Ahí vamos con la primera de las carreras de la temporada post-Treg, la primera de las etapas de preparación para llegar bien a los objetivos importantes del verano, aunque por mucha preparación que sea, siempre que uno se pone un dorsal la competición es la competición.
El Trail du Ventoux es una carrera mítica del calendario de trail running francés, que este año celebraba su 12ª edición. Una pequeña modificación a causa de la nieve dejaba el recorrido en 48 kilómetros y unos 2800m de desnivel positivo. Siendo la primera de las pruebas de las Trail Series de Francia (lo que sería la liga nacional) se acumulaban aquí toda una serie de galgos de mucho nivel. Viendo el panorama (y juro que no apaño el pronóstico a sabiendas del resultado...) una posición entre los 50 primeros la consideraba como algo positivo, buen resultado entre los 40 y de fiesta total quedar hacia el 25, más teniendo en cuenta el momento de mi calendario y que la distancia no es la que más me convenía.
En estas condiciones, nos plantamos el sábado en Bédoin, pueblo al pie del Mont Ventoux de donde sale la carrera. Me acompaña François, un amigo del trabajo que se ha traido un mochilón con comida para una semana y se va a dormir a una cabaña de por ahí arriba o en caso de que se la encuentre cerrada, en tienda de campaña. François es un superviviente, un tallo de 2,04 de altura cuyo cuerpo tiene un funcionamiento termodinámicamente extraño. Es la única persona del mundo que puede ir en bici a -20ºC en manga corta y un impermeable. Y es la única persona del mundo que juega a baloncesto con guantes, que es la única parte del cuerpo en la que siente el frío.
Yo por mi parte me quedo por la tarde de relax en el coche, leyendo y pasando el rato. Finalmente decido dormir dentro del coche. Esta mañana he cortado un trozo del colchón de un sofá viejo que había en el aparmento (que no había tirado medio por pereza medio por Síndrome de Diógenes) y me ha quedado algo bastante apañado que entra perfecto entre el maletero y los asientos de atrás abatidos, así que tengo un nuevo recurso para futuras expediciones. De esta forma la noche pasa bastante bien, aparte de las 6 veces que voy al baño por culpa de la manía de la sobrehidratación del día de antes de la carrera. A la mañana siguiente, preparo la mochila (la Salomon de 5l con impermeable, camelbak con medio litro, 3 sobres de compota de frutas, manta de supervivencia y una botella casi llena de Powerade) y me voy para la salida. Llegan las 8 de la mañana, cuenta atrás...
Como ocurre en todas las carreras francesas se sale a ritmo de 800 metros lisos, acuciado aún más por una caprichosa curva a 50 metros de la salida. La manada de búfalos enfila una carreterilla estrecha en la que todo el mundo pelea la posición con las técnicas más diversas. A pesar de no haber salido lento, enseguida me encuentro con 150 o 200 personas delante. Intento mantener la calma porque me he prometido que en los primeros kilómetros voy a fijarme únicamente en mi ritmo. Llega un primer repecho y noto que las pulsaciones suben y las piernas pican, pero algunos de los "sprinters" de la salida empiezan a caer hacia atrás. Tras un tramo de arena que me trae recuerdos contradictorios, llegamos al inicio de la subida de verdad. A grandes rasgos, la carrera se divide en unos primeros 20kms que nos llevan hasta la cima del Mont Ventoux (1912m), una bajada de unos 10, un tramo rompepiernas de otro tanto y una ultima bajada de 8 para completar los 48 del recorrido.
La subida alterna tramos de pista pedregosa con senderillos entre bosques de pinos, con una pendiente que excepto en algunos tramos concretos, permite trotar relativamente bien. Sigo centrado en mis sensaciones y en mi ritmo, más aún cuando de la gente que está a mi alrededor no se quién hace el recorrido largo y quién el corto alternativo de 24kms. El recorrido ofrece incluso algunos tramos llanos que permiten recuperar el aliento en teoría, pero la gente los aprovecha para apretar y voy un poco apurado, sin haber entrado todavía en carrera. Poco a poco me voy encontrando mejor y en un tramo en ligero descenso, hacia el kilómetro 10, noto que las piernas están más frescas y que empiezo a adelantar a gente. La bajada acaba bruscamente en un sendero que sube a tope pero noto que lo puedo trotar con comodidad y que voy recuperando posiciones, lo cual me anima bastante. Lo malo es que el sendero es estrecho y cuesta adelantar así que acabo caminando bastante trozo a pesar de que creo que podría llevar un puntito más (a veces hay que echarle un poco más de morro y poner el intermitente claramente...).
