En honor a la carrera
a la que se refiere, coged un poco de aire y nunca penséis en lo que os queda
para llegar al final…
En la crónica
pre-carrera ya os conté sobre las características de esta aventura y le puse un
cierto toque de vídeo guardiolesco, así que me ahorro cualquier introducción
adicional y nos situamos directamente en la mañana del viernes…
Después de una noche de
nervios en la que me costó dormirme a pesar del tostón del España-Tahití, me
despierto a las 5.30 para desayunar en la habitación del hotel en ese estado
mitad concentración y mitad empanamiento que me invade las horas antes de las
carreras. Repaso el material de la mochila, atiendo las llamadas de la
naturaleza, vuelvo a repasar el material, redistribuyo las cosas entre los
bolsillos para volver a dejarlas como al principio, me tumbo
"relajado" 10 minutos y a las 6.35 me voy ya de una vez a la salida.
400
zumbaos y sus respectiv@s acompañantes están en la calle central de Ordino
dispuestos a lanzarse a la aventura. Me encuentro con Albert, Joel, Jordi y
varios más del grupillo preparados para el "paseo". El ambiente es
una mezcla de tensión, concentración y risas inciertas que intentan disipar las
dudas sobre el futuro de las próximas horas. Aprovecho para hacerme una foto
con Salva Calvo, una referencia del ultrafondo de montaña a nivel español
(probablemente también de la demencia que caracteriza a buena parte de los que
nos encontramos allí).
Me voy hacia la parte
delantera para poder ver a los cracks y compartir con ellos almenos la salida.
Está Julien Chorier, con cara de nula preocupación, Matt Cooper, un australiano
rapado al cero con una precisión de relojero, Kenichi Yamamoto, un japonés que
va pidiendo paso con la amabilidad propia del país del sol naciente, Armando
Teixeira, Pablo Criado,... en fin, y toda una serie de gente con pinta de
guiris que digo yo que si vienen de tan lejos a hacer esto, buenos tienen que
ser.
En particular me llama
la atención un tipo corpulento que lleva una simple riñonera con dos bidones
extremadamente acoplados a la cintura y un bolsillito de donde sobresale un
impermeable. Vamos que este tío no lleva todo el material obligatorio ni de
coña (pantalones impermeables, frontal, frontal de recambio, pilas, manta
térmica, venda elástica,...). No contento con eso, este gurú del minimalismo,
"Baywatch" a partir de ahora (en realidad Dave James, un americano),
treinta segundos antes de la salida coge y se quita la camiseta, se la da a su
novia y se queda con unos simples pantalones cortos en medio del fresquillo de
la mañana.
Música que pone la
piel de gallina, cuenta atrás, petardos, mirada al cielo y... salida! Por fin,
después de tanta preparación, tantos nervios, ya solo queda correr. Salimos por
la carretera del Coll d'Ordino mientras se van formando grupillos. Veo a Julien
Chorier, Baywatch y alguna camiseta de Salomon en un grupillo delantero. Mi
idea es salir entre la posición 20 y 30 y ver qué tal es el ritmo. El hecho de
que pronto haya un tramo "de caminar" me favorece. Me encuentro al
lado al japonés con un tipo con una cámara que lo va filmando mientras corre de
lado. Me pregunto si le va a seguir toda la carrera... Salgo del pueblo junto
con Pablo Criado y Jose Vicente Benito y me propongo coger su ritmo como
referencia, aunque al cabo de un poco veo que se quedan atrás y decido fijarme
únicamente en lo mío.
El primer tramo discurre
por bosque bordeando el valle subiendo en diagonal hacia el norte. La pendiente
no es muy exigente así que viene bien para entrar en calor pero sin asfixiarse.
Al cabo de poco llega Joel (compañero de aventuras en Bastions) por detrás y
vamos charlando con lo que el recorrido se va haciendo más ameno. Oigo
corredores que se acercan por detrás.
- Bon dia! -dice una
voz con acento meritorio pero incalificable.
Se trata del japonés,
Kenichi Yamamoto, y un americano, Ty, de Wyoming, un tipo duro. Monte Fuji +
Wyoming + Lleida + Bonmatí (Girona), grupo variopinto. Con una
sonrisa de oreja a oreja Kenichi se dirige a nosotros:
-Com atà'? Com atà'?
En unos segundos
entiendo que está mostrándonos orgulloso los progresos que ha llevado a cabo
con el catalán durante la última semana y ante un tan loable como divertido
interés por su parte, los siguientes kilómetros se convierten en una clase
particular de catalán.
- Mo bé! I'm fine!, Mo bé! I'm fine!...
- Mo macu, beuatiful! Mo macu,
beautiful!
El japonés sigue lanzando
exclamaciones emocionado y ríe divertido cada vez que pasa por encima de una
mierda de caballo.
