Oí hablar por primera vez
de esta carrera hace poco más de un mes, durante el fin de semana del
Ultratrail de Les Fonts. Óscar, el corredor de quien allí me separaron sólo 2
segundos (después de 15 horas), era el organizador y me dijo que iba a ser una
carrera bonita pero muy dura. Los números lo prometían, casi 7000m de desnivel
positivo en 84kms (después los relojes del personal dieron algo menos de
desnivel, pero más de 6000m sigue siendo una cifra respetable). La zona, los
alrededores de Bilbao, una serie de pueblos de los que yo sinceramente no había
hablado en mi vida: Zaramillo, Sodupe, Güeñes, Galdames,…
Visualizad los
típicos caserío de Euskadi, algún que otro polígono industrial encajado en la
montaña y banderas del Athletic a punta pala. Los montes, entre 0 y 1000 metros
de altura, combinación de prado verde, bosque espeso y vacas viendo pasar a los
corredores y al tiempo.
Ahí tenéis una imagen del
recorrido y el perfil de la carrera:
Entre el briefing
explicativo y charlas con el personal, la salida me pilla atrás, así que me
paso los primeros 200 metros pasando gente por un lado para intentar ponerme
más o menos delante. En breve empieza la primera subida, que se prevé dura y me
da miedo quedarme enganchado en un atasco de corredores en algún sendero.
Afortunadamente vamos trotando por una pista, aunque con bastante pendiente, y
cada uno puede correr tranquilamente a su ritmo. Me encuentro a Nerea Martínez,
del equipo Salomon, una de las top mundiales en el mundillo del ultratrail, así
que ya debo estar bastante delante. Salimos del bosque y veo que delante de mí
debe haber unos 15 o 20 frontales, así que me calmo un poco para no forzar de
inicio en plan kamikaze, como me pasa a veces.
Llegamos a una primera
cima, y bajadita por una pala de hierba que a esta hora de la mañana es un
tobogán totalmente resbaladizo. Seguimos bajando en flanqueo por el bosque, y
voy un poco de culo intentando seguir 2 o 3 tíos que llevo delante. Creo que
las primeras bajadas de las carreras son lo que peor se me da, me noto super
torpe. Primer avituallamiento (km8,8), aún tengo el desayuno en la garganta,
así que pillo un vaso de coca-cola, me llevo un par de trozos de plátano y para
adelante. Ahora viene una subida de unos 400 metros de desnivel que en el mapa
parecía dura… Efectivamente, después de un par de eses por una pista por la que
no me imagino subiendo a ningún tipo de vehículo, el itinerario se mete en un
prado y sube absolutamente a saco hasta la cima de la montaña. Va a ser la
tónica general de la jornada, si por aquí es más corto para que dar rodeos, esa
es la filosofía del trazador de caminos vasco. De todas formas prefiero esto
que las bajadas, aquí al menos noto que voy algo mejor respecto al personal,
así que recupero algo de terreno respecto al rosario de corredores que veo
serpentear delante de mí. A todo esto se ha hecho de día y el sufrimiento de la
subida se ve compensado por unas vistas espectaculares de la ría de Bilbao y el
fondo del valle envuelto en la niebla. En medio de este entorno espectacular y
con la niebla empezando a envolvernos, llegamos a la cima del Ganekogorta,
punto más alto del recorrido.
A partir de aquí viene un
largo tramo de esos que en un vistazo rápido del perfil llamarías “de bajada”,
pero que en realidad está formado por incontables repechos rompepiernas en los
que vas acumulando metros de desnivel. Las bajadas son relativamente cómodas,
por hierba en la que se corre bien pero hay algún flanqueo embarrado de esos en
los que es difícil correr. En algún momento tuve algún amago de llamada de la
naturaleza que me trajo malos recuerdos de carreras anteriores, pero
afortunadamente conseguí controlarlo a base de comer plátanos como un condenado
(6 o 7 en toda la carrera). La bajada definitiva hacia el fondo del valle es
espectacular, como un tobogán que acaba sumergiéndose en la niebla. El último
tramo hasta el 2 avituallamiento es un camino que llanea bordeando la montaña,
por el que intento coger un ritmillo de crucero tranquilo pero sin dormirme,
hasta el pueblo de la Quadra (km25,3).