En una dinámica positiva pero aún con mucha carrera y mucha gente por delante, llego al avituallamiento del kilómetro 13. Apenas he pegado un par de tragos así que no repongo agua, le pego un trago a una botella de sales (malísimas), pillo un plátano y pa'lante... Un poco más adelante está el desvío de los dos recorridos, en el que nosotros cogemos el ramal de la izquierda para seguir cresteando hacia lo alto de la montaña. Estoy en medio de la lucha por la tercera posición femenina, entre una tal Caroline que va de azul y otra chica de rojo cuyo nombre no recuerdo, que parece ser del equipo Tecnica. Ahora mismo apuesto por la de rojo, porque la de azul pega unos resoplidos de órdago. Van apareciendo las primeras clapas de nieve. No está mal, estamos ya a 1400 metros, tenía miedo de encontrarla más abajo (la semana pasada hice un entreno en el que a 1000 metros ya tenía nieve por la rodilla). Junto con las dos chicas vamos pasando algún que otro corredor por terreno cada vez más cubierto, pero que con la huella de los que han pasado antes se sube bastante bien.
Sobre los 1500m llegamos a un cruce de una pista donde me encuentro a François que tira algunas agradecidas fotos con su cámara subacuática (no me preguntéis qué hace alguien en la montaña con una cámara subacuática, pero la cuestión es que las ilustraciones de esta crónica son gracias a ello). Aquí nos metemos en la cara norte y eso significa que el terreno ya es nieve o nieve. Aún así, sigo con mi dinámica positiva, la cabeza fresca y me noto bastante ágil buscando los mejores puntos de apoyo para los pies, así que adelanto otros dos o tres corredores mientras la lucha por el bronce femenino sigue detrás de mí. Tras un tramo llano enfilamos la carretera, ahora nevada, del mítico Mont Ventoux. Pica un poco pero la nieve está dura y sigo con mi ritmillo, mientras noto como por detrás llega la chica de azul, con sus resoplidos y con muy buen ritmo. En estas que salimos del bosque...
No hace falta ser un lince ni un erudito de la lengua francesa para deducir que "Ventoux" significa ventoso. Quizá hayáis visto alguna etapa del Tour por la tele en la que los ciclistas suben este puerto y todos los favoritos están escondidos detrás del gregario pringao de turno que anda tirando del grupo porque hace un viento de pelotas. Bueno pues tras algunos aperitivos que hemos recibido en algún claro del bosque más abajo, aquí nos encontramos con la cruda realidad. Un viento racheado que hace que te tambalees y que dificulta en gran medida el colocar los pies donde toca. Con cierto desengaño, me doy cuenta de que sopla de espaldas y de que quizá ese sea el motivo por el que me estoy encontrando bien. Sea como sea, sigo a lo mío, y junto con las dos chicas y otro corredor que se ha unido vamos acercándonos a varios corredores que se ven por delante. A la derecha se ve ya el antenón que culmina la montaña y toda la zona superior completamente pelada de vegetación. El camino bordea la montaña en constante subida y pasando de largo hasta que llegamos a una revuelta donde el viento pasa a soplar de cara. Zas! En toda la boca! Esto es otra cosa. Me inclino hacia delante y sigo trotando adelantando a algún corredor que ha decidido que con este panorama no está para muchas alegrías. Seguimos el grupito de cuatro hasta la siguiente curva que ya está en lo alto de la cresta, lo que promete aún más festival. Efectivamente, veo a la chica de rojo, que ha llegado justo antes que yo, como está totalmente parada con las piernas abiertas buscando estabilidad. Intenta arrancar pero sale en dirección perpendicular a la que le interesa. Bufff, esto tiene mala pinta... Efectivamente, llego a la curva y la cosa está muy fea. Como bienvenida el viento me levanta las gafas de sol, que por suerte recupero en un par de movimientos ágiles. Me vienen a la cabeza recuerdos de la aventura de Bastions el año pasado (creo que no llega a ese punto pero poco le falta...)
