Como dicen los curas, “en la
salud y en la enfermedad”, así que después de la peli de color de rosa de la Monte
Perdido Extrem hoy toca drama.
Inciso: como no pude hacer fotos he decidido cogerlas de Google Earth (lo cual repercute positivamente en la calidad de las fotos). En un afán de dotar de realismo al texto he optado por no poner las del trozo que hice de noche (total, yo tampoco lo ví...)
Nos presentamos con mis padres en
Chamonix el jueves a primera hora de la tarde. El tiempo está espectacular y en
las calles se masca ambiente de carrera. Entrando al pueblo nos cruzamos con
Anton Krupicka en estado puro (chanclas, bermudas, gafas de pasta blancas y una
camiseta de tirantes con rallas multicolor). Todo aquí es más grande. La
recogida de dorsales es un proceso logístico complejo en el que después de una
hora de cola pasas por sucesivos puntos en los que te comprueban el material,
te dan el dorsal, te comprueban el dorsal, te cuelgan un sensor en la mochila,
te dan la camiseta… Entretanto por ahí en medio hay una mesa con propaganda
sobre todas las carreras del mundo mundial, para que vayas cogiendo ideas…
Esto de salir el viernes por la
tarde me gusta. Te preparas la mochila el día anterior con tranquilidad, el viernes
por la mañana te das un paseíto por los “stans” de todas las marcas habidas y
por haber, compruebas que todo es carísimo y te vuelves para el apartamento a comer
y a echar una siestecilla.
Y después del descansillo, al lío. De camino a la
salida dejo la bolsa con material para el punto intermedio de Courmayeur. Había
leído que era importante llegar pronto porque se acumula bastante gente. Somos
unos 2300 corredores y se sale de la plaza mayor del pueblo, que no fue
especialmente diseñada para ese cometido. De todas formas creo que me he
pasado, falta una hora y media y está cayendo un sol de justicia. Total que
entre el agua que llevo bebiendo todo el día para hidratar y el rato de espera,
voy a salir con unas ganas de mear tremendas. Además después me encuentro a
Francesc (compañero de fatigas de la Ronda dels Cims, en Andorra) que ha
entrado por delante, porque se ve que te miran los resultados del año y según
cómo te dejan entrar en el cajón de los “buenos”. Mirando alrededor te das
cuenta de que aquí el más tonto hace relojes. Julien Chorier, Miguel Heras,
Anton Krupicka, Timothy Olson… y lo que te rondaré morena. El elenco de pros es
inacabable.
15 minutos antes de salir aparece
la jefa de todo este cotarro, que después de los problemas de los últimos años
y los palos que le han caído, hoy que hace un tiempo perfecto lleva una sonrisa
de oreja a oreja. Deja paso al speaker que se encarga de animar al personal
ayudado por la música que transforma la plaza en una discoteca con toda la peña
dando palmas al aire. Los últimos dos minutos suena la canción Conquest of
Paradise, de Vangelis. Un momentazo, piel de gallina, nudo en la garganta,
cuenta atrás y desbandada. La salida es muy estrecha, primero entre vallas y
después entre el pasillo de gente que se forma como si estuviéramos en el
Tourmalet. No es lo más cómodo pero vale la pena. El ambiente es espectacular,
creo que no había visto nada igual en una carrera de montaña.
Los primeros 8 kilómetros son
llanos, hasta Les Houches. Como me imaginaba, la gente sale a machete. Voy con
Francesc hasta que pasado el primer kilómetro decido parar a cambiarle el agua
al canario, que no viene de 30 segundos. Coincido con Gaizka Barañano (ganador
de Apuko, y gran blogger, os lo recomiendo, tengo el enlace por aquí pero me
siento incapaz de reproducirlo, uno que está en euskera…) y también con Emma
Roca, Núria Picas y Francesca Canepa, las tres primeras chicas en ese punto.
