Este post no es una crónica ni de "sky" ni de "running", pero tenía
ganas de rememorar los viejos tiempos y volver a escribir una "crónica
desde...". El formato es el habitual, largo y tedioso, y las normas de
funcionamiento idénticas: cuando os canseis, arriba a la derecha tenéis
la cruz de "cerrar ventana" o el botón de apagar el móvil.
Llegar a Bangkok desde el aeropuerto, si obvias los ojos de la gente y
las letras "raras", es como llegar a Barcelona, Londres o París. Metro,
atascos y todo el personal concentrado en su móvil.
Inciso
tema móvil:
Aparentemente hay una ley en Tailandia que promueve el establecimiento de internet y cobertura 3g por todos los rincones del país. Eso ha fomentado que todo kiski tenga smartphones, tablets y todo lo que quieras, y que hasta el cuchitril más cutre tenga WiFi.
Aparentemente hay una ley en Tailandia que promueve el establecimiento de internet y cobertura 3g por todos los rincones del país. Eso ha fomentado que todo kiski tenga smartphones, tablets y todo lo que quieras, y que hasta el cuchitril más cutre tenga WiFi.
Cuando
bajas del metro el ambiente cambia, con puestos de comida callejera a
mansalva y un desorden que no deja de tener cierto encanto. Escogí un
hotel cerca de la estación de trenes, de donde tenia que salir al día
siguiente, y me fui en busca de algo que llevarme a la boca por
Chinatown. Era demasiado tarde y casi todo estaba cerrado. Además, la
resolución de mi plano no alcanzaba para distinguir todo ese laberinto
de callejuelas y acabé medio perdido y preguntándome si ir al mundial de
Rogaine es una buena idea. Caminando con una falsa pero necesaria
convicción entre carritos de pinchos en retirada y filas de señoritas sentadas en
una silla, conseguí recuperar un punto de referencia y volver junto al
hotel. Me comí un crêpe de plátano y chocolate junto a un tipo que
dormía a pierna suelta y un plato de arroz con cerdo en un puesto
ambulante al lado de un karaoke. No se si era la musica en si o la
calidad de las voces, pero si tengo que escoger un recuerdo de Tailandia
no sera la musica local.
Domingo 9:
Si, desagradable, porque mi compañía se tradujo en unas cuarenta picadas entre brazos y piernas. No fue un mosquito, fue el mismo bicho que me picó hace un año en un hotel de amsterdam. Me pregunto si estaba aun en mi funda de seda o era su primo lejano tailandés. Una putada, porque pica un huevo y tarda un montón en irse...
Bichos aparte, decidí dejar la visita de Bangkok para los dos últimos días y cogí el tren a Ayuthaya, ya camino del norte. Breve apunte cultural, esta fue la capital de Tailandia (o lo que entonces era Siam, estratégico territorio del Risk) entre el 1300 y el 1700, o sea cuando los europeos empezaron a aparecer por aquí. Todavía queda un barrio portugués, otro holandés y no se si británico también. En 1760 y pico llegaron los birmanos y no dejaron títere con cabeza. Para cargarse de arriba a abajo templos de ladrillo y piedra sin una artillería pesada realmente hay que cebarse pero bien...
Pululando por la ciudad, acabe en un "Museo del Millon de Juguetes" donde tenian una cantidad enorme de munyecos a cual mas extranyo. Mas tarde pase junto a un templo donde habian unos monjes de todas las edades haciendo un examen (y copiando como cosacos...) y un tercer lugar curioso me lo encontre junto al rio, donde la gente se dedica a tirarles ganchitos a los peces porque dicen que da suerte. No se si dara suerte, pero los peces se amontonan como posesos. Ademas como tienen memoria de tres segundos enseguida se olvidan de que han comido, asi que estan todos en actitud compulsiva. Imagino que acabaran reventando.
Acabé el día cenando con Manu (el nombre real era demasiado complicado asi que se quedo con este), un suizo en año sabático que se dedica a hacer kayak de aguas bravas por todo el
mundo. Llegamos al mismo tiempo a un restaurante donde solo quedaba una
mesa así que ahí nos quedamos charlando y escuchando de fondo a un
cantante tailandés en vivo. La calidad de sus versiones fue bajando a
medida que su cubata hacia lo propio.
