. Pasamos el
kilómetro 34 y alternamos tramos planos con otros de escaleras. No le recorto,
más bien al contrario, pero ahora llegamos a un tramo de escaleras algo más
técnico. He recuperado algo de aliento y me dejo caer por las escaleras con
zancada amplia. El camino va describiendo eses así que no le veo, pero oigo sus
pasos cada vez más cerca. Por fin
desembocamos en una calle que nos deja en el
paseo del río y veo que lo vuelvo a tener a 15 o 20 metros. Giramos a la
derecha hacia el último repecho, que es nuevo de este año y que yo
afortunadamente conozco de un día que vinimos a entrenar por aquí con François.
Veo que el chico llega al pie de la subida y hace un gesto de sorpresa. “Vaya,
así que no la conoces… Pues me parece que no te va a gustar nada…”
Cuando veo su sorpresa siento que
he ganado puntos en esta pelea (sana, eso siempre…). Este
último regalo es una
escalera muy empinada de unos 150 metros con escalones estrechos y muy altos.
Yo empiezo ya caminando directamente, de dos en dos con las manos en las
rodillas. Alcanzo por fin al otro corredor, que se he venido abajo moralmente
ante estas escaleras al más puro estilo del Señor de los Anillos. Me saluda
con una sonrisa de resignación. Yo no voy muy fino pero intento apretar un poco
para consolidar el adelantamiento. Seguimos subiendo como Frodo y Sam camino de
Cirith Ungol, afortunadamente sin encontrar a la Araña en la cima… Cruzamos una
calle y aún queda otro tramo de escaleras. Aprieto los dientes y me lanzo en el
siguiente tramo de llano que pica un poco para abajo. Entro en el último
kilómetro. Sé que no queda ninguna dificultad más. Todo es un callejeo en
zigzag por el barrio de la Croix Rousse, con algunos tramos de escaleras por
los que bajo concentrado y a buen ritmo. Echo miradas de reojo hacia atrás y
veo que me distancio de mi perseguidor. Por fin llego al final de la bajada y
entro en la plaza Louis Pradel, ya con el Hotel de Ville al fondo. Aumento el
ritmo ayudado por el ligero descenso. En medio del sprint oigo a alguien que
grita mi nombre y veo a Martin y Valentin, dos compañeros del trabajo, que me
animan. Les saludo y creo que consigo dibujar una ligera sonrisa, mientras me
giro para ver si mantengo la distancia. Entro al Hotel de Ville (el
ayuntamiento, para entendernos…) entre los ánimos de la gente, que a esta hora
y en este lugar céntrico sí que da mucho color a la carrera. Cruzo el patio
interior con los últimos 8 escalones de subida y salgo por los escalones de la
puerta de la Place de Terraux. Unos metros más allá, la ansiada meta!
El tiempo final: 2h48’38’’. Algo
peor de lo que veía a mitad de carrera, pero lógico teniendo en cuenta la mayor
dureza del final y sobre todo bastante mejor de lo que esperaba antes de la
carrera, cuando el objetivo era bajar de tres horas. Junto a mí entra flechado
un tío de la carrera de 13kms. Enseguida veo a mis padres que me confirman la
posición: 13º!! Muy contento. Uno siempre lo querría hacer mejor, pero la
verdad es que creo que he hecho una buena gestión del esfuerzo, he acabado en
la mejor posición que he tenido durante la carrera y tengo la sensación de que
la gente que ha quedado por delante, en este momento y en esta carrera,
sencillamente es mejor que yo. Puntos a mejorar: seguramente el ser capaz de
automotivarme más en ese tramo en el que he corrido bastante sólo y poner un
punto más de ritmo. No iba especialmente alto de pulsaciones, entre 162 y 168,
cuando los entrenos de series (de 4, 6 o 8kms) los hago sobre 170. También es
cierto que en carrera las subidas suponen picos de pulsaciones que dejan
huella.
Por seguir con el análisis técnico
(apartado dedicado a Pere, uno de los más fieles lectores, que siempre lo
reclama ;-) ), la carrera la hice con unas zapatillas Saucony (Cortana 3) que compré hace 3
semanas. Son zapatillas de ruta, bastante ligeras y con un drop de 4mm (esto me
daba un poco de miedo porque siempre he tenido zapatillas con más talón, pero
al final me han ido muy bien). La zona delantera bastante amortiguada, lo que
va muy bien en estos descensos por escalones o calles inclinadas. El único
material obligatorio era medio litro de agua, punto que yo he cumplido a base
de un cinturón (el Salomon con un bidón de forma triangular que se adapta muy
bien). Además del agua he llevado tres geles, de los cuales me he tomado dos,
uno en el km13 y otro en el km25.
Sobre la gente de delante, la carrera
la ganó Sébastien Spehler con un tiempo de 2h25’15’’ (que ya es correr…). Aquí
os dejo los resultados:
A nivel de hidratación, la opción
más elegida era el cinturón con un bidón, aunque creo que Jonathan Wyatt
llevaba una de esas bolsas de hidratación en la mano. Aparte de eso juraría que
alguno no llevaba nada de nada… estamos en lo de siempre…
Para acabar, os dejo unas fotillos gentileza de François, el rey del "Imprimir Pantalla"...
Nada más, os dejo. Después de
esta carrera con un buen regusto, toca meterse de lleno en la larga distancia.
Si todo va bien en un par de semanas haré un Rogaine de 12horas (aunque solo y
por tanto fuera de competición, ya que Jaume no puede correrlo y no he
encontrado pareja) y dentro de 4 una de 105 en la zona de la Drôme, a unos
140kms de Lyon. Aquí estaremos para contarlo.
Besos y abrazos
Gracias crack por el detalle técnico. Muy buena crónica!!! Tengo ganas de verte en vivo. A ver cuando vienes a correr por Lleida.
ResponderEliminarDespués de leer la descripción de la pre-carrera y con la calidad que tienes, creo que necesitas un patrocinador que te llene el armario de zapas.