Estoy en una recta junto a la cima donde nos hemos juntado un grupo de unos 8 corredores. La situación es infernal, con un viento lateral que truena en los oídos, lanza cristales de nieve contra la cara y provoca zancadillas como la peor versión de Pepe. Afortunada y contradictoriamente me encuentro en el mejor momento de la carrera, así que decido aislarme mentalmente del cataclismo y, aplicando mis conocimientos en física (ojo, sección freak...), busco el equilibrio entre la fuerza de rozamiento del viento y mi propio peso. El resultado es un tipo corriendo con el cuerpo inclinado 45 grados, gafas de sol en mano, en una postura grotesca pero eficaz, ya que voy adelantando a todo el grupo. Llego al punto más alto y saludo a un campeón de la organización que está filmando (https://www.youtube.com/watch?v=FiDVbS5NVlQ... la parte central es arriba, y en el 5'20'' de hecho paso yo... me consuela ver que los primeros también se trastabillan).
Del grupo que nos habíamos juntado nos quedamos delante Caroline (parece que los resoplidos eran de mentira) y yo, que hemos digerido mejor el vendaval. El siguiente tramo es a toda cresta con lo cual el viento nos lo seguimos comiendo con patatas. La nieve esconde las piedras de debajo y un par de veces estoy a punto de acabar con el tobillo mirando a Cuenca, así que concentro mis neuronas en la suela de los pies. Por fin las cintas indican un giro a la derecha que nos hace abandonar progresivamente la cresta y entrar en una zona meteorológicamente más agradecida. Me sigo encontrando bien (ay que decir que es bajada...) y adopto un ritmo de crucero bastante bueno, agil pero sin ir asfixiado. Paso a un par de corredores que tienen pinta de haberse pasado en la primera parte y cruzo la carretera antes de llegar al avituallamiento del km31, al que llego justo detrás de la segunda chica (otra de rojo, que pasa a ser la chica de rojo, porque la chica de rojo anterior ya no la veré más... en fin, no importa...). Aprovecho los últimos 100 metros para tomarme el segundo sobre de compota (el primero me lo he tomado por allí arriba, en medio del vendaval) y de esa forma cuando llego pego un buen trago de una botella para pasarla. Tengo media botella de Powerade y creo que aún me queda bastante agua en el Camelbak así que no repongo líquido, pillo un par de trozos de naranja y tiro adelante por un repecho, justo detrás de Caroline, que al ver a la segunda a tiro ha pasado por el avituallamiento como una exhalación.
Sigo detrás a unos metros y al acabar la subida pego un trago de agua. Me llega un sorbo y detrás, el vacío... Mierda! Pero si llevaba bastante y casi no he bebido! Vuelvo a probar con la esperanza de que estuviese mal colocada la bolsa de agua... Nada. No queda nada de agua y además sin avisar (normalmente antes de acabarse el agua te llegan unos cuantos tragos mezclados con aire). No os negaré que la sorpresa me supone un palo moral. Quedan 16kms y si no me equivoco no hay ningún avituallamiento más. Voy a tener que racionar los 4 o 5 tragos de Powerade que me quedan y con un calor que va en aumento.
No se si por el palo anímico pero noto que me empiezan a fallar las fuerzas. Caroline, que llevaba el mismo ritmo que yo, se me va alejando lentamente mientras vamos superando pequeños repechos. Entramos en un terreno rompepiernas de esos que se hacen duros cuando no los conoces, porque no tienes referencias y no sabes cuánto te queda. Son esas subidas que no aparecen en el perfil oficial de la carrera pero que son las que más acaban doliendo. En los tramos llanos ruedo relativamente bien pero las subidas me cuestan y voy con miedo de pillar el pajarón definitivo al no poder beber. Aún así alcanzo algunos corredores y les pregunto si queda algún punto de agua. Nadie parece saber, excepto uno que dice que sí hay uno pero no sabe dónde. Bueno eso me anima un poco. Imagino que será hacia el km40, donde se vuelven a encontrar el recorrido largo y el corto. Alcanzo otro corredor mientras cruzo una vaguada, donde un tipo que está viendo la carrera me dice que voy el 50. La verdad es que me supone un ligero bajón porque pensaba que con la gente que había ido adelantando ya iba más adelante. Bueno, al menos estoy en el objetivo mínimo que me había marcado y creo que aún con esta dinámica no tan buena como antes, puedo ser capaz de cumplirlo.