También pasamos a Anton Krupicka, que ha salido la mar de tranquilo con sus mini-zapatillas,
mini-mochila y mini-camiseta. Y así, entre tanta “celebrity” discurren estos
kilómetros por terreno ligeramente ondulado pero cómodo a pesar del ritmillo
animado que llevamos, hasta Les Houches, primer avituallamiento líquido.
Les Houches (km8, 1035m)
Echo un traguillo de aquellos de “ya
que lo regalan…” y para delante. Aquí se acaban las tonterías y empieza la
subida de verdad. Salimos del pueblo por una pista empinada, con Kilian y
Emelie Forsberg animando a un lado del recorrido. El camino es de aquellos en los
que no sabes si vas más rápido caminando o corriendo. Yo voy alternando, con
miedo de pegarme un calentón en esta primera subida. Efectivamente me empiezo a
notar con los gemelos especialmente cargados y mi alegría inicial va
desapareciendo mientras me van pasando corredores como Sebastien Buffard o Anton
Krupicka, gente de quien no debería estar delante. Cerca de la cima del Col de
Voze, llegan a mi altura Emma Roca y Núria Picas. Comentamos un poco la jugada
y les deseo suerte previendo que probablemente no volvamos a coincidir. Acaba
la primera subida y me lanzo, por llamarlo de alguna manera, al descenso hacia
Saint Gervais.
Intento guardar los cuádriceps
pero la bajada es por una de esas pistas de esquí empinadas en las que tienes
que tirar a saco de frenar con los muslos. El itinerario es bonito, pasando entre
casitas de panorama envidiable y donde la gente anima a los corredores desde el
también envidiable relax de unas atractivas tumbonas. Finalmente llego a Saint
Gervais entre los gritos del público, que se esfuerzan por ver el nombre del
corredor de turno en el dorsal para ofrecerte un agradable ánimo personalizado.
En este caso en el dorsal también hay una banderita con la nacionalidad
correspondiente, que en mi caso dio como resultado numerosos “Viva España!” a
lo largo del camino.
Saint Gervais – Les Bains (2h9’, km21, 835m)
Cómo algo y relleno botellines dándome
cuenta de que he bebido mucho menos de lo que debiera. Viene ahora un tramo de
esos que en el perfil parecen casi llanos. No se me ha pasado el cansancio de
piernas de hace un rato y para acabar de "arreglar" las cosas empiezan a aparecer
repechillos imprevistos que suponen puñaladas traperas a mi moral. No solo no
consigo entrar en carrera sino que me voy viniendo abajo mientras me va pasando
gente a puñados. Intento concentrarme en hacer mi carrera, que esto es muy
largo, que ya sabemos que en estas pruebas pasas por mil momentos buenos y
malos, pero al otro lado está el demoniete rojo que me va diciendo que no
deberías haber subido al Mont Blanc hace tres días, que llevas demasiadas
carreras este año, que cómo te pasa este… Total, que del km20 al 30 un
auténtico suplicio. En esta dinámica negativa llego a Les Contamines.
Les Contamines (3h31’, km31,
1150m)
Avituallamiento sólido y líquido.
Sé que es vital así que intento cargar bien el buche para ver si resucito.
Dentro del panorama negativo me anima algo el ver que llevo una media de unos 9km/h. O sea que voy más rápido de lo que pensaba pero llevo delante más gente
de la que pensaba también. En fin, tradicionalmente la segunda subida es “mi
subida” así que allá vamos. Todavía queda un tramo llano hasta la ermita de
Nôtre Dame de la Gorge, donde coincido por primera vez con David y Xavier, dos
chicos de Moià, que aquí van bastante más rápido que yo. Se acaba la pista y el
camino se empina de lo lindo. Se está haciendo de noche pero a mí me está
entrando algo de luz. Creo que la comida del último avituallamiento y el haber
cogido un ritmo adecuado de hidratación están haciendo que empiece a ser
persona. Nada del otro mundo, pero empiezo a sentir que hay gente peor que yo y
de vez en cuando cae algún adelantamiento. Algo más animado llego al
avituallamiento de La Balme.