- Woooooo! Caca, caca!
Increible. Un
auténtico crack. Preocupado por no estar a la altura de las circunstancias le
digo:
- Kenichi, if you want to pass, just say so, right?
- Noooo, good pace, good pace. I am a slowly starter! -me responde.
- Joel, si veus que
vol passar diga'm-ho que jo crec que potser li fa vergonya -le digo al otro
representante de "la terra".
Unos minutos después y
a medio camino de convertirse en Pompeu Fabra, Kenichi suelta un breve
"Sorry", que yo interpreto como un "Bueno, un placer pero ya si
eso vamos a dejarnos de tonterías". Le cedo el paso y SonGoku se converte
en "superguerrer" y en cinco minutos lo perdemos de vista. Nos
quedamos Joel y yo y aún emocionados por el entrañable episodio nos perdemos un
momento en medio del bosque. Con el despiste, llega por detrás un grupo de tres
o cuatro con la primera chica, Emilie Lacomte, una tía con caché (ganadora de
la Diagonal des Fous y la prueba de 113km del Ultra de Andorra en 2011). Con
caché, pero una borde y una estresada de la vida. Le suelta un comentario a
Joel sobre su forma de llevar los palos, y con 160kms por delante, a la que hay
100 metros de bajada te empieza a pedir paso, total para que un poco más
adelante te quedes encallado detrás suyo en cualquier subida, viendo la punta
de su bastón a tres dedos de tu nariz porque los lleva de cualquier manera.
Vamos, que me cayó mal.
En esta dinámica llegamos
al primer avituallamiento, con un montón de público animando.
Aparcamiento de Sorteny (km19, 2h56')
Importante
comer y beber bien, reponer líquido, plátano al bolsillo y adelante. En el
primer repecho fuerte paso por última vez a la francesa. Este tramo discurre
entre prados, bosque poco espeso y algúna clapa de nieve que va contribuyendo a
la creciente humedad en los pies, que será una constante a lo largo de la
carrera. Llegamos a 2200 metros aproximadamente y bajamos hacia la carretera de
Arcalís, para seguir por una bonita pista en medio del bosque. Joel y Ty van
juntos más adelante y yo ahora coincido con dos ingleses, uno de los cuales me
suena (Terry Conway, creo). El tramo favorable da para poner a prueba mi
comprensión del complicado (para mí) acento británico, hasta que se paran a
quitarse barro de las zapatillas y coger agua de una fuente mientras yo sigo mi
trote, todavía relativamente ágil, hasta el siguiente avituallamiento.
Llorts (km30, 4h26')
Aquí me encuentro con
Joel, Ty y, ante mi sorpresa, al gran Salva Calvo, que creo que no está
teniendo un buen día. Me tomo un plato de sopa con fideos calentito que sienta
la mar de bien porque el dia se está empezando a poner feo y fresco. Intento
ser riguroso con la alimentación y tomarme el tiempo necesario. Sé que después
se agradecerá. Cargo líquido, plátanos y para arriba. Salgo un poco detrás de
Salva, lo alcanzo y le pregunto qué tal. Me dice que cascado, que ha tenido que
andar en la bajada anterior y que viene medio lesionado. Le animo a seguir
adelante, porque no debe ser fácil seguir insistiendo en una carrera como esta
cuando sales con aspiraciones de estar con los de delante, pero no te
encuentras como te gustaría. Yo en cambio estoy pasando por ese momento que
suelo tener en la 2ª o 3ª subida de cada carrera en la que voy como un tiro.
Alcanzo a Joel y Ty y formamos de nuevo un grupillo de tres. Bajamos hasta
Arans y vuelta a subir por el GR-11 hasta el Coll de les Cases. Esta subida me
va genial, pendiente moderada, ritmo y "tipi tapa" con los bastones.
Me separo algo de mis compañeros y llego al control del collado (km34, 5h 26'),
justo por detrás de Marc, el andorrano con quien coincidí en Apuko y en
Bastions. Le paso en el siguiente repecho fuerte mientras oigo a Joel y Ty por
detrás emulando a algún ave rapaz no identificada mientras llegan al collado.
Creo que empieza a faltar el oxígeno.
La pendiente flojea y entro
en un tramo ondulado que conozco de otros años y que viene bien ahora para
trotar. Me voy acercando al valle que da acceso al Pic de Coma Pedrosa, punto
más alto de Andorra, que este año no se subirá debido a la nieve acumulada.
Incluso a 2000 metros, llegando al siguiente avituallamiento, el recorrido pasa
por un rellano nevado donde voy corriendo por la nieve con una habilidad más
bien limitada, hasta que decido que para parecer un borracho por la nieve vale
más caminar.