Camino al hostal, un susto
que afortunadamente quedó en anécdota, cuando cinco perros se acercaron
ladrando en actitud poco amistosa. Dudaron 0,1 segundos cuando levanté
la mano con una botella y otro tanto cuando se la tiré. Ya estaba a
punto de subirme a un árbol cuando los gritos de la dueña me salvaron
de lo que hubiese sido un verdadero problema. Ya voy corto de días como
para ponerme a buscar hospitales, papeleos y demás...
Por suerte esta segunda noche dormí solo.
Lunes 10:
trenes. Objetivo sencillo para el día, una horita de tren hasta Lopburi. Principal atractivo de la ciudad: su banda de monos. La mayoría están alrededor de un templo, el Pra Sam Yot, donde van pasando los turistas a echarles comida como cuando de pequeño ibas a la Sagrada Familia a darles a las palomas. Estos macacos son bastante más cabrones e inteligentes y no se contentan con poco, así que están al acecho de cualquier bolsa abierta. Si no activas la visión 360 grados y vas lanzando patadas al aire, en breve acabas con un mono subido a la chepa y quizá sin tu cámara de fotos. Unos tipos se encargan de espantarlos con tirachinas, pero solo si formas parte de un grupo organizado y/o les pagas una propina. Si no, estas solo ante el peligro.
En
dos horas me harté de templos y de monos, así que me puse a deambular
por un
mercadillo de comidas varias. Me pillé una cosa para almorzar cuyo género animal o vegetal no conseguí identificar y me fui a echar una siesta al hotel (junto a mas monos).
mercadillo de comidas varias. Me pillé una cosa para almorzar cuyo género animal o vegetal no conseguí identificar y me fui a echar una siesta al hotel (junto a mas monos).
El hombre en
cuestión, Mickael, un alemán de 26 años que salió de Alemania hace 10
días con la idea de dar la vuelta al mundo en un tiempo y modo
indefinidos. Un tío con letra, que pasó un año en Sudamerica y que por
tanto es capaz de adaptar su conducción a condiciones hostiles. Contra
todo pronóstico, gracias al mapa y a un par de amables indicaciones fuimos capaces de encontrar la
cueva, incrustada en un promontorio rocoso y junto a un templo con
bastante más encanto que los urbanos.
En un segundo intento de comunicación acabamos en la
dirección opuesta y unos chillidos agudos (desconozco la palabra técnica
para el sonido que emiten los murciélagos) nos indican que vamos en la
dirección correcta. El ruido salía de una puerta abierta junto con un
olor bastante nauseabundo. Nos metimos en la gruta y empezamos a
escudriñar el techo intentando ver a los murciélagos entre la oscuridad.
Nada, solo los gritos. En cambio al bajar la mirada si que vimos en el
suelo iluminado que nuestros pies estaban sobre un mejunje verde que identificamos como mierda de murciélago. Además
miles de hormigas diminutas empezaban a subirse por nuestros pies.
Salimos pitando.
Mientras disfrutaba de este pequenyo (os habreis dado cuenta que a veces faltan acentos y enyes) acto de rebeldia se sento en la mesa de al lado otro backpacker con un sombrero boliviano y... un monopatin (hace falta ser tan "cool"?). De vuelta al hotel me encontre en una terracita a Manu, el suizo del dia anterior, asi que me pase el final de un dia interesante frente a una cerveza y charlando de esto y aquello con un suizo y una polaca.
Martes 11:
El objetivo del día era sencillo: viaje en tren hasta
Phrae, una pequeña ciudad del norte sin ningún atractivo turístico en
particular. Precisamente por eso la escogí, para tener una cierta imagen
de la Tailandia más auténtica.
El tren resultó ser más largo de
lo que yo pensaba, 7 horas y media, las primeras 5 con un monótono y
relajado paisaje de campos de arroz y el resto por zona más montañosa.