La Balme (4h44’, km37, 1705m)
Repongo agua, plátanos al
bolsillo y salgo por un repecho bastante duro junto con David y Xavier. Éste
último pone un ritmo perfecto y vamos subiendo adelantando a gente en dirección
al Col de Bonhomme (2329m). Justo antes de llegar al collado nos encontramos
con Baywatch (¿os acordáis de él? Que conste que he indagado un poco en su
historia y es un tipo interesante…) que está viendo la carrera y animando al
personal. Llegamos a la cima, lo cual no quiere decir que se acabe la subida
porque el camino flanquea a la izquierda en ligero ascenso hasta el Col de la
Croix de Bonhomme (2443m). Mis dos compañeros de subida se paran a comer algo y
yo sigo adelante aprovechando la buena onda que parece que empieza a llegar.
Sigo ganando algunas posiciones, incluso en la siguiente bajada hasta Les
Chapieux, cosa rara en mí. El sendero herboso deja paso a una pista que después
de unas 824 revueltas me deja en el avituallamiento.
Les Chapieux (6h31’, km49, 1549m)
Me tomo una sopa caliente que
está de muerte, seguida de los plátanos de rigor que caen en cada
avituallamiento. Creo que estoy en mi momento más aceptable de la carrera así
que salgo del avituallamiento bastante animado, también gracias a la gente que
está apoyando a los corredores. Vienen ahora 4 o 5 kilómetros de asfalto no
demasiado agradables, así que pongo el piloto automático y troto con la mirada
fija en el círculo de luz que genera el frontal. Sin ser una gran pendiente el
desnivel se mantiene con bastantes tramos de un 8-10% así que estoy deseando
que llegue el sendero para ponerme a caminar. Al frente veo la hilera de luces
que marcan la subida al Col de la Seigne. Finalmente llego al camino y tiro de
palos por un tramo de revueltas en el que voy alcanzando al corredor que me
precede. Se trata de un chino, japonés, nepalí… en medio de la noche dejémoslo
en oriental, que está subiendo como si fuera lo último que va a hacer en la
vida. El tío va trotando por un terreno que sube de lo lindo, entre gemidos que
se oyen desde 50 metros de distancia. No debe ir a más de 3km/h (por eso lo he
alcanzado) pero se empeña en ir dando saltitos como si le quemasen los pies. En
fin, le paso y sigo adelante, llegando a la altura de una chica italiana que
debe ir cuarta o quinta. También llevo mejor ritmo que ella, total que llego al
control de lo alto del Col de la Seigne en solitario (8h21’, km60, 2516m). Mete
rasquilla, así que me pongo el buff y los guantes mientras me pasan la italiana
y el oriental. La subida me ha quitado la alegría de abajo y la bajada no se me
da tan bien como la anterior. Me alcanzan dos valencianos por detrás y llegamos
al avituallamiento de Lac Combal.
Lac Combal (8h53’, km65, 1964m)
Sigue ahora un tramo llano cómodo
para correr, para coger después un sendero a la derecha que sube hacia la Arête
de Mont Favre. Siguiendo con mi tónica general, alcanzo en la subida a los
valencianos, que se me habían escapado en el tramo corredor. En medio de la
noche y a rueda, subo en una especie de trance sin pensar demasiado. De vez en
cuando levanto la vista hacia el otro lado del valle, imaginando las vistas del
Mont Blanc que desde aquí deben ser espectaculares. Hacemos cima (9h49’, km69,
2409m) y empezamos un descenso suave con algún repechillo. Se me vuelven a
escapar (creo que ya no los vi más) antes de llegar al Col de Chécrouit (10h23’,
km73’5, 1958m). Aquí hay otro pequeño avituallamiento donde me tomo un caldo
caliente que sabe a gloria. Ya se ven abajo las luces de Courmayeur, pero antes
de llegar me espera un sendero empinado donde los haya por un terreno arenoso
que acaba conmigo en el suelo. Bajo bastante torpe, deseando llegar a este
punto principal de avituallamiento y tomarme un buen cuarto de hora para
cambiarme y comer bien. Llego finalmente sobre las 3 y media de la mañana y me
encuentro con mis padres que están como siempre de equipo de apoyo.