Pla de l'Estany (km37, 6h18')
Sigo llevando bien la
alimentación y la hidratación y me dicen que voy el 14, lo cual me anima. El recorrido vuelve sobre el mismo camino durante 200 metros, donde me cruzo con
Joel y Ty primero y Salva y la francesa un poco más allá. Viene ahora un tramo
de bajada que con la ligera llovizna que empieza a caer pone las rocas de lo
más divertido. Después de algún amago, al pasar delante de un grupo de
franceses describo mi primera pirueta del día. Como no he venido a ganar la
medalla de oro de salto de trampolín, me incito a mantener los cinco sentidos
al máximo y concentrarme para evitar un caida peligrosa que diese al traste con
la carrera, que hasta ahora está yendo tan bien. A pesar de disminuir el ritmo
nadie me coge por detrás y llego a un tramo de unos 300 metros de desnivel de
subida por unas revueltas de la pista de esquí de Arinsal. Vuelvo a estar en mi
terreno, tipi-tapa tipi tapa, bastones, riñones y arriba. Dos curvas más
adelante veo a Baywatch delante de mí. Está más tieso que la mojama, brazos en
jarra y con un andar cansino que no le augura un futuro muy prometedor. Ha
tenido el detalle de ponerse el impermeable, lo cual no le salvará de tenerse
que retirar unos kilómetros más tarde con una hipotermia de caballo.
Nos saludamos y poco más.
Sigo hacia arriba y voy a por otro corredor que tengo delante, Francesc, que
resultará ser mi principal compañero de fatigas de esta carrera. Después de
unas 487 revueltas (eso me pareció) llegamos a el rellano donde se encuentra el
siguiente avituallamiento.
Arinsal (km 41, 6h59')
Más
caldo, más pasta con tomate, más plátanos y Powerade que viene a aliviar mi
cansancio ante el gusto del Isostar, que ya me está empezando a trastocar la
barriga. Viene ahora un desagradable tramo de un kilómetro y medio en bajada
por carretera donde pongo el piloto automático hasta llegar a una curva donde
se coge un camino que flanquea hasta un colladito. Aquí empieza una subida sin
cuartel hasta el Pic Alt de la Capa, que está cubierto por la niebla. Todavía
mantengo un buen ritmo y me voy acercando al siguiente corredor, al que alcanzo
en un tramo de fuerte pendiente. Es Pep Ballester, tercer clasificado el año
pasado, y corredor con un buen palmarés en este tipo de carreras. No os negaré
que llegar a su altura supuso una buena inyección de moral. De todas formas,
morales aparte, la conjunción entre las matemáticas, la física y la biología
siguen un curso implacable y la acumulación de kilómetros, subidas y bajadas
con el pertinente consumo energético hacen que mis músculos no entiendan de
vibraciones positivas y mi andar cada vez es menos alegre. Afortunadamente Pep
no va muy fuerte, probablemente conservando ante lo que queda, y dos tipos más
adelante tampoco así que dentro de lo que cabe mantengo el tipo bastante bien.
Después
de tres o cuatro falsas cimas llegamos a la de verdad, donde nos espera el
gaitero que cada año pone la organización en algún punto señalado del
recorrido. Hace un frío que pela así que no nos quedamos a disfrutar del
concierto y nos lanzamos en dirección al Coll de la Botella. Voy bajando por
una pista de esquí, a un ritmo no demasiado vivo, lo que hace que nos alcance
Francesc por detrás. Me adelanta primero él y después Pep, que se marcha detrás
suyo, así que me quedo yo bajando a mi ritmo, que en parte ya me va bien. Llego
al avituallamiento del Coll de la Botella donde me encuentro por primera vez
con mis padres, que han subido de Lleida en autobús.
Coll de la Botella (km50, 8h32')
La misma tónica de
siempre: comer, beber, rellenar. Salgo solo, me viene bien porque estoy
entrando en ese fase dura psicológica y físicamente en la que llevas mucho y te
falta muchísimo, así que necesito ponerme una velocidad de crucero sin seguir a
nadie. El tramo siguiente es ondulado hasta la Collada de Montaners, pero los
repechillos hacen daño y tengo que ponerme a andar en casi todos. En el collado
(km60) nos desvían hacia el fondo del valle. Ya nos habían avisado por la
mañana, ante el riesgo de tormenta eléctrica por la tarde, evitan el tramo del
Bony de la Pica y la bajada posterior a la Margineda. Con esto se evitan 300
metros de desnivel pero se añaden 7 u 8 kilómetros más a la carrera. Yo tengo
la sensación de que prefería lo otro.