Voy yendo cada vez más justo y no dejan de aparecer nuevas subidas que ya hago andando prácticamente en su totalidad. Coincido un rato con un chico que, al verme preguntando constantemente por el agua, me ofrece de la suya. La verdad es que es un detallazo, con el calor que hace uno nunca sabe si la va a necesitar más tarde. Pero no es justo, es mi error el no haber calculado bien, así que le digo que gracias pero que ya me apañaré con la botella de Powerade hasta el supuesto avituallamiento. Pasan los kilómetros y por fin identifico el valle por el que vamos a bajar definitivamente hasta la meta. Aquí cerca debe estar el avituallamiento. El reloj me marca el kilómetro 40. Ni rastro. Enfilo un sendero en descenso que se mete por un desfiladero cada vez más cerrado. Kilómetro 41. Nada de nada. Empiezo a asumir que no va a haber avituallamiento. En el 42 pego un penúltimo sorbo de Powerade y sigo bajando. Afortunadamente el terreno es favorable y vuelvo a tener un ritmo aceptable. En el lado negativo estan mis pies, que me molestan desde hace rato porque no llevo los cordones bien apretados y me voy llevando golpes en los dedos.
De repente un ruido de agua rompe la dinámica del descenso. Un riachuelo! El torrente aparece salvador desde la derecha. Me paro y pego los labios a la roca tragando agua largo y tendido. Me quedaría ahí todo el día, pero tengo que evitar llenarme la tripa, así que sigo adelante. Paso a un par de corredores antes de llegar a un desvío que marca el final del descendo. Giro a la derecha y afronto un primer repecho en el que alcanzo a otro corredor. Aún así la subida me vuelve a hacer caminar, aunque por suerte no es muy larga. Tengo ganas de acabar ya, así que le pregunto a una chica del público que cuanto queda. "Dos coma tres"... Joder, que precisión, tiene que estar segura! Sigo el descenso por una pista viendo que los corredores a los que pasado no están de humor como para pelear posiciones y que por delante tampoco tengo a nadie cerca. Los metros van avanzando en el reloj y me acerco a la supuesta distancia de meta y veo que no aparece por ninún lado. Rodeo un campo y cruzo por un curioso tunel. Al otro lado hay un tipo de la organización que me dice que queda un kilómetro... Bueno, pues nada. Un segundo hombre me reitera la distancia a meta. Rodeo otro campo pero sigue sin aparecer el repecho que sé que ha de estar al lado de meta. Un kilómetro más tarde pregunto a otra chica y me dice que 500-600 metros. Como soy un pesao, 200 metros más tarde vuelvo a preguntar y me dicen que 800... Me está bien empleado, por plasta. Decido cerrar el pico e ir tirando y, ahora sí, oigo los altavoces de la meta. Antes de ir hacia ella el camino lleva hacia un corto pero duro repecho. Lo supero, nuevamente andando, y miro el reloj. 5h29. Decido hacer un pequeño sprint para bajar al menos de las 5h30 y entro en meta concretamente en 5h29'40''.
No ha sido la carrera de mi vida, ni mucho menos, pero tampoco llego descontento. Finalmente he llegado en posición 45 (41 chicos y 3 chicas por delante), que en una carrera de buen nivel como esta, pues no está mal. Creo que sin el problema... llamémosle error, por su nombre... del agua, hubiese seguido bien el ritmo de la chica de azul, Caroline, que finalmente ha quedado segunda, siete minutos delante de mí. Quitando ese tema no me he encontrado mal, sobre todo teniendo en cuenta que estoy en la primera fase de entreno después de Le Treg. Tocará seguir cogiendo el ritmo de entreno y ver qué tal se dan las siguientes carreras. Vienen dos fines de semana para ir al monte a entrenar y conocer nuevos sitios y un tercero de paréntesis en una despedida de soltero, que intentaremos que no castigue las aspiraciones de la carrera que me toca al fin de semana siguiente, el Lyon Urban Trail (13 de abril). Aquí estaremos para contarlo.