Llevo 3h8’ de carrera…
una media de unos 8kms/h, es decir, mucho más rápido de lo que esperaba… ya
pincharé, supongo, pero todo esto que tengo de ganado. Cargo plátanos, cargo el
camelbak y a seguir. El siguiente tramo es una de esas subidillas que se te
pasan por alto cuando miras el perfil y después en carrera te suponen una
desagradable sorpresa. De todas formas yo ya venía prevenido y voy trotando por
un camino precioso en medio del bosque. Paso a un corredor antes de acabar esta
breve subida y a otro al poco de empezar la bajada, así que llego al inicio de
la subida más larga de la prueba con la moral alta.
Vienen ahora unos 800
metros de desnivel positivo que llevan del fondo del valle al monte Eretza. “Ahora
viene lo duro”, me advierten los del control de paso de abajo… Pues nada a por
ello. Cojo un ritmillo de trote por una pista empinada que con la ayuda de los
palos hago sorprendentemente cómodo. Al poco veo a otro corredor delante y otro
más allá, los dos van peor que yo así que, no sin cierta crueldad, me animo y
voy incrementando el ritmo. La pista se pone en rampas del 30% o más por las
que ya no hay huevos de trotar, pero aun caminando voy ágil. Aparece otro
corredor delante, será el quinto que paso en este tramo… me animo, voy genial
de fuerzas y de ánimo. Llego a un pequeño rellano y cojo una pista, aparece el
corredor un sexto y un séptimo corredor (ya les he empezado a colgar etiquetas
mentalmente), van picados entre ellos pero llevo más ritmo y les cojo justo al
llegar a un cortafuegos por el que discurre la última parte de la subida al
pico.
Este tramo es espectacular, es una franja de unos 50 metros de ancho que
sube recto hacia la cima entre medio del bosque más frondoso que he visto
nunca. Miras hacia los árboles y no se ven más de 3 o 4 metros hacia el
interior antes de encontrarte con un tronco. Eso si miras a los lados, si miras
delante ves una subida de cojones que es lo que te espera. Afortunadamente veo
también las etiquetas 8, 9, 10 , 11 y hasta la 12 llegando a la cima. De todas
formas estas no van a salir tan baratas. Llego arriba a poco de alcanzar a la
etiqueta 8 (también bautizado por mí como “el hombre de lila”). Pero ahí llega
la bajada y se acaba mi terreno, suficiente con que no me pase nadie. Aprovecho
para recuperar un poco las pulsaciones y disfrutar del paisaje hasta el siguiente
avituallamiento, Sodupe (km38).
En el avituallamiento me
dicen que voy el 12… la verdad es que yo pensaba que habiendo ganado 7
posiciones estaría ya entre los 10 primeros pero bueno, a seguir currándomelo…
Con la ayuda de mis padres (aunque nos falta mucho para emular a RedBull
cambiando neumáticos) consigo agilizar bastante el paso por los
avituallamientos. Salgo a por el siguiente tramo, la subida al monte Lújar. La
primera parte discurre junto a un río con unas pozas espectaculares, creo que
el tramo que más me ha gustado. Es un placer correr por aquí, uno de esos
tramos que te recuerdan lo bonito que es correr por el monte. Además llevo un
ritmo relativamente digno y por un terreno bastante rompepiernas y con mucha
madera caída, alcanzo a otro corredor. Llegando a la cima me dicen que llevo a
poca distancia a un grupo de 4 o 5. Joder, sería genial poder llegar, pero solo
veo al que va décimo (“el hombre de verde”) y entonces llega la bajada y ahí se
acaban mis esperanzas de poder juntarme con nadie, habrá que esperar a la
siguiente subida. Llego a Güeñes, 4º avituallamiento (km48), llevo 6 horas y
poco, el ritmo es genial, a ver si aguanto. Cargo un poco más el buche,
miniplato de macarrones (la mitad por el suelo y la otra mitad en el dorsal,
debido a la falta de sincronización con mi madre, que me rellena el camelbak
con isostar…), chocolate, y más plátanos.