En cualquier caso me
lanzo por un conjunto de senderos y pistas, manteniendo un ritmo bastante bueno
hasta el pueblo de Sispony. Aquí el recorrido entra en la ultracongestionada
zona del fondo de los valles andorranos, hecho que se resuelve por una bonita
(dentro de lo que cabe) pasarela que discurre entre el río y el muro que
sostiene la carretera de Andorra a La Massana. Esta pasarela conecta con otro
caminillo flanqueado por un canal, que bordea Andorra la Vella por la parte
superior se dirige hacia el sur. Todo este tramo es favorable para correr, con
una buena velocidad media.
En una recta alcanzo a dos
corredores a los que había vislumbrado subiendo al Pic Alt de la Capa pero que
no había llegado a alcanzar nunca. Se trata de dos americanos de Salt Lake
City, Jared Campbell y Benjamin Lewis. "Nice job!" me dicen... bueno,
ahí vamos. Compartimos un rato de trote por la zona menos agradable de la
carrera, entre obras y acumulaciones de casas altas de la parte más baja de
Andorra, hasta llegar al avituallamiento de la Margineda.
La Margineda (km73, 10h51')
Cambio de
camiseta y calcetines, más caldo, más pasta, más melón, sandía, plátanos para
el camino... Los dos de Utah están un momento y toman las de Villadiego. No han
parado ni cinco minutos y se supone que este es uno de los avituallamientos
fuertes. Francesc está todavía ahí tomándoselo con más calma. Percibo con
cierta solidaridad que en su cara se empiezan a notar los kilómetros. Yo
también empiezo a ir cascado, seriamente cascado, en ese punto crítico en el
que todavía no estás en la mitad y la cabeza está al borde del abismo que te
separa de un estado de depresión que acabaría en un inevitable abandono
(similar al que debéis sentir vosotros en este momento al daros cuenta de que
no habéis llegado a la mitad de la crónica... es un buen momento para ir a
buscar un zumo a la cocina, cambiar el blog por la página del Marca, o
simplemente dejar de leer e ir a hacer un sudoku).
Salgo un par de
minutos más tarde que Francesc. Viene un repecho de esos que no salen en el
perfil y que representa un jodido aperitivo de la subida al Coll de la Gallina,
que a su vez es un aperitivo de la subida más larga de la carrera que vendrá
después. Estoy en la fase clave de la carrera. Después de un tramo de carretera
empieza el sendero que sube a la ermita de Canolich. La subida es tremenda, no
conozco este trozo y me sienta como una patada en el trasero. Alcanzo a
Francesc, al que parece que no le está pareciendo mucho mejor y cogemos un
ritmillo juntos, cansino pero constante. Por si faltaba algo, se pone a llover,
cada vez más fuerte. Mirado por el lado positivo, una excusa para parar a
ponerse el impermeable. No quiero ni pensar en la idea de pasarme calado las
siguientes horas, que se acerca la noche. El camino desemboca en una pista
tendida por la que caminamos-trotamos a buen ritmo hasta llegar al Coll de la
Gallina. Estos últimos 1000 metros de desnivel han sido duros y solo es la
antesala de lo que tenemos enfrente.
Nos lanzamos a la bajada y
enseguida pierdo algo de terreno con Francesc. Ha dejado de llover pero la
hierba está mojada, hay barro y el cansancio hace que mi ya originalmente
escasa habilidad en el descenso, disminuya aún más. Paso por el pueblecito de
Fontaneda, donde están mis padres de nuevo, y sigo bajando por bonitos senderos
entre campos hasta la zona de Sant Julià de Lòria.
Después
de unos 500m por la acera de la carretera principal, empieza el festival. Desde
los 800m de altura a los que estoy, me espera una subida de más de 1800m hasta
el Pic Negre. Afortunadamente hay un avituallamiento a media subida pero aún
quedan 5kms. Intento coger un ritmo asequible pero se me hacen muy duros. Son
20kms de separación entre la Margineda y Coma Bella y llego con la reserva,
decidido a parar lo que haga falta para reponer fuerzas. Llego con las últimas
luces del día y me encuentro a Francesc, parece que en un estado similar.
Coma Bella (km 93, 14h44')
No sé cuánto tiempo
estuve pero unos buenos 10 o 15 minutos. Caldo, pasta, fruta,... en fin, lo de
siempre. Mientras tanto llega por detrás Ty, Josep (un valenciano que vive en
Barcelona) y la primera chica, que ya no es la francesa sino la italiana Francesca
Canepa. Fue la ganadora del Tor des Geants del año pasado (330kms y 24000
metros de desnivel positivo en el valle de Aosta). Tiene pinta de que viene
como un avión y nos va a quitar las pegatinas.
Salgo del
avituallamiento con fuerzas renovadas seguido de Josep. Vuelvo a ir mejor y
gano algo de distancia. Mantengo un buen ritmo entre el bosque hasta la Rabassa
y el control de Roca de Pimés. A partir de aquí la pendiente se incrementa y la
pista por la que voy, y en la que no consigo imaginar como sube un todo
terreno, se dirige directa hacia la cima del Pic Negre. La comida de Coma Bella
ya ha dado para lo que daba y vuelve a encenderse la luz de la reserva.