Besos y abrazos
Como ocurre en todas las carreras francesas se sale a ritmo de 800 metros lisos, acuciado aún más por una caprichosa curva a 50 metros de la salida. La manada de búfalos enfila una carreterilla estrecha en la que todo el mundo pelea la posición con las técnicas más diversas. A pesar de no haber salido lento, enseguida me encuentro con 150 o 200 personas delante. Intento mantener la calma porque me he prometido que en los primeros kilómetros voy a fijarme únicamente en mi ritmo. Llega un primer repecho y noto que las pulsaciones suben y las piernas pican, pero algunos de los "sprinters" de la salida empiezan a caer hacia atrás. Tras un tramo de arena que me trae recuerdos contradictorios, llegamos al inicio de la subida de verdad. A grandes rasgos, la carrera se divide en unos primeros 20kms que nos llevan hasta la cima del Mont Ventoux (1912m), una bajada de unos 10, un tramo rompepiernas de otro tanto y una ultima bajada de 8 para completar los 48 del recorrido.
La subida alterna tramos de pista pedregosa con senderillos entre bosques de pinos, con una pendiente que excepto en algunos tramos concretos, permite trotar relativamente bien. Sigo centrado en mis sensaciones y en mi ritmo, más aún cuando de la gente que está a mi alrededor no se quién hace el recorrido largo y quién el corto alternativo de 24kms. El recorrido ofrece incluso algunos tramos llanos que permiten recuperar el aliento en teoría, pero la gente los aprovecha para apretar y voy un poco apurado, sin haber entrado todavía en carrera. Poco a poco me voy encontrando mejor y en un tramo en ligero descenso, hacia el kilómetro 10, noto que las piernas están más frescas y que empiezo a adelantar a gente. La bajada acaba bruscamente en un sendero que sube a tope pero noto que lo puedo trotar con comodidad y que voy recuperando posiciones, lo cual me anima bastante. Lo malo es que el sendero es estrecho y cuesta adelantar así que acabo caminando bastante trozo a pesar de que creo que podría llevar un puntito más (a veces hay que echarle un poco más de morro y poner el intermitente claramente...).
En una dinámica positiva pero aún con mucha carrera y mucha gente por delante, llego al avituallamiento del kilómetro 13. Apenas he pegado un par de tragos así que no repongo agua, le pego un trago a una botella de sales (malísimas), pillo un plátano y pa'lante... Un poco más adelante está el desvío de los dos recorridos, en el que nosotros cogemos el ramal de la izquierda para seguir cresteando hacia lo alto de la montaña. Estoy en medio de la lucha por la tercera posición femenina, entre una tal Caroline que va de azul y otra chica de rojo cuyo nombre no recuerdo, que parece ser del equipo Tecnica. Ahora mismo apuesto por la de rojo, porque la de azul pega unos resoplidos de órdago. Van apareciendo las primeras clapas de nieve. No está mal, estamos ya a 1400 metros, tenía miedo de encontrarla más abajo (la semana pasada hice un entreno en el que a 1000 metros ya tenía nieve por la rodilla). Junto con las dos chicas vamos pasando algún que otro corredor por terreno cada vez más cubierto, pero que con la huella de los que han pasado antes se sube bastante bien.
Sobre los 1500m llegamos a un cruce de una pista donde me encuentro a François que tira algunas agradecidas fotos con su cámara subacuática (no me preguntéis qué hace alguien en la montaña con una cámara subacuática, pero la cuestión es que las ilustraciones de esta crónica son gracias a ello). Aquí nos metemos en la cara norte y eso significa que el terreno ya es nieve o nieve. Aún así, sigo con mi dinámica positiva, la cabeza fresca y me noto bastante ágil buscando los mejores puntos de apoyo para los pies, así que adelanto otros dos o tres corredores mientras la lucha por el bronce femenino sigue detrás de mí. Tras un tramo llano enfilamos la carretera, ahora nevada, del mítico Mont Ventoux. Pica un poco pero la nieve está dura y sigo con mi ritmillo, mientras noto como por detrás llega la chica de azul, con sus resoplidos y con muy buen ritmo. En estas que salimos del bosque...