Courmayeur (10h59’, km77, 1192m)
El panorama ya empieza a ser de
campo de batalla, con bastante gente con pinta de abandonar. Entre ellos están
Gaizka Barañano e Imanol Aleson, que hacen cara de no querer saber nada más de
esta historia. Le pregunto a Gaizka si no se anima pero tampoco me queda mucha
energía positiva que transmitir, así que me centro en zumbarme un plato de sopa
y otro de macarrones y salgo atravesando el pueblo, donde todavía no han puesto
las calles.
Antes de empezar al siguiente
subida gano un par o tres de posiciones, pero una vez en el sendero me mantengo
a unos 50m de un frontal que veo delante. Nunca conseguiré ver quién es su
propietario. Los 700m de subida hasta el Refugio Bertone transcurren para mí,
tirando de palos y riñones sin conseguir acercarme a esa luz que persigo como
si fuera la puerta del paraíso (esto ha quedado bastante sectario…). Por fin se
acaba la interminable subida y llego al refugio. Por la cara de los voluntarios
deduzco que la mía no es muy buena. Efectivamente, la comida de Courmayeur no sé
dónde ha ido a parar porque me noto con las fuerzas muy justas (12h32’, km82’4,
1979m).
El bonus track de 100 metros de
desnivel inesperados con los que empieza el siguiente tramo, no me ayudan para
nada. A ellos sigue un tramo ondulado en el que cada vez me da más pereza
trotar y aprovecho cualquier pequeño repecho para ponerme a caminar. Al menos
estoy llevando bastante bien la hidratación (creo que debo haber bebido un
litro por hora entre agua y sales). Pidiendo la hora llego al Refugio Bonatti
(13h49’, km89’8, 2015m), donde me meto entre pecho y espalda otro plato de
caldo para ver si el calorcillo enciende un poco el motor. No demasiado, la
dinámica positiva de entre los kilómetros 30 y 50 ha desaparecido y vuelvo a estar
bastante cruzado. Muscularmente tampoco estoy para tirar cohetes y en los 300m
de descenso hasta el avituallamiento de Arnuva mis cuádriceps manifiestan su
enfado frente a la actividad a la que los estoy sometiendo.
Arnuva (14h40, km95, 1771m)
Aquí caen dos platos de caldo más
y parece que ahora sí que funciona. O eso o los corredores de mí alrededor no
van muy finos. Probablemente un poco de todo. La cuestión es que hace un rato
tenía pánico a esta subida al Gran Col Ferret, de casi 800m de desnivel y ahora
los estoy subiendo relativamente bien. A todo esto se ha hecho de día y los
primeros rayos de sol me tocan al llegar a la cima (15h53’, km99’5, 2527m).