Afortunadamente llego a la cima y sigo el camino al trote, en ligero descenso y
con las luces de Andorra a un lado y la luna llena iluminando la Serra del Cadí
al otro.
El descenso se acentúa
y desemboca en una ladera mixta de hierba y tartera bastante técnica que a mis
pies no les gusta nada. El recorrido baja hasta la cota 2100, en un collado donde
está Salvador haciendo de control. Mi humor ha decaído bastante desde esta
mañana, así que me anima ante lo que viene. Lo que viene es un tramo de llaneo
hasta el refugio de Prat Primer y después un repecho durísimo de unos 300
metros de desnivel hasta la Collada de Boumort. Afortunadamente (o no) lo
conozco de otros años y sé lo que me espera. En el lado negativo está que me
está empezando a coger el sueño, que junto con la falta de energías puede
convertirse en un enemigo terrible. Tal como esperaba la subida se me hace
durísima, el paso es agónico y llego arriba extenuado. Suerte que el refugio de
Claror (próximo avituallamiento) se ve a poco más de un kilómetro.
Para combatir la falta
de fuerzas y el sueño decido tomarme un gel con doble de cafeína. Hasta ahora
he seguido el ritmo previsto de alimentación, juntando geles (debo llevar unos
8) y avituallamientos y los he asimilado bien. En este caso no va a ser así.
Puede que sea por el momento de cansancio que atravieso pero tal como abro el
gel ya me viene un amago de arcada. Decido meterme el gel en la boca sin
pensarlo más... craso error. Inmediatamente lo tengo que escupir y detrás suyo
sale toda la... llamémosle cena, que había tomado en Coma Bella. Dicho proceso
se ve acompañado de unos alaridos de esos que emite tu cuerpo cuando
quiere desalojar la sala cual portero de discoteca a las 6 de la mañana. Eso sí
pude comprobar que la acústica del circo de Claror es perfecta. Creo que
desperté a todas las marmotas del lugar, por mucho que duerman las marmotas.
Paradójicamente me
encuentro mejor de manera automática y puedo bajar bien hasta el refugio, eso
sí, siendo consciente de que si no repongo lo que he dejado por la montaña, no
voy a llegar muy lejos. En Claror, me encuentro a los dos de Utah, que ya se
largan, y a Francesc y algo después llegan Ty y Josep. De la italiana ni
rastro, contra todo pronóstico.
Refugi de Claror (km111, 18h51')
Más sopas
y más plátanos, aunque cómo con miedo a la reacción de mi estómago. Lo bueno es
que el próximo avituallamiento no está tan lejos (14kms) y el camino no es muy
duro. El primer tramo es bastante llano hasta llegar al refugio de Perafita y a
partir de ahí empieza una subida bastante tendida hasta el Coll de la Maiana.
Aquí me alcanza Ty y pasamos un ratillo contándonos las vidas, que a las 2 o 3
de la mañana en medio del monte siempre ameniza un poco el tiempo. Bajada hasta
el valle del Madriu, muy bonito cuando es de día, y subida muy progresiva (y
por tanto interminable) hasta el Refugi de l’Estany de l’Illa. Como en los
tramos anteriores, los últimos kilómetros hasta el avituallamiento los hago con
un vacío en el estómago y sensación de hambre considerable, pero no me atrevo a
hacer otro intento con los geles. Solo de pensarlo se me revuelven las entrañas.
Refugi de l’Estany de
l’Illa (km125, 21h29')
Llegar a un
avituallamiento es un oasis dentro de la soledad que hay ahí fuera en medio de
la noche. Los voluntarios te animan, te preguntan qué quieres comer, te ayudan
a reponer líquido, te aguantan los bastones… A veces incluso te quieren ayudar
demasiado y te dicen que queda menos de lo que queda en realidad, o que el
siguiente trozo es menos duro de lo que al final te vas a encontrar.
Pero toca abandonar
ese ambiente amistoso de nuevo. Nos hemos juntado bastante los dos de Utah,
Francesc, Ty y yo. Salimos los cinco con poca diferencia, yo cerrando el grupo.
Mientras salgo oigo cómo llega Josep al refugio. Un corto tramo de subida al lado
de un lago que no llego a ver y cruzamos el Coll de Vall Civera para bajar
hacia la Cabana dels Esparvers.