Tailandia es un país barato, pero ese aspecto se lleva al extremo en los
viajes en tren. 4,50 euros me costo recorrer unos 400kms y 50cts la
hora y media entre Bangkok y Ayuthaya. Eso si, si vas en primera clase
se te multiplica por 10.
Durante el trayecto va pasando gente a
venderte todo tipo de comida y bebidas. Por 50cts tuve una bandejita de
arroz con un huevo frito, una bolsita con salsa marrón y algo de carne y
otra bolsita con salsa naranja que picaba. No vi cubiertos por ninguna
parte y mis manos daban asco, así que a la siguiente chica que paso le
compre un par de pinchos con bolas de carne para poder usarlos como palillos. Un viaje agradable, en el que me empece el Invierno del Mundo (Ken Follett, soy un tio facilon...) y descubri que el bloc de notas del movil es la mar de util para escribir estas cronicas en ratos muertos. Un ultimo tramo de 30kms en una furgoneta no apta para pivotsme dejo en Phrae al caer la noche.
Mis primeros intentos para averiguar la direccion hacia el hotel previsto, me dejaron claro que no seria tarea facil...
Inciso sobre idiomas:
Como os podreis imaginar, si hay una lengua que puede permitir la comunicacion entre gente de procedencias varias, esta es el ingles. El nivel y tipo de ingles de los diferentes paises se puede entender con un esquema de circulos concentricos, en el que la calidad va disminuyendo hacia el exterior. Despues de un centro en el que logicamente estan el Reino Unido y demas paises en los que es oficial, te encuentras una segunda capa formada por Alemania, Suecia, Dinamarca,... Europa del norte, vamos. Los tios dominan, desde el crio de 10 anyos hasta el abuelo de 70. Mas alla estamos los malos. El problema anyadido es que se puede ser malo de muchas maneras. Los espanyoles somos igual de malos que los italianos, pero lo somos en la misma direccion, asi que entendemos mucho mejor el pausado y cantarin "I donte rilly understanda" de un tipo de Roma que la patata en la boca de un yanqui. En cambio los franceses estan alejados en otra direccion y estan empenyados en pasarse por el forro las "h" y meter el acento en la ultima silaba peti qui peti, asi que la cosa resulta mas jodida. Y ya cuando te vas a los tailandeses, chinos, japoneses... Estos estan en la direccion opuesta. Nosotros entonamos las preguntas; ellos, por ejemplo, cambian segun hablan a hombre o mujer.
Conclusion: otra filosofia y yo enfrentandome a ella en los arrabales de la Palencia tailandesa (sin connotacion negativa...), sucio, mochila a la espalda y hablando por senyas con la chica de una tienda de la estacion.
Finalmente el dios de la globalizacion se apiado de mi. La chica saco su movil y abrio el Googlemaps. Tanto sufrir para eso... Asi que al final consegui llegar al hotel... digamos casa con habitaciones y despues cenar en un mercadillo nocturno entre todos los adolescentes de la ciudad, me fui a dormir a mi simpatica y destartalada pension. Eso si, destartalada pero con WiFi...
Conclusion: otra filosofia y yo enfrentandome a ella en los arrabales de la Palencia tailandesa (sin connotacion negativa...), sucio, mochila a la espalda y hablando por senyas con la chica de una tienda de la estacion.
Miercoles 12:
Jueves 13:
que llevan el centro y leyendo cosillas mientras unos chicos hacian su clase de ingles. Podria escribir un post entero sobre Birmania. Lo dejare en que si alguna vez teneis ganas de juntar naturaleza, cultura y gente acogedora, echadle un vistazo a esta opcion y no os decepcionara. Bondad en los genes.
Y ya para acabar, que he venido a hacer a Chiang Mai? Pues esa era un poco la excusa de este viaje a Tailandia. Hace unos meses Sylvain, un chico que conoci en Le Treg, la carrera que hice en el Chad, me propuso participar en una edicion de prueba de una carrera que quiere empezar un amigo suyo el ayo que viene. Somos 10 equipos de dos personas y son tres etapas de unos 50kms cada una con unos 2500-3500m de desnivel positivo por dia. Y eso es lo que vamos a hacer a partir de manyana. El proximo post deberia ser sobre ello.
Besos y abrazos
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