No hace falta ser un lince ni un erudito de la lengua francesa para deducir que "Ventoux" significa ventoso. Quizá hayáis visto alguna etapa del Tour por la tele en la que los ciclistas suben este puerto y todos los favoritos están escondidos detrás del gregario pringao de turno que anda tirando del grupo porque hace un viento de pelotas. Bueno pues tras algunos aperitivos que hemos recibido en algún claro del bosque más abajo, aquí nos encontramos con la cruda realidad. Un viento racheado que hace que te tambalees y que dificulta en gran medida el colocar los pies donde toca. Con cierto desengaño, me doy cuenta de que sopla de espaldas y de que quizá ese sea el motivo por el que me estoy encontrando bien. Sea como sea, sigo a lo mío, y junto con las dos chicas y otro corredor que se ha unido vamos acercándonos a varios corredores que se ven por delante. A la derecha se ve ya el antenón que culmina la montaña y toda la zona superior completamente pelada de vegetación. El camino bordea la montaña en constante subida y pasando de largo hasta que llegamos a una revuelta donde el viento pasa a soplar de cara. Zas! En toda la boca! Esto es otra cosa. Me inclino hacia delante y sigo trotando adelantando a algún corredor que ha decidido que con este panorama no está para muchas alegrías. Seguimos el grupito de cuatro hasta la siguiente curva que ya está en lo alto de la cresta, lo que promete aún más festival. Efectivamente, veo a la chica de rojo, que ha llegado justo antes que yo, como está totalmente parada con las piernas abiertas buscando estabilidad. Intenta arrancar pero sale en dirección perpendicular a la que le interesa. Bufff, esto tiene mala pinta... Efectivamente, llego a la curva y la cosa está muy fea. Como bienvenida el viento me levanta las gafas de sol, que por suerte recupero en un par de movimientos ágiles. Me vienen a la cabeza recuerdos de la aventura de Bastions el año pasado (creo que no llega a ese punto pero poco le falta...)
Estoy en una recta junto a la cima donde nos hemos juntado un grupo de unos 8 corredores. La situación es infernal, con un viento lateral que truena en los oídos, lanza cristales de nieve contra la cara y provoca zancadillas como la peor versión de Pepe. Afortunada y contradictoriamente me encuentro en el mejor momento de la carrera, así que decido aislarme mentalmente del cataclismo y, aplicando mis conocimientos en física (ojo, sección freak...), busco el equilibrio entre la fuerza de rozamiento del viento y mi propio peso. El resultado es un tipo corriendo con el cuerpo inclinado 45 grados, gafas de sol en mano, en una postura grotesca pero eficaz, ya que voy adelantando a todo el grupo. Llego al punto más alto y saludo a un campeón de la organización que está filmando (https://www.youtube.com/watch?v=FiDVbS5NVlQ... la parte central es arriba, y en el 5'20'' de hecho paso yo... me consuela ver que los primeros también se trastabillan).
Del grupo que nos habíamos juntado nos quedamos delante Caroline (parece que los resoplidos eran de mentira) y yo, que hemos digerido mejor el vendaval. El siguiente tramo es a toda cresta con lo cual el viento nos lo seguimos comiendo con patatas. La nieve esconde las piedras de debajo y un par de veces estoy a punto de acabar con el tobillo mirando a Cuenca, así que concentro mis neuronas en la suela de los pies. Por fin las cintas indican un giro a la derecha que nos hace abandonar progresivamente la cresta y entrar en una zona meteorológicamente más agradecida. Me sigo encontrando bien (ay que decir que es bajada...) y adopto un ritmo de crucero bastante bueno, agil pero sin ir asfixiado. Paso a un par de corredores que tienen pinta de haberse pasado en la primera parte y cruzo la carretera antes de llegar al avituallamiento del km31, al que llego justo detrás de la segunda chica (otra de rojo, que pasa a ser la chica de rojo, porque la chica de rojo anterior ya no la veré más... en fin, no importa...). Aprovecho los últimos 100 metros para tomarme el segundo sobre de compota (el primero me lo he tomado por allí arriba, en medio del vendaval) y de esa forma cuando llego pego un buen trago de una botella para pasarla. Tengo media botella de Powerade y creo que aún me queda bastante agua en el Camelbak así que no repongo líquido, pillo un par de trozos de naranja y tiro adelante por un repecho, justo detrás de Caroline, que al ver a la segunda a tiro ha pasado por el avituallamiento como una exhalación.