Poco antes de llegar a
la cabaña veo a Francesc subido en una roca a un lado del camino. Me dice que
tiene sueño y que va a dormir 5 minutos. Me suena a desvarío total, si yo me
tumbo 5 minutos me recogen al mediodía. Le digo que venga conmigo hasta Pas de
la Casa, que vamos hablando. El insiste que no, yo insisto que sí, y tras
varias iteraciones tiro la toalla no sin cierta preocupación. El camino gira
ahora al norte por un valle en dirección a la Portella Blanca, unión de las
fronteras de Francia, España y Andorra.
En un cierto punto de
la subida a este collado el itinerario cruza un río. Llevamos una tónica
constante de pies mojados desde el inicio de la carrera, pero aun así la idea
de meter el pie en el río hasta el fondo no me atrae en absoluto, a las 5 de la
mañana y con el fresquillo que pega. Hay una banderola en una isleta en medio
del río, sugiriendo la posibilidad de cruzar el torrente en dos saltos. El
problema es que la isleta está formada por una hierba resbaladiza que me genera
confianza cero. Busco algo más arriba y encuentro una roca desde la que debería
poder saltar los 2-3 metros que separan del otro lado. El terreno da para coger
dos pasos de carrerilla. Miro por última vez buscando una mejor opción, veo dos
luces que se acercan por detrás, y paso de perder más tiempo. Salto intentando
recordar la técnica de salto de longitud que me enseñaban en la escuela de
atletismo. Vuelo describiendo una parábola en el aire, junto los pies hacia
delante inclinando también el tronco en esta dirección… y me quedo corto por 15
centímetros. En lugar de la caída triunfal y plástica en el foso de longitud,
oigo un chapoteo sin paliativos seguido de una sensación gélida causada por el
agua que me ha salpicado por las piernas y el pecho. Genial, estoy empapado.
Ahora no solo tengo los pies sino todo el cuerpo congelado.
Llorando mis penas y
lamiéndome las heridas afronto el último repecho hasta la Portella Blanca,
donde advierto a los voluntarios de que Francesc se ha quedado durmiendo en una
piedra y que vigilen si viene o no. La cara de perplejidad del tipo me indica
que tampoco le convencía la idea. Las banderolas indican el recorrido hacia el
Coll dels Isards, un flanqueo entre 2500 y 2600 metros donde aún queda bastante
nieve, que a esta hora de la mañana está traicioneramente dura.
Ante mi sorpresa me alcanza
por detrás Francesc, al que los 5 minutos de sueño le han sentado de maravilla.
Empezamos la bajada hacia Pas de la Casa, con tramos de nieve, donde la
organización ha trazado una trinchera a modo de camino y ha instalado cuerdas
para asegurar. La verdad es que a mí no me ayudan demasiado y me pego un pego
un par de morrazos importantes que acaban con una contusión en el codo y el
dedo meñique hinchado y morado. Cabreado con el mundo por mi cansancio, mi
torpeza y por todo en general, bajo trotando hacia Pas de la Casa mientras el
sol empieza a aparecer en lo que parece que será un bonito y caluroso día.
Pas de la Casa (km 137,
24h 32’)
Avituallamiento
importante. Mis padres vuelven a estar por aquí después del periplo nocturno.
Coincidimos de nuevo los tres americanos, Francesc, yo y Josep. Los demás
parecen estar lejos, tanto por delante como por detrás. Teniendo en cuenta los
abandonos que se han producido somos del 7º al 12º de la carrera, lo cual
supera con mucho mis expectativas. Ahora lo que hay que hacer es acabar de
cualquier manera, quedan 41 kilómetros y la cuenta atrás ya ha empezado.
Decido cambiarme de
zapatillas. La decisión es complicada porque la alternativa a las que llevo son
unas que todavía no he estrenado, pero las Cascadia han demostrado que sus
mejores días han pasado y que la adherencia deja bastante que desear a estas
alturas, lo que puede ser peligroso en el estado de cansancio que se avecina.
No se hable más, cambio de ropa. Salgo con Francesc y Josep, con los americanos
10 minutos por delante.
Llega ahora la subida al
Port Dret, con una primera parte bastante tendida y una segunda que hace honor
al nombre del lugar. Llegamos arriba Josep y yo cagándonos en la ley de la
gravedad, con Francesc un poco por detrás. Toca tramo llano por lo alto de la
loma y bajada hacia el oeste en dirección a Bordes d’Envalira. Este es tramo
ejemplifica bien lo que es esta carrera y lo que la hace especialmente dura.
Una gran parte de las subidas y las bajadas discurren absolutamente fuera de
camino y las banderolas te llevan a saco y de frente hacia la pendiente, sea
hacia arriba o hacia abajo. El resultado es que tienes que estar constantemente
al cien por cien mirando dónde pones el pie, lo que reduce bastante la
velocidad. La bajada empieza por prados y acaba metiéndose por un vallecito que
desemboca en las Bordes d’Envalira, donde está el siguiente avituallamiento.