Viene ahora una larguísima bajada en la que tenía puestas bastantes esperanzas en
caso de llegar con fuerzas. Dentro de la dinámica de montaña rusa que tienen
estas carreras parece que ahora estoy en un tramo favorable y voy bajando
corriendo con buen ritmo. Creo que he pasado a 6 corredores en la subida y
ahora llevo otros tres, antes de que llegue por detrás Xavier, que ha dejado a
su compañero de fatigas y va como una moto. Bajamos un rato juntos pero cedo
algo antes de llegar al avituallamiento de La Fouly. En este último tramo
empiezo a notar algo de molestias en la rodilla izquierda. No le doy demasiada
importancia, la verdad es que a estas alturas lo normal es que te duela un poco
todo y hay dolores que aparecen en un momento determinado y después se van, sin
ninguna lógica aparente. Así que llego a La Fouly y sigo con la dinámica de
comer y beber, ya que de fuerzas voy bastante mejor y tengo bastante claro que
llegar voy a llegar…
La Fouly (17h06’, km110, 1603m)
Hasta que arranco a trotar. Estos
5 minutos de descanso me han dejado las piernas embotadas y la molestia en la
rodilla no se ha recuperado para nada. En llano puedo trotar y prácticamente no
lo noto, los pocos tramos de subida que hay en este trozo no suponen ningún
problema, pero a la que hay unos metros de bajada las cosas se ponen feas. El
terreno es muy favorable, por una pista que llanea y tiende a bajar, pero a mí
me está invadiendo el pesimismo. Voy probando la rodilla pero cada vez que hay
un pequeño tramo de bajada mínimamente seria las sensaciones son peores. No es
un dolor agudo en un punto concreto. Es una molestia en la parte inferior de la
rótula izquierda y por el exterior de la pierna, entre la rótula y la tibia. A
la que doy cinco pasos seguidos en descenso noto como si la rodilla se hinchase
y me invade un dolor de esos en plan escalofrío. Si el terreno suaviza el dolor
se pasa, hasta la siguiente bajadita donde se repite la misma historia. Un
tramo de bajada de unos 30 metros de desnivel supone el remate definitivo.
Tengo que apoyarme totalmente en los palos y bajo a un ritmo lamentable. Me
pasan varios corredores y poco a poco voy viendo que no voy a ningún lado.
Llega el momento de tomar una
decisión. En este punto me quedan unos 50kms, que consisten en una subida de
unos 400m de desnivel hasta Champex-Lac y después tres subidas de entre 500 y
800 metros con sus correspondientes bajadas, que por la pinta que tienen sobre
el mapa parecen ser importantes. El dolor en la rodilla no tiene aspecto de
desaparecer, sino que ha parecido ir a más durante los últimos 10-15
kilómetros. Puedo ir tirando en el llano y la subida pero voy a tardar una
eternidad en las bajadas y si consigo llegar a Chamonix me da que va a ser a
costa de arriesgar mucho la rodilla. Hasta este punto probablemente sea sólo
una de esas molestias que salen durante las carreras de fondo y que se vaya con
las semanas de reposo que ya pensaba tomarme después de esta carrera, pero me
da miedo que el problema se agrave y me hipoteque los próximos meses. Esta es
una carrera importante, uno de los dos objetivos que tenía este año, pero hay
más carreras, más ideas, más proyectos… Pienso también en llegar a Champex-Lac
de alguna forma y pasar por la enfermería a que me den algo, pero me da miedo
que sólo enmascare el problema y me permita llegar pero a costa de algún
problema grave. No se… estoy parado en una sombra, apoyado en un coche,
tocándome la rodilla. Poco a poco me a invadiendo la desconexión y ya no hay
vuelta atrás. Sé que me voy a arrepentir y que le voy a dar mil vueltas esta
tarde, esta noche, pero también sé que en este momento no tengo sensaciones de
poder seguir delante de una manera sensata.
Ya está, abandono. La sensación
es extraña. Una mezcla de tristeza por no poder cumplir el objetivo marcado, por no
poder corresponder las muestras de apoyo de aquellos que han seguido y están
siguiendo tus evoluciones, frustración por la mala suerte de tener este
problema en el día más importante, envidia de los corredores que ves pasar…
Mientras camino en busca de algún coche que me suba a Champex-Lac me encuentro
a Ivan Artigas y Mia Carol. Ivan me ofrece un antiinflamatorio pero no sé, en
ese punto la decisión ya está tomada. ¿Podría haberlo intentado? Quizá… Pero en
ese momento intento huir de todo aquello que me siga tambaleando de un lado a
otro en la decisión que acabo de tomar. Les deseo suerte y finalmente consigo
que, entre un par de coches, me suban hasta Champex. Comunico mi abandono, me
encuentro con mis padres y me siento en un banco, ensimismado, sin hambre, ni
ganas de hablar, mientras me invade el sueño fruto de la noche sin dormir.