Sigo detrás a unos metros y al acabar la subida pego un trago de agua. Me llega un sorbo y detrás, el vacío... Mierda! Pero si llevaba bastante y casi no he bebido! Vuelvo a probar con la esperanza de que estuviese mal colocada la bolsa de agua... Nada. No queda nada de agua y además sin avisar (normalmente antes de acabarse el agua te llegan unos cuantos tragos mezclados con aire). No os negaré que la sorpresa me supone un palo moral. Quedan 16kms y si no me equivoco no hay ningún avituallamiento más. Voy a tener que racionar los 4 o 5 tragos de Powerade que me quedan y con un calor que va en aumento.
No se si por el palo anímico pero noto que me empiezan a fallar las fuerzas. Caroline, que llevaba el mismo ritmo que yo, se me va alejando lentamente mientras vamos superando pequeños repechos. Entramos en un terreno rompepiernas de esos que se hacen duros cuando no los conoces, porque no tienes referencias y no sabes cuánto te queda. Son esas subidas que no aparecen en el perfil oficial de la carrera pero que son las que más acaban doliendo. En los tramos llanos ruedo relativamente bien pero las subidas me cuestan y voy con miedo de pillar el pajarón definitivo al no poder beber. Aún así alcanzo algunos corredores y les pregunto si queda algún punto de agua. Nadie parece saber, excepto uno que dice que sí hay uno pero no sabe dónde. Bueno eso me anima un poco. Imagino que será hacia el km40, donde se vuelven a encontrar el recorrido largo y el corto. Alcanzo otro corredor mientras cruzo una vaguada, donde un tipo que está viendo la carrera me dice que voy el 50. La verdad es que me supone un ligero bajón porque pensaba que con la gente que había ido adelantando ya iba más adelante. Bueno, al menos estoy en el objetivo mínimo que me había marcado y creo que aún con esta dinámica no tan buena como antes, puedo ser capaz de cumplirlo.
Voy yendo cada vez más justo y no dejan de aparecer nuevas subidas que ya hago andando prácticamente en su totalidad. Coincido un rato con un chico que, al verme preguntando constantemente por el agua, me ofrece de la suya. La verdad es que es un detallazo, con el calor que hace uno nunca sabe si la va a necesitar más tarde. Pero no es justo, es mi error el no haber calculado bien, así que le digo que gracias pero que ya me apañaré con la botella de Powerade hasta el supuesto avituallamiento. Pasan los kilómetros y por fin identifico el valle por el que vamos a bajar definitivamente hasta la meta. Aquí cerca debe estar el avituallamiento. El reloj me marca el kilómetro 40. Ni rastro. Enfilo un sendero en descenso que se mete por un desfiladero cada vez más cerrado. Kilómetro 41. Nada de nada. Empiezo a asumir que no va a haber avituallamiento. En el 42 pego un penúltimo sorbo de Powerade y sigo bajando. Afortunadamente el terreno es favorable y vuelvo a tener un ritmo aceptable. En el lado negativo estan mis pies, que me molestan desde hace rato porque no llevo los cordones bien apretados y me voy llevando golpes en los dedos.