Bordes d’Envalira (km
148, 27h23')
Aquí ya
ha quedado definido el tándem de los tres americanos por delante y Josep,
Francesc y yo por otra. Las caras de los tres son una mezcla de solidaridad y
compasión mutua. A ver si la compañía acelera el paso de los kilómetros. Vienen
ahora tres kilómetros de trote llevadero hasta Soldeu y un nuevo repecho por un
camino que conduce al extremo de la Vall d’Incles.
En
Soldeu, nuevas caras conocidas, Jordi y Àngela que han subido a ver la carrera.
Me cogen justo después de comer, en un buen momento y crecido por los ánimos,
así que les ofrezco una cara mínimamente aceptable. Realmente se agradecen y
son claves esas muestras de ánimo. Con una desgana creciente y palabras cada
vez más escasas, el grupo de los tres mosqueteros llega al avituallamiento de
la Vall d’Incles.
Vall d’Incles (km 155, 28h41')
Sigo a base de caldo y
plátanos. Cuando estamos a punto de salir llegan Óscar Pérez y Sebastien
Buffard, primeros clasificados del Ultra Mític, la prueba de 113kms. A pesar de
que vienen rápido parece que van de paseo. Nosotros a lo nuestro, nos quedan
dos tramos, éste de 9,5kms.
Yo ya me lo temía
cuando vi el perfil. Este tramo de 20kms entre las dos últimas subidas
importantes, donde aparecían cuatro ligeros “dientes de sierra”, metía un tufo
tremendo a trampa mortal.
- En este tramo
si llegáis con fuerzas podéis ir bastante rápido –dijo Gerard Martínez, organizador
de la carrera, durante la sesión de “brieffing”. Sí, los coj…
Empezamos con un kilómetro de asfalto para bajar al río, subir al otro lado para dar una vuelta totalmente gratuita por detrás de una casa, volver a bajar el río, y subir una tremenda cuesta hormigonada y un sendero posterior, que parece no acabar nunca y no deja de alejarse de la dirección final en la que tenemos que ir. Al final se acaba la subida pero en los tramos llanos cada vez cuesta más correr. Bordeamos la montaña hasta llegar a Ransol, donde nos dicen que todavía son 5kms al siguiente avituallamiento. ¿¿¿Sólo hemos hecho 4,5??? Buffff, nos están cayendo los minutos por todos lados. Otra vez subida corta pero dura y más terreno rompepiernas.
Hace un rato Josep iba un pelín más justo pero ahora se han girado las tornas y es el que tiene bastante más fuerzas para trotar en el llano y en las bajadas. Resultado: hasta luego Lucas… Nos quedamos Francesc y yo con nuestro calvario particular hasta llegar al último avituallamiento, la Armiana.
La Armiana (km 163, 31h09)
Última
taza de caldo, fideos y queso que hecho por ahí en la sopa sin demasiado
criterio. La cara ya no disimula nada, el último tramo ha sido terrible, creo
que una hora más lento de lo que había previsto. Con un sol de justicia salimos
por un repecho que sube, como todas las subidas de esta carrera, sin ningún
ánimo de facilitarle las cosas al caminante. A saco, recto para arriba.
Pongo mi
marcheta rítmica, el tipi-tapa del principio, que ahora es tipi…….. tapa………
tipi……….. tapa…….. Superamos un primer repecho, y recorremos un flanqueo en
ligero descenso que lleva hasta el pie de la última subida hasta el Coll
d’Arenes. Este sí que es el último objetivo. Está allá arriba, a tomar por
culo, pero es el último objetivo. Empieza marcando el ritmo Francesc y a media
subida le relevo. Intento describir unas mínimas eses que faciliten un poco la
subida. La última rampa es tremenda, el sol cae a plomo y voy mentalmente
haciendo al cuenta atrás de las banderolas que faltan hasta arriba. Los
controladores del collado nos miran con cara de pena. Imagino, al menos, yo la
verdad es que solo miro al suelo.
Coll d’Arenes (km168, 32h47')
Llegar arriba supone
una primera dosis de alivio. Me tomo un vaso de agua pero ni recargo los
bidones. Sólo quiero llegar. Josep nos ha sacado bastante ventaja así que ni
siquiera tenemos la tentación de luchar por el top 10, lo cual en ese momento
supone básicamente más alivio y descarga de responsabilidades. De hecho yo casi
no tengo ganas ni de apretar en la bajada siguiendo a Francesc. Las zapatillas
me hacen daño en el tobillo, tengo arena dentro, las plantas de los pies hechas
polvo… Le digo que tire que me quedo a hacer una foto, pero me dice que no, que
lleguemos juntos.