Aquí se retira un tipo,
así que salgo el décimo. El siguiente tramo me recibe con una “agradable”
subida hormigonada por las que imagino que bajarán los coches haciendo rappel.
Paso al “hombre de verde”, con el que me había encontrado el año pasado en
Cavalls del Vent saliendo del Refugi de Prat d’Aguilo, en el momento más chungo
de la carrera (creo que se llama Aitor). Sigo hacia arriba con algo menos de
alegría en las piernas que hace un rato. Intento distraerme con cosas varias a
cual más estúpida, como calcular si voy más rápido caminando o trotando. Para
ello trato de contar simultáneamente los segundos y el número de palos que
sobrepaso de la valla que bordea el camino. Evidentemente fracaso, pero al menos
me entretengo un rato. Qué por qué no usaba el reloj? No preguntéis… La subida va suavizando y acaba por lo alto de una loma que se va acercando
hacia unas antenas después de un par de toboganes. Vuelvo a ver al “hombre de
lila” unos 400 metros delante, pero vuelve a llegar la bajada y me toca
despedirme de él. Mantengo un ritmo todavía digno hasta San Pedro, donde me
reciben un grupo de músicos tocando un aurresku (no tengo ni idea de si se
escribe así, pero es esa música que tocan con flautas en la que un tipo con
boina y un pañuelo rojo al cuello se pone a bailar dando saltitos y picando con
las plantas de los pies entre sí, yo evidentemente no lo hice…). Quinto
avituallamiento (km59), más plátanos, más coca-cola y a seguir.
Salgo animado por la
gente del pueblo, lo cual me da moral para unos 2kms. La subida va
interrumpiéndose por pequeñas bajadas dónde vas perdiendo desesperantemente lo
que habías ganado. La ruta sale a la parte superior de la montaña en una zona kárstica
con unos hoyos espectaculares que bajan directos al infierno. Vuelve a aparecer
el “hombre de lila”, me lleva unos 3 minutos, llevamos igual desde hace 30kms,
me siento como esos cerdos de carreras que persiguen zanahorias… Llego a un
tramo de pista que llanea, en teoría aquí tocaría trotar… bufff, de repente
noto que se enciende la luz de la reserva. El pajarón revolotea a mi alrededor…o
echo mano de los geles o me quedo tieso. Este es el cuarto y mi estómago
empieza a declararse en huelga. Repito el consabido proceso, sacar el gel de la
mochila, evito su mirada desafiante, abro la rosca, vierto parte del contenido
en mi boca sin pensar, intento controlar la arcada mientras “disfruto” del
gusto a limón sintético, trago y bebo agua con regusto a isostar, no mucho más
agradable. Afortunadamente recupero una barrita de energía y puedo acabar la
subida por un duro repecho. Unos tipos me dicen que solo queda “bajada con
algún falso llano” hasta el avituallamiento. Efectivamente, un llano totalmente
falso, un repecho durísimo de unos 100 metros donde veo de nuevo al hombre de
lila, antes de lanzarte por un sendero flanqueante y pistas de madera hacia el
fondo del valle. Sexto avituallamiento (km74).
Bueno ya queda menos (esto
va también para el eventual lector de este rollo). Salgo con unas 9h30 de
carrera. Queda un tramo duro, la subida al monte Apuko (en la foto) pero veo posible bajar de 11h. He ganado una
posición porque se retira un tipo en este control, así que de momento octavo.
Recorro un tramo llano y bonito entre el bosque, parece que he recuperado
energías. Después de unos 4kms de subida bastante llevadera, el sendero se pone
de cara a la pendiente y sube de frente y sin medias tintas hacia un collado.