En fin, lo hecho, hecho está. Es
una pena que una temporada que me había ido muy bien acabe de esta manera pero
qué le vamos a hacer. Me sabe mal sobre todo por todas las muestras de apoyo y
cariño que había recibido antes de la carrera (y que estoy recibiendo también
ahora). Por Dani, que me regaló la camiseta y me prestó material sin el cual no
podría haber corrido; por Meritxell y Adrià que estaban esperándome en Bovine,
por donde nunca llegué a pasar; por el chat de Tribuneros, que aparcaron el
monopolio futbolístico y las discusiones sobre Rossell y Laporta para seguir la
carrera y animarme; por todos los que os acordasteis de mí, sea por Facebook o
por Whatsapp (perdonad que no os ponga aquí a todos, pero afortunadamente
fuisteis muchos); y por mis padres, que habían venido desde Lleida para
acompañarme como siempre en estos proyectos, a veces poco comprensibles, a
veces poco compartibles, pero siempre con un apoyo incondicional que
seguramente ni sé ni soy capaz de agradecer.
Ahora toca pensar en las cosas
positivas del año y seguir teniendo objetivos, que al final de eso se trata. No
viene a cuenta pero ya que he entrado en
el rollo personal, mañana empiezo un nuevo trabajo, en una nueva ciudad y con
una nueva gente. No tiene ya mucho sentido darle vueltas a lo que podría haber
sido y no fue, o pensar en qué hubiera pasado si… No sé si tomé la decisión
correcta pero como diría aquél, a toro pasado todos somos Manolete.
Besos y abrazos
P.D: no quiero acabar el post sin
acordarme de felicitar a Francesc (28º, en 25h59’) y a Eli (35h52’ y 20ª chica)
por el carrerón de ambos. Una pareja de cracks! ;-)
Gran crónica crack! y a tirar pa delante. Eres una persona de esas que valen, así que estoy seguro que no te faltarán nuevas oportunidades en la vida. Un abrazo.
ResponderEliminarY por lo que dices de tu rodilla, es probable que sea inflamación del tendón rotuliano, y si es así, solo queda hielo y reposar!
Gonzalo
Alberto el domingo te busqué en la clasificación y ya vi que entre dos puntos de control desaparecías y me imagine el porqué. Estaba esperando la crónica para ver si la retirada se había debido a una lesión seria. Espero que al final lo de la rodilla no sea nada.
ResponderEliminarAun así, eres el puto amo! Tanto en la montaña, como delante del portátil escribiendo estas crónicas.
Ánimos y a por el siguiente reto.
Albert pijama ;)
Gran cronica Albert!!!
ResponderEliminarAl leer tus palabras, imaginaba el que era estar ahi. Lo siento por la lesión y por no poder terminar lo que tanto deseabas. De todas formas piensa que el año proximo aún será mas fuerte las ganas con la que cogerás la UTBMB!! Animo crack!
Este año tenía intención de hacer mi primera carrera de montaña en Alquezar, pues bien, debido a una lesión que arrastro desde hace mas de un mes en el tendon de aquiles, ya la doy por perdida, pero el año proximo... allí estaré!!!
Com sempre, pell de gallina en les teves cròniques.
ResponderEliminarHa estat una llàstima Albert, però segur que va ser la decisió encertada i estigues segur que el que t'espera per endevant valdrà molt la pena. Moltes gràcies pel teu suport a l'arribada i ens veiem aviat!!
Gracias por los animos! Pero bueno, ya mas tranquilo creo que dentro de la mala suerte fue mejor dejarlo y evitar males mayores. Espero tener la oportunidad de volver y sacarme la espinilla! Ei Francesc a mi també m'agraden les vostres, i mira que us feu competencia l'Eli i tu, jejeje...
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