Me animo y tiro detrás
de él, debatiéndome entre el dolor de pies y la satisfacción de que el objetivo
ahora sí que está cerca. Prados, nieve, más prados y bosque, que esconde una última
trampa en forma de repecho de unos 100 metros de desnivel, donde aguanto como
puedo. Seguimos bajando, el bosque no deja ver el fondo del valle, así que no
puedo ver cuánto falta. De todas formas el camino baja a saco y el lado opuesto
del valle se acerca, así que no podemos estar lejos.
En una de estas oigo
gritos delante. Son Jordi y Àngela que me animan en una curva del camino.
- Vamoooosssss!!!!
Tres quilòmetres!!
Joder, todo me parece
demasiado. Ya paso del dolor de pies, me apoyo como puedo en los palos.
Finalmente llegamos al pueblo de Sornàs y salimos a la carretera principal. De
aquí solo queda un kilómetro de carretera y Ordino está allí delante. Chocamos
las manos.
- Aquest
quilómetre és per disfrutar-lo –me dice Francesc.
Buff, menos mal… Iba
ya con el gancho.
Realmente las emociones de
este último kilómetro son extrañas. Hay una componente importante de alivio, de
que en breve uno no va a tener que seguir avanzando adelante, arriba y abajo.
Hay otra parte de satisfacción personal, una especie de orgullo por el deber
cumplido. Otra pieza del pastel sería de cierto vacío, de tener una idea en la
cabeza durante buena parte de tu tiempo y de repente sentir como desaparece esa
obsesión. Y por último una gran felicidad, una sensación de haberte propuesto
un objetivo y haber sido capaz de cumplirlo. Porque al fin y al cabo, ¿qué es
la vida sin objetivos?...
Llegamos
a meta cogidos con las manos en alto entre los aplausos del público. Estoy tan
contento como desorientado. El momento es indescriptible. Finalmente han sido
34 horas 24 minutos y 23 segundos, 11ª posición ex aequo para los dos. Por
delante, Julien Chorier, que ha dado un auténtico repaso a todo el personal
(28h40’), el simpático Kenichi Yamamoto (31h12’) y el austaliano Matt Cooper
(31h24’) cerrando el pódium. Después Pep Ballester, el vasco Imanol Alesón,
Armando Teixeira (portugués de Salomon), los tres americanos y Josep, que
finalmente nos ha sacado 20 minutos.
Aquí tenéis una imagen del podium de la Ronda dels Cims:
Una fot con Kenichi Yamamoto y Matt Cooper (2º y 3º clasificados)...
...y otra con Óscar Pérez, ganador del Ultra Mític y un auténtico crack.
Muchas veces la gente
te pregunta por qué haces estas cosas y muchas veces me lo pregunto yo mismo
cuando estoy en medio de estas aventuras. Al llegar a esos últimos metros cada
vez estoy tan convencido de que entiendo ese por qué como de que soy incapaz de
explicarlo.
Besos y abrazos
P.D: quiero felicitar
a la organización porque, en mi opinión, han sabido adaptarse bien a las
dificultades generadas por la abundante nieve. Y han sabido crear un itinerario
alternativo que ha mantenido, si no al cien por cien sí en buena medida, las
características y dificultades del recorrido original.
P.P.D: Por supuesto
también dar las gracias a mis padres que me acompañan a pesar del sufrimiento e
inquietud en estos proyectos y están ahí, tanto para ayudar en la logística
como para compartir estos momentos. También a Jordi y Àngela que estuvieron empujando.
P.P.P.D: Y por último
agradecer también las muestras de ánimo que he leído después en el seguimiento
por Facebook y el montón de whatsapps de apoyo. Os aseguro que me los he
imaginado en muchos momentos y son un pilar básico para seguir adelante.
Después de llegar hasta aquí (final de la crónica), sólo toca levantarse y aplaudir!!!!
ResponderEliminarEsperamos impacientes la del UTMB!
Ei Carles! Me alegro que te haya gustado. Me da que la del UTMB también será larga, pero hay más ideas enmedio así que espero que haya más. Vamos hablando!
ResponderEliminarJodeeer!! he hagut de llegir la crònica en dos etapes... que bèstia alberto! Ja vem comentar la cursa amb el Biel que deia que havia sigut una mica més freda de lo que s'esperava... Ets un màquina!! a seguir!! Quan tardes a recuperar-te d'una cursa així? Anims!!
ResponderEliminarSegüent objectiu?
Albert!!!! Ja tenia ganes també de llegir la teva crònica, per saber què sentíeu els que aneu a davant!!! A vegades tens idealitzats els de deavant com si aquests no patissin gens, com si sempre anessin frescos. Veig, però, que també hi va haver moments durs per vosaltres. I com em va dir un voluntari al Pas de la Casa: "Com més dur és el camí, més gran és la satisfacció del després!"jejeje. A seguir així màquina!!!!!!!!!! Eli
ResponderEliminar