Un poco antes de llegar veo a mi madre que me está esperando y se pone a tirar
a un ritmo que casi ni la sigo. En el collado hay gente animando, cosa que me
da fuerzas para afrontar lo que viene. Una pala de hierba tremenda, yo creo que
sus 40-45º debía tener, que a mí me parece casi vertical. Palos, gemelos,
riñones y para arriba. Llego a la cima del monte Apuko con 10h10 de
carrera, y quedan 4kms. No veo al hombre
de lila por delante, no veo a nadie por detrás y no debería haber problema así
que desconecto con la tranquilidad del objetivo cumplido… Grave error.
La bajada me reserva
algún pequeño regalito en forma de repecho. Voy bajando de forma cada vez más
torpe y sin nada de chispa hasta llegar a una pista que va a bordear a la
derecha hasta cerca de Zaramillo. Ya lo había visto en el mapa, y me lo
advirtió ayer Óscar. La carrera no ha acabado, el camino llanea al principio
para ir picando para arriba cada vez más. No es una gran cuesta pero yo ya voy
vacío y empiezo a tener sensación de globo. Me pongo a caminar con una cierta
sensación de mareo, también por el calor. Vaya agonía, veo el dichoso frontón
allá abajo pero no se acerca. Afortunadamente la subida no es muy larga, pero
mi ritmo es lamentable. Por fin llego a una pista que baja a saco hacia la
izquierda y dejo que la gravedad haga el trabajo para el que fue inventada.
Tengo que estar ya en el último kilómetro… Desvío a la izquierda por un
senderillo, se oye el ruido de la llegada pero no la veo en medio del bosque.
De repente pasa lo inevitable, oigo unos pasos rápidos detrás de mí y al
girarme veo un corredor desbocado cual buitre abalanzándose sobre su presa. “Tranquilo
que te dejo pasar” le digo, en parte para evitar un trompazo absurdo de
cualquiera de los dos, en parte porque me parece antinatural esprintar en una
carrera como esta. Me resigno a perder la posición mientras entramos en el
pueblo y la desilusión se ve rápidamente sustituida por la alegría de ese
momento tan personal e intenso como es la llegada de un ultratrail.
Choco la mano con Oscar,
que espera a todos los participantes. Un crack y un pedazo de carrera que
recomiendo a todo aquel al que le gusten estas historias. Recupero el aliento y
ya sin rastro del pajarón de hace 5 minutos le cuento mis penas a una chica que
va entrevistando a todo el que llega. Al final han sido 10h54’ para llegar en
9ª posición. Una media de 7,7kms/h que no me esperaba para nada antes de la
carrera. También es cierto que los demás han corrido más de lo que yo esperaba,
jejeje… En la meta descubro que el “hombre de lila” (que ni siquiera iba de
lila) es Jose Vicente Benito, un crack que el año pasado hizo tercero en el
Grand Rayd des Pyrenees. Haber estado tan cerca de él me da un subidón de
moral. Me cuenta que está preparando la Ronda dels Cims en Andorra, así que nos
veremos también por allá.
Como sorpresa final,
resulta que cronometraban por separado la subida al Monte Ereza y hacen una
especie de “Premio kilómetro vertical” entre todos los corredores. Resulta que
he quedado segundo! De hecho sólo me ha ganado un chico que debía ir
especialmente a hacer eso porque después ha quedado el 100 y pico en la
general. Que subidón! Subimos al podio con Zigor Alberdi (1º) y Gaizka Barañano
(3º), el chico que ha ganado el ultra y que se ha cascado un carrerón
espectacular.
Pues esto ha sido todo.
Espero que alguien haya llegado hasta aquí, jejeje. Con la moral alta para los
próximos compromisos me despido hasta nuevas aventurillas.
Besos y abrazos
Buena crónica!! Muchas felicidades por el tiempo!!A ver si nos vemos pronto para liarla!!
ResponderEliminarCoincido en felicitarte por la crónica :-) Me la he leído del tirón, riéndome a ratos, y en un pis pas!
ResponderEliminarVamos, q me dan ganas de maltratar la rodilla des de ya ;-)