De repente un ruido de agua rompe la dinámica del descenso. Un riachuelo! El torrente aparece salvador desde la derecha. Me paro y pego los labios a la roca tragando agua largo y tendido. Me quedaría ahí todo el día, pero tengo que evitar llenarme la tripa, así que sigo adelante. Paso a un par de corredores antes de llegar a un desvío que marca el final del descendo. Giro a la derecha y afronto un primer repecho en el que alcanzo a otro corredor. Aún así la subida me vuelve a hacer caminar, aunque por suerte no es muy larga. Tengo ganas de acabar ya, así que le pregunto a una chica del público que cuanto queda. "Dos coma tres"... Joder, que precisión, tiene que estar segura! Sigo el descenso por una pista viendo que los corredores a los que pasado no están de humor como para pelear posiciones y que por delante tampoco tengo a nadie cerca. Los metros van avanzando en el reloj y me acerco a la supuesta distancia de meta y veo que no aparece por ninún lado. Rodeo un campo y cruzo por un curioso tunel. Al otro lado hay un tipo de la organización que me dice que queda un kilómetro... Bueno, pues nada. Un segundo hombre me reitera la distancia a meta. Rodeo otro campo pero sigue sin aparecer el repecho que sé que ha de estar al lado de meta. Un kilómetro más tarde pregunto a otra chica y me dice que 500-600 metros. Como soy un pesao, 200 metros más tarde vuelvo a preguntar y me dicen que 800... Me está bien empleado, por plasta. Decido cerrar el pico e ir tirando y, ahora sí, oigo los altavoces de la meta. Antes de ir hacia ella el camino lleva hacia un corto pero duro repecho. Lo supero, nuevamente andando, y miro el reloj. 5h29. Decido hacer un pequeño sprint para bajar al menos de las 5h30 y entro en meta concretamente en 5h29'40''.
No ha sido la carrera de mi vida, ni mucho menos, pero tampoco llego descontento. Finalmente he llegado en posición 45 (41 chicos y 3 chicas por delante), que en una carrera de buen nivel como esta, pues no está mal. Creo que sin el problema... llamémosle error, por su nombre... del agua, hubiese seguido bien el ritmo de la chica de azul, Caroline, que finalmente ha quedado segunda, siete minutos delante de mí. Quitando ese tema no me he encontrado mal, sobre todo teniendo en cuenta que estoy en la primera fase de entreno después de Le Treg. Tocará seguir cogiendo el ritmo de entreno y ver qué tal se dan las siguientes carreras. Vienen dos fines de semana para ir al monte a entrenar y conocer nuevos sitios y un tercero de paréntesis en una despedida de soltero, que intentaremos que no castigue las aspiraciones de la carrera que me toca al fin de semana siguiente, el Lyon Urban Trail (13 de abril). Aquí estaremos para contarlo.
Besos y abrazos
Alberto, te lanzo unas preguntas: qué tiempo hizo el primero? qué zapatillas usabas, con nieve, piedras, senderos... debían ser unas todoterreno? y como curiosidad,he vsito en el video q muchos iban con cinturón en lugar de mochilla, qué opinas al respecto?
ResponderEliminarBuenas Pere,
EliminarPues el primero fue Sebastien Spehler, un tipo que lo vi calentando con el dorsal 1 y me dije "este debe ser un amigo del organizador porque no tiene pinta de ser de los cracks...". Pues el tio se casco 4h20' sacandole 6-7 minutos al segundo que fue Michel Lanne (un tio bastante pro del equipo Salomon).
Las zapatillas, lleve las Scott Kinabalu. Son ligeras, bastante comodas y a mi me dan bastante seguridad en terreno tecnico. El problema el dia del Ventoux fue que me las ate menos de la cuenta y hacia el final llevaba el pie menos sujeto de la cuenta (me deberia haber parado, si...)
Tema cinturon, es otra opcion. En principio es algo mas ligero y algo mas comodo (si el cinturon va bien sujeto, si no es un truño porque puede saltar mas que la mochila). De todas formas el cinturon requiere que haya muy poco material obligatorio. El otro dia hacia falta llevar ropa para poder cubrir piernas y brazos, impermeable, comida, medio litro de agua. Yo vi mucha gente que no lo cumplia, pero los tres primeros, por ejemplo, juraria que iban con mochila (Michel Lanne por ejemplo llevaba la misma que yo, Salomon Skin-5, pero el modelo nuevo)
Espero haber respondido